Parte/6
Ernesto
Me sentí muy mal cuando Conchita me dijo que no me quería ni como amigo, no lo puedo aceptar, ella tiene que ser mi mujer en cuanto empiece a trabajar, voy a juntar dinero y en la primera oportunidad me la voy a robar.
Concepción.
Pasaron seis meses, la amistad con Ernesto siguió igual, hicimos las paces, tuve la brillante idea de corresponderle, quizás si Gabriel al saber que éramos novios sintiera celos, la próxima vez que los amigos se vieron a Gabriel no le pasó desapercibido la alegría de su amigo.
-Hola amigo te vez muy contento.
-Y no es para menos, por fin mi Conchita acepto ser mi novia.
-Que buena noticia por fin se te hizo, pero llévatela con calma no la vayas a regar.
-Nada de eso mi Gabi yo a mi Conchita la quiero a la buena.
La próxima ocasión que nos vimos nos felicitó calurosamente no ocultaba la alegría que sentía por su amigo, yo sentí que me moría de coraje.
-Hola Concepción, ya me contó mi amigo que por fin le correspondiste, me da mucho gusto lo hiciste sufrir bastante, los felicito de todo corazón.
-Gracias Gabriel.
El me estrechó la mano fueron unos pocos segundos, eso me basto para sentir la adrenalina recorrer todo mi cuerpo, me quede paralizada el educadamente aflojo sus dedos y yo volví a la realidad.
Pasaron los meses lentamente, Ernesto cada día estaba más enamorado y yo también, aunque en ese tiempo no lo quería admitir, me sentía bien a su lado inclusive la noche que me dio el primer beso fue mágico, todo iba bien conmigo, pero cuando Gabriel se aparecía por el pueblo mi corazón se desbocaba y empezaba a fantasear con él, yo sutilmente le preguntaba a Ernesto.
- ¿Y Gabriel ya tiene novia?
-Gabriel, no que novia va a tener, a ese solo le interesa convertirse en un buen abogado penalista, aunque varias chamacas andan locas por él.
Esas palabras eran mágicas para mis oídos, yo lo atribuía a una sola cosa, Gabriel sentía el mismo amor por mí como el que yo sentía por él. Pero un buen día llegó acompañado de una hermosa jovencita, yo sentí que el piso se abrió a mis pies, pero el alma me volvió al cuerpo cuando no la presento.
-Hola amigos, les presento a mi amiga Sol.
-Mucho gusto, Concepción.
-Yo soy Ernesto.
-Encantada, Soledad, pero para los amigos Sol.
Los cuatro fuimos a la nevería a degustar una rica nieve, para mí no pasaron las miradas cargadas de amor de Sol hacia el Gabriel, pero él ni cuenta se daba eso me lleno de contento.
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