Parte/4
Año 1962.
Una tarde de domingo me arreglé diligentemente para ir a misa de seis de la tarde, saliendo del templo ir a la plaza a dar vueltas alrededor del quiosco donde la banda de música del pueblo amenizaba la verbena popular.
Salí de la casa acompañada de Lucía nos dirigimos al templo, en el atrio nos encontramos a mis dos hermanas Paula y Julia que también fueron a oír misa de seis.
-Cuando salimos mis hermanas nos dijeron.
-Bueno aquí cada quien se va por su lado, nos vemos en este mismo lugar cuando den la bendición para regresar a la casa, cuídense y no anden de boladas, porque si Pedro o Juan las ven, así les anda yendo.
Tomé a Lucía del codo y empezamos a dar vueltas en la plaza, éramos unas adolescentes de doce años recién cumplidos nos llevábamos dos días de diferencia, aunque parecíamos más grandes, de pronto la cara de Lucía se ilumino.
-¡¡¡Mira Coni, ahí viene Ernesto!!!
- ¿Quién será ese muchacho que viene con él? está muy guapo ha de ser arribeño (así se les dice a las personas que que vienen de otras poblaciones), ha de ser de los altos de Jalisco mira está bien alto güero con los ojos azules mira su pelito está bien güerito (rubio).
-Ya no los veas tanto, van a pensar que nos estamos volando (coqueteando) con ellos.
-¡¡¡Ándale Coni, que ahí vienen derechito con nosotras!!!
-Efectivamente los chicos que tenían dieciséis años se dirigieron directo a nosotras, nos pusimos rojas como un tomate cuando nos abordaron.
-Buenas tardes Conchita dijo Ernesto dirigiéndose a mí.
-Buenas tardes Ernesto, pero ya te he dicho que no me digas Conchita mi nombre es Concepción.
-No sea enojona, para mi usted siempre va a ser Conchita; -les presento a mi amigo y compañero de escuela.
-Mucho gusto señoritas mi nombre es Gabriel Cadena Miranda, pero ustedes me pueden llamar "Gaby" como todos mis amigos para servir a ustedes.
-Mucho gusto, mi nombre es Concepción Cantú Ballesteros.
-Yo soy Lucía Arquieta ballesteros.
Nos saludamos con la punta de los dedos, pidiéndole a Dios que en ese momento no pasaran mis hermanos y me vieran tomada de la mano de un desconocido. Aunque yo no lo sabía, no corría ningún peligro de que mis hermanos nos vieran ellos estaban muy divertidos jugando billar en la cantina del pueblo que estaba enfrente de la plaza.
- ¿Nos regalan una vuelta?
-Está bien, pero si vemos a mis hermanos se hacen como que no nos conocen.
-Está bien, vamos.
Empezamos a caminar yo me desilusione cuando Ernesto camino a mi lado, Gabriel camino al lado de Lucia.
- ¿Y bueno muchachas díganme como les fue en la escuela?
-Nos fue más o menos ya nos dieron el certificado de sexto, yo pase con nueve y Lucia jajaja, mejor que le diga ella.
Lucía roja de pena dijo en un susurro de voz.
-Bueno a mí no me fue tan bien yo pase con siete, casi de panzazo.
-Lo importante es que ya tienen su certificado ¿Y van a seguir estudiando?
- ¡Ay! pero como cree, aquí no hay secundaria tenemos que ir hasta san Bernardo y pues hasta allá no nos dejan ir.
-Mi mamá dice que para atender al marido no se necesita estudiar tanto; dijo Lucía
-Qué lástima que tu mamá piense así, pero en fin ¡¡¡Miren ahí hay una banca!!! - ¿Nos sentamos?
-Está bien.
-Apártenme un lugar ahorita vengo; dijo Gabriel
- ¿A dónde va tu amigo?
-No sé, ahorita viene.
Poco tiempo después llegó el Gaby acompañado de un señor con un carrito que vendía paletas.
- ¡Miren muchachas, traje al señor de las paletas, les iba a traer, pero como no sé qué sabor les gusta, mejor traje al señor!
Ese gesto de Gabriel nos dejó cautivadas, ni siquiera Ernesto que nos conocía de toda la vida tuvo esa atención con nosotras.
Escogimos nuestro helado también Ernesto, Gabriel pagó y además le dio una propina al señor.
Pasamos el rato platicando, cuando menos pensamos se escucharon las campanadas de la iglesia que avisaba que el sacerdote iba a dar la bendición, todas las personas nos pusimos de pie algunas se hincaban los hombres se quitaban el sombrero en señal de respeto, cuando pasó la bendición nos despedimos para reunirnos con mis hermanas Paula y Julia, todas llegamos al mismo tiempo, poco después nos alcanzaron mis hermanos, me llevaron a mi casa y ellos junto con su familia se fueron a las de ellos.
Mientras tanto Gabriel y Ernesto también se dirigieron a la casa de del este último iban platicando entre ellos.
- ¡Ya ni las friegas Ernesto, cuando me dijiste que me ibas a presentar a tu novia no me dijiste que se trataba de una niña!
-Bueno novia, novia todavía no es, pero conchita va a ser mi mujer, en tres años cumple quince años y ya va a estar lista para casarse.
- ¿Y con que la vas a mantener? apenas vas a tener diecinueve años.
-Eso ya lo tengo resuelto ya vamos a salir de la escuela, ya me dijo mi papá que en cuanto termine voy a trabajar con él, tengo que ahorrar dinero para cuando me case con Conchita hacer una boda a todo mecate como ella se merece.
-Y a todo esto ¿ya le preguntaste a ella si quiere ser tu novia?
-No, no le he preguntado, pero una cosa si te digo Gaby, si no es a las buenas es a la mala, pero Conchita va a ser mi mujer.
-Ya, ya hombre no te alteres en tres años pueden pasar muchas cosas, mira ya llegamos allí esta tu mamá esperándonos en la puerta.
- ¿Pero madre que hace esperándonos? usted ya debe de estar descansando en su camita.
-Ya sabes que mientras ustedes no llegan no me puedo dormir y para que me acuesto, anden pasen vamos para que les de cenar, tu padre ya tiene ratito que llegó y tus hermanas también.
Todos pasaron a la mesa y cenaron amenamente, a la mañana siguiente, Gabriel y Ernesto, salieron muy temprano a San Bernardo a la escuela, cursaban el primer año de preparatoria.
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