Parte/29
Cuando regresé a mi casa, me sentí más sola que nunca, no quería volver a deprimirme, por lo que le hablé a mi amiga Pilar.
-Hola Pilar soy Cony.
-Hola que gusto ¿ya se fue tu papá?
-Si ayer lo fui a dejar al pueblo, te invito un café ¿Puedes venir?
-Claro amiga ¿a que horas quieres que pase por tu casa?
-Te parece bien a las cinco.
-Claro que, si por ahí estaré, nos vemos más tarde.
Mi amiga se presentó puntualmente.
-Hola Cony ¿Cómo te estás?
-Dentro de lo que cabe bien, aunque sin la compañía de mi padre más sola que nunca.
- ¿Por qué no trabajas? Te distraerías, la separación se te hará menos difícil.
- ¡Trabajar! ¿Pero dónde? No sé hacer nada, solo estudie la primaría ¿qué puedo hacer?
-Puedes estudiar.
- ¡Estudiar! tengo treinta y seis años, la época de estudiar ya paso.
-No, nada de eso, mira el gobierno empezó programas de estudios para trabajadores, puedes estudiar la secundaría abierta, estudias en tu casa, solo te presentas a que te asesoren los maestros, cuando estés lista haces la prueba, entre más estudies más pronto terminas.
-Creo que lo voy a intentar, gracias por el consejo
Así lo hice, gracias a una amiga de Pilar que estaba muy bien relacionada me recomendó en un colegio privado donde solo acudían alumnos cuyos padres podían pagar las altas colegiaturas que ahí se cobraban, se me asignó un buen sueldo.
Yo no trabajaba por necesidad, pero el dinero nunca está de más.
Llegó la fecha en que el matrimonio entre Ernesto y yo quedo disuelto, mi hija después de su boda, ya no me volvió a hablar tal parecía que yo no existía para ella, con mi hijo si tenía comunicación frecuente, cuando se terminó su beca ya no quiso regresar a México, al parecer su maestro y su esposa lo acogieron como un miembro más de su familia, ya que ellos no tenían hijos.
Por mi amiga Soledad me enteré que mi hija estaba en espera de su primer hijo, al parecer Gabriel, tenía prisa por ser padre, me dolía mucho que no me incluyera en su vida, era como si yo hubiera muerto definitivamente para ella.
También me entere que Ernesto había empezado una relación con una compañera de trabajo, que estuvo con él en los momentos más críticos, no esperaron mucho tiempo después de la firma del divorcio, contrajeron matrimonio las mujeres del pueblo casi se los comieron vivos con sus comentarios.
-Te dije que el desgraciado de Ernesto bien que tenía otra vieja, pobre de conchita sabe Dios que tanto tuvo que sufrir.
-No pos eso que ni dudarlo mira que casarse luego lueguito ya mero se casaba junto con la zuly si te digo que todos los viejos son iguales.
-Y sus padres tan alcahuetes bien que recibían a la vieja desde antes de casarse.
Su esposa pese a que ella sabía muy bien el motivo de nuestro divorcio, nunca se defendió diciendo la verdad quizá esa fue una condición que le puso Ernesto, creo que lo hizo pensando en mis padres.
Pero como el tiempo lo cura todo, poco a poco la fueron aceptando ella ocupo mi lugar, mis hijos la incluyeron en su vida.
Ella siempre asistía a todos los eventos familiares, muy sonriente del brazo de mi ex-marido, cargando a mi nieto eso me dolía enormemente, mi hija simplemente me cambió por ella.
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