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Parte/26


Después de cenar mi padre empezó su relato.

-Pues ahora si como dice el dicho panza llena corazón contento, mientras se me baja la cena te voy a contar en donde conocí a mi amigo.

Cuando tenía doce años murió mi padre, mi madre de pronto se vio sola con dos niños, tu tía Leonor y yo, ella me lleva dos años, ella tenía catorce años, cuando pasó la desgracia.

- ¿Eso quiere decir que mi abuelo no murió de muerte natural?

-No a mi padre lo mataron, fue una muerte accidental el estaba en el lugar y la hora equivocada, resulta que él iba pasando cenca de donde dos hombres estaban discutiendo, sacaron sus armas y una de esas balas lo mató, sin tener vela en el entierro.

Mi madre quedó destrozada se la pasaba dormida y sin ganas de seguir viviendo, nada la podía sacar de su depresión, por lo que nosotros quedamos a la deriva, la madrina de bautizo de mi hermana, Edith Bracamontes, se la llevó con ella mientras mi madre salía de su depresión, yo prácticamente subsistí solo.

Pero como dice el dicho "no hay mal que dure cien años ni humano que los soporte" a los dos años de la muerte de mi padre, empezó a frecuentar la casa un antiguo enamorado de mi madre, y así fue que con tesón y con paciencia logro que mi madre le correspondiera.

Cuando yo tenía dieciséis años mi madre contrajo matrimonio con Emilio mi padrastro, mi hermana ya no regresó a nuestro lado y menos cuando mi madre se volvió a casar, solo nos visitaba de vez en cuando, Emilio frente a mi madre era muy amable conmigo, pero cuando estábamos a solas me decía.

-Yo no sé porque no te largas de esta casa, no captas que tu madre y yo queremos vivir solos, lárgate con tus abuelos aquí nada más nos estorbas.

Yo no le contestaba nada me contenía no era por falta de ganas sino por mi madre ella lo tenía por un buen hombre, la cosa se puso peor cuando mi madre quedo preñada de su primer hijo, las agresiones de Emilio fueron más frecuentes una de esas veces mi madre nos escuchó discutir él se hizo la víctima.

- ¿Qué está pasando aquí?

-Nada mujer, no te preocupes.

-Como de que nada, si sus gritos se oyen por toda la casa.

-Esta bien te lo voy a decir, aquí tu hijo que no me traga, desde que nos casamos siempre que tu no escuchas me dice que me largue de esta casa, no para de insultarme tu has visto que yo he tratado de llevarme bien con él, pero ya no puedo más, dice que nada más esta esperando que nazca nuestro hijito para vengarse con la criaturita, yo no puedo permitir eso.

El hombre era todo un actor abrazado a mi madre lloraba copiosamente, ella le dijo.

-Ya, ya Emilio, yo voy a arreglar este asunto inmediatamente, y tu ven conmigo- me dijo apuntándome con un dedo, nos dirigimos a mi recamara.

- ¡Como es posible que tengas ese comportamiento con Emilio yo he visto como se desvive por quedar bien contigo, pero veo que tu no tienes remedio por lo tanto te voy a meter al colegio militar ahí te van a enseñar a respetar a tus mayores, arreglas tus cosas porque mañana muy temprano nos vamos?

-Esta bien madre como usted ordene, pero antes de que me vaya tiene que saber que su marido no es lo que usted cree es un hipócrita tiene dos caras, frente a usted es amable, pero a solas solo se la pasa corriéndome...

Mi madre ya no me dejo hablar, me cruzo la cara con una cachetada, me dijo llena de cólera.

- ¡Como te atreves a levantarle falsos a mi marido que el único pecado que ha cometido es quererte como a un padre eres un mal agradecido!

- ¡Ya párele madre! Quédese con su maridito ya se deshizo de mi hermana ahora me toca a mí, no se preocupe desde mañana no me volverá a ver.

-Eres un ingrato tu hermana fue la que ya no quiso regresar tu bien viste que yo no era dueña de mí, cuando me compuse ella ya no quiso regresar.

-Y para usted fue muy cómodo verdad ni siquiera le rogo pues ya andaba encandilada con su nuevo amor.

En esos momentos entro como un energúmeno Emilio y abrazando a mi madre me grito.

-Ya estuvo bueno, si algo le pasa a tu madre o a mi hijito por tu culpa no voy a descansar hasta meterte a la cárcel.

Salieron de la habitación en ese momento tomé algo de ropa una fotografía de mi padre y un dinero que tenía ahorrado y salí de la casa sin voltear atrás, me despedí de mi abuela no le dije nada del pleito, le dije que iba a pasar unos días con mi tío Ricardo que vivía en la ciudad, ella me creyó, me dio la bendición y salí de Magdalena a los diecisiete años.

- ¿Ya no regresaste a tu pueblo?

-Si, pero muchos años después ya estaba casado y viviendo en el pueblo, mi madre se presentó en la casa sin previo aviso, me pidió perdón, según me dijo que algunos años después de que me fui escuchó a Emilio jactarse de que no le había dado ningún trabajo librarse de mí, ella me busco sin suerte ya que nadie sabía en donde me encontraba en cuanto le dijeron en donde vivía fue a buscarme. 

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