Después de comer los regrese al pueblo, esa noche me quede a dormir en mi antigua habitación en la misma que había nacido mí hija, lloré en silencio, la decisión de Ernesto ya estaba tomada se iba a divorciar de mí, sin siquiera darme la oportunidad de hablar con él, no me quedaba, otra opción que aceptar, aunque nunca le fui infiel físicamente, yo cave mi propia tumba, estaba agradecida de que no les haya dicho a mis padres el verdadero motivo de nuestro divorcio.

A los tres días, vino un abogado de parte de Ernesto, a notificarme la demanda de divorcio que había entablado mi esposo en contra mía, me habló de los términos a los que yo acepte, Ernesto se mostró generoso, me dejaba la casa que habíamos adquirido a los pocos años que habíamos llegado a la ciudad, mi vehículo y la mitad del dinero que hasta ese día teníamos ahorrado.

Cuando fuimos al juzgado para las entrevistas reglamentarias para dialogar con Ernesto para ver si cambiamos de decisión, Ernesto solo me dirigió la palabra lo estrictamente necesario, en la última entrevista me dio un sobre.

-Esta es la invitación de la boda de mi hija, ella acepto que la acompañes en la ceremonia, si eres capaz de ver al amor de tu vida, casarse con otra mujer y esa mujer es tu hija...

-Calla, por favor no seas cruel, bastante tengo con lo que estoy pasando, no es justo que tu decidieras, lo del divorcio sin consultármelo primero.

-Bastante bien me he portado contigo, a nadie le he dicho el motivo verdadero de la separación ni se las diré y no es por ti si no por mí no quiero ser el hazme-reír de la gente que me vean como el cornudo que siempre fui.

-Pero nunca te engañe.

-Siempre me has engañado, si desde un principio me hubieras dicho que no me querías, no hubiéramos llegado hasta este punto, yo hubiera sufrido, pero lo hubiera superado me negaste la posibilidad de haber conocido alguna mujer que en verdad me amara no una embustera como tú.

-Perdóname, siempre te quise y te quiero, descubrí que al que verdadero amo es a ti.

-No seas hipócrita, ni falsa, que dijiste a este estúpido le digo que lo amo y borrón y cuenta nueva, pues fíjate que no, te amaba con todo mi alma, tú y mis hijos eran todo para mí, nunca te fui infiel, pero el día que te vi, como te le ofrecías descaradamente sin pudor alguno a mi gran amigo, no digo amigo a mi hermano, y próximamente mi hijo político, no sentí otra cosa que un odio hacia ti, ya nunca podría volver a estar en la intimidad contigo, me das asco.

Esas palabras traspasaron mi corazón, le dije con una en una débil voz.

- ¿Acaso tú nunca te has equivocado?

- Sí, y muchas veces, la primera equivocación que cometí es haberme enamorado de ti, ya no quiero hablar más del asunto, espero que en el matrimonio de mi hija te portes a la altura, es al único evento que vamos aparecer juntos, después de eso voy hacer público nuestro divorcio.

Diciendo eso salió de la casa sin voltear atrás, yo no podía entender como una persona podía cambiar sus sentimientos tan radicalmente, Ernesto me odiaba su mirada dura lo decía todo, ya no tenía esa mirada llena de amor hacia mí, volví a llorar lagrimas amargas, pero me hice un propósito, ya no volver a derramar ni una lagrima, cometí un error y lo estaba pagando muy caro.

Se llegó el día del matrimonio de mi hija mi hijo vino de París para acompañar a su hermana en el día más feliz de su vida, acudí entramos al templo acompañándola, se la entregamos a Gabriel, que la esperaba al pie del altar elegantemente vestido, Ernesto se comportó a la altura, después de la ceremonia religiosa nos dirigimos a un salón de fiesta muy elegante, mi hija no me hizo ningún desaire, toda la familia estaba reunida, parecíamos la familia feliz, que siempre habíamos sido.