Mi prima Lucia me visitaba muy seguido, en una de esas visitas, conoció a un joven hijo de un ganadero muy importante que vivían en un rancho cercano al pueblo, se decía que eran muy adinerados, pese a eso no se opusieron a la relación, después de ocho meses de noviazgo contrajeron matrimonio fue una boda de ensueño donde hubo de todo mucha comida, bebidas, mariachi y hasta fuegos pirotécnicos, me dio mucho gusto por mí prima, pero más por mí, ya que se me quitaba el pendiente de que Gabriel mi Gabriel algún día fuera a fijarse en ella.

Se fueron de Luna de miel en un crucero por el caribe parecía un cuento de hadas, la chica humilde casada con el príncipe, compraron una casa en el pueblo, mi prima se vio rodeada de comodidades hasta una camioneta le compro su marido para que se desplazara, por el pueblo y sus alrededores, sus visitas eran más frecuentes, al igual que yo tuvo dos hijos, los dos niños.

Mi marido compró un carro semi-nuevo, íbamos muy seguido al pueblo ya que quedaba muy cerca de la ciudad, en una de esas visitas, mi suegra nos invitó a una celebración.

-Hijo mi abuelita Zulema va a venir a visitarnos, llega el viernes, el sábado le vamos a celebrar el cumpleaños número noventa, ella presiente que su fin se acerca y quiere ver por última vez a su familia, y a conocer a la nueva generación.

-Por fin voy a conocer a la señora la cuál mi hija debe su nombre.

─ ¿Eso quiere decir que si vienen?

─Claro que si madre, aquí estaremos sin falta.

La celebración se hizo en una hacienda cercana, ya que era mucha familia la que íbamos a asistir.

Llegamos un día antes, mi suegra nos dijo.

-Vengan a saludar a mi abuela y conozca a los niños.

Entramos a la sala, la señora estaba sentada cómodamente en un gran sillón, era una anciana vestida elegantemente, no aparentaba su edad se veía mucho más joven.

Gloría la madre de mi marido la llamaba cariñosamente Zuly.

-Zuly este es mi hijo Ernesto, lo conociste cuando apenas era un niñito.

-Si, lo recuerdo era un niño muy simpático, eres el mismo retrato de su padre ¿Cómo estás?

-Muy contento de volver a verte abuelita.

-Nada de abuelita, dime como todos Zuly.

-Estos son nuestros niños, Alejandro y Zulema.

- ¡Oh veo que lleva mi nombre!

En esos momentos la niña se me soltó de la mano y corrió al otro extremo, Ernesto fue por ella volviendo rápidamente con la criatura.

-Si señora, lo lleva en honor a usted, aunque no teníamos el gusto de conocerla.

-Que hermoso niño, es tu mismo retrato, Ernesto.

En ese momento clavó la mirada en Zuly, lanzando una exclamación de sorpresa.

- ¡Pero esta niña es igualita que él!

- ¿Usted conoce a alguien de su familia que sea pelirrojo como nuestra hija?

-Sí, claro que sí, está niña tiene sus genes, que barbaridad la quinta generación.

-Pero ¿quién era o es? Siempre ha sido un misterio, de a quién se parece mi hija, la señora Gloría siempre ha dudado de que sea su nieta.

-Ay concha porque dices eso, yo nunca te he dicho nada.

-Pues no, pero con sus comentarios lo dice todo, cuando nació Ernestito que fue lo primero que dijo.

- ¡Ay este niño si es mi nieto!

─Ay muchacha que cosas dices, ya ni te acuerdes de eso, son cosas que se dicen sin pensar.

-Bueno, no se acuerden de cosas desagradables, lleven a los niños a jugar, para que yo les cuente un secreto que he guardado por 74 años.

Al oír esto doña Gloría rápidamente le hablo a Diana una chica de catorce años que siempre cuidaba a los niños cuando íbamos de visita.

- ¡Diana llévate a los niños a que jueguen con los otros niños!

-Sí Doña Gloría.

Mientras la chica se retiraba con los niños nosotros nos dispusimos a escuchar el relato de la anciana.