Cap2:"Granja"
— No está muerta.— señalé de mala gana.— Tenía que desestresarme, te recuerdo que fui por ti a ver los lobos.
— Llévensela.— ordenó a los dos vampiros que lo acompañaban, señalando a Kendall en el suelo.— Y denle un humano de comer.
Los dos vampiros levantaron a Kendall del suelo. Mi padre espero un momento para seguir con su ridícula charla.
— Les reduje su área donde viven, el único problema fue que Shane caminaba por su territorio.— le expliqué todo el problema antes de que él me dijera algo.— Ya hice mi deber como princesa ¿Puedo ir a divertirme, padre?— lo dije en un tono burlón que no le gustó para nada.
Su enorme mano se enredó en mi cuello, alzando mis pies del suelo. Intenté en vano, con mis manos de deshacer su agarre.
— Scay, querida Scay.— la crueldad en sus palabras no me daban miedo, pero si debía tener cuidado con lo que decía y hacia.— Pareces una simple humana berrinchuda.— no podía respirar de tan fuerte que apretaba mi cuello.— Compórtate como la Immaculate que eres, porque así como te traje a este mundo, puedo hacer que jamás salgas del infierno.
Me soltó y caí al suelo de pie. Me lleve mis manos al cuello. — Si, padre.— mi voz era esposa, y gruesa.— Seré la sumisa que quieres.
Necesitaba mi libertad, y si eso significaba declinarme, lo haría. Todo por hacer lo que me plazca.
— Bien.— comenzó a caminar hacia la biblioteca. Fui tras él, no porque quisiera, me lo ordenó mentalmente.— Esos Lycans y su temperamento.— hablaba serenamente, como si hace dos segundos no me hubiese intentado matar.— Espero que le hayas dado una lección a Shane.
— Así es.
— Quiero que vayas viendo los próximos 6 tributos.— los humanos no debieron de enfrentarse a mi padre hace unas semanas, eso les iba a costar.— Ya que pronto se viene la cosecha.
— Encantada.— lo único bueno que tenía ser de las líderes del territorio.— ¿Qué vas a hacer con los Ghist?
— Ya tengo la solución.— se quedó parado a medio pasillo.
No podía leerle la mente, no me dejaba. Así como yo no lo dejaba a él que leyera la mía. Sin embargo, él era mi padre, tenía poder sobre mí. Si él quisiera, podría controlar mi mente, alma y acciones. Hell no era un vampiro que daba explicaciones, hacía lo que quería y punto. Yo me parecía a él, con la diferencia que yo si le debía explicaciones. No era un ser muy considerado, pero era el rey de nuestro territorio. Las decisiones las tomaba como lo que era, un líder y autoridad. Él y mi madre, habían logrado una estabilidad vampírica en dónde nosotros éramos los más beneficiados.
En dónde vivíamos, había tres tierras.
La de los Obscury.
La de los Crull.
Y la de los Ghist.
Cada uno tenía sus tierras, y eran dirigidas por un Immaculate. Los Ghist, nos tenían un odio añejo, desde antaño. No soportaban la idea que tuviéramos más terreno, que los Lycans tuvieran un acuerdo con nosotros y que tuviéramos una granja de humanos más grande que la de ellos. Cada que podían, intentaban allanar y perturbar la tranquilidad de nuestra zona. Han mandado brujas, hadas y demás criaturas, para intentar matarnos. Evidentemente, han fallado. También han tratado de reclutar a los Immaculate que estaban con nosotros, entre ellos a Shane, pero los vampiros no son tontos, saben lo que les conviene.
— ¿Me afecta?— no me importaba lo que hiciera, mientras no me fregar la existencia, todo bien.
— Aunque te afectara, no podrás hacer nada para detenerlo.— Me regaño con dureza.— Ve a hacer lo que te dije, y luego vas a revisar el almacén.
Asentí volteándole los ojos, y antes de que me dijera algo, me largué.
Faltaban unas cuantas horas para el amanecer, me daba suficiente tiempo para hacer los que tenía y quería. Caminé hacia la ciudad de los humanos, o como los vampiros le decíamos, la granja. Los dejábamos vivir, hacer y deshacer, lo que quisieran. Los humanos tenían su propia manera de vivir, sus costumbres y tradiciones, pero bajo nuestras limitantes. No podían habitar más allá de lo establecido, y cada seis meses, tenían que hacer su sacrificio. 4 humanos se nos eran entregados para nuestra reserva especial, y el sacrificio a Lilith. Dos para ella, uno para el rey Hell, y el otro para los humanos que nos alimentaban todos los días. Hace unas semanas, intentaron escapar de muestras tierras y ser independientes. A papá no le cayó en gracia, y no solo mató en un tronar de dedos a todos, subió la cantidad de humanos que deben ser sacrificados.
No podíamos matar a ningún humano, que no fueran dados de sacrificio. Eso no quería decir que no podíamos jugar con uno que otro, sin llegar a matarlo. Aunque si sucedía no pasaba gran cosa, no podían hacernos nada. Este acuerdo, ellos pensaban que era por su bien, pero no. El acuerdo era para que los vampiros no termináramos con la raza humana y nos quedáramos sin alimento. La sangre de un humano, de un vivo, nos da más energía y fuerza, que cualquier otro método.
Me cambie de ropa por una, un poco más atractiva para los ojos de los humanos.
Caminé hasta llegar a la pequeña ciudad. Las casas tenían apagadas la velas que alumbraban su noche, no había ningún sonido más que el de los pocos animales nocturnos. Las lodosas calles estaban vacías, pero había una que otra casa que estaba llena de gente. Los típicos burdeles. Los humanos y los vampiros, no eran tan distintos. Ambos amaban el placer, claro difería un poco el nivel de deseo.
Me pasee por todo el lugar, olfateando aquellos humanos con la mejor sangre. No necesitaba estar tan cerca de ellos, para saber quién estaba sano y fuerte. No importaba la edad, o la clase humano que era, puesto que los mantendríamos vivos un par de años. Los sacrificios estaban en el almacén, que no es más que una parte del castillo donde vivían. Los alimentábamos, les dábamos trabajo y en la noche desangrábamos para nuestro consumo. Algunos tenían mucho miedo todo el tiempo, nos veían como monstruos, como seres tenebrosos y crueles, y me gustaba porque era la verdad. Otros, que llegaron muy jóvenes, se fueron acostumbrando e incluso subieron de nivel y tenían un poco de más libertad.
Me paseé por toda la ciudad, y encontré a mis 6 sacrificios.
El primero fue una niña de 13 años, rubia de ojos verdes.
El segundo, un niño de 10 años, regordete, moreno y de ojos miel.
El tercero, un joven de 19 años, atractivo y muy interesante para jugar.
El cuarto, era una mujer de 24 años, nada especial.
La quinta, una mujer de 17 años, a papá le va a gustar.
El sexto, un hombre de 26 años, que tenía muy ego.
A todos los visité. Nadie me vio entrar, ni salir de su casa. Fui con cada uno y los marqué. En la muñeca de cada uno, les dibuje con mi uña, el símbolo de la familia Obscury. Ellos y sus familiares, lo verían mañana. Se enterarían que eran los elegidos, y con ello, hicieran lo que hicieran, no podían liberarse. La marca los protegía y rastreaba. No podían morir hasta que yo quisiera, y no podían hacer ningún movimiento sin que yo no lo supiera ¿Era cruel? Si, por su, pero deberían de ver el lado positivo. Tendrán 3 semanas para estar con su familia, y lo sabían. Tontos ellos si no lo disfrutan.
La ciudad estaba llena de humildes casas, y construcciones raras. No me agradaba venir para acá, pero tenía mis juguetes aquí. Tenía dos horas antes de que el sol saliera, podía tener algo rápido.
— Daniell.— lo nombré cuando lo vi salir de las sombras.
Él se recargó de la esquina de la pared de una casa. Me estaba esperando, fui a él con decisión. No perdió tiempo, en cuanto me tuvo cerca, me tomo de la cintura y cuello, besándome sin piedad. Él era muy salvaje, y estaba lleno de deseo, por mi culpa, pero no me arrepentía de nada. Quizá, él sea el ser que tiene más de mi veneno en su sistema. Lo hice adicto a mí.
Metió sus manos por entre mis prendas, y mientras él me hacía disfrutar, yo bebía un poco de él. Besaba toda la piel que podía, acariciaba cada parte de mí; pechos, nalgas, cintura, todo. Desabroché su pantalón, y justo antes de que me carga y penetrara, alguien lo alejó de mí bruscamente.
— ¿Te diviertes?— Quería abofetear a Shane.— ¿Yo no puedo....
Mentalmente le ordené que se pegará a la pared, y no despegará la vista de mí. Daniell estaba tirado en el suelo, aún conmocionado.
— ¿Qué...
No lo dejé acabar y le bajé los pantalones, exponiendo la gran erección que tenía. Me alcé mi vestido y me subí sobre Dani. Voltee a ver a Shane con una sonrisa digna de una ganadora. Él estaba que no podía con su molestia y enojo, pero eso se ganaba por joderme. Lo monté de una estocada, y comencé a moverme sobre de él. Dani gemía, disfrutando del momento, Shane gruñía y yo estaba en el mismo paraíso. Ambos explotamos, y mientras aún quedaba un poco de fulgor, me fui a su cuello y bebí un poco de su sangre.
— Me encantas.— soltó Dani sin dejar de tocar mi cuerpo.
No les respondí. No me importaba en lo más mínimo su opinión.
Me alejé un poco de su cuello, para poder apreciar mis muchas marcas que tenía en su piel. El hombre estaba repleto de mordidas, unas estaban por desaparecer, otras eran tan recientes que aún veía lo rojo de su piel. Salí de él, y arreglé todo, igual que él. Daniell me besó, por última vez.
— Conviérteme.— pidió contra mis labios.
No.
Nunca
En
Tu
Vida
— Después de la cosecha.— besé sus labios con lujuria.— El sol está por salir.
Entendió la indirecta. Me besó una vez más, y se fue, así como yo, pero con un vampiro de cabello negro y ojos grises, muy encabronado, siguiendo mis pasos. Lo había obligado a ver todo, sin que pudiera apartar la mirada.
— ¿Con ése?— preguntó molesto.— Te creí más que eso, Scay.
— Y yo más estúpido !ah, no¡ Si lo eres.— caminaba en dirección al castillo, sin muchas ganas.— Las explicaciones solo se las debo al rey, así que mejor deja de ser un vampiro melancólico e infórmame que te dijo Audy.
— Te ve después de la cosecha, en su cueva.— explicó a regaña dientes.
— Bien.
Llegamos al castillo.
¿Y que tal ?
¿Scay está loca? Yo la amo.
Espero les haya gustado.
Quiero decir que creo si van a ser un poco lentas estás actualizaciones. Me estoy enfocando en mi otro historia.
Bueno.
Los quiero.
Ale
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