16. NICOLÁS FLAMEL
•------•°• ☾ •°•------•
Todos esperaban ansiosos el inicio de las vacaciones. La sala común de Slytherin y el Gran Comedor estaban iluminados por las chimeneas encendidas, mientras que los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados. Un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas, y lo peor de todo eran las clases del profesor Snape, que se llevaban a cabo en las sombrías mazmorras donde el frio acrecentar.
- Me da mucha lástima -dijo Draco, con una sonrisa burlona mientras jugueteaba con su varita en una clase de pociones-. Toda esa gente que deberá quedarse en Hogwarts para Navidad, porque no los quieren en sus hogares.
Mientras hablaba, sus ojos se posaron directamente en Potter, quien se encogió en su asiento. Vincent y Gregory soltaron risitas burlonas, como si fueran cómplices de un juego cruel.
Draco había intensificado su hostilidad hacia los Gryffindor desde que Slytherin perdió el partido de Quidditch, especialmente con Harry Potter. Aunque a Selena no le caía del todo bien Potter, no podía soportar que Draco se metiera con él por no tener familia.
Selena, que también carecía de un hogar familiar, sentía una profunda empatía por Potter. Sabía perfectamente lo que era pasar las festividades sola, ya fuera Navidad, cumpleaños o cualquier otra celebración. Esa falta de contención siempre la había hecho sentir insegura, con baja autoestima e incluso culpable, convencida de que había algo mal en ella que había llevado a su abandono. Esa inestabilidad emocional no solo le causaba conflictos internos, sino que también afectaba sus relaciones con los demás. Le costaba confiar en las personas, y hasta llegar a Hogwarts no había tenido amigos. Era el único lugar donde, por primera vez en su vida, se sintió aceptada.
- Casi me siento ofendida por tu comentario, Draco -expresó Selena, cruzando los brazos y levantando la barbilla con determinación. Se encontraba sentada en la misma mesa que el platinado, y Harry, que hasta ese momento había evitado mirar a Draco, levantó la vista al escucharla-. Te recuerdo que vivo en un orfanato lleno de muggles que me odian.
Draco palideció, recordando de repente que Selena no tenía madre y que su padre estaba en prisión. Su expresión se tornó seria, y por un momento, el aire se volvió tenso.
- Es horrible que se rían de algo así -murmuró Selena, su voz temblando ligeramente.
- Cierren la boca y terminen el trabajo -interrumpió Snape, su tono frío y autoritario resonando en la sala.
Al finalizar la clase de pociones, Selena salió lo más rápido posible del aula, molesta por el comentario de Draco. No quería hablar con él en ese momento.
- ¿Estás bien? -preguntó Neville, un niño de cara redonda, corriendo tras ella. Había notado su reacción ante el comentario del rubio, pero no había podido hablar con ella durante la clase, ya que Snape los había separado porque Selena hacía todo el trabajo por él, y en parte tenía razón, pero Neville un desastre en pociones, ella solo quería ayudar a su amigo.
- Sí, solo estoy molesta con Draco -confesó, frunciendo el ceño-. ¿Qué me miras, cuatro ojos? -le dijo a Harry, que pasaba a su lado y le lanzó una mirada preocupada.
- No te estaba mirando -mintió Harry, tratando de evitar su mirada.
Los chicos se detuvieron en el pasillo, ya que un enorme pino les impedía el paso. Dos enormes pies aparecieron debajo del árbol, y un resoplido les indicó que Hagrid estaba detrás del pino.
- Hola, Hagrid, ¿quieres ayuda? -preguntó Ron, asomando la cabeza entre las ramas con una sonrisa amigable.
- No, está todo bien, gracias, Ron -respondió Hagrid, con su voz profunda y cálida. Selena alzó una ceja al ver al pelirrojo siendo amable.
- ¿Te importa salir del camino? -la voz fría de Draco llegó detrás de ella, y se posicionó a su lado, dándole un leve empujón de hombros a Harry al pasar-. ¿Estás tratando de ganar algún dinero extra, Weasley? Supongo que quieres ser guardabosques cuando salgas de Hogwarts... Esa choza de Hagrid debe parecerte un palacio, comparada con la casa de tu familia.
Selena simplemente rodó los ojos ante el comentario de Draco, sintiendo cómo la frustración se acumulaba en su pecho. Sin decir una palabra, pasó por debajo del árbol, dirigiéndose a la biblioteca con Neville a su lado, buscando un refugio en los libros y la tranquilidad.
A Selena le caía bien Draco Malfoy. Era un chico agradable y siempre había sido amable con ella, jamás la había hecho sentir mal por su origen o su familia, al menos no intencionalmente. Sin embargo, su comportamiento con los demás a menudo dejaba mucho que desear. El comentario que había hecho sobre Harry Potter la había molestado profundamente. El Gryffindor era un engreído que siempre quería ser el centro de atención, pero burlarse por qué es huérfano era algo completamente horrible.
Draco había estado disculpándose todo el día con Selena por aquel comentario. Ella no podía evitar pensar en cómo le recordaba a aquellos niños mimados de la escuela que solían molestarla. Pero con ella, Draco Malfoy era diferente. Por alguna extraña razón, había logrado caerle bien, y estaba segura de que no se burlaba de ella por ser huérfana y no tener dinero. Si Selena Lestrangen no tuviera ese apellido y no perteneciera a Slytherin, probablemente Draco jamás la habría tratado con amabilidad. Tenía muchos prejuicios hacia las personas de menos recursos o nacidas de muggles, en especial con los nacidos de muggle.
Selena no lo entendía del todo, pero su apellido y su linaje de sangre pura hacían que los Slytherin la reconocieran como una más de ellos. Sin embargo, no lograba comprender bien a muchos de sus compañeros, incluido Draco. Tenían prejuicios hacia los demás sin saber de dónde provenían, y cuando les preguntaba por qué pensaban así, no eran capaces de dar una respuesta coherente.
- Te he dicho que lo siento un millón de veces -bufó Draco, con una mueca de frustración-. Incluso te regalé los dulces que mi madre me ha enviado.
Selena lo miró con desdén, cruzando los brazos sobre su pecho.
- No quiero tus dulces, quiero que dejes de portarte como un patán.
- Pides demasiado -agregó Tracey, con una sonrisa burlona.
- Cierra la boca, Tracey -dijo Draco, fulminándola con la mirada, aunque su tono era más juguetón que serio.
- Mejor cambiemos de tema -intervino Daphne, siempre buscando la paz en el grupo-. ¿Qué tanto me extrañarán para Navidad?
- Demasiado -contestó Pansy, con una sonrisa coqueta.
- Lo sé, sé que soy tu favorita -dijo Daphne, mirando con sorna a Draco y Tracey.
- Claro que no -Draco rodó los ojos, intentando mantener su fachada de desdén.
- Soy yo la favorita, y les enviaré a todos un bonito regalo de Navidad -anunció Tracey, sonriendo mientras mostraba sus perfectos dientes blancos.
- Vez, Tracey, a veces eres adorable -murmuró Daphne, apretando los cachetes de Tracey con cariño-. Yo también les enviaré algo lindo.
Selena sintió un nudo en el estómago. Ella no tenía nada que enviarles; no tenía dinero mágico y mucho menos dinero muggle.
- No es necesario recibir regalos -dijo Draco al notar la expresión de desánimo en el rostro de Selena-. Solo es un tonto regalo. No quiero que me envíen nada, ni que fuéramos tan amigos -añadió con desdén, aunque su mirada mostraba un destello de preocupación.
Tracey y Blaise pusieron los ojos en blanco, reconociendo el regreso del Draco arrogante que tanto le molestaba a Selena. Sin embargo, esta vez, agradeció su comentario
Se acercaba la Navidad. Una mañana de mediados de diciembre, Hogwarts se despertó cubierta por dos metros de nieve, como si un manto blanco hubiera envuelto el castillo. El lago, sólido y helado, brillaba bajo la luz del sol invernal. Los gemelos Weasley, siempre en busca de travesuras, habían sido castigados por hechizar varias bolas de nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su turbante. Las pocas lechuzas que lograron atravesar el cielo tormentoso para entregar el correo tuvieron que quedarse al cuidado de Hagrid hasta que se recuperaran, antes de volar de nuevo.
La impaciencia por el inicio de las vacaciones era palpable en el aire. El profesor Snape había pasado la semana anterior haciendo una lista de los alumnos que se quedarían en Hogwarts para Navidad. Selena anotó su nombre sin pensarlo dos veces, a pesar de saber que ninguno de los Slytherin de primer año se quedaría, ni siquiera Neville o Hermione. Pero no le importó; podría pasar el tiempo merodeando por el castillo, disfrutando de la tranquilidad.
Cuando comenzaron las vacaciones, el dormitorio era solo para ella, y la sala común estaba casi vacía. En la víspera de Navidad, Selena se metió en la cama, deseosa de que llegara el día siguiente, sin esperar ningún regalo. Sin embargo, al despertar temprano al día siguiente, lo primero que vio fueron unos cuantos paquetes a los pies de su cama.
Su corazón dio un vuelco. Se sorprendió muchísimo; jamás había recibido un regalo de Navidad. Observó los paquetes detenidamente y descubrió que todos tenían su nombre. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro al ver que tenía regalos. Esta era, sin duda, la mejor Navidad de toda su vida.
Con manos temblorosas, tomó la caja más pequeña, envuelta en papel color lila. Al ver la nota que decía «Feliz Navidad, Tracey», su sonrisa se amplió. Al abrir la caja, encontró una pluma nueva, brillante y perfecta para sus pergaminos.
Con emoción, abrió otro paquete, que estaba envuelto un poco desprolijo, pero eso no importó. Rompió el papel de regalo y se encontró con una nota y una bandeja llena de galletitas y pastel.
«Selena, espero que te guste mi regalo. Las hemos hecho con mi abue. Ella está muy feliz de que tenga una amiga y creo que quiere conocerte... También te envió una porción de su torta de superchocolate, ya sabes que es mi favorita y su especialidad. Espero verte pronto. ¡Que tengas una feliz Navidad! -Neville.»
Selena probó una galletita y luego le dio un mordisco al pastel, que resultó ser lo más delicioso que había probado en toda su vida. Con la boca llena de galletitas, agarró otro regalo.
«Sé que Snape te quitó el libro de hechizos avanzados. Espero que este te guste también, pero no te metas en problemas esta vez. ¡Feliz Navidad! -Hermione Granger.»
Una diminuta caja envuelta en papel rosa llegó a sus manos, con un mensaje que decía: «Feliz Navidad, Lestrange. Un pequeño regalo para pedirte disculpas por ser tan mala contigo a veces. -Pansy Parkinson.» Sorprendida, Selena no podía creer lo que estaba leyendo. «¿Una disculpa de Parkinson?» Al desenvolver el obsequio, descubrió una cadena con la inicial de su nombre, brillando suavemente.
Selena estaba radiante de felicidad con todos aquellos regalos, y aún le faltaba abrir algunos más. Abrió una caja mediana de color rosa pastel con un moño plateado, que parecía gritar el nombre de Daphne Greengrass. La nota en pergamino rosado decía: «Feliz Navidad, espero que con esto le pongas más color a tus pergaminos. -Daphne.» Era un juego de tintas con varios colores, y su corazón se llenó de gratitud.
Finalmente, tomó otro paquete, muy similar al regalo de Hermione. Al abrirlo, se sorprendió al darse cuenta de que era el libro que el profesor Snape le había quitado hace unos meses. La nota decía: «Puedes quedarte con el libro, pero no hagas que me arrepienta de habértelo regalado. -Profesor Severus Snape.»
Selena se sintió un tanto confundida por aquel obsequio; no contenía un simple "feliz Navidad" como las demás notas. Sin embargo, provenía del profesor Severus Snape, un gesto sorprendente viniendo de alguien tan poco expresivo. Su mente daba vueltas, preguntándose qué había motivado al profesor a hacer algo tan inusual.
Dejando lo más grande para lo último, tomó un paquete envuelto en papel verde con un enorme moño plateado. No necesitaba leer la nota para saber de quién era. Con una mezcla de emoción y nerviosismo, desató el moño y abrió el paquete.
«Sabes que mentí el otro día. Tú eres mi mejor amiga, pero no le digas a Pansy que eres mi favorita. Ya sabes cómo se pone de odiosa. Perdón si te hice sentir mal por lo que le dije a cara rajada. Espero que te guste mi regalo. Sé que vives con muggles y ellos no usan este tipo de prendas, pero creo que te gustará esta capa. ¡Feliz Navidad! -Draco Malfoy»
Dentro de la caja había una capa de estilo "bruja", como las que había visto en el Callejón Diagon y que los alumnos usaban en Hogwarts durante los fines de semana. Era hermosa, de color lila, con bordados delicados a los costados. Selena no podía contener su alegría; nunca había celebrado una Navidad como esa.
La comida en el Gran Comedor fue magnífica: un centenar de pavos asados, montañas de patatas cocidas y asadas, soperas llenas de guisantes con mantequilla, y muchas otras delicias que Selena no tuvo tiempo de probar. Durante el día, pasó tiempo con los Slytherin que se habían quedado; aunque no eran muchos, se reunieron para jugar una guerra de nieve y más tarde, en la sala común, jugaron ajedrez mágico y cartas. Una niña de cuarto año le regaló los cromos repetidos que tenía de las ranas de chocolate, lo que hizo que su día fuera aún más especial.
Al caer la noche, se deslizó fuera de la cama y se envolvió en la capa que Draco le había regalado. Miró hacia el enorme ventanal, donde solo la luz de la luna y las sombras danzaban en la oscuridad. Salió de la sala común, dirigiéndose al primer piso, justo arriba del Gran Comedor. El baño de Myrtle era un lugar tranquilo, donde nadie solía vigilar, y era perfecto para intentar controlar su obscurial.
Myrtle se alegraba con las visitas nocturnas de Selena. No eran amigas, pero a veces la fantasma le contaba chismes de Hogwarts, como qué parejas habían roto, las fiestas de Hufflepuff en su sala común o quién había sido castigado.
Selena había logrado controlar solo un poco su obscurus, descubriendo que debía concentrarse en aquellos momentos en los que se había sentido sola, con miedo y angustia. Sus peores recuerdos hacían que su obscurus saliera a la superficie. El humo negro salia de sus dedos volviendolos negros y se concentraba alrededor de su varita y hasta el momento había logrado mover objetos pequeños.
Al entrar al baño, se dio cuenta de que Myrtle no estaba allí, así que se sentó en el suelo, lista para practicar sola. Comenzó a pensar en sus peores momentos, sintiendo cómo el obscurus salía de ella. El humo negro y espeso rodeó su brazo y su varita. Con determinación, movió lentamente la varita, apuntando al libro de Quidditch a través de los tiempos, y lo hizo deslizar de un lado a otro. Estaba tan concentrada en lo que hacía que no notó cómo la puerta del baño se abría lentamente.
-¿Myrtle? -susurró, mirando por el reflejo de los espejos al ver que la puerta estaba abierta-. ¿Eres tú? -El humo que la rodeaba desapareció abruptamente, haciendo que el libro cayera al piso con un golpe sordo.
Se levantó rápidamente, observando el lugar con cautela, pero no había nadie allí. Quizás era alguno de los fantasmas de Hogwarts, pero no quiso arriesgarse a que fuera algún estudiante. Tomó el libro y caminó lo más rápido posible hasta su sala común, tratando de no cruzarse con nadie en el camino. Su corazón latía con fuerza, no solo por el susto, sino por la emoción de haber tenido una Navidad tan mágica y por la esperanza de que, tal vez, podría controlar su obscurus algún día.
Selena había consultado al profesor Snape sobre la disponibilidad de libros acerca de Clarividencia y Legeremancia. Él, aunque no era el más comunicativo ni amigable, cumplía con su deber de manera diligente. Siempre que un estudiante solicitaba su ayuda, él estaba allí, dispuesto a encontrar una solución. Si alguien necesitaba más asistencia en alguna asignatura, solía dirigir al estudiante hacia otro miembro de Slytherin que pudiera ayudar. A pesar de la mala reputación que tenía el profesor Severus Snape, no era tan terrible como se creía; simplemente era juzgado por pertenecer a Slytherin, al igual que todos los demás miembros de esa casa.
En varias ocasiones, había mencionado su conducta inapropiada durante las discusiones con Pansy, Daphne o Blaise, así como las disputas con estudiantes de otras casas. Reconocía la dificultad que ella tenía para mantener sus emociones bajo control y, a menudo, mostraba comprensión hacia Selena.
Durante los últimos meses, Selena había destacado por su comportamiento ejemplar, lo que llevó al profesor a felicitarla y aconsejarle que continuara en esa dirección.
En la parte alta de la sala común, Selena estaba tan concentrada en el libro que el profesor le había recomendado sobre Clarividencia y Legeremancia, que no escuchó los pasos de Draco Malfoy acercándose a ella.
- ¿Qué estás leyendo con tanta concentración? -preguntó Draco, con una sonrisa traviesa mientras le quitaba el libro de las manos-. ¿Clarividente y legeramente?
- Draco -murmuró sorprendida, alzando la vista-. Pensé que vendrías para la hora de la cena.
- También me alegra verte -respondió él, con un tono irónico, cruzando los brazos sobre el pecho.
- Deja de dramatizar -dijo ella, rodando los ojos con una mezcla de exasperación y diversión.
- ¿Y por qué quieres saber eso? -lanzó el libro de vuelta a la mesa y se sentó a su lado, inclinándose un poco hacia ella, curioso.
- Solo por curiosidad. Por cierto, ¿cómo fue tu Navidad? -preguntó Selena, intentando cambiar de tema.
- Genial, pasamos la Navidad en Francia. ¿Y tú, cómo la pasaste? -respondió Draco sonriendo.
- ¿Francia? -repitió Selena, arqueando una ceja, sorprendida.
- Sí, mi padre tiene familia allí -explicó el, con un brillo de orgullo en los ojos.
- ¿Hablas francés? -inquirió ella, genuinamente interesada.
- Sí -respondió el en frances-. ¿Te gustó mi regalo?
- Sí, es muy bonito, gracias -dijo ella, sonriendo de manera sincera.
- De nada -respondió Draco, sintiendo una calidez en su pecho mientras él la abrazaba, un gesto que la sorprendió pero que también le hizo sonreír.
Selena se había acostumbrado a esos momentos en los que Draco demostraba cariño a través del contacto físico. No era algo muy común para ella, pero se sentía bien. ¿Quién imaginaría que detrás de ese niño que siempre estaba serio, con la nariz fruncida como si oliera algo desagradable, había momentos en los que era realmente tierno?
- ¿Se quedaron muchos a pasar la Navidad en Hogwarts? -preguntó el, rompiendo el silencio.
- Estuve con los Slytherin mayores -respondió Selena, encogiéndose de hombros-. Me invitaron a pasar el día con ellos. No había mucha gente; de nuestro año solo estaban Potter y Weasley -dijo esto último frunciendo la nariz, un gesto que había adoptado de él.
- Qué bueno que te uniste a los demas Slytherin. Me preocupaba que estuvieras sola -dijo Draco, sintiendo un alivio al saber que no había pasado la festividad en soledad.
- Fue la mejor Navidad de toda mi vida -confesó Selena, su voz llena de sinceridad.
- ¿En serio? -preguntó el, sorprendida por su confesión.
- Sí, de donde vengo, las Navidades no son la cosa más alegre -respondió ella, mirando hacia el fuego, como si recordara algo lejano.
- La próxima debes venir a pasar la Navidad conmigo. Nos divertiremos mucho. Además, debe ser horrible dormir sola aquí -sugirió Draco, sonriendo.
- Dormir sola estuvo genial, Millicent ronca a veces -bromeó Selena, riendo suavemente.
- ¿En serio? -preguntó el, con una expresión de sorpresa-. Yo extrañaba dormir con mis papás -confesó, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban de repente-. No siempre, por supuesto -agregó rápidamente, tratando de restarle importancia a su comentario anterior.
- Debe ser bonito dormir con tus papás -respondió ella, con una media sonrisa que iluminó su rostro.
- Sí, es una sensación agradable -sonrió también Draco, sintiendo una conexión más profunda entre ellos.
- Cuando tenga hijos, también dormiré con ellos -murmuró Selena después de unos segundos, su mirada perdida en pensamientos futuros.
- Por cierto, no le digas a Pansy que tu regalo es mejor. Sabes que se pondrá molesta -bromeó el, con una sonrisa traviesa.
- Entonces se lo presumiré cuando la vea -dijo ella, con una sonrisa maliciosa que hizo que ambos rieran.
- Qué cruel eres, Lestrange -dijo Draco, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.
- Solo un poco -respondió ella, riendo-. Adivina qué, he aprendido hechizos nuevos -dijo emocionada, sus ojos brillando con entusiasmo.
- Tienes que enseñarme a hacerlos -exclamó Draco, inclinándose hacia ella, su interés evidente.
Selena se había olvidado completamente de contarle a Hermione que había encontrado lo que ella buscaba. Así que, después de clases, comenzó una búsqueda por todo Hogwarts. Primero se dirigió a la biblioteca, aunque, extrañamente, Hermione no estaba allí. Frunciendo el ceño, se apresuró hacia la entrada de la sala común y preguntó a uno de los Gemelos Weasley si podían llamar a Hermione, pero tampoco estaba allí.
«¿Dónde rayos se había metido?» se preguntó, sintiendo una mezcla de frustración y preocupación. Finalmente, la encontró en el Gran Comedor, sentada en la mesa de Gryffindor junto a Weasley y Potter. Dudó un momento si acercarse, pero la curiosidad pudo más, y decidió hacerlo.
- Hola -saludó a Hermione, aunque Harry y Ron levantaron la vista al mismo tiempo, sus expresiones cambiando de inmediato.
- ¿Qué quieres, Lestrange? -preguntó Potter, su tono cargado de desdén.
- Neville no está aquí, así que puedes irte a tu mesa con las serpientes -siseó Weasley, mostrando un claro desprecio.
Selena les lanzó una mirada despectiva.
- No vengo a hablar con ninguno de ustedes dos -respondió, ignorando sus caras. Luego se dirigió a Hermione-. ¿Has encontrado eso que tanto buscabas? Ya sabes, tu investigación sobre Nicolas Flamel.
Hermione arqueó una ceja, interesada.
- ¿Se lo has dicho? -preguntó Harry, molesto, pero Hermione lo ignoró.
Selena sonrió, sacando un cromo de la rana de chocolate de su bolsillo.
- ¿Qué has encontrado? -preguntó Hermione, acercándose.
- ¡Dumbledore! -exclamó Hermione, aún sin comprender.
- Solo lee la parte de atrás del cromo -instó Selena, una chispa de emoción en sus ojos.
Hermione volteó la tarjeta y leyó en voz alta para que Ron y Harry también oyeran:
«Albus Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald en 1945 por el descubrimiento de los doce usos de la sangre de dragón ¡y su trabajo en alquimia con su compañero Nicolas Flamel!»
- Les dije que había leído su nombre en alguna parte -murmuró Harry, un dejo de triunfo en su voz.
- Bueno, de todos modos tú no has sido de mucha ayuda para Hermione -bromeó Selena, sonriendo con burla, mientras Harry le lanzaba una mirada fulminante.
- No puedo creer que le hayas contado lo que planeábamos -se quejó Harry, su tono lleno de indignación.
- ¿Qué planean? -preguntó Selena, sintiendo curiosidad, ya que no tenía la menor idea de qué estaban tramando.
- Qué te importa -respondió Ron rápidamente antes de que Hermione pudiera contestar-. ¡Metiche!
Selena estaba a punto de replicar algo cuando, de repente, un alboroto de risas resonó en el Gran Comedor. Volteó, encontrando a Neville acercándose a la mesa de Gryffindor, dando saltos. Sus piernas estaban pegadas, y Selena reconoció de inmediato el maleficio de piernas unidas que le había mostrado a Draco esa misma mañana. Nunca se imaginó que lo usaría en Neville.
- ¡Neville! -exclamó Hermione, levantándose de inmediato-. ¿Qué sucedió?
- Malfoy... -respondió Neville tembloroso, su voz apenas un susurro-. Lo encontré afuera de la biblioteca. Dijo que estaba esperando a alguien para practicar eso.
Selena sintió una mezcla de vergüenza y furia. Se volvió hacia Neville, su expresión preocupada.
- Lo siento, Neville -dijo, apenada-. Yo le enseñé a Draco el maleficio esta mañana. No creí que lo usaría contigo.
- ¿Por qué no me sorprende que te sepas esos maleficios? -murmuró Ron, con una sonrisa burlona en su rostro. Selena lo fulminó con la mirada, sus ojos chispeando de indignación.
- También dijo algo sobre ti -dijo Neville con voz temblorosa a Selena.
- ¿Qué dijo Neville? -preguntó Selena.
- Que no era digno de ser tu amigo -Neville se encogió de hombros, visiblemente avergonzado.
- ¿Digno? -rió Harry, su risa resonando en el Gran Comedor-. Nadie quisiera tenerte como amiga.
Hermione lo miró con severidad, su expresión endureciéndose.
- Cierra la boca, Potter -replicó Selena, cerrando los puños con fuerza, su voz baja pero firme.
- ¡Ve a hablar con la profesora McGonagall! -interrumpió Hermione, levantando la mano como si intentara detener una pelea inminente-. ¡Denúncialo lo que Draco te hizo!
Neville negó con la cabeza, su mirada llena de incertidumbre.
- ¡Tienes que hacerle frente, Neville! -dijo Ron, su tono lleno de urgencia-. Está acostumbrado a llevarse a todo el mundo por delante. -Mientras hablaba, lanzó una mirada despectiva hacia Selena.
- No es necesario que me digas que no soy lo suficientemente valiente para pertenecer a Gryffindor. Eso ya me lo dice Malfoy -dijo Neville, su voz quebrándose, como si estuviera a punto de llorar.
Selena sintió una punzada de culpa por haber enseñado a Malfoy ese maleficio. La rabia burbujeaba en su interior; cuando se encontrara con Draco, se las vería con ella por haber dicho esas cosas. Sabía que Draco le tenía celos a Neville por ser amigos. No era que el rubio hubiera confesado sus celos, pero había escuchado las burlas de Blaise y Pansy cuando se iba con Neville. Además, cuando Selena hablaba de Neville con Draco el no dejaba de hacer caras de desagrado.
- Tú eres muy valiente, no le hagas caso a Draco -dijo Selena, intentando infundirle confianza-. Hablaré con él para que deje de molestarte.
Neville asintió, su expresión un poco más esperanzada.
- Tú vales por doce Malfoys -dijo Harry, su voz firme-. ¿Acaso no te eligió el sombrero seleccionador para Gryffindor? ¿Y dónde está Malfoy? En la apestosa Slytherin -dijo, mirando a Selena con desprecio.
- ¿Quieres que te enseñe otro maleficio que aprendí, Potter? -dijo Selena, su tono amenazante mientras apoyaba ambas manos sobre la mesa de Gryffindor, desafiando a Harry.
- Quiero ver que lo intentes, Lestrange -respondió Harry, levantándose y replicando su postura, sus ojos desafiantes.
- ¿Crees que te tengo miedo, Potter? Como si no me hubiera enfrentado a niños como tú de donde vengo -una sonrisa de triunfo se formó en su rostro-. Te haré trizas.
- ¡Basta ya! -exclamó Hermione, tirando del brazo de Selena con firmeza-. Tenemos que ir a la biblioteca en busca de más información.
Selena sintió que la tensión se disipaba un poco, pero la chispa de desafío aún ardía en su interior.
Ron y Harry se quejaron durante todo el camino, sus murmullos llenos de frustración por la presencia de Selena. Hermione, con el ceño fruncido, intentaba mantener la paz entre ellos.
- Esperen aquí -advirtió Hermione, mirando severamente a los tres-. Si pelean, nos sacarán de la biblioteca y no conseguiremos nada.
Los tres se quedaron intercambiando miradas de odio, hasta que Hermione apareció con un enorme libro bajo el brazo, su rostro iluminado por la emoción.
- ¡Nunca pensé en encontrarlo aquí! Lo saqué el otro día de la biblioteca para tener una lectura ligera, pero terminé devolviéndolo -exclamó, abriendo el libro con entusiasmo.
- ¿Liviano? -dijo Ron, arqueando una ceja, pero Hermione lo ignoró, sumergiéndose en las páginas mientras murmuraba para sí misma.
Después de un momento de búsqueda frenética, Hermione finalmente encontró lo que buscaba.
- ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! -gritó, su voz llena de triunfo.
- ¿Podemos hablar ahora? -preguntó Ron, su tono malhumorado.
Hermione no le respondió, completamente absorta en su descubrimiento.
- Nicolas Flamel es el único creador conocido de la piedra filosofal -anunció, su voz resonando en la biblioteca.
Harry y Ron se miraron, confundidos, mientras Selena leía en voz baja lo que el libro decía sobre Flamel. A pesar de su curiosidad, no comprendía por qué necesitaban esa información.
- ¿Ven? -dijo Hermione, cuando Ron y Harry terminaron de leer-. El perro debe estar custodiando la piedra filosofal de Flamel. Seguro que Dumbledore le pidió que la cuidara, porque son amigos y porque debe saber que alguien la busca. ¡Por eso sacó la piedra de la Cámara 713 en Gringotts!
- ¡Una piedra que convierte cualquier metal en oro y hace que uno nunca muera! -exclamó Harry, olvidando por completo la presencia de Selena-. ¡No es raro que Snape la busque! Cualquiera la querría.
- ¿Por qué Snape querría la piedra? -preguntó Selena, su tono escéptico.
- ¿Qué haces aquí todavía? -dijo Ron, molesto al darse cuenta de que Selena seguía allí.
- Snape quiere robar la piedra filosofal que Dumbledore esconde en Hogwarts -dijo Hermione, ignorando a Ron, su voz firme y decidida.
- ¿Se han vuelto locos? -preguntó Selena, soltando una risa sarcástica-. ¿Por qué el profesor Snape le robaría a Dumbledore?
Harry, con los brazos cruzados y una expresión de frustración, respondió:
- Es evidente -dijo, como si la pregunta de Selena fuera la más absurda del mundo.
- ¿No eres muy lista, verdad? Por algo no estás en Ravenclaw -replicó Ron, mirándola de arriba a abajo con desdén, su voz cargada de desprecio.
Selena arqueó una ceja, replicando su mirada desafiante.
- ¿En serio, tú, cabeza de zanahoria, me dices a mí que no soy lista? -dijo, su tono burlón-. Cuando eres el único que no puede realizar un hechizo como es debido.
Ron se sonrojó, apretando los puños, claramente a punto de estallar.
- No comiencen otra vez -bufó Hermione, cruzando los brazos y lanzando una mirada severa a los tres-. Soy la única que impide que ustedes se lancen maleficios.
- Solo digo que es absurdo. Snape no puede ser el que quiera robar la piedra -insistió Selena, tratando de calmar su enojo, aunque su mirada seguía llena de desprecio.
- ¿Cómo estás tan segura? Solo lo defiendes porque es el jefe de tu casa -dijo Ron, su voz tensa.
- Ya se los dije, Dumbledore confía en Snape... además, Hogwarts es el lugar más seguro. Esa piedra estará bien cuidada -respondió Selena su tono firme.
- Snape intentó matarme en el partido de Slytherin contra Gryffindor -dijo Harry, irritado por la terquedad de Selena, su voz elevada.
- Claro que no... es obvio que perdiste el control con la escoba porque eres un pésimo jugador -replicó Selena, sonriendo con burla antes de marcharse, dejando a Weasley y Potter sin poder replicar.
Selena había oído mencionar la Cámara 713; era la bóveda que Dumbledore había visitado cuando la llevó a ver la Cámara Avery. Sin embargo, no había visto si el director había dejado o llevado algo de allí. Esa idea de que Snape quisiera robar la piedra le parecía absurda. No podía ser cierto.
Mientras se alejaba, pensó en lo ridículo que era que sus compañeros creyeran que Snape, un profesor de Hogwarts, intentaría robar algo de Dumbledore. La incredulidad la llenaba, y se preguntó cómo podían ser tan ingenuos.
Después del partido de Gryffindor contra Hufflepuff, Selena no solo estaba molesta porque Gryffindor había ganado, sino también porque Draco, Vincent y Gregory habían peleado con Ron y Neville. No le importaba Ron, pero sí Neville, que había sido lastimado por Vincent y Gregory.
- Te dije que ellos empezaron -se defendió Draco, apresurándose a seguir a Selena mientras ella se dirigía hacia la sala común.
Selena no se molestó en mirarlo, su expresión era de desdén mientras se detenía frente a la puerta de la sala común.
- «Slytherin Supremacy» -murmuró la contraseña, su voz fría y decidida.
- Vamos, viste cómo Longbottom se lanzó sobre Crabbe y Goyle -insistió Draco, tratando de justificar a sus amigos.
Selena giró la cabeza, su mirada fija en el suelo.
- Algo malo le habrán dicho, si no, Neville jamás reaccionaría así -respondió, su tono lleno de incredulidad.
- Sabes cómo son Crabbe y Goyle. Les dije que no lo molesten, pero no me hicieron caso -dijo Draco, encogiéndose de hombros, como si eso justificara su comportamiento.
Selena se dio la vuelta, finalmente mirando a Draco a los ojos, su mirada intensa.
- Sé que me estás mintiendo -dijo, su voz baja pero firme. Podía ver en sus ojos que Draco le mentía en la cara, disfrutando de la burla hacia Ron y Neville-. Y sé que disfrutaste molestándolos.-Descisfrar a Draco siempre era un reto y rara vez podias ver con claridad sus emociones o sentimientos.
Draco apartó la mirada, su expresión cambiando a una mezcla de frustración y desdén.
- Odio que hagas eso -murmuró, evitando su mirada.
- Yo odio que te comportes como un idiota -bufó Selena, sentándose en uno de los sillones negros de la sala común, cruzando los brazos con desdén.
- Longbottom está bien, no le hicieron nada -dijo Draco, sentándose a su lado, intentando restarle importancia al asunto.
- ¡Le han dejado un ojo morado! -exclamó Selena, elevando el tono de voz, su frustración evidente-. Voy a golpear a esos dos idiotas que tienes como amigos.
- No son mis amigos -replicó Draco, su tono defensivo.
- Lo sé, pero aun así los llevas a todos lados -dijo Selena, su mirada fija en él, desafiándolo.
- ¿Celosa, Lestrange? -preguntó Draco, con un tono burlón, una sonrisa desafiante en su rostro.
- Claro que no -respondió Selena, manteniendo su mirada en los ojos grises del rubio, sintiendo cómo la tensión aumentaba entre ellos.
- No me mires así -dijo Draco, lanzándole un cojín del sofá, su tono juguetón pero con un matiz de incomodidad-. Es como si trataras de meterte en mi cabeza.
•------•°• ☾ •°•------•
¡NO SE OLVIDEN COMENTAR Y VOTAR!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro