𝖔. The Promise of the Specter
𝕮APÍTULO PILOTO
LA PROMESA DEL ESPECTRO.
現在位置
📍 Abadía Valkov
Moscú, Rusia.
La mirada grisácea de la joven de cabellera azabache se perdía entre el inmaculado manto blanco de nieve que rodeaba la lúgubre abadía Volkov, lugar que durante años había sido su hogar, al igual que el de muchos niños olvidados por la sociedad.
Y, a la vez, una prisión en donde solamente los más fuertes sobrevivían.
—Hiciste lo correcto, Rass —dijo una delicada voz femenina a espaldas de la aludida.
—Lo sé, Aria —respondió con calma la dueña de la melena negra.
Su larga gabardina negra estaba salpicada de sangre; sangre del malnacido que la había manipulado a su favor durante mucho tiempo, convirtiéndola en una peligrosa beyblader en el proceso. Rassiel era conocida en el lugar por su astucia y su agudo sentido del sigilo, hecho por el cual la habían apodado el Espectro.
La chica de cabello rubio miró fijamente a la muchacha de ojos grises. Al sentir su mirada clavada en su espalda, Rassiel se giró en su dirección. Su penetrante mirada la escaneó, viendo la preocupación y cautela brillar a partes iguales en los ojos azul cielo de la rubia.
—Yo no muerdo, Aria —murmuró la pelinegra con burla, tratando de liberar un poco de la tensión que flotaba entre ellas.
—No serías capaz de hacerlo, Rass —respondió Aria, mientras se acercaba y posaba su mano desnuda en el hombro de la aludida.
Rassiel asintió, pero luego se apartó ligeramente del toque cálido de Aria. La rubia la observó confundida.
—Tu hermano nos está observando, Aria —dijo la ojigris con calma, señalando hacia el lujoso automóvil donde Giancarlo Tornatore las espiaba desde lejos.
Aria suspiró exasperada, pero comprendió que no podía evitar lo que ocurría.
Rassiel colocó su mano enguantada en el hombro de Aria, apretándole suave pero firmemente e inclinando ligeramente la cabeza. Con voz baja, le susurró:
—No lo culpes. Recuerda quién soy por estos lares y a quién le serví lealmente durante seis largos años... Y ahora, al descubrir que durante todos esos años fui un peón más en su retorcido juego, mi furia se avivó. No descansaré hasta verlo pagar, y lo haré sufrir por cada uno de esos años.
Aria se estremeció por las últimas palabras de su amiga, pero comprendía perfectamente el ardor en sus ojos. Para hacérselo saber, se acercó nuevamente a ella.
—No es tu culpa, Rass. Fuiste hábilmente manipulada por ese criminal, al igual que todos los demás chicos de la abadía.
Rassiel negó con la cabeza y sonrió maquiavélicamente.
—Recuerda mis palabras, querida Sirena de Europa: tarde o temprano, Vladimir Volkov pagará. Y será en ese momento cuando él me implore piedad, mientras le muestro lo peligrosa y letal que soy. Tal como él me moldeó. Su beyblader de respaldo perfecta.
Aria asintió, comprendiendo la promesa de venganza de Rassiel. Sabía que Rassiel lo disfrutaría tanto como disfruta infundir miedo en sus oponentes.
—Pase lo que pase, yo estaré para ti siempre, Rass —dijo Aria, con una sinceridad que sorprendió a la pelinegra. Rassiel la miró fijamente, pero rápidamente cambió su rostro a uno de parsimonia, como siempre se mostraba habitualmente.
Rassiel amaba mantener todo bajo control.
—Gracias, Aria. Siempre estaré en deuda contigo. Y donde sea que te encuentres, estaré ahí, protegiéndote desde las sombras.
Y para mostrarle que sus palabras eran ciertas, Rassiel miró a los árboles cubiertos de nieve, donde varios cuervos las observaban curiosos. Extendió su mano enguantada, y un cuervo de hermoso plumaje negro con manchas blancas se posó cómodamente en ella. Con ternura, Rassiel acarició la cabeza del ave. Momentos después, el cuervo se alejó de su toque, se sacudió y emprendió el vuelo hacia el árbol más grande que rodeaba la abadía. Rassiel recogió una pequeña pluma caída y, con un gesto elegante, la depositó en la mano de Aria.
Aria sonrió, comprendiendo la acción de su amiga. Rápidamente guardó la pluma en su abrigo marrón e, imitando a Rassiel, se quitó su pulsera de la mano derecha. Tomando la mano derecha de Rassiel, le colocó la pulsera.
—Como símbolo de mi amistad contigo, Rassiel, acepta esta reliquia familiar que ha pasado de generación en generación a las mujeres de mi linaje —respondió la rubia con voz suave, para luego abrazar con fuerza a la ojigris.
Rassiel se quedó estática por el repentino abrazo de la ojiazul, no acostumbrada a las muestras de afecto. Momentos después, ella le respondió al abrazo con fuerza, y se inclinó suavemente al oído de Aria.
—Debes irte, Aria. Tu hermano ya está perdiendo la paciencia, y no me gustaría tener un intercambio de palabras con él —dijo Rassiel, rompiendo el cálido gesto de amistad que habían compartido.
Aria no pudo evitar sentir las lágrimas picar en sus ojos, junto con el doloroso nudo en la garganta que anunciaba el llanto inminente.
—Ten cuidado, Rass —dijo finalmente Aria con voz ligeramente ronca por el llanto contenido, para luego darle la espalda a la pelinegra y dirigirse hacia donde su hermano la esperaba.
Unos brazos envueltos en una gabardina negra de cuero la envolvieron en un fuerte abrazo, para luego sentir el helado aliento de Rassiel en la parte posterior de su nuca.
—Estaré bien, Aria. No es necesario preocuparse por mí. Y tarde o temprano, nuestros caminos se cruzarán de nuevo —dijo Rassiel con su habitual calma, antes de deshacer el abrazo y desaparecer de la vista de Aria.
Aria se volteó, sorprendida una vez más por la manera en que Rassiel había desaparecido de su vista, sin dejar rastro.
Murmurando, se despidió de Rassiel.
—Hasta entonces, adiós, Espectro.
¡Y FINALMENTE EMPEZAMOS GENTE!
Han pasado 84 años para que por fin el prólogo de Obscure halla salido a la luz, pero finalmente está aquí. ¡Disfrútenlo!
Besitos a la distancia, cuídense y no olviden tomarse su awuita <3
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