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01

Con libros abrazados, Ámber Thompson se paseaba por el pasillo del piso tres en busca de su casillero después de que terminó la clase de ciencia. Sus pasos en su manera de andar torpe era más apresurado de lo habitual, prácticamente huía, y es que no tenía tantos antojos de encontrarse con sus "amigas", que sabe perfectamente bien que ellas insistirán en algo en que no se le aparece....

"Jeon Jung kook", "Jeon Jung kook".

Que importa que sea el más guapo y sexy de la preparatoria, a Thompson no le interesa conocerlo ni siquiera como amigo. El problema no es el muchacho de pelos castaños, francamente la del problema es ella, que vive aterrorizada que estén manoseando su delgado cuerpo. No se imagina siendo follada por nadie, el sexo es doloroso, una tortura por experiencia, que intenta evitar cada vez que puede.

Mira para atrás una tercera vez consecutiva, no, al parecer no la están siguiendo, y dejando escapar un suspiro aliviado después de cerrar sus ojos un instante, choca fuertemente contra el pecho de un ser desconocido. Ante el impacto suelta los libros dejándolos caer al suelo, la fuerza masculina ocasiona que la chica resulte cayendo de nalgas, y mientras se quejaba, sus ojos se elevaban en busca del distraído que la tiró.

-¡¿Thompson, te encuentras bien?!, Disculpa... no fue mi intención lastimarte- el hombre se apresuró en extender su mano para ofrecerle su ayuda. Ámber dudó en aceptar, y con esa pequeña piquiña de por medio, resolvió por ella misma ponerse en pie- Déjame, yo lo hago- se ofreció al ser el único culpable de tirar los libros de la chica. Sin más espera se agachó para recogerlos, y mientras lo hacía, fue ágil en detallar los muslos femeninos como un pernicioso. Thompson se encontraba tan distraída sacudiendo su falda estudiantil deshaciendo cualquier suciedad que se le haya logrado pegar, que ni se percató de la manera en como la devoraban.

No sé puede negar a lo obvio, Ámber Thompson apesar de no tener una buena estatura como el resto de las chicas en la preparatoria, todo eso lo compensa su belleza. Pómulos rositas con evidentes lunares; su piel es blanca, labios carmesí, cabello negro y corto más arriba de sus hombros; ojos redondos, llamativos, grisáceos. Podrá ser delgada, con pechos pequeños, pero la compensa sus caderas, sus piernas cortas y su trasero.

La mayoría de chicos babean por ella, pero Ámber vive tan atemorizada, que prefiere mantenerse al margen, estar lejitos de todas esas miradas que para ella solo significan "Me van a violar", "Me harán daño".

-Disculpa si soy muy atrevido pero, ¿Tú tienes novio, Thompson?- el de bufanda suave le miraba sin tan siquiera parpadear, se sintió incomoda, no supo si responderle con la verdad o simplemente mentirle procurando en que el docente de informática no esté detrás suyo como perrito en celo.

-Y-Yo lo hago, profesor, no se preocupe- con el pulso a mil ella misma arrebató los libros que el hombre tenía entre sus manos para abrazarlos contra su pecho. Sus ojos no lo enfocaban directo, temía en que sería descubierta, y no le permitiría escapar.

-No me respondiste- el mayor compuso su postura y se cruzó de brazos- ¿Tienes, o no tienes novio?... lo digo porque eres una jovencita muy atractiva y...- al ir acercándose lentamente con ese toque de maldad, la pelinegra lo esquivo con rapidez pasando por su lado y quedando detrás de su espalda.

-Y-,yo si tengo novio, profesor- paso en seco, trato de verse muy valiente y no temblar. El hombre giró entre su propio eje para voltear a verla- Lo que pasa es que..... nadie ... lo conoce, pero yo sí tengo novio.... él me cuida mucho y...

-¡Oye!- dió un paso adelante, la chiquilla lo retrocedió- Está bien, no me tienes que dar explicaciones- se sonrió falsamente dulce- Pero sabes qué- formó una pose de pensamiento- A mi si me gustaría conocerlo, ¿No te importaría presentarmelo algún día?-

-....¡Ahm!..si, por supuesto, profesor.

-¡Excelente!- de nuevo forjó esa mirada hipócrita de que no rompe un solo plato- Estoy seguro que tu novio y yo, nos llevaríamos muy bien...- se dió la vuelta finalizando la conversación, y al pisar algo, recreo su vista para verificar que fue eso que aplastó su zapato- Y ¿Esto?- se doblegó para tomarlo. Una pequeña libreta rosada sujetaba sus dedos, la volteó por lado y lado, e incluso la abrió para descubrir su contenido- ¿Obra de carne?- leyó en voz alta arrugando el entrecejo.

-Eso es mío, devuelvamelo por favor- preocupada e inquieta quiso recuperar lo que es suyo, pero como el atrevido maestro descubrió sus páginas, ya no lo sintió tan secreto- Es solo una tontería que escribo, nada más- de inmediato se lo arrebató y guardó en uno de sus dos bolsillos. El tipo se quedó pensando, aquello logró sembrarle gran interés.

-Esa tontería como según dices, es algo increíble-

-¿Increíble?- no comprendió a qué se refirió.

-Escucha, Ámber...- con apuro esculco su billetera y de ahí sacó una tarjeta- Eso que escribiste ahí, en esa pequeña libreta, es algo a que muchos les harás muy feliz, y ganar mucho dinero- se la estuvo ofreciendo, pero la pelinegra estuvo dudosa- No lo pienses tanto por favor, tómalo. Esto será como un gran paso al éxito, ganarás mucho dinero....ya que después de todo, es idea tuya.

-¿Ganar mucho dinero?- repitió anonadada.

-Sigue mi recomendación, estoy totalmente seguro que en la corporación Min, serás recibida- Ámber miró la tarjeta con esa expresión de aceptar. Ella más que nadie requiere de dinero al no tener tantos recursos, su padrastro es el que trabaja, y solo gasta el dinero para sus cochinadas, no para su mamá, mucho menos para ella. El profesor de informática seguía mirándola detenido- ¿Qué dices? Si aceptas, yo mismo te llevo a la empresa cuando termine la jornada.

-De acuerdo.

.

CORPORACIÓN MIN.

Comiendo su uña del dedo índice, Ámber miraba con nerviosismo a cuyo hombre gordo que leía su libreta en plena concentración. Cerró el pequeño cuaderno depositándolo en su mesa ejecutiva; aparta sus lentes de los ojos, y después de guardarlo en el estuche, miró a la chica que se encontraba sentada en la silla frente a su mesa. Thompson por un segundo se giró a mirar el profesor quién bondadosamente le brindó una sonrisa. Estaba posicionado a lado suyo, con los brazos cruzados e igualmente esperando la respuesta del dueño de la corporación Min.

-Ámber Thompson, ¿Le llamas obra de carne a tu creación?- al fin habló arqueando una ceja. La muchacha no supo que responder, en primera porque no sabía a ciencia cierta si su escrito en la libreta estuvo bien o mal.

-Solo es una estupidez que escribí, Sr. Min- se encogió de hombros- Yo no quería venir aquí pero mi profesor insistió en que ..

-Y me alegra infinitamente que haya insistido- el hombre regordete presionó un pequeño botón para decir lo siguiente- Legju, trae a mi oficina tres cafés bien cargados- habló para su secretaria.

-Enseguida, Sr Min- respondió ella.

-Ámber, tu idea me gusta muchísimo- volvió a lo importante brotando sus manos entre sí- Si me permites ejecutarla, no solo yo saldré ganando, si no también tú, por ser tu idea- ella insegura volvió a mirar el docente, lo cual él con una sola seña le indicó que aceptara- Obra de carne tiene que realizarse, ¿No te gustaría que tu invento recobrara vida?-

-¿Vida, dijo?- se sorprendió.

-Asi es- garantizo en un solo gesto- El chico perfecto que anhelas, podrá recobrar vida, hacerse realidad.

-¿Qué me pedirá a cambio?-

No es tonta, si este hombre pretende gastar tanto dinero y maquinaria para hacer realidad un sueño que ella escribió en hojas de papel, probablemente le pedirá algo. ¿Qué será si por lógica no tiene a donde caerse muerta? ¿Un acoston de una sola noche? ¿Será eso? Pero este hombre no parece ser un pervertido.

-Tranquila Ámber, no pediré nada a cambio, solo quiero hacer realidad esta espléndida obra que merece que todos la conozcan. Eso es todo-

-¡Uhm!....- se quedó pensando- Sr Min, ¿No le importa que venga todos los días a la corporación para ver como va todo?- repentinamente la puerta se abrió, entrando una corpulenta mujer con las tres tacitas de café que le pidieron.

Una se la entrego a su jefe, la otra al profesor de informática y por último a la chiquilla.

-Permiso, señor-

-Gracias, Legju- la secretaria se retiró cerrando la puerta tras de sí. El Sr Min revolvió el tinto con la cuchara, y en cuanto bebió un poco, limpió sus labios con el pañuelo que sacó de su bolsillo ejecutivo- Para mi sería un placer que vinieras cada día a mi empresa, así verás con tus propios ojos como va evolucionando todo.

-Muchas gracias, Sr Min- se mostró emocionada, aunque lo cierto es que la muchachita suele ser muy ingenua, no tiene ni la más remota idea de lo que verdaderamente planea el hombre.

.

-Sr Min, perdón que le pregunte esto pero.....¿Cuánto le piensa pagar a mi estudiante por su idea?- lo susurró apesar de que la jovencita hace dos segundos que salió de la oficina en dirección hacia su casa.

El gran científico y empresario Sr Min encendió un tabaco parado al frente de los ventanales trasparentes del rascacielo. Aspiró una gran bomba, y en cuanto soltó el humo por la boca, medio se giró para mirarlo.

-No le pienso dar un solo Won a esa mocosa que no sabe nada de negocios- replicó- No sabe ni siquiera en donde está parada.

-Pero es su idea, señor.

-Ahora es mía, y se acabó- dió por terminado.

El día culminó más rápido de lo pensado, la alegría de Ámber Thompson era inmensa, pues nunca llegó a pensar que algo así podría ser posible. Metiendo la llave dentro de la cerradura, giró hasta poderla abrir, su imaginación la dominaba, tanto así, que no era consciente de lo que hacía ante su rutina diaria. Cerró la puerta tras de su espalda, se quitó los zapatos y después de dejarlos en un rincón, se dispuso a subir las escalas para ir directo a su recámara. Su dicha era grande, y continuó dibujando en su mente la figura de su "chico perfecto" sin parar.

Sus ojos, el color de su cabello, la silueta de su cuerpo, la altura de su tamaño y la calidad de su sonrisa. Muchísimo nombres se le cruzaron, ¿Pero cuál sería el adecuado para él? ¿Cuando lo hagan y lo terminen será como una especie de robot? Ámber no lo quería del todo como una máquina, ella deseaba tocarlo y sentir su carne, sus pálpitos, como un verdadero ser humano...¿Aquellos científicos estarán tan locos como para crear un androide de carne y hueso? ¡Uno que sienta! ¡Uno aquel que le haga despertar sensaciones!...

Es suyo, lo quiere solamente para ella, que nadie más se lo robe y que si alguna mujerzuela se lo intenta quitar, quede con la tranquilidad de que él no pensará en nadie más que no sea Ámber Thompson. Exagera, quizás sea así, pero si esto la hace feliz, entonces que no tenga límites.

El bullicio del televisor en la sala se terminó, no tenía que ser muy inteligente para darse cuenta que su padrastro estaba ahí sentado sobre el sofá, pero en cuanto comenzó a oír pasos que se dirigían a ella, asustada apresuró su trote para escapar.

-¡ÁMBER!.

El llamado fue directo, sin titubeos. Sin hacerle todavía nada y la chiquilla ya lloraba silenciosamente, sabe lo que le espera....la pesadilla constante. Su madre no estaba en casa, solo Dios sabe lo que la mandaría a comprar este infeliz para que se tarde lo suficiente. Si Thompson hubiera sabido que esto de nuevo pasaría, en la preparatoria le hubiera pedido el favor alguna de sus amigas para que le preste dinero, pagar el transporte, e irse directo a casa de su tía, después de todo es viernes, se hubiera podido quedar el fin de semana allá.

-Mi pequeña y deliciosa Ámber, vamos a divertirnos.

-No por favor.

Estando con ella en su habitación, la empuja con brusquedad hasta derrumbarla contra el colchón. Fue fugaz con las manos y al dejar expuesto los senos de la chica, los chupa como un animal ahogándose con ellos. La de ojitos grisáceos viaja mentalmente en un estado donde no quieres sentir nada; cierra las pestañas, nuevamente su imaginación revela como va hacer el galán de sus sueños, el súper héroe que la protegerá.

-Puta, me encantas...- las vulgaridades de este monstruo la hicieron regresar a la realidad. Ya no estaba siendo succionada por sus tetas, ahora este desgraciado la embestia fuertemente por la vagina. No supo cuando entró en ella, ya está tan acostumbrada, que ni atención al dolor le pone- Tu vagina es mía, solamente mía, ¿Te quedó claro, mi pequeña zorrita?- la pelinegra le miró sin ninguna expresión en lo que él seguía con su trabajo, la llenó de semen....y al apartarse de su lado, Ámber enfocó su vista en la luz de afuera, luz nocturna que entraba por su ventana.

-Un día conoceré que se siente tener un orgasmo- pensó la pelicorta recordando las charlas íntimas de sus amigas con sus novios- ¿Serán tan ricos como dicen?-

Hola hola linduras.

Hasta aquí el capítulo de hoy.

Espero les gusta, y me digan que tal les pareció.

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