━━━━━━━ extra chapter
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ɪ ʜᴀᴛᴇ ᴀᴄᴄɪᴅᴇɴᴛs
ᴇxᴄᴇᴘᴛ ᴡʜᴇɴ ᴡᴇ ᴡᴇɴᴛ
ғʀᴏᴍ ғʀɪᴇɴᴅs ᴛᴏ ᴛʜɪs
ᴜʜ ʜᴜʜ, ᴛʜᴀᴛ's ʀɪɢʜᴛ
ᴅᴀʀʟɪɴɢ, ʏᴏᴜ'ʀᴇ ᴛʜᴇ ᴏɴᴇ ɪ ᴡᴀɴᴛ
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Malia observó aquellas cosas asesinas en sus pies, y automáticamente tuvo el instinto de arrancárselas a tirones. Sin embargo, no lo hizo porque sabía que Lydia sería muy capaz de buscar otras, volver a ponérselas y hasta asegurarlas con cinta adhesiva extrafuerte.
Suavemente, miró hacia delante, a la pista de patinaje, y solo pudo sentir cómo su corazón comenzaba a latir con más fuerza que antes.
Desde su lugar podía ver a Lydia y Stiles patinando juntos de la mano. A veces sonriendo, otras un poco menos. La banshee sabía hacer unas piruetas increíbles, y su (ahora) esposo se dedicaba a aplaudirle todas y cada una de ellas.
Hacía solo unos días que habían regresado de San Francisco. Desde que a Stiles le dieron unas merecidas vacaciones luego de resolver otro caso de temática sobrenatural del que ninguno de ellos había salido ileso. Ahora tenían tres semanas para pasarla con sus amigos en Beacon Hills, y no podían estar más contentos por ello.
—¿Lista? —al escuchar su voz, Malia alzó su rostro para encontrarse con los ojos brillantes de Scott mirándola.
Estaba algo cambiado desde la última vez que habían pisado el pueblo, casi un año atrás, cuando decidieron recorrer el país juntos. Ahora lucía más adulto, tanto física como moralmente. Había recuperado ciertos pasajes de su memoria dañada, y otros simplemente seguían siendo como una laguna.
Ella, por su parte, también cambió mucho desde entonces. Había vuelto a cortarse el pelo, y ahora llevaba shorts otra vez, aunque había llegado a desarrollar cierto favoritismo por las botas de ejército.
—¿Te decepcionaría si dijera que estoy aterrada? —dijo, y el alfa rió al darse cuenta de que sus labios temblaban ligeramente con cada palabra.
Acto seguido, se arrodilló delante de sus pies y terminó de anudar los cordones de sus patines blancos.
Lo hacía con tanta paciencia y delicadeza, que a la castaña eso le pareció la cosa más bonita del mundo, aunque por dentro quería alargar los segundos. En parte para no tener que ponerse en pie, y en otra para seguir viendo el rostro concentrado de su novio como una tonta.
Cuando Scott terminó y volvió a alzarse para extenderle las manos con una seguridad que ella no poseía, Malia se obligó a tragar grueso, quitar las guardas y seguirlo hacia la puerta principal.
Entraron juntos de la mano, con el aire frío artificial golpeándoles el cuerpo y las piernas de la mujer coyote temblando al igual que hojas.
—¿Ves? Es fácil. Lo estás haciendo bien —la animó su novio, y por mucho que Malia intentó sonreír, en menos tiempo del que contó ya había caído de culo contra el hielo.
Lo miró mal:
—Sí, claro. Genial.
—Al principio puede parecer un tanto difícil, pero aprenderás rápido. No es tan complicado como parece.
—Lo dice quien estrelló su cara más de diez veces contra el cristal —Stiles pasó por su lado como un rayo, ganándose una mueca de burla por parte de su mejor amigo, mientras ayudaba a Malia a ponerse en pie.
—¡Pero lo logré!
—Por supuesto, después de cincuenta caídas y una fractura de brazo que sanó rápidamente.
Con todas sus ganas, Malia intentó ponerse en pie, pero le resultaba complicado. Las cuchillas se deslizaban por el hielo sin que ella siquiera lo permitiera, y le era imposible conservar el equilibrio.
—Scott, no estoy muy segura de querer seguir haciendo esto.
—Venga, Mal. No seas gallina —exclamó Lydia, apareciendo por detrás para darle un ligero empujoncito— abre los brazos y vas a ver como no caerás.
—¡Eso intento! ¿¡No ves que eso intento!? —respondió la castaña, moviendo desesperadamente los brazos como si fuera un ave queriendo emprender el vuelo.
Entonces, una vez más, terminó de cara contra el suelo.
La banshee fue corriendo para ayudarla a reincorporarse, al tiempo que los chicos se quedaban atrás observándolas.
Scott suspiró. Si cerraba los ojos, casi que podía verse a sí mismo perder el equilibrio y acabar dándose de bruces contra el hielo, o bien contra cualquier cristal. Después de la muerte de Allison, recordaba vagamente haber estado allí varias veces, y quizás por eso ahora era más bueno dominando los patines. No es que pudiera hacer ningún giro ni nada parecido como Lydia, pero al menos podía patinar sin terminar estrellándose contra nada.
Malia solo necesitaba práctica. Si él lo hizo, definitivamente ella también lo lograría.
—¿Por qué nos trajiste aquí? —le preguntó Stiles, apartando su mirada de las chicas para mirar a su mejor amigo, quien parecía realmente feliz.
—Solo quería recordar viejas memorias, pasar algo de tiempo con ustedes... —respondió— Hacía mucho que no estábamos los cuatro juntos así.
—Bueno, eso no puedo negarlo... han pasado demasiadas cosas en un año y no siempre hemos podido vernos. De hecho, creo que han sido muy pocas veces.
—Como en el nacimiento de Sasha o tu boda.
—Sí, creo que esas han sido todas.
El humano rió, y el hombre lobo hizo lo mismo.
Sasha Hale era la hermana menor de Malia, hija de Peter y Laurel, una bebé de un año que se convirtió en el miembro más joven de la manada. Había nacido precisamente dos horas luego de la boda de Stiles y Lydia, por lo que eso los convirtió a ambos en sus padrinos oficiales.
—¿Vas a decirme qué tienes planeado hacer después de esto o vas a mantener el secreto para tí solo?
Scott se volteó hacia el humano, y este se encogió de hombros:
—Puede que Melissa le haya contado a Lydia, y luego Lydia me contara a mí que encontró una joya en tu armario.
—¿Alguna vez se aguantarán algo en la boca ustedes? Solo quedaba que le contasen a Liam.
—De hecho... —suspiró— Él también lo sabe, y puede que también Theo, y Laurel, y Peter, y...
—Me ha quedado claro.
El apellidado Stilinski le dió una suave palmada en el hombro en señal de apoyo.
—Entonces... ¿Realmente vas a hacerlo?
Suavemente, Scott desvió la mirada y volvió a posar sus ojos en su tope novia, quien continuaba aferrada a los brazos de Lydia mientras esta intentaba enseñarla a sostenerse por sí misma. Su cabello castaño —ahora un poco más claro— se movía bruscamente con cada movimiento, y su rostro era un poema de expresiones.
Él pensó en todo lo que había pasado en los últimos años, en los recuerdos que poco a poco estaban llegando a su cabeza, en las imágenes de ella, de ambos... y supo que quería vivir ese para siempre a su lado.
Estaba de acuerdo con eso. Definitivamente de acuerdo.
—Nunca he estado tan seguro de querer hacer algo en mi vida.
De pronto, ambos escucharon un grito, y cuando miraron hacia delante se dieron cuenta de que Malia venía hacia ellos a toda velocidad y sin control alguno.
Stiles se apartó justo a tiempo, pero no podemos decir lo mismo de Scott.
Al final, la pareja terminó cayendo de cueces al suelo, uno encima del otro, con tanta fuerza que la frente de la castaña chocó contra la del verdadero alfa y los dos hicieron una mueca debido a esto.
—Lo siento —se disculpó ella después de unos segundos, haciéndolo reír.
—No tiene importancia.
Scott apartó los mechones que se le habían colado delante del rostro y se impulsó hacia delante para plantar un largo beso en sus labios. El cual, Malia pudo haber seguido de no ser porque encontró algo que llamó su atención en el hielo, justo a su lado.
—¿Esto qué es? —cuestionó, mostrándole el reluciente anillo de compromiso en sus dedos.
Y todo lo que pudo hacer Scott... fue sonreír.
—Creo que eso ya lo sabes.
Un extra porque se me ocurrió la idea y no podía dejarla de lado. Espero les guste.
Also, un regalo de mí misma para mí misma porque dentro de una hora es mi cumpleaños!!
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