━━ chapter O9
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ᴍᴀʏʙᴇ ɪ'ʟʟ ᴄʀᴀsʜ ɪɴᴛᴏ ʏᴏᴜ
ᴍᴀʏʙᴇ ᴡᴇ ᴡɪʟʟ ᴏᴘᴇɴ ᴛʜᴇsᴇ ᴡᴏᴜɴᴅs
ᴡᴇ'ʀᴇ ᴏɴʟʏ ᴀʟɪᴠᴇ ɪғ ᴡᴇ ʙʀᴜɪsᴇ
sᴏ ɪ ʟᴀʏ ᴅᴏᴡɴ ᴛʜɪs ᴀʀᴍᴏʀ
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Una semana después, Liam, Laurel y Scott corrían a gran velocidad por entre los árboles del bosque, sintiendo el fuerte látigo del viento golpeando sus caras y el crujir de las hojas secas bajo sus pies. Esquivaron obstáculos y ramas habilidosamente, saltaron enormes rocas, compitiendo entre ellos mientras sentían la libertad absoluta que les proporcionaba la carrera.
El sonido de la brisa golpeando las copas se escuchaba de fondo, acompañándolos mientras risas de adrenalina escapaban de sus labios.
La castaña apresuró el paso intencionalmente para apoyarse encima de un tronco y saltar mucho más lejos, tomándole la delantera al joven Dunbar.
- ¡Supera eso, niño! -jadeó en medio de un grito.
De fondo, se escuchó el gruñido de Liam cuando fue consciente de que ya no era el número uno, lo que causó que la de apellido Jones riera al tiempo que volvía a tomar un atajo.
El alfa negó al verlos competir como si fueran dos niños, y en menos de tres segundos, pasó velozmente por el lado de ambos. Impresionándolos.
- Venga ya -se quejó Liam, aunque no le sorprendía en lo absoluto. Después de varios días Scott había recobrado su salud de forma increíble, y ahora parecía incluso más fuerte que antes.
Había que verlo nada más para darse cuenta. El rastro de los golpes desapareció por completo, al igual que el dolor y sus dificultades para caminar. En su lugar, toda la energía acumulada por semanas estaba rebasándolo, así que tomó ese tiempo del amanecer para compartirlo con sus betas, y de esta forma, familiarizarse más con su compañía.
Aunque a esas alturas le era imposible no hacerlo cuando prácticamente se había convertido en la figura paterna de dos niños. Porque eso parecían. Allí tendidos, después de haberse empujado mutuamente hasta terminar en el suelo muertos de risa.
- Eres una tramposa -la acusó el rubio, intentando levantarse para seguidamente acabar con el trasero pegado a la tierra.
Laurel se burló de sus palabras con una carcajada.
- ¿Y qué hay de tí? Para ser hiperactivo tienes los huesos bien oxidados.
- Tengo piernas más cortas que las tuyas. Y quítate de arriba, me estás aplastando gorda -dijo, echándola a un lado como si fuera un saco de papas. La castaña sonrió bromista a la vez que se reincorporaba graciosamente y miraba a su líder.
- Les había dicho de correr más despacio para evitar eso -los señaló, haciendo referencia a la caída que se habían dado antes- pero creo que estaba hablando para mí mismo. Ustedes escuchan menos que un niño de cinco años.
- No puedes culparme a mí, él fue quien me desafió, tenía que probar que estaba equivocado.
- Eso no quiere decir que debas hacerme caso a todo lo que diga -resaltó Liam.
Scott los observó interactuar como si se conocieran de toda una vida. Ella le despeinó el pelo en un gesto travieso, y el rubio sin protestar, rió mientras volvía a colocarlo en su sitio.
No podía entender cómo de sencillo había sido para los tres crear un lazo de hermandad en tan poco tiempo, y sí, puede que se debiera al hecho de que él los había convertido, pero nunca creyó que pudiera sentirse así de natural.
- ¿Cómo te sientes, Laurel? -la pregunta fue directo a la nueva integrante, quien con una sonrisa honesta, se llevó un mechón de pelo detrás de la oreja a la vez que intentaba regular sus respiraciones.
- Bien. En serio, hace mucho no me sentía así. Creo que tengo la energía suficiente para levantar un edificio y es jodidamente genial... pero la única parte negativa de todo es mi control. Aún me sigo preguntando cómo rayos lograré neutralizar eso.
- Es complicado -asintió el verdadero alfa- pero no te preocupes, si has logrado avanzar tan rápidamente los últimos días no dudo que también puedas superar esto.
- Igualmente tengo que pasar la luna llena... ¿Cómo fue todo contigo Liam?
El mencionado silbó, cruzándose de brazos con cierta incomodidad.
- Pues... verás emmm... yo fui como... -¿A quién engañaba? No podía mentir- Un asco, la verdad, fue un tremendo lío.
- Gracias, eso ayuda mucho.
- ¡Pero no te desalientes desde ahora! No tiene que ser precisamente igual. A mí me ataron y me encerraron en la cochera, a tí puede que te encadenen en el sótano como hicieron con Malia.
- Lo hemos entendido, Liam. Gracias -interrumpió el de apellido McCall, girándose hacia la mujer, quien parecía tener los ojos a punto de salirse de sus cuencas- Nosotros estaremos contigo por si algo sale mal.
- Eres el alfa, nada puede salirte mal.
- Aunque no lo creas, esto es como un tipo de primera vez para mí también. Pero prometo por mi parte hacer todo lo posible para ayudarte ¿Vale?
Ella no estaba muy segura de eso, pero igual asintió. Sabía que Scott cumpliría con su palabra, no lo dudaba, pero ese no era el principal problema.
- Vale.
- Igual, si tienes alguien a quien temes decirle lo que sucedió, puedes esperar hasta que las cosas se arreglen -siguió el rubio.
- No es eso -negó- aunque por lo demás no me preocupo. No tengo a nadie a quien le importe de todas formas.
Ambos, McCall y Dunbar intercambiaron una lastimosa mirada, y hubieran dicho algo de no ser porque fueron interrumpidos por el sonido de un claxon.
Stiles les dedicó un guiño desde el interior de su jeep, que se había aparcado a pocos metros de ellos y rugía furiosamente como si le hubieran puesto un nuevo motor.
- Hey perdedores sobrenaturales ¿Les parece si me robo un momento a mi mejor amigo?
La puerta del copiloto fue abierta, y Scott se metió por ella, dándoles una última mirada a los chicos.
- No cometan ninguna estupidez mientras no estoy.
- Consejo no tomado -exclamó Laurel, empujando a Liam y seguidamente echando a correr- ¡El último que llegue al instituto es la escoria de Beacon Hills!
- Lo siento, Scott. Ella empezó -se excusó Liam antes de salir disparado por donde mismo había desaparecido ella segundos atrás.
El pelinegro puso los ojos en blanco, y se giró hacia donde Stiles lo miraba de forma burlona.
- No burles, no está siendo nada fácil -le dijo.
- Eres bueno en esto. Solo tienes que acostumbrarte como antes -respondió, poniendo en marcha el vehículo y acelerando hasta salir del bosque de vuelta a la carretera.
- ¿A dónde nos llevas?
- Lydia me ha estado regañando por no haberte prestado atención últimamente debido al trabajo, y de hecho, creo que tiene toda la razón. Así que esta mañana me levanté y me dije ¡Hey, voy a tener algo de tiempo de calidad con mi mejor amigo! -pronunció con efusividad, notando que Scott lo miraba extrañamente divertido- Disculpa mi ausencia. A veces extraño mucho el tiempo del instituto, aunque nos buscábamos bastantes líos, pero fue genial.
- Stiles... -lo llamó, captando su atención- Está bien, tío. No te estoy reprochando nada. Respira.
El apellidado Stilinski tomó una profunda bocanada de aire y la liberó despacio. Sí, quizás su padre y su novia tenían razón. El trabajo lo estaba consumiendo lentamente.
Pero para eso estaba ahí, para pasar un buen rato con su mejor amigo y olvidarse de lo demás.
- ¿Qué te parece si damos una vuelta? -sugirió Scott, y espera ¿Acaso no había sido él quien había tenido esa idea?- Podemos hablar de la universidad, o del trabajo.
- ¡No! -dijo de pronto- De todo menos eso.
Una carcajada brotó de los labios del alfa.
- Vale. Entonces... ¿Qué tal recordar viejos tiempos?
- Eso estaría mucho mejor -fue su respuesta, justo antes de tomar una pequeña curva y recorrer el camino por el que habían venido y que los llevaría de regreso a casa.
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- ¿Y bien? ¿Habéis hecho algo más? -preguntó insistentemente Lydia, sin dejar de perseguir a Malia por toda la clínica veterinaria al igual que si fuera su sombra.
Deaton las miraba desde su lugar mientras se dedicaba a revisar a uno de sus pacientes, negando para sí mismo de vez en cuando.
Las dos llevaban media hora cuchicheando de aquí para allá. Malia intentando huir de la banshee, y esta, aferrándose a ella para no dejarla escapar.
- Lydia, dudo mucho que hayas venido hasta aquí para preguntarme cuántas películas de Stars Wats hemos visto Scott y yo. Así que suéltalo de una vez.
- No es tan sencillo.
- Entonces espera a que termine mi turno y hablamos después.
- Después no se puede, Mal ¿Por qué crees que vine hasta aquí? -preguntó como si no fuera muy obvio- No para verte pasándole instrumentos de tortura a Deaton claro está.
- ¡Pero es que estoy trabajando!
La rubia fresa le dió una mirada suplicante. Realmente le urgía hablar con la única persona que podría entenderla en esos momentos.
- Malia ¿Ya no llegó tu horario de descanso? -cuestionó Alan, ganándose una mirada asesina por parte de la mujer coyote- ¿Por qué no salen afuera? Se nota que tienen mucho de qué hablar.
Tras un refunfuño, Malia tomó la mano de Lydia y las dos salieron con pasos rápidos de la clínica. No entendía qué cosa tan preocupante podría sucederle para ir a hablar con ella en pleno período laboral, pero luego de meditarlo se percató de que algo importante sí debía ser, puesto que la chica Martin nunca consideraba un problema demasiado difícil, y por tanto, no le daba tanto seguimiento.
Más ahora que la veía tan nerviosa, parecía ser que el cielo se iría cayendo a pedazos.
- ¿Me dirás qué sucede? -preguntó. Ambas estaban sentadas en la banca del parque más cercano, bebiendo una soda a pesar de que Malia no sentía la garganta reseca y Lydia estaba luchando consigo misma para no tirar el refresco al latón de basura.
El día era fresco, y varias personas corrían para ejercitarse o jugaban con sus mascotas en el cesped. Una imagen bastante tranquila para el supuesto desequilibrio sobrenatural que era aquel pueblo en específico.
La rubia fresa hizo el intento de limpiarse sus sudorosas manos sobre el vestido que llevaba, pero la tela no absorbería su inquietud.
- Es Stiles -dijo, y la miró. La castaña le hizo una seña de que no estaba entendiendo nada- No sé qué rayos está sucediendo con él, pero me está debanando los sesos. Lo ves todo el tiempo pegado a su estudio, los archivos del FBI, no se separa del pizarrón si no es para coger el teléfono o irse a la comisaría.
Malia asintió con un «Ah» que demostraba que la había comprendido... un poco.
- Es su trabajo, Lyds. Supongo que eso es lo que lo mantiene todo el tiempo ocupado.
- Ya, pero no al punto de ignorarme todo el día como si fuera un fantasma en nuestro departamento.
- Quizás sé cual es tu problema. Tienes un Ataque de Espornoses.
- ¿Espo qué?
- "Es por no tener sexo" -dijo a modo de broma- Melissa y yo bromeamos todo el tiempo en cuanto a eso.
Lydia gruñó, mordiéndose la lengua para no soltar una barbaridad.
Vale, quizás también tenía ese pequeño problemilla, pero ese no era el punto principal. Sino que su novio estaba a nada de acabar enloqueciendo debido al maldito caso del movimiento de cazadores que siempre parecían salirse con la suya.
Entendía el deseo de Stiles por capturarlos después de todo lo que le habían hecho a Scott, hasta ella haría todo lo posible por vengarse. Pero definitivamente su relación no merecía degradarse debido a ello.
- No es solo eso, Malia. Creo que... lo estoy perdiendo -volvió a hablar, esta vez en un susurro, mientras su vista se perdía en algún punto lejano del parque- Nunca lo había visto tan obsesionado con algo. Como si atrapar a los cazadores ya no fuera solo su propósito, sino todo lo que realmente importa.
La mujer coyote se mantuvo observándola en silencio por unos segundos ¿Tan difícil estaba la situación como la describía?
- No sé qué decirte, Lyds -respondió- Sé que Stiles es muy persistente con lo que se propone, y no descansa hasta conseguirlo, pero siempre lo había visto llevarlo todo con más calma.
- Calma es lo menos que tiene ahora. Se desespera de nada y él no es así.
- Ojalá pudiera decirte algo, pero de las dos tú siempre has sido la de los consejos -le regaló una sonrisa, una sonrisa nostálgica que ambas compartieron- Y mi vida ya es un completo desastre para opinar en cuanto a la tuya.
- Se me había pasado preguntar ¿Cómo va todo con Scott? ¿Algún avance?
Se encogió de hombros, pero no pudo evitar suspirar, porque para como habían estado las cosas antes, ahora iban tomando un mejor rumbo.
- Es bueno tenerlo de vuelta como amigo ¿Sabes? Hacemos el tipo de cosas que hacíamos antes, cuando estábamos en el instituto y los dos acabábamos de salir de una relación. Pedimos pizza para compartir cuando estamos solos en casa, vemos una película o hablamos sin parar hasta altas horas de la noche. Todavía tiene la habilidad de hacerme reír con cualquier tontería que se le ocurra, y sé que no es igual, pero de estar así a no tenerlo más, prefiero esto mil veces.
La joven banshee apretó su mano con cariño, sintiendo que una vez que la escuchaba a ella sus problemas parecían transformarse en simples minucias. Admiraba la conformidad con la que Malia lo estaba enfrentando, de verdad que sí, porque ella en su lugar de seguro no actuaría de la misma forma.
Tan solo pensar en perder a Stiles otra vez era algo espantoso. Por eso no imaginaba lo que ella estaría pasando, y aunque sonara egoísta, tampoco quería hacerlo.
- Si tú estás conforme con ello, entonces yo también.
- Lo estoy, de verdad que sí -insistió. Pero eso ninguna de las dos lo creía de verdad.
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A Laurel no le sorprendió en lo absoluto encontrarse a Peter esperándola en el portón de su casa cuando disimuladamente se coló por el patio de los vecinos. La señora Roberts ya se había quejado de que se habían metido en su huerto a robarle sus lechugas frescas, pero nadie le prestaba atención porque lo creían completamente absurdo.
Con una expresión tan guasona como la suya, la castaña se apoyó en el umbral de la puerta, se cruzó de brazos y elevó ambas cejas en espera de que fuera él quien dijera algo.
- Disculpe ¿Es esta la residencia Jones? ¿O soy yo que me he equivocado de nuevo de dirección?
La vió entornar los ojos. Como si pudiera cometer un error después de ir a visitarla tantas veces en esa semana.
- ¿Qué te hace pensar que no lo es?
- Decían que la dueña es una persona amable, y todo lo que estoy viendo ahora es una perezosa fastidiosa y mal humorada.
- Ni tú mismo te lo crees, Hale. Tengo un humor mucho más alegre del que tú nunca tendrás.
Ambos rieron, y Laurel paró de negarse a sí misma que no la había entusiasmado con su visita.
Después de tantos días haciéndose compañía mutuamente, en los entrenamientos y en los tiempos libres, le era imposible decir que la presencia de Peter Hale le molestaba. Porque no era cierto. Él le había enseñado todo lo que sabía, y le debía mucho por eso. Además de ser el amigo más cercano a excepción de Liam que pasaba más tiempo a su lado.
A veces no lograba entender por qué todos parecían ser tan distantes a él, si es que era una persona culta y con una inteligencia que impresionaba, pero a falta de conocer la verdad sobre su pasado, Laurel le echó la culpa a su sarcástica y odiosa personalidad.
- ¿A qué ha venido hasta aquí, maestro? -cuestionó la mujer lobo, usando un tono de falsa admiración en su voz.
- Creí que ya lo tenías claro, vine a hacer una entrega.
- ¿Para mí?
- ¿Ves a otra ex neworleana por aquí? -bromeó, y se apartó del medio para dejarla ver el regalo que la esperaba en la acera- Entrega especial y directa para Laurel Jones. Le habría puesto un lazo de colores encima, pero no me gustan.
- ¡Tienes que estarme jodiendo!
La castaña sobrevoló las escaleras del porche en un santiamén y se detuvo delante de la motocicleta que irradiaba debajo del caluroso Sol de California.
Su boca se abrió en forma de O, al tiempo que la miraba por todos los ángulos posibles. Era magnífica.
- Es una Harley Davidson WLA de 1942. Todo un modelito -lo escuchó decir a sus espaldas.
- ¡Es preciosa! ¿Cómo la conseguiste?
- Bastante fácil la verdad. Además, me dieron un descuento del 10% solo por decir que era para una amiga que se encontraba muy triste por haber tenido que dejar la suya en New Orleans.
Ella emitió un gritito agudo por la emoción, abrazándose a sus hombros con efusividad para plantarle un sonoro beso en la mejilla.
- Entiendo tu alegría, pero me estás arruinando la chaqueta, ángel.
- Gracias Peter -chilló.
- ¿No quieres probarla?
No hizo falta que se lo dijera dos veces, porque a los pocos segundos, ella estaba subida encima del vehículo y hacía rugir el motor con una fuerza tremenda. Sonido que, aunque para él era molesto, para ella significaba un sueño.
- Ven y súbete. Daremos un paseo.
- ¿Perdón? -exclamó este- No hay forma de que me convenzas para subirme en esa cosa.
Veinte segundos después, Peter estaba sentado detrás suyo, agarrado a su cintura y con un ridículo casco gris en la cabeza que le quedaba hasta pequeño.
- Sé que Dios me odia, pero ojalá me permita sobrevivir a esto.
- Eres un hombre lobo -dijo su acompañante- ... sanarás.
Él estuvo a punto de objetar, pero en el momento que las palabras iban a salir por su boca, aquel trasto aceleró de repente y se vió obligado a abrazarse a su delgada cintura antes de salir disparado por los aires.
Solo esperaba que su forma de conducir no los metiera en ningún problema.
Hola a todos! Sé que no demoré nada en volver a actualizar, pero ¿Adivinen qué?
Debido a que solo nos quedan cuatro capítulos para culminar el primer acto y que el cast de TW me ha emocionado con sus publicaciones por los 10 años de la serie, decidí hacer un maratón donde estaré actualizando por día hasta llegar al Acto #2.✨✨✨
Den gracias principalmente a Tyler y Shelley por hacerme enloquecer con sus comentarios de I LOVE YOU y darme inspiración para el resto del año con eso. Vaya manera ponerme a dar saltos por toda la habitación.
Anyway, espero les haya gustado este capítulo, y si es así, déjenmelo saber a través de sus votos y comentarios.
Nos volvemos a leer mañana💙,
Debbie
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