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━━ chapter O2

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ʟɪᴋᴇ ᴀ ʀɪᴠᴇʀ, ᴀʟᴡᴀʏs ʀᴜɴɴɪɴɢ
ɪ ᴋᴇᴇᴘ ʟᴏsɪɴɢ ʏᴏᴜ
ʟɪᴋᴇ ᴀ ғɪʀᴇ, ᴀʟᴡᴀʏs ʙᴜʀɴɪɴɢ
ɪ'ʟʟ ʙᴇ ʜᴇʀᴇ ғᴏʀ ʏᴏᴜ
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La carretera junto al bosque estaba desierta a esas horas de la mañana, lo cual no llegaba a ser nada extraño debido a la poca frecuencia con la que los forasteros solían arribar a ese pueblo, casi tanto como si de igual forma desearan evitar aquella ruta de sus mapas a toda costa.

La zona cerca del descenso alrededor del viejo Volkswagen se encontraba rodeada con cintas amarillas, especialmente en ese rincón donde la sangre de la víctima había salpicado. Sin duda, la suerte no había estado de su parte cuando decidió estacionarse en ese punto, como mismo parecía estarse alejando de los investigadores a la hora de buscar las huellas; cosa que a Stiles Stilinski pareció aliviarle de sobremanera.

La única pista que podía darles una definición clara de lo que había sido, era el rastro de las garras que habían quedado marcadas en la superficie del vehículo, identificando de forma obvia que se trataba de animal salvaje.

— ¿Crees que haya sido él? —preguntó su padre, acercándose después de haber estado hablando con uno de los paramédicos de la ambulancia que se encargaría de trasladar a la chica.

— Tiene que ser —murmuró con impaciencia— todo apunta a que fue el ataque de un depredador, pero un depredador común y corriente no tiene toda la fuerza que se requiere para hacer eso.

Su dedo apuntó directamente al tronco enteramente rasguñado a pocos metros. Definitivamente quien lo había hecho portaba una rabia tremenda, y tanto uno como el otro tenían más que claro que no había sido acto del Chupacabras.

— La chica es Laurel Jones, o al menos eso dice su carnet de conducir —prosiguió el sheriff, creyendo necesario mencionar la identidad de la mujer ensangrentada que se llevaban en la camilla— Acaba de llegar a Beacon Hills. Hace solo unas semanas compró la casa que perteneció los Cooper y lo único que sabemos hasta ahora es que vive sola.

— Scott no atacaría a una persona inocente sin ninguna razón. Tuvo que haber sucedido algo que lo llevara a actuar así.

— También existe la posibilidad de que no haya sido él.

— Fue él.

La expresión seria de Noah se deshizo en una que combinaba lástima y comprensión a partes iguales.

De haber sido cualquier otro de sus oficiales, muy seguramente le hubiera llamado la atención por mostrarse tan renuente a aceptar cualquier otra explicación a tal catástrofe, pero se trataba de Stiles. Ya fuera su hijo o un policía, lo conocía lo suficiente como para saber que cuando algo se le metía en la cabeza, no había forma de sacarlo después.

Y tratándose de su mejor amigo, sería muy difícil hacerlo cambiar de parecer.

— Stiles —lo llamó, y solo cuando la mirada severa de su hijo le dedicó su total atención, fue que pudo decirle— Han pasado semanas, y no hemos encontrado nada que pueda asegurarnos que... —se vió obligado a cortar sus palabras cuando se percató de lo que estuvo a punto de decir. Él los había visto crecer juntos desde que eran niños, inseparables, y la sola idea de que sus pensamientos fueran ciertos lo destrozaba por completo. Pero tampoco podían descartarlo— Quizás deberías detenerte y dejar que el FBI continúe con la búsqueda.

La mirada de Stiles se mostró inexpresiva ante sus palabras, porque aunque estas lo habían hecho enojar, una parte de él también lograba entender su punto de vista.

Sin embargo, él no iba a parar nunca. En su cabeza todavía giraba esa idea de que los principales causantes de su desaparición no habían sido otros que los cazadores, y eso solo acrecentaba más sus ganas de ponerlos tras las rejas.

— No puedo, papá —le dijo— Tengo que seguir intentándolo, porque es lo que él haría si estuviera en mi lugar. Yo solo... tengo que hacer algo para salvarlo. Debo hacerlo.

El sheriff no pudo hacer otra cosa más que suspirar, porque sabía que iba a ser en vano cualquier otro intento. De igual forma, admiraba la determinación que poseía su hijo en medio del caso, y eso lo hizo sentir más orgulloso a pesar de la deprimente situación.

Apenas la ambulancia salió rumbo al hospital, otro vehículo se detuvo delante de la escena, y ambos pudieron reconocer a quien pertenecía apenas los vieron salir a todos de él.

— ¡Stiles! —la voz de Lydia sonaba preocupada, pero suplicante a la vez. Como si con su llegada viniera exigiendo una explicación a lo que había sucedido a su alrededor— Peter nos dijo ¿Qué pasó aquí?

El castaño aguardó a que todos estuvieran cerca, escrutando las expresiones de cada uno solo para asegurarse de que estaban igual de impacientes que él por saber el paradero de Scott, o más específicamente, saber si había sido él el causante de aquel lío.

Miro a Malia, Liam y Peter que lo rodeaban, como los caballeros de la mesa redonda en torno a Arthur, esperando una respuesta, una orden, o lo que sea.

— Una chica fue atacada la otra noche —inició— ...se ha confirmado que fue debido a un encuentro con un animal salvaje, pero no estoy tan seguro.

— Hay demasiada sangre —Liam paseó su vista por la superficie de la carretera hasta dar con el punto exacto donde todo se había desarrollado. Desde su lugar podía percibir el aroma asqueroso de la humedad y la sangre mezcladas como una misma. Totalmente desagradable.

— ¿Sobrevivió?

— ¿Cómo? —Stilinski frunció el entrecejo ante la interrogante de Peter, a quien no le importó volver a repetirle con tal de recibir su respuesta.

— La joven ¿Todavía está viva?

— Yo... no lo sé —respondió— La ambulancia acaba de llevarla al hospital, pero si aún no ha muerto ten por seguro que pronto lo hará. Lo que sea que haya sido la dejó completamente irreconocible.

— Pudo haber sido un coyote —agregó Malia sin más— hay varios de ellos por el bosque.

— Un coyote no podría haber causado todo este desastre, Mal. Tuvo que ser él, estoy seguro.

— ¿Entonces a qué estamos esperando? ¡Tenemos que ir a buscarlo!

— Quieta ahí, niña —la frenó el apellidado Hale, sujetándola por un brazo antes de que pudiera avanzar un solo paso— No podemos simplemente suponer lo que no sabemos y salir por ahí buscando algo que no tenemos ni idea de dónde puede estar.

— Él tiene razón... —Lydia había tragado saliva, presintiendo una energía extraña que comenzaba a calarle hasta los huesos— sería como buscar una aguja en un pajar. El pueblo es inmenso y él podría estar en cualquier parte. Además, no hay que descartar que también pudo haberse tratado de otro hombre lobo ¿No creen?

— Lo único que creo es que estamos perdiendo tiempo.

— A ver, a ver, calmaos de una vez —espetó Noah Stilinski con voz de mando, y automáticamente todos los ojos se posaron en él— Entiendo que todos están preocupados por Scott. Lo sé. Yo también llevo semanas desesperado por encontrarle, pero no se puede hacer nada con las manos vacías y ahora mismo no tenéis ninguna seguridad de que esa criatura que anda suelta sea él. Por tanto, dejen que las autoridades se encarguen de todo hasta nuevo aviso.

— Increíblemente esto es algo en lo que yo y el sheriff estamos completamente de acuerdo —Peter guardó sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta— Ya me encargaré de averiguar quien fue la persona que provocó todo este alboroto, mientras tanto ustedes regresan a casa y esperan a tener alguna noticia de la policía ¿Les ha quedado claro?

— No es justo —se quejó Liam desde su lugar— tantas suposiciones similares no pueden equivocarse ¿Qué pasará si realmente es él y le han hecho algo malo? Más personas acabarán como esa chica.

— Hablaremos de eso luego en casa de la señora McCall, mientras tanto yo voy, tengo varios asuntos pendientes que requieren de mi total asistencia —Malia resopló cuando Peter terminó de decir esto, y se volteó una vez que este comenzó a caminar de regreso a su auto.

Muy bien, tal parecía ser que los mayores no querían ayudarles si las cosas no eran a su forma, pero ya ella se encargaría de encontrar una vía para seguir buscándole por su cuenta.

Quizás había errado en no ponerse las pilas como habían hecho los demás desde un primer momento, y he ahí las consecuencias de que todavía se encontraban en las mismas, sin ningún avance. Quizás ya iba siendo hora de que fuera ella quien hiciera algo al respecto.

Lentamente, se fue acercando a la escena donde todo se desarrolló. Un charco de sangre había manchado la hierba de rojo y las señales de que allí estuvo un depredador asechando eran más que obvias. La tierra removida bajo la suela de sus botas, la cantidad de rasguños esparcidos por cada lugar al que dirigía su mirada, el terror que corría en el aire, el miedo, la desesperación... todo eso ella era capaz de notarlo bajo la sensibilidad de sus sentidos.

Los sucesos en ese sitio habían sido indudablemente desastrosos, y aún se cuestionaba cómo alguien podría haber terminado haciendo algo así.

Con la mirada curiosa paseándose de un extremo de la carretera a otro, sus amigos entre discusiones no se percataron de su ausencia hasta que se internó por completo en el bosque y el aire que se mezclaba con las copas de los árboles llegó a golpearle el rostro, trayendo consigo todos los olores que se habían quedado en medio de la noche.

Por un momento, creyó que en el segundo de inspirar todo lo que llegaría a sus fosas nasales eran los usuales aromas de las hojas, el suelo húmedo y los animales, pero había un olor muy distinto impregnado en el aire. Uno que ella reconocía, e incluso podría decirse que añoraba.

— ¿Scott?

Apenas y su olfato podía captarlo de forma dificultosa, pero estaba allí. En todos lados. Rodeándola. Llamándola. Haciéndola jadear debido a la sensación fatigante que provocaba que su corazón latiera tan frenéticamente.

Stiles había tenido razón todo el tiempo.

Él había regresado, y donde sea que estuviese en esos momentos, estaba suplicando por su ayuda.

Sus pies reaccionaron por sí solos, y en cuanto menos lo esperó, ya estaba corriendo lejos de allí. Dejando que los gritos que la llamaban por su nombre se quedaran tras su espalda.

Deaton podría quedarse esperando toda la vida en la clínica, pero ella no iría ese día a trabajar.

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La sección de Urgencias en el hospital se encontraba bastante cargada para ser solo de mañana. Los asientos en la sala de espera estaban todos ocupados, lo mismo con los familiares de los pacientes que con personas aguardando a que llegara su turno para ser atendidos.

En lugar de hacer lo mismo, Peter simplemente atravesó el pasillo como si se hubiera declarado dueño de todo el lugar, percibiendo el leve olor a alcohol y anestesia que desprendía cada habitación por la que pasaba.

Su mirada reparadora se concentró principalmente en buscar sobre cada rincón que le fuere posible, solo tratando de llegar a su objetivos sin necesidad de buscar ningún problema.

— Disculpe ¿Puedo hacerle una pregunta? —cuestionó en cuanto pudo detener a una de las enfermeras— estaba buscando a una paciente que llegó hace aproximadamente una hora. Su nombre es Laurel Jones.

Bien, por lo menos no se le había olvidado.

— ¿Es usted familiar?

— Primo segundo —mintió, pero solo eso sería suficiente para convencer a la exhausta mujer. Aprovecharse de las guardias de los paramédicos podía tener sus beneficios para personas como él— la policía llamó a mi piso y me avisaron que estaba aquí ¿Es que se encuentra grave?

— Jones, Jones... —murmuró la enfermera mientras se dedicaba a buscar en su lista de pacientes— Sí. La chica del ataque de esta mañana. Está en la habitación 16.

— Gracias.

Tenía que aceptar que, para haber sido la presa de un hombre lobo en su estado salvaje, no había acabado tan mal como se imaginó en un primer momento. Era cierto que no habían mentido cuando dijeron que sus heridas hirían sanando poco a poco, pero sí se equivocaron al referirse a ella como un trozo de carne que fue literalmente destrozado a rasguños.

La chica se encontraba estable en su cama, conectada a una máquina que iba mostrando sus signos vitales a medida que veía su pecho subir y bajar de acuerdo a la frecuencia de sus respiraciones. No iba a negarlo, también era bastante guapa, y a Peter noble importó escrutarle el rostro magullado y los brazos al descubierto en busca de aquello que había venido buscando.

Cuidadosamente la estudió de pies a cabeza, y sin ningún tipo de pudor, le destapó el hombro desnudo bajo la bata de hospital. En efecto, allí estaba.

— Pero qué tenemos aquí... —arqueó ligeramente una de sus cejas, con algo de curiosidad y preocupación a partes iguales.

La mordida que descubrió debajo de la gaza no era excesivamente profunda, pero el agujero de los colmillos sí podía llegar a impresionar. Sin embargo, eso no era precisamente lo que llamaba su atención, sino la posibilidad de lo que podría causarle.

Solo esperaba que Scott fuera mucho más certero que él en ese aspecto. Porque si no moría, esa chica iba a convertirse en un problema.

Las venas oscuras comenzaron a recorrerle el brazo cuando sus dedos hicieron contacto con la piel al descubierto, tratando de quitar su dolor lo más que pudo.

Sintiendo que un peso extenuante comenzaba a liberar su maltratado cuerpo, Laurel abrió los ojos de golpe, al mismo tiempo que un pitido sordo se escuchó de fondo. Como el reproductor de la traumática banda sonora en la que se transformaría su vida a partir de ese momento, cuando su mirada conectó con la del hombre delante suyo.

— Bienvenida de vuelta al mundo, querida —sonrió Peter— aunque este te sepa un poco más amargo ahora.




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