━━ chapter 29
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ᴡᴇ'ʀᴇ ᴄᴏᴍɪɴɢ ᴀғᴛᴇʀ ʏᴏᴜ
ɴᴏ ᴡʜᴇʀᴇ ᴛᴏ ʀᴜɴ
ᴡᴇ'ʀᴇ ᴄᴏᴍɪɴɢ ᴀғᴛᴇʀ ʏᴏᴜ
ᴛʜɪs ɪs ᴛʜᴇ ʜᴜɴᴛ
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«Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.»
No sabía que, después de tantas noches viendo películas con su mejor amigo en el instituto, las frases de Spiderman fueran a servirle de algo.
Desde que se convirtió en un verdadero alfa, el deber de proteger a todos comenzó a ser más que eso, una necesidad. La cual, si no lograba cumplir, algo dentro de él terminaría rompiéndose al sentir que fallaría en algo para lo que había sido elegido.
Sí, contaba con la ayuda de su equipo, pero incluso ellos eran una parte importante de su vida que debía cuidar más que a nada. Incluso más que a sí mismo. Cada uno traía algo que lo complementaba: el cariño de su mejor amigo, la sabiduría de Lydia, la compañía de Liam, los consejos de Laurel, la sonrisa de Malia, e incluso el mal humor de Derek Hale.
Ya no podía verse sin ninguna de esas cosas, así como meses atrás no podía entender que algo le faltaba hasta que se dió cuenta de que no tenía que buscar muy lejos para encontrarlo.
Ahora tenía algo o alguien por quien morir. Estaba allí para proteger su hogar. Por tanto, eso iba a hacer.
Sin embargo, cuando bajó las escaleras para ir hacia la puerta, dos figuras se interpusieron en su camino. Impidiéndole pasar.
- ¿Qué hacen vosotros dos aquí?
- No vamos a dejar que hagas esto solo, Scott. -dijo Liam.
- Somos tus betas, lucharemos contigo -le siguió Laurel, cruzándose de brazos con total autoridad, lo que hizo que su líder exhalara con pesar.
- El líder de los cazadores me advirtió que debía ir solo. De eso dependen las vidas de Lydia y Cassie. Pienso cumplir con ello al pie de la letra.
- ¿Y qué pasa si es una trampa? Solo vas a conseguir que te maten, y luego harán lo mismo con ellas.
Scott negó rotundamente, cerrando los ojos con fuerza y abriéndolos otra vez para mirarlos con la expresión más ruda que había puesto jamás.
- Chicos, en serio aprecio mucho lo que están intentando hacer. De verdad que sí. Pero esta es mi lucha, y no dejaré que nadie más muera por mí.
- Pues primero vas a tener que detenernos, porque no te dejaremos cruzar esa puerta -declaró la fémina, posicionándose en medio de su camino.
- Y a todos nosotros -de repente, ya no eran solo ellos. Malia salió detrás del umbral del salón, seguida de Peter y Derek.
Stiles apareció segundos después, con su pistola recargada en la cintura al igual que Argent, usando el chaleco que le había otorgado el FBI y un cinturón de seguridad.
- No solo eres nuestro alfa, Scott. También eres el ancla de toda la manada y nos rehusamos a dejarte ir sin pelear -espetó- somos mejores cuando estamos juntos ¿Recuerdas? Nos apoyamos y somos más fuertes debido a esto.
- O luchamos juntos, o ninguno -Derek escondió las manos en los bolsillos de su chaqueta, y tras decir esto, el alfa pudo notar cómo todos lo miraban atentamente.
Al igual que él, ellos no deseaban perder a uno de los pilares más esenciales de su equipo. Puede que como líder su tarea fuera encargarse de salvarlos las mayor parte del tiempo, pero ellos como manada también estaban dispuestos a luchar para mantener a su líder con vida.
Eso, increíblemente, fue como un fuerte impulso para él.
Para proponerse dejar su deber a un lado, y permitirse recibir la ayuda que necesitaba de su amigos... su manada.
- Hagámoslo.
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Bill Foster fue un científico no muy reconocido antes, pero sí muy respetado y cuya visión siempre era considerada por todos debido a que rara vez se equivocaba en sus suposiciones.
Cinco años atrás había tenido una casa en las afueras de LA, una familia estable conformada por su esposa y su hija, un trabajo fijo, y una vida de la nunca habría podido quejarse. Además, aquella obsesión que alguna vez sintió por desenmascarar a los Hale se había esfumado conforme el tiempo pasó.
Pero cuando Tamora Monroe inició una Revolución, este comenzó a ver en ello una gran oportunidad para cobrarse todo lo que los hombres lobo, y Peter Hale, le robaron en su adolescencia.
No era un odio injustificado, o por lo menos no para él.
Aquellas criaturas no tenían cabida en el mundo. Solo causaban mayores problemas para personas que, a diferencia de ellos, no contaban con ningún tipo de poder sobrenatural a la hora de enfrentarlos. Por eso, y por lo injusto que era Dios, él no dejaría que se siguieran propagando.
Pero primero tenía viejas cuentas que saldar en Beacon Hills, y a decir verdad, lo estaba disfrutando grandemente.
Mientras caminaba en círculos alrededor del salón de clases, su mente divagaba cuidadosamente en cada una de las facetas de su detallado plan, al mismo tiempo que intercambiaban uno que otro comentario con sus hombres.
Lydia lo observaba desde su lugar, con la mano de Cassie sujeta a la suya por la parte trasera de las sillas en las que se encontraban atadas. La rubia no había parado de sollozar desde el día anterior, y ella, estaba demasiado exhausta e incómoda en aquella posición como para pensar en alguna vía de escape.
- Les contaré una historia sobre algo que me sucedió una vez en la secundaria... -comenzó a decir el mayor, arrastrando una silla para sentarse delante de ellas- Yo era un chico normalito, de unos 1.65, me gustaba el baloncesto, pero mi pasión siempre fue la ciencia. La forma en la que dos sustancias simples pueden ocasionar una combustión completa era la cosa más impresionante que podía ver. Lástima que a muchos no les pareciese de esa forma. Sabrían que hay miles de maneras para matar mejor a un animal usando productos químicos que valiéndose de balas. Aunque, cuando juntas los dos, allí sí has pensado brillantemente.
Diciendo esto, alcanzó una muestra que había encima de una mesa y la puso en el regazo de Lydia. Ella tragó grueso, dirigiendo su vista hacia abajo y luego a él de nuevo.
- El acónito y el muérdago han sido mis favoritos desde que descubrí la clase de daño que pueden hacerle a un hombre lobo -prosiguió- una sola gota los vuelve igual de vulnerables que el ser humano, en cambio, si hablamos de una cantidad un poco más grande podría incluso llegar a matarlos. Ese fue el error que cometí con tu alfa. Disfruté tanto de las torturas que no me dí cuenta de cuál era mi verdadero objetivo.
De pronto, uno de los cazadores se detuvo delante del umbral de la puerta, acompañado de una chica rubia que al igual que él, sostenía una ballesta.
- Ya están aquí -anunció, haciendo que el de apellido Foster asintiera en respuesta y se dirigiera seguidamente a su equipo.
-Vigilen todos los salones, no dejen que escapen -advirtió- yo me encargaré de McCall.
Después de acceder a esto, algunos de los tiradores comenzaron a salir, dejando a una pequeña cantidad de dos o tres hombres dentro del salón.
- Cuando quieras. Estoy lista, papá -Payton se dirigió él, con su expresión afilada y determinante.
Sin embargo, Bill negó y puso ambas manos en sus hombros.
- No, cariño. Tu vas a quedarte y te vas a encargar de vigilar a las chicas ¿Está bien?
- Pero yo quería participar en la caza. Dijiste que podía hacerlo.
- Es demasiado peligroso para ti. Quizás más adelante, cuando estés lista...
- Dices eso todas las veces que sucede algo parecido.
Ante su entrecejo arrugado, el padre depositó un rápido beso en la frente pálida de su hija. Orgulloso.
- Solo trato de protegerte, cariño. Prometo que cuando mejore tu entrenamiento tendrás la oportunidad de matar a uno de esos monstruos tu misma.
Payton suspiró con fastidio. Su expresión era contrariada, pero resignada a cumplir con la orden de su padre, no porque fuera la persona a la que siempre había obedecido, sino como líder de los cazadores de los que ella formaba parte.
Cuando Bill se marchó, la chica se volteó hacia las dos cautivas, escrutándolas de arriba a abajo con recelo.
- Cúbranle la boca a la banshee, no quiero un solo grito dentro de este edificio -ordenó.
- Maldita perra... -murmuró la mencionada, provocando que Cassie le apretara la mano a modo de advertencia.
- Lydia, no digas nada.
¿Pero qué más podría decir? Si segundos después ya le estaban amordazando la boca.
- Solo hace falta que papá no demore mucho -suspiró la menor de los Foster, tomando asiento y cruzándose de piernas delante suyo solo para mostrar el pequeño tatuaje que tenía en el tobillo: Una flor se Liz- sería una lástima que vuestro amigo no pudiera verlas antes de morir.
Mientras tanto, el jeep de Stilinski aparcó delante del edificio, y por él salieron los tres. Scott, Stiles y Derek, echándole una rápida mirada al paisaje que los rodeaba a la vez que iban preparándose mentalmente para entrar.
- ¿Listos? -cuestionó el alfa, recibiendo un asentimiento en conjunto por parte de los dos.
- Vamos detrás de tí.
A medida que iban caminando por los pasillos del instituto, Scott alcanzaba a escuchar el latido frenético de los corazones que se encontraban dentro al igual que ellos. Muy a pesar de que todo estuviera prácticamente vacío delante de sus ojos.
Stiles había sacado su pistola, e iba apuntando cuidadosamente hacia todos lados, como si esperara ser sorprendido en cualquier momento.
Derek, en cambio, arrugó su nariz cuando un aroma distintivo comenzó a pasearse por los alrededores. Acto seguido, sujetó a Scott por un brazo y ambos vieron la figura de un hombre aparecer de la nada.
- Creí haber sido bastante claro cuando dije que te quería solo.
Bill Foster tenía las manos detrás, en su espalda, luego las dejó caer flácidas a ambos lados del cuerpo. Estaba completamente desarmado, pero a su lado, habían varios cazadores vistiendo de negro, listos para disparar si alguno de ellos daba un solo movimiento en falso.
- Iba a ser así, luego me dí cuenta de que no estaba dispuesto a dejarte ganar tan fácilmente -respondió el alfa- afortunadamente para mí, tengo un equipo que me hizo sentar cabeza justo a tiempo.
- La influencia de la amistad -exclamó con falsa aflicción- tan sobrevalorada. Yo era como tú ¿Sabías? Y me traicionaron. Supongo que desde entonces aprendí a ser menos sentimental y más realista.
- ¿Está claro de que puede ir a la cárcel por esto? -habló Stiles desde su lugar- por todo lo que usted y su grupo hicieron a todas esas personas.
- No eran personas. Eran bestias. Abominaciones de la naturaleza que el diablo crea para hacer este mundo más anormal.
- Eso no te da el derecho de quitarles la vida -intervino Derek.
- Así como se mata a un cerdo para comer de su carne, no creo que esté haciendo nada malo, salvo un favor a los hombres. Criaturas como vosotros solo tienen un lugar, y ese es dentro de una jaula, o en el mejor de los casos, bajo tierra. Así que solo lo repetiré una vez más McCall, si le pides a tus amigos que se marchen voy a ser considerado por esta vez y los dejaré ir. Puede que incluso a las chicas, pero no puedo ser todo bueno y todo misericordioso como dice la biblia. Entrégate y acabemos con esto de una vez.
Scott no titubeó, y tampoco se dejó amedrentar por su largo discurso.
Conocía la clase de daño que personas como él podían hacerle a los de su especie, había visto las fotos y los archivos del caso. El Movimiento de la Flor de Liz no era un ejército de cazadores como lo fueron los Argent y la revolución de Monroe. Ellos eran mucho más ingeniosos y crudos en todos los sentidos, por tanto, era necesario acabar con ellos de una vez por todas.
- Perdón por arruinar tu plan inicial Bill, pero creo que para eso vas a tener que cazarnos -resaltó, agregando después- ...si es que puedes.
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