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━━ chapter 27

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ᴏʜ, ᴡᴏɴ'ᴛ ʏᴏᴜ sᴛᴀʏ ᴡɪᴛʜ ᴍᴇ?
ᴄᴀᴜsᴇ ʏᴏᴜ'ʀᴇ ᴀʟʟ ɪ ɴᴇᴇᴅ
ᴛʜɪs ᴀɪɴ'ᴛ ʟᴏᴠᴇ ɪᴛ's ᴄʟᴇᴀʀ ᴛᴏ sᴇᴇ
ʙᴜᴛ ᴅᴀʀʟɪɴɢ, sᴛᴀʏ ᴡɪᴛʜ ᴍᴇ

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- ¿Saben qué estaba pensando? Podríamos ir a ese club nocturno del que tanto habla Malia, solo nosotras.

Cassie, Lydia y Laurel caminaron por el aparcamiento del centro comercial mientras estas dos últimas escuchaban con total atención todo lo que la primera tenía para decirles. De vez en cuando dedicándose una que otra sonrisa cómplice.

La rubia no se había callado desde que salieron de la tienda de ropa, pues estaba tan emocionada por el hecho de conocer más de aquel pueblucho donde había nacido su novio, que ni siquiera se dió cuenta de que habían llegado al auto y ella aún no paraba de resaltar lo contenta que la tenía el haber salido con ellas de compras.

- ¿Sabes una cosa? Creo que ir al club suena genial. Así vas poder estrenar ese vestido nuevo, y la falda roja -agregó la banshee, sintiendo que su cabeza retumbaba como un tambor.

- Nunca me he emborrachado en mi vida, y quiero hacerlo.

Vaya que aquel ser era todo inocencia. Le sorprendía grandemente que fuera novia de Derek y no de Scott. Cual de los dos podía llegar a ser más tierno.

En lo que Laurel se encargaba de poner las bolsas en el maletero, una rara sensación le recorrió toda la columna vertebral hasta helarle los huesos, haciéndola estremecer.

Ignoró la charla de las otras dos, y se giró sobre sus propios talones para echar un vistazo a su alrededor con el objetivo de divisar si alguien la estaba observando de lejos.

Le extrañó que su piel continuara erizada después de darse cuenta de que no había nadie. Aquel sexto sentido nunca parecía fallarle, y mucho menos después de haberse convertido en una criatura sobrenatural.

- Chicas -las llamó, sin dejar de caminar lentamente dando marcha atrás.

- ¿Laurel qué ocurre?

No lo sabía, y tampoco estaba muy segura de que quisiera averiguarlo.

Cuando se volteó para responderle a Lydia, un súbito latigazo que le atravesó la pierna la hizo caer de rodillas sobre el asfalto, gritando por el dolor que el impacto causó.

En menos tiempo del que pudo contar, dos hombres encapuchados agarraron a sus amigas por los brazos, cubriéndoles la boca con una mano para que no pudieran gritar. A Cassie le dió algo de tiempo para soltar un chillido antes de que la arrastraran como si fuera una muñeca de trapo hacia la camioneta más cercana. Mientras tanto, la de apellido Martin, se retorcía y pataleaba para liberarse.

- ¡Lydia! -Laurel intentó levantarse para llegar hasta ellas, pero alguien golpeó su espalda desde atrás con tal fuerza que volvió a tirarla de cara al suelo.

Sus ojos se encendieron en un color iridiscente amarillo, y rugió con fuerza ante su atacante. Acto seguido, lo empujó contra el coche una y otra vez, hasta hacerlo perder el conocimiento.

La herida en su muslo no sanaría hasta que pudiera quitarse la bala, por tanto, no le quedó de otra que ir cojeando lo más rápido que pudo hasta la furgoneta donde ya habían encerrado a la humana, y estaban en esperas de poder hacer lo mismo con la banshee. Pero ella no se los permitió.

Arañó con sus garras la espalda de uno de los captores, quitándolo de su camino.

No podía detenerse a contar cuántos de ellos habían, pero estaba dispuesta a luchar con todos con tal de sacarlas vivas de allí. Entonces, otro dolor incluso más fuerte le apuñaló la cintura, y ahí sí que no pudo continuar en pie por mucho más tiempo.

El cazador sonrió con sorna cuando la vio caer, guardando su daga ensangrentada dentro de uno de los bolsillos de su chaleco.

- Es hora -dijo.

- ¿Qué hay de la otra chica? -señaló el conductor, haciendo que su líder volviera a mirar a la castaña que respiraba frenéticamente en el duro suelo.

- Déjala. No vivirá mucho tiempo.

Laurel elevó poco a poco su rostro, sintiendo una tremenda impotencia cuando oyó los gritos de Cassie llamarla desde el interior del vehículo, y ella no pudo hacer nada más que escuchar el motor y el sonido de las ruedas alejarse a toda velocidad.

Solo se quedó allí, esperando a que el dolor de su cintura parara y ella pudiera irse arrastrando para pedir ayuda, antes de que la bala en su muslo la hiciera desangrarse por completo.

Apenas pudo moverse unos centímetros cuando dejó que su cabeza diera contra el asfalto del aparcamiento, completamente vencida. Sin darse cuenta de que su móvil había caído a pocos metros de donde estaba, y este vibraba insistentemente con el nombre de Liam Dunbar iluminando la pantalla.

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Mientras tanto, del otro lado del pueblo en la residencia de los Stilinski. Stiles se encontraba recogiendo varias de sus pertenencias en su antigua habitación cuando su teléfono sonó con la llamada de un número desconocido.

- ¿Diga?

- ¿Stiles Stilinski?

Automáticamente, su rostro adoptó una expresión de total inseguridad ante los ecos de la voz seductora que se repetía en su cabeza. No reconocía a la mujer, y tampoco estaba seguro de que esta se hubiera equivocado a la hora de marcar su número.

- ¿Quién habla? -interrogó, recibiendo una risita corta desde el otro lado de la línea.

- Me presento, soy Payton Foster. De seguro ya ustedes deben haber oído mucho sobre mi padre y su trabajo.

Ella había soltado tal revelación como si fuese algo tan simple como la sonrisa de un profesor a la hora de reprobarte un exámen. Casi que podía imaginarla sonriendo a la vez que disfrutaba de su abrupto silencio, en espera de cualquier palabra.

El de lunares tragó grueso, preguntándose por qué lo habían localizado precisamente a él.

- ¿Qué es lo que quieren?

- Dejarle un mensaje a Scott McCall -dijo- mañana en la noche deberá entregarse voluntariamente a nosotros, sin trampas ni rodeos.

- Él nunca aceptará hacer tal cosa.

- Oh, pero lo hará por salvar a los miembros de su manada -agregó sin vacilaciones- Tenemos a la banshee y a la mujer lobo.

Su mano libre, que antes había estado suelta a un lado de su cuerpo, se encogió con fuerza hasta volverse un puño, al tiempo que loa rasgos de su rostro se tornaron más afilados y más fúricos.

- Si se atreven a ponerles un solo dedo encima...

- Tranquilo, amigo. Sabemos cumplir con un trato a la perfección -lo interrumpió- Queremos al verdadero alfa a cambio de sus dos amigas. De lo contrario pueden irse despediendo de ellas.

- ¿Y cómo sé que no me están mintiendo?

- Tendrán que descubrirlo vosotros mismos. Hasta entonces, esperen por nuestra próxima llamada.

- Espera no... ¡Demonios!

Stiles lanzó el teléfono contra el armario, pateó la cama, y golpeó las paredes hasta que todo el coraje que tenía estancado en el pecho logró disiparse al compás de cada respiración.

No podía perder el control. No cuando Lydia lo necesitaba.

Dando vueltas dentro de aquellas cuatro paredes, se dijo que tendría que haberla escuchado cuando contaba con tiempo suficiente para retractarse. Y sin embargo, había sido tan necio de seguir con sus deseos de justicia que no se percató de que estaba perdiendo la parte más importante de su presente.

Y ahora El Movimiento las tenía a las dos ¿Qué más podía hacer sino acatar sus órdenes? Pero no solo, no. Necesitaba a sus amigos para eso, y sobretodo, necesitaba que Scott estuviera enterado.

Porque en esos momentos donde él no se encontraba ni remotamente estable, su mejor amigo siempre sabía qué hacer.

●●●


Malia guardó una muda de ropa en la mochila, y luego otra, y otra, hasta que no quedó nada suyo dentro del pequeño gavetero.

Quería marcharse lo antes posible. Antes de que Scott pudiera atravesar la puerta de aquella casa o antes de tener que enfrentarse a cualquier otra persona que le cuestionara su abrupta decisión.

Planeaba irse sin decir nada, o por lo menos, no a todos los miembros de la manada. Quizás le hiciera una llamada a Melissa o Lydia, aún no lo tenía muy claro. Solo sabía que con cada acción que llevaba a cabo, su pecho le quemaba y sus ganas de echarse a llorar parecían sobrepasarla.

Pero no se detuvo.

Solo hasta que sintió que alguien cerraba la puerta de su habitación con seguro, y al girarse sobresaltada, se encontró a Scott mirándola desde el umbral.

- ¿Qué estás haciendo aquí? -cuestinó, notando como él parecía igual de nervioso que ella.

- Escuché que te ibas de Beacon Hills y lo primero que hice fue venir hasta aquí para detenerte.

Malia frunció el entrecejo, en parte confundida y en parte furiosa.

- Bueno, no creo que eso vaya a funcionar ahora.

- Aún no es demasiado tarde.

- Lo es, sí -lo interrumpió- así que por favor, voy a tener que pedirte que me dejes.

Pero en lugar de hacer caso a sus palabras, Scott no se movió. Todo lo contrario, dió un paso hacia delante, con su expresión noble y arrepentida causando serios estragos en ella.

- Estás mintiendo -le susurró- si dijeras la verdad tu corazón no estaría latiendo con tanta fuerza.

- Scott, vete.

- No me voy a ningún lado, Lia.

La mujer coyote tuvo que hacer uso de toda su fortaleza interna para no ir hacia donde estaba y comenzar a golpearlo como toda una desquiciada, porque realmente la tenía exasperada. Cansada de intentar descifrarlo y que él solo la confundiera con su indecisión.

Estaba harta de eso.

- Siempre tienes que hacer todo más difícil, idiota -masculló, sus ojos cristalizados por la rabia- ¿Por qué haces esto? ¿Por qué si quiero avanzar tú solo haces que sea más complicado para mí olvidarte?

- Estaba equivocado ¿Vale? Muy equivocado -aceptó- No debí tratarte de aquella forma sin antes escucharte. Porque, solo cuando me detuve a pensar cómo debió ser todo para ti, fue que me dí cuenta de lo imbécil que había sido... Y lo siento tanto por eso.

No estaba mintiendo. Podía verlo en sus ojos, afligidos y desesperados. Le estaba suplicando que le diera una oportunidad, solo una para demostrar lo mucho que se arrepentía.

- Una de las cosas que dije esa noche si era verdad. No puedo dejar ir a la chica que quiero...

Con aquella confesión, Malia pudo jurar que se había quedado sin aliento.

- Cuando Allison y yo rompimos solía perder el control en repetidas ocasiones. Me sentía completamente fuera de mí, creyendo que no volvería a sentir por nadie lo que llegué a sentir por ella... pero entonces mi madre me dijo que algún día me enamoraría otra vez, y sería tan increíble y quizás tan doloroso como la primera. Ahora lo sé -de repente, ambos estaban muy cerca, y él pudo tomar sus manos con absoluta devoción para llevárselas al pecho- No sé cómo llegué a enamorarme de ti antes. Como tampoco tengo idea de por qué sucedió y precisamente con la ex novia de mi mejor amigo... pero lo has hecho otra vez. Me has hecho caer por tí de nuevo, y sentirme aún más vivo que nunca antes en mi vida.

Su corazón latía frenéticamente contra su pecho, y ella podía sentirlo en la palma de su mano, haciéndola temblar de pies a cabeza mientras se miraban intensamente a los ojos.

- Te amo, Malia Tate. Y si te marchas... -dijo en un hilo de voz- si te marchas vas a matarme. Por favor, quédate conmigo.

Scott sentía la inmensa necesidad de hacerla entender, ya fuera con palabras o con acciones, lo mucho que la deseaba en esos momentos, y que ese sentimiento no iba a cambiar por mas que intentara evadirlo. Que la quería con él, ahí, ahora, y todos los días.

Y estaba seguro que el sentimiento era mutuo.

Por eso, cuando se agachó para besarla, no se sorprendió de no recibir ninguna protesta por su parte. En cambio, ella le correspondió con la misma pasión, elevando las manos para acariciar sus mejillas y apegarlo más de lo que era humanamente posible.

Sus labios se movieron en sintonía. Suaves, pero demandantes. Como si no pudieran tener suficiente el uno del otro. Abrazándose, buscándose y reconociéndose como si fuera la primera vez.

Porque ciertamente a eso les sabía.

Cuando se separaron, las respiraciones de ambos eran erráticas. Malia gimió por lo bajo contra su boca, y ese sonido le pareció tan tremendamente sexy al alfa, que cuando la escuchó hablar, sus palabras tuvieron el mismo efecto que un bálsamo.

- Me quedaré.

Más tarde esa noche, cuando los dos yacían enredados entre las sábanas, piel con piel, aferrados el uno al otro sin intenciones de separarse nunca más. Scott solo pudo dedicarse a observarla dormir a la vez que tocaba la piel de su espalda con la punta de sus dedos.

Los días sin ella habían sido una completa tortura, y recién podía darse cuenta de cuánto la había echado de menos solo con percibir el alivio que era volver a abrazarla.

Sonaba loco, pero ahora no dejaría que nada arruinara eso que tenían. Así como estaba seguro de que Malia sería capaz de patearle el trasero a cualquiera que lo intentara. Porque ella era así, tan increíble como letal, y esas eran de las cualidades que más amaba de su persona.

Ambos se removieron de la cama cuando escucharon que alguien llamaba insistentemente a la puerta, compartiendo una mirada antes de vestirse e ir hacia el piso de abajo a la carrera.

El apellidado McCall se quedó estupefacto al encontrar a Stiles esperando afuera bajo la lluvia, luciendo desesperado.

- Ellos tienen a Laurel y Lydia.











💙💙💙

Espero que les halla gustado el capítulo. Próximamente estaré actualizando mi historia Hybrid, así que estén atentos.

Debbie

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