━━ chapter 22
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ᴄᴀᴜsᴇ ᴡʜᴇɴ ʏᴏᴜ ᴜɴғᴏʟᴅ ᴍᴇ
ᴀɴᴅ ᴛᴇʟʟ ᴍᴇ ʏᴏᴜ ʟᴏᴠᴇ ᴍᴇ
ᴀɴᴅ ʟᴏᴏᴋ ɪɴ ᴍʏ ᴇʏᴇs
ʏᴏᴜ ᴀʀᴇ ᴘᴇʀғᴇᴄᴛɪᴏɴ,
ᴍʏ ᴏɴʟʏ ᴅɪʀᴇᴄᴛɪᴏɴ
ɪᴛ's ғɪʀᴇ ᴏɴ ғɪʀᴇ
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- ¿Qué me quieres decir con que no estoy incluído en la búsqueda? -preguntó el alfa con voz recia hacia su mejor amigo, quien solamente lo miraba con los brazos puestos en jarras- Y no te atrevas a excusarte con que es algo del FBI, porque si incluye a Argent esto va más allá de lo que tus superiores pueden permitir.
El de apellido Stilinski resopló, claramente molesto y ya bastante fastidiado por su insistencia.
El Movimiento de la Flor de Liz estaba cerca, no hacía más de un día después del primero de enero que habían vuelto a cometer otra matanza, y esta vez, el FBI había pedido ayuda exclusivamente al único Argent experimentado de la zona.
Estaban seguros que esa sería la vez definitiva para llevar a cabo la captura de su líder, por eso y por miles de razones más, Stiles se negaba a que el verdadero alfa formara parte de una misión tan peligrosa. Ya tenía bastantes problemas en su vida como para tener que incluir una discusión más con Scott.
- Ya te dije que es algo solo para las autoridades, no puedes ir y punto. Casi te matan la última vez.
- Porque estaba solo. -se justificó como si no fuera obvio aquel hecho- No puedes hacer comparaciones. Tengo derecho a ver la cara de la persona que me hizo todo esto.
- Tu solo tienes derecho a cerrar la boca y ser realista por una vez en tu tozuda vida, McCall. Los asuntos de esta gravedad no incumben a un estudiante universitario de medicina veterinaria
- ¡Estamos hablando de cazadores! -espetó- Cazadores de hombres lobo. Por supuesto que me incumbe. Quieras o no, también soy parte de esta misión.
A esas alturas, el cerebro humano de Stiles estaba a punto de colapsar como un explosivo.
- ¡He dicho que no y ya está bien! ¡No voy a perderte de nuevo, joder! -gritó- No otra vez.
Se negaba rotundamente a tener que pasar por lo mismo que hacía unos meses. Como mismo se negaba a que personas como Melissa, Malia o Liam tuvieran que sufrir otra vez mientras él se quedaba a un lado, viéndolos sin poder hacer nada más.
Sí, Scott podría ser el alfa de la manada, pero él era su mejor amigo y era su deber mantenerlo a salvo para que cumpliera con su juramento de permanecer a su lado siempre.
Y esa noche ninguno de los dos se encontraba de humor para seguir peleando.
Él no esperaba que su amigo entrara en razón, como mismo Scott dudaba de que Stiles fuera a cambiar de opinión. Pero eso no hacía que se sintiera menos furioso.
¡Estaba en perfectas condiciones! ¿Por qué no podían verlo?
Ambos se quedaron en completo silencio en medio del pequeño salón del departamento. Sin ánimos de continuar, pero tampoco resignados a darse por vencidos.
Hasta que Stiles emitió un profundo suspiro, y le dijo:
- Ve a casa, Scott. Piensa con calma, y enumera todas las razones por las cuales no deberías sacrificar tu vida todo el tiempo. Vas a encontrar que son muchas, y cuando te des cuenta de ello, me agradecerás por habértelo recordado.
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Mientras esperaba sentada en la mesa de su comedor, Laurel comenzaba a preguntarse qué estaría haciendo Lydia después de casi ocho horas encerrada en la habitación.
Desde que se apareció sorpresivamente con una maleta en el portón de su casa, había pasado casi todo el día inmersa en su propia burbuja. Presentía que sufriendo en silencio, o llorando donde nadie podía escucharla. Al fin y al cabo, una ruptura traía todo esto y mucho más.
Y siendo sincera consigo misma, lo hubiera esperado de cualquiera menos de ella y Stiles.
- Buenas noches -la castaña levantó la mirada ante el sonido de la voz perteneciente a la banshee, quien aún enfundada en su bata de dormir, lucía más demacrada que nunca antes en su vida.
- Hey -la saludó en respuesta- ¿Te encuentras bien?
Era obvio que no, sus ojos rojos de tanto llorar y las bolsas debajo de estos lo decían todo.
- Ni un poco -respondió en un hilo de voz- es increíble. Había olvidado lo desastroso que era salir de una relación.
Laurel no supo si preguntar o asentir ante sus palabras:
- ¿Por qué decidiste dejarlo? Se veían tan felices en fin de año.
- Es Stiles, y su trabajo es su vida. Pero la obsesión por atrapar a los cazadores se ha vuelto más grande que nada -Lydia tomó asiento a su lado, moviendo los dedos nerviosamente sobre la superficie de la mesa.
- Estoy segura de que debe sentirse arrepentido.
- Da igual. No voy a volver. Él escogió, y claramente no fue a mí.
Era notable lo mal que lo estaba pasando, y no quería regresar a la casa de su madre porque solo empeoraría las cosas. La señora Martin tenía un nuevo pretendiente y no quería arruinar esto con sus jodidos problemas.
Poco a poco, sintió cómo los brazos de su amiga la rodeaban por los hombros para estrecharla cariñosamente contra sí, y la rubia fresa no tardó en corresponder con la misma fuerza. Realmente necesitaba ese apoyo, y más después de todo lo vivido en los últimos días.
Era bueno saber que no estaba sola.
Cuando ambas se separaron, Lydia no se impresionó de ver a Peter entrando por la puerta del salón. Iba muy bien arreglado, como siempre, y el olor de la colonia que invadió sus fosas nasales sin dudas se debía a que había estado tiempo preparándose para venir a por la chica que no dejaba de sonreír a su lado.
- Hey -dijo, apoyando una mano en el hombro de Laurel, la cual ella besó con cariño- Vine a llevarte a cenar ¿Cómo estás Lydia?
- ¿No me estás viendo? -respondió esta como si no fuera más que obvio.
Estaba enterada de su cita esa noche, y por más que la castaña insistió en cancelarla, ella no se lo permitió.
No era justo que otros detuvieran su vida por ayudarla a ella a afrontar los conflictos de la suya.
- Llámame si necesitas algo ¿Vale? -le dejó dicho Laurel, y ella solo asintió con una pequeña sonrisa, viéndolos abandonar la casa para dejarla en medio de su soledad.
Ellos lucían tan bien juntos, que por un instante se sintió realmente celosa.
¿Por qué simplemente el dolor no podía desaparecer y ya? Casi que podía entender a Malia en los últimos meses, el impacto de una pérdida amorosa era realmente demoledor.
Y por un instante, se preguntó si acaso Stiles se estaba sintiendo tan miserable como ella en esos momentos.
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Estaba claro que debía avisarle a Melissa que hiciera la compra ese fin de semana después de que sus guardias terminaran, porque aquel frigorífico estaba vacío de arriba a abajo.
Usualmente, cuando se encontraba sola la ansiedad la atacaba, y tenía que ir rápidamente a por algo que comer. Pero tras revisar, se dió cuenta de que su apetito se había esfumado tan rápido como había llegado. Además, ya estaba cansada de esperar a que Scott regresara de casa de Stiles, así que apagó la tele y subió las escaleras hacia su habitación.
Solo que en lugar de atravesar su puerta, terminó posicionándose en el umbral que daba al dormitorio de su líder, y se mantuvo observando el interior por unos segundos.
Todo olía a él, a su jabón y su ridícula colonia para después de afeitarse. No era como si ella pudiera deshacerse de ese aroma tan fácilmente cuando lo seguía extrañando, pero cada vez que entraba allí dentro, se sentía menos sola.
Las yemas de sus dedos acariciaron las sábanas cuando se sentó en el borde de la cama y encontró la camiseta del equipo de lacrosse tirada a un lado ¿Acaso Scott pensaba deshacerse de ella?
Sus ojos delinearon el número once encima de la tela antes de ponérsela y deslizarla hasta abajo, impregnándose con el calor de esta para imaginar que no estaba allí, sino seis años atrás. Y con eso en mente, se recostó sobre las almohadas para sentir como aquellas paredes le iban transmitiendo la paz que necesitaba.
Poco tiempo después, Scott llegó y la encontró dormida en su cama.
Ella era una imagen bonita de mirar, e inclusive demasiado sexy, hecho que probó cuando se fue acercando y notó la mata de pelo castaño esparcida sobre la almohada al igual que si fuera un halo. Sin poder evitar que algo dentro de sí comenzara a sentirse atraído por ella como un imán.
Suavemente, apartó el cabello que se le había quedado pegado a las mejillas, trazando un camino con sus dedos que fue desde la curvatura de su hombro hasta el comienzo de su cintura, donde más abajo sus piernas desnudas se crisparon por el frío.
¿Cómo no se había dado cuenta antes de lo tremendamente guapa que era? Con todo y su personalidad directa, intrépida y leal. Cualquier chico en el mundo se sentiría afortunado de tenerla entre sus brazos, así como él ansiaba en esos momentos, y ni siquiera entendía cómo su admiración había pasado a convertirse en ese incontrolable y animalístico deseo de tenerla solo para él.
- ¿Scott? -murmuró la castaña, provocando que este se apartara solo un poco para verla despertar.
Cuando Malia abrió los ojos, se dió cuenta de que él la estaba mirando de forma directa. No sonreía y tampoco fruncía el ceño. Mostrando una confusión que nunca antes había visto en el alfa, incluso en las circunstancias más espantosas, y ella podría atribuirse el mérito de haber sido quien pusiera esa expresión en su rostro.
No estaba segura de cuánto tiempo le tomó, o cuánto tiempo estuvo tirada en la cama tan solo observándolo encima de ella, pero después de un rato de disfrutar de la forma en que sus ojos vagaban salvajemente por sus rasgos, comenzó a idear formas de terminar con la incomodidad que seguramente seguiría si Scott no decía nada.
Él, en cambio, estaba aturdido cuando sus ojos conectaron en medio de la oscuridad. Agitado. Sin dejar de pensar en posibilidades. Pensar en lo que significaría estar con ella, no solo como una amiga, sino como su mujer.
No estaba seguro de qué hacer con lo que sentía y apenas pensaba que era el momento adecuado para pensar en ello y, sin embargo, no podía dejar de hacerlo.
Sus ojos se oscurecieron lentamente, y sin previo aviso, se inclinó para besarla suave y tiernamente.
El latido de su corazón se aceleró al percibir el calor de su boca debajo de la suya, y su mano se deslizó debajo de la blusa para tocarle la piel desnuda de la espalda, acercándola incluso más en lo que ella pasaba sus brazos alrededor de su cuello para tirar de él hacia abajo.
De alguna manera, se empujaron el uno al otro en el siguiente beso.
Scott rodeó su cintura con un brazo, levantándola y posicionándola a horcajadas sobre él para que sus cuerpos se presionaran. Inclinó su rostro en un mejor ángulo, mordisqueando su labio inferior para que le permitiera entrar a su boca.
Ambos gimieron, aferrándose con fuerza al otro.
Ella no perdió tiempo en quitarle la camisa de un solo tirón, casi con la misma desesperación con la que él se deshizo de su ropa, desnudándose pieza a pieza, con una lentitud casi tortuosa, paseando sus manos por toda la piel al descubierto y sin separar sus labios ni un solo segundo.
Fue en ese instante en el que Scott notó lo bien que sus cuerpos se fusionaban... y lo tremendamente sensual que era Malia.
Cada gemido, cada susurro, amenazaba con llevarlo a la cima.
Estuvo a punto de sufrir un ataque cuando sintió que ella separaba las piernas y las envolvía en su cintura, haciéndolo temblar de anticipación a la vez que ambos parecían devorarse el alma con solo besos y caricias. No pudiendo evitar gruñir por lo bajo cuando sus besos se volvieron más apasionados, más firmes, y ambos acabaron tumbados uno encima del otro sobre las sábanas.
Malia apretó las caderas contra él, emborrachándolo con el calor de su piel contra la suya, el latido enloquecido de su corazón y la respiración pesada de su amante.
Scott sintió los dedos de la mujer coyote enredándose entre las ebras de su cabello, al tiempo que sus manos se movían por toda su espalda y lo acercaba aún más, arañándolo allí donde sus garras se encajaban, al igual que si quisiera marcarlo y dejar en claro que le pertenecía por entero.
Ella gimió suavemente cuando sintió su dureza entre sus piernas y pudo oler su excitación a través de las brumas del placer que le atribuía el tenerlo de esa forma otra vez. Por eso, algo dentro de su cuerpo estalló en una avalancha de emociones cuando lo sintió abrirse paso en su interior de una manera que su lado animal encontró demasiado placentera.
Por su boca escapó un leve jadeo cuando él atacó su cuello, provocando que echara su cabeza hacia atrás con los labios entreabiertos mientras se movían juntos, llenando cada espacio de aquella habitación con sus gemidos. Cual de los dos más ansioso. Ahogados en las sensaciones de fuego y placer inacabable.
Pero cuando ella le susurró al oído aquellas dos palabras en medio de su estrecho abrazo, fue como si algún tipo de déja vu lo invadiera de pronto.
A regañadientes, el alfa tiró de su pelo y la miró, sus mejillas estaban enrojecidas y sus labios hinchados por los besos. Los ojos le brillaban intensamente en azul, con una pasión que él nunca había visto en los ojos de nadie más; y eso lo dejó sin aliento.
Ella era realmente hermosa, y era suya. Completamente suya.
Bueno ¿No está tan mal, eh? Fue por impulso pero salió bonito.
Scott está confuso y ella lo extraña. Es normal que esto pasara ¡Y nadie me quita eso de la mente! Scalia es un shipp superior 🤧
Bueno, este ha sido el último cap del Acto II. Ya solo nos quedan diez más para culminar esta historia, y créanme que me va a ser difícil despegarme porque le tengo mucho cariño 💙✨ y a ustedes. Pero mirando el lado positivo, todavía me queda por desarrollar Hybrid, que quien no haya pasado a leerla es bienvenido de ir y darle su amor a nuestro pequeño Adam McCall.
Besitos y abrazos para todos,
Debbie.
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