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━━ chapter 19

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ʙᴜᴛ ᴛʜᴇʀᴇ's ɴᴏᴛʜɪɴɢ
ᴛᴏ ʙᴇ ᴀғʀᴀɪᴅ ᴏғ
ᴇᴠᴇɴ ᴡʜᴇɴ
ᴛʜᴇ ɴɪɢʜᴛ ᴄʜᴀɴɢᴇs
ɪᴛ ᴡɪʟʟ ɴᴇᴠᴇʀ ᴄʜᴀɴɢᴇ
ᴍᴇ ᴀɴᴅ ʏᴏᴜ

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En la mañana del veinticuatro de diciembre, Beacon Hills se encontraba en completa calma. Algo raro, pero no imposible. Las personas terminaban de adornar las viviendas con luces o adornos navideños, aquellos que no habían podido colocar en días anteriores.

Mientras tanto, en la casa de los McCall, Malia Tate terminaba de revisar algunas de las citas programadas para Deaton después de las fiestas.

El silencio reinaba debido a que Melissa se había marchado hacía horas para el hospital, y al encontrarse los demás inquilinos dormidos, aprovechó ese momento para culminar su trabajo y guardar los papeles dentro de una carpeta.

- Hey -escuchó que alguien decía, y sonrió al ver que se trataba de Scott- Ayer no viniste a cenar. Mamá te echó de menos. Hizo su famoso pollo con patatas fritas y ketchup, tus favoritas.

- Estaba con Lydia. La ayudé a preparar su maleta porque ella y Stiles se irán hoy a la casa del lago.

El alfa parecía que recién había despertado de un largo sueño. Quizás el más tranquilo que tuvo en mucho tiempo, porque se le notaba feliz. Su cabello seguía revuelto, y aún con el rostro achatado, no dejaba de lucir atractivo.

- ¿Te quedarás esta noche para la cena de Navidad?

- Si, no te preocupes -rió la castaña- No tenía pensado hacerle una visita a Peter porque estoy segura que lo pasará con Laurel.

- No era por eso que preguntaba -de repente, lo vió extender una pequeña caja de forro blanco en su dirección, cosa que la hizo fruncir el entrecejo con curiosidad.

- ¿Qué es?

Cuando la tomó y vió lo que contenía, no tuvo palabras para expresar su asombro. Y no era nada increíble, solo una simple cadena con un colgante pequeño en forma de una rosa, pero que solo por ser tan sencillo, a sus ojos era precioso.

- No podía esperar a dártelo mañana, pues pensé que te agradaría llevarlo hoy -lo oyó decir- Sé que no te gustan las cosas muy caras, y me tomó mucho tiempo encontrar el regalo adecuado para tí. Fue entonces cuando recordé que me dijiste una vez, cuando estábamos viendo la tele, que tu película favorita era La bella y la bestia... y pues, de allí surgió la idea de la rosa.

La mujer coyote alzó la mirada, preguntándose cómo era posible que él pudiera recordar ese pequeño detalle de todas las cosas que habían compartido.

Sin embargo, al ver la expresión alegre que tenía en el rostro, no pudo hacer otra cosa que corresponderle. Porque ella se sentía exactamente igual.

- Me encanta -sonrió, dando un paso hacia delante para abrazarlo- Muchas gracias.

Scott la rodeó por los hombros y aspiró el aroma a frutas que bañaba su cabello antes de separarse más pronto de lo que cualquiera de los dos hubiera querido.

En ese mismo instante, ambos oyeron el timbre de la casa sonar en el salón.

- Oh. Ahí debe de llegar tu otro regalo.

Malia lo miró con extrañeza, caminando hacia la entrada para, así mismo, abrir la puerta y encontrarse con la mejor sorpresa que le podrían dar ese día.

- ¡Papá! -exclamó, lanzándose a los brazos de Henry Tate cuando este los abrió en su dirección.

El hombre rió, felíz de ver a su hija después de meses. La clase felicidad que Scott hubiera jurado que era tan genuina como la que sentía él en ese preciso momento después de haber visto cómo su rostro se iluminó con eso.

- Bienvenido, señor Tate.

- Es bueno verte de nuevo, Scott.

- ¿Te vas a quedar? -preguntó Malia, sin apartar los ojos de la maleta que traía consigo.

- Si me aceptan -Henry le acarició el cabello, y luego miró de vuelta al joven- Scott fue quien me invitó a pasar la Noche Buena con vosotros.

Cuando ella volvió a dirigir su vista hacia el verdadero alfa, este hizo un gesto que denotaba que no había sido nada. Después de todo, aquella época del año era una para compartir en familia, y no sería justo que una parte de la suya se encontrara incompleta.

- Puedo dormir en el sofá -se encogió de hombros con simpleza- Así seré el primero en abrir los regalos mañana.

- Qué conveniente -respondió, viéndolo ayudar a su padre con el equipaje al igual que ella hacía.

- ¿Por qué no se pone cómodo, señor Tate? Debe de estar cansado después del viaje.

- Cabe destacar que aunque hayas perdido la memoria sigues en fase de prueba, McCall -advirtió el hombre- Tengo que saber si dejé a mi hija en buenas manos.

Los dos se miraron, este sin entender a qué se refería el humano, y Malia solo rodó los ojos con gracia a la vez que cerraba la puerta de la calle para que el frío no se siguiera colando.

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Cabe destacar que siendo una noche tan especial, nadie pasó por alto ningún detalle para hacer de ella la más bonita de las veladas, y así, compensar ese año de tantos altibajos e imprevistos.

Lydia le había preguntado si al sheriff Stilinski le había parecido bien compartir ese momento con la señora Martin mientras ellos se quedaban en la Casa del Lago, y Stiles le aclaró que todo estaba en orden, que ella no debía preocuparse por nada y dejara todo lo relacionado con la cena en sus manos. Esa noche la sorprendería.

Sin embargo, cuando la rubia fresa terminaba de darse una ducha, el olor a chamuscado que provenía de la cocina la hizo bajar las escaleras a toda velocidad, encontrándose con una nube de humo que cubrió de todo a su paso.

- ¡Mierda! -maldijo el de apellido Stilinski, desde algún rincón de la cocina que ella no podía visualizar- ¡Mierda, mierda y mierda!

- ¿Stiles? -lo llamó- ¿Stiles qué pasó con la cocina?

- Un pequeño problemilla culinario, cariño. Ya mismo lo arreglo.

- No habrás quemado el pavo ¿Verdad?

- Pues verás... -comenzó a decir mientras abría todas las ventanas para que el humo se esfumara- ...digamos que puede que haya quedado un poquito oscuro por algunas partes. Llamémoslo extra rostizado.

Lydia dejó que un profundo suspiro escapara por su garganta.

- ¿Necesitas ayuda para limpiarlo todo al menos?

- ¡No, no, no, cariño! -la detuvo- tú ve y ponte preciosa como siempre. Yo veré si puedo cocinar algo de jamón para acompañar la ensalada.

- No creo que estés muy seguro en cuanto a eso.

- Deja de preocuparte, Lyds. Lo tengo todo bajo la manga, te lo prometo. Esta Noche Buena será muy diferente a cualquiera que hayas tenido jamás.

Y con diferente, podría haber dicho desastrosa. Pues como era de esperar que sucediera, el jamón también se quemó, y las galletas, e incluso las tostadas con queso.

Al final, tuvieron que llamar y pedir dos pizzas de pepperoni para compartir delante de la chimenea y el árbol de Navidad. Lydia había colocado un mantel y algunas almohadas encima de la alfombra. La luz del fuego era la única que iluminaba el interior del salón, brindándoles calor, y para su suerte, aún contaban con el vino rojo de reserva especial.

- Lo siento -se disculpó después de pasar varios segundos observando las brasas- creía que podía hacerme cargo de todo, y al final he fallado. Soy un novio pésimo, a qué sí

- No, no lo eres. Torpe quizás, pero no pésimo -respondió ella, provocando que Stiles la mirara. Llevaba puesto un vestido rojo a juego con un labial del mismo color que hacían resaltar su cabello de forma divina, y por un instante, se preguntó qué habría hecho para merecer tal belleza en su vida.

Él sólo contaba con una camiseta negra y sin nada especial que lucir para aquella cena, que se suponía, sería romántica solo para los dos. Y sin embargo, a Lydia no parecía importarle en lo absoluto.

- ¿En serio? ¿Me vas a decir que no te enojaste cuando quemé la cena?

- Al principio sí, pero mira esto... -señaló todo- lo acepto, no es lo que esperaba para hoy. Pero al final ha sido incluso mejor ¿No crees? Las velas, el vino, solo tú y yo... ¿Qué más podría pedir para esta Navidad?

- Que tu novio no quemara la cocina.

- No seas tan tonto -dijo, atrayéndolo para darle un suave beso en los labios- ¿Así está mejor?

- Un poco, vas a tener que insistir para convencerme.

- En cuanto acabe con mi pizza.

- ¿Sabes qué otra cosa tenía planeada para hoy y que puede que todavía funcione? -sugirió Stiles ante la mirada confusa de su novia, y automáticamente se reincorporó para ir hacia el reproductor- Bailar un vals a la luz de las velas.

- ¿Vals?

- Sí. No sé en donde leí que a vosotras les parece increíblemente romántico.

Por supuesto, nunca aceptaría que lo había visto una revista para adolescentes.

Acto seguido, al presionar el botón de Encendido, una melodía un tanto distinta a la que tenía pensada se adueñó del lugar. Era un piano, pero con un acompañamiento musical que distaba mucho de ser música clásica.

Lydia frunció el entrecejo al reconocer la voz del vocalista.

- ¿En serio? ¿Meat Loaf?

- Se suponía que iba a ser Tchaikovsky -maldijo entre dientes- ¿Pero sabes qué? Da igual.

Cuando la parte del coro estaba a punto de llegar, Stiles la obligó a levantarse del suelo y colocó una mano suavemente en su cintura. Lydia se mostró extrañada al inicio, preguntándole una y otra vez qué tenía en mente, pero él la silenció con un beso, provocando que esta se echara a reír mientras la guiaba bailando por todo el salón.

No era el típico vals de pareja que uno pudiera imaginarse, sin la balada lenta o el abrazo por los hombros. Pero cuando él la hizo girar sobre su propio eje en el preciso instante que la banda gritaba I would do anything for love, Lydia Martin supo que no hubiera querido que fuese de ninguna otra manera.

Porque mientras ambos estaban así, ningún problema parecía ser demasiado relevante. No existían cazadores, ni el FBI, ni nada que los perturbara... y eso, era simplemente perfecto.

Y así como ellos, el resto de los miembros de la manada también protagonizaron su propio cuento de Navidad.

En algún momento de la noche, la cena en la residencia McCall había pasado de las charlas amenas a compartir anécdotas de las que ninguno se avergonzaría después de todo. Scott y Melissa se habían quedado quietos escuchando las historias que Chris les contaba sobre Francia, mientras Malia se acomodaba en el hombro de su padre y este intercambiaba varios comentarios con el cazador hasta acabar la cena.

Esa misma mañana el alfa había recibido un mensaje de Liam, y se lo estaba pasando en grande junto a Theo en Las Vegas, yendo de casino en casino y de club en club. Llegarían para fin de año probablemente.

Justo a tiempo para la reunión que tenía planeada, y la cual uniría a todos sus amigos ahora que estaban próximos a retomar sus vidas después de aquel golpe.

●●●

-

¿Sabes? Nunca me tomé un momento para agradecerte por todo lo que has hecho por mí -habló Laurel, dejando un montón de platos sobre la barra de la cocina.

Peter apartó su vista del lavavajillas para prestarle atención, viéndola apoyarse en el umbral del comedor mientras lo observaba quitarse el delantal después de limpiar todo el desastre que habían hecho recogiendo la vajilla sucia.

- Desde que me volví una mujer lobo, has estado guiándome en todo el proceso -prosiguió- e incluso cuando yo creí que no podría con ello decidiste que me ayudarías.

- Bueno, te diría que no ha sido nada que no hubiera hecho por otra persona, pero te estaría mintiendo -bromeó- Ambos sabemos que no es mi estilo.

- Por eso mismo lo digo, y por eso también te doy gracias.

El apellidado Hale suspiró y caminó despacio hasta posicionarse delante suyo, de forma que ella alcanzara a mirarlo a los ojos.

- Antes de que tu llegaras, yo era una persona muy distinta -susurró contra su rostro, y por primera vez, atreviéndose a tomar su mano- Pero me has ayudado a cambiar y ver las cosas desde otra perspectiva, Laurel. Me enseñaste que todos tenemos una segunda oportunidad para arreglar las cosas. Así que si hay alguien que debería sentirse agradecido aquí, ese soy yo.

El rostro de la fémina se iluminó con un brillo especial que no pasó desapercibido a ojos del hombre lobo.

- Tengo un regalo para ti -anunció esta, y él se mostró confundido.

Laurel señaló el techo y cuando Peter alzó la vista pudo ver la rama de muérdago que colgaba por encima de sus cabezas. Automáticamente, supo a qué se refería con eso, pero antes de que pudiera reaccionar, ella ya lo había tomado por las solapas de la chaqueta y lo estaba besando con ímpetu.

Al principio fue algo sorpresivo, pero luego, la sintió sonreír sobre sus labios cuando él le correspondió de la misma forma y se tomó el atrevimiento de rodear su delgada cintura con las manos.

En algún momento, la intensidad de los besos se fue elevando, y Peter tomó esto como una clara señal para tomarla entre sus brazos y llevarla escaleras arriba.

Las cosas serían muy diferentes a partir de ese día.










Ahhhhh!!! I am screaming.

Mis bebés Laurel y Peter ya dieron el primer paso 🤧 ¡Eso nos deja a solo una pareja!

Espero que les haya gustado el capítulo tanto como a mí escribirlo. Siendo sincera, la parte que más me gustó fue la de Stiles y Lydia bailando I would do anything for love de Meat Loaf ¿Cual fue la suya?

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