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━━ chapter 14

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ᴛᴀᴋɪɴɢ ᴏɴ ᴛʜᴇ ᴡɪɴᴅ
ᴄᴀᴜsᴇ ᴡᴇ ɴᴇᴠᴇʀ ʟᴇᴀʀɴ
sᴛᴀʀᴛ ᴀ ғɪʀᴇ ᴊᴜsᴛ ᴛᴏ ᴡᴀᴛᴄʜ ɪᴛ ʙᴜʀɴ
ᴏᴠᴇʀ ᴀɴᴅ ᴏᴠᴇʀ
ᴋɪᴅs ᴋɪᴅs
ᴋɪᴅs ᴀʀᴇ ɢᴏɴɴᴀ ᴅᴏ
ᴡʜᴀᴛ ᴛʜᴇʏ ᴡᴀɴᴛ

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- No te estoy pidiendo que le sedas el caso a mi equipo, Morris. Solo que abras un espacio para mí en el tuyo. Nunca podrán llegar a ellos sin mi ayuda y lo sabes.

Stiles caminaba de un lado a otro en la habitación, mentalmente preparado para mandar a su compañero a la mierda en cualquier momento. Pero en lugar de ceder ante el enojo, prefirió mantenerse callado y esperar a que su conversación tocara el punto final en el que ninguno de los dos acabaría muy contento con el otro.

- Sé que está hecho, pero me necesitan. Llevo años enfrentándome a ellos, sé exactamente cómo piensan -le habló en tono insistente- ¿Podrías dejar de ser tan necio y escucharme? Estos hombres crean su propio veneno con ingredientes sacados principalmente de... ¿Morris? ¿Que es lo que... ¡Bah! ¡Jódanse todos!

Estuvo a punto de lanzar el móvil contra la pared sin pensarlo mucho, pero luego se percató de que era el único que tenía, y no es que tuviera muchas ganas de salir a comprar otro después de eso.

Ya no solo estaba furioso, sino además, bastante fastidiado.

- Ahora entiendo por qué mi padre se pasa todo el día peleando con el teléfono móvil, pero sería una mierda que te sucediera lo mismo a tí.

Scott lo observaba desde el umbral de la puerta, estudiando el panorama como si estuviera a punto de entrar en territorio minado, y a juzgar por lo que acababa de escuchar, así parecía ser.

- Ya estoy muy metido en esto. No tiene caso.

- ¿A qué venía tanto grito?

Stiles negó:

- Es un simple asunto del FBI, no te preocupes por eso.

- Pues para ser un simple caso del FBI te ves bastante preocupado -resaltó, echándole un ojo a todos los documentos, papeles y chinchas junto al pizarrón- ¿No me vas a decir?

El verdadero alfa sabía que su mejor amigo, por muy enfrascado que estuviera en mantener el trabajo alejado de lo demás, no podía con tanta presión, y mucho menos por sí solo. Por esa razón, no iba a tardar mucho en decir la verdad:

- Es sobre el movimiento de cazadores -Stiles lo vió asentir.

- Argent me dijo que su equipo encontró el lugar donde se estaban escondiendo, escucharon un disparo y luego le avisaron a la policía después. Al parecer, no encontraron nada más, pero muy probablemente fue allí donde me mantuvieron encerrado.

No lo dudaba, pues cuando lo trajeron a casa estaba demasiado moribundo como para poder reaccionar por sí mismo. Por tanto, de haberse encontrado más lejos, probablemente nunca hubiera sobrevivido a la noche.

Stiles sintió que su cabeza volvía a dolerle.

Veinticinco kilómetros fue la distancia que los había separado todo ese tiempo, y él nunca lo encontró, aún estando tan cerca.

- Ellos son demasiado inteligentes -dijo con respecto a los cazadores- No solo se ocupan de hacer bien su trabajo, sino que además, son muy cuidadosos al no dejar ni una sola pista. Hace más de un año que el FBI los está siguiendo, pero nunca damos con su ubicación a tiempo. Es como si quisieran reírse de nosotros en nuestra cara. Ahora los he estado estudiando, sé como es su juego, y por eso trato de convencer a mi superior para que me dé el permiso de trabajar con su equipo de búsqueda. Pero ya me lo han denegado en todos los intentos.

- Stiles, sabes que podemos trabajar juntos en esto tú y yo. Podemos buscarlos por nuestra cuenta y...

- Es asunto de las autoridades, Scott. Ya me ha quedado más que claro que ni siquiera yo puedo interponerme en eso.

¿Sería posible que realmente se estuviera dando por vencido? No, Stiles no era así.

El alfa emitió un profundo suspiro, tratando de mostrarse conforme con su evasiva respuesta.

- Al menos puedo ayudarte con la información que has recopilado.

- Mira nada más, eso es algo que realmente puedes hacer -asintió el de lunares- No te fijes en el desorden, lo arreglaré antes de que Lydia llegue de hacer la compra.

Scott observó detenidamente todas las imágenes que se encontraban esparcidas encima del escritorio, algunas incluso en el suelo. Todas con el perfil físico de una persona distinta, pero que únicamente tenían en común una misma expresión, aquella tan sombría que era imposible de explicar.

- ¿Qué son?

- Algunas fotografías de líderes cazadores. Esa que estás sosteniendo es de Bill Foster -le dijo- Créemos que es el líder del Movimiento de la Flor de Liz, también un ex científico, por eso conoce mucho sobre ciencias y química. Estoy cien por ciento seguro de que él fue quien creó el veneno para los seres sobrenaturales.

Tuvo que mirarlo por más de diez segundos para grabarse sus facciones en la memoria, siendo estas algo toscas, pero adustas a la vez. Con una cara ceñuda, severa, que transmitía una actitud hosca sin siquiera conocerlo en persona.

Scott sintió cómo sus sienes comenzaban a palpitarle con fuerza.

- No creo recordar su rostro. Es complicado -negó rotundamente- lo único que tengo dando vueltas en mi mente son voces, que me amenazan o hablan a mi alrededor, repitiéndose una y otra vez hasta que despierto.

- ¿Y qué te dicen?

- Muchas cosas, pero siempre dicen la misma frase: Mort à la bête. -suspiró- «Muerte a la bestia».

Un súbito escalofrío los recorrió hasta concentrarse en la parte baja de la nuca de ambos, haciéndolos temblar, y a la vez, preguntarse a qué se debía ese mal presentimiento que había aparecido de la nada.

Pero en lugar de preocuparse por ello, continuaron haciendo su trabajo, y en lo que el hijo del sheriff se dedicaba a revisar un reporte del último asesinato, Scott dirigió su vista al pizarrón.

La curiosidad fue la causante de que su entrecejo se arrugara, y en lo que su mente divagaba pacientemente en una búsqueda a ciegas, sus labios se movieron por sí mismos antes de que pudiera culminar.

- Stiles.

- ¿Qué?

- Esta mujer... creo que se me hace conocida -dijo, mostrándole la foto del centro- ¿Quién es?

Stilinski lo observó, abriendo los ojos con asombro cuando su inextricable mirada captó por primera vez el punto central su interrogante, haciéndolo tragar en seco.

- Esa es Tamora Monroe.

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Cuando el autobús se detuvo delante de la parada, Theo Raeken fue el único pasajero en bajarse por la puerta delantera, aspirando el aire de finales de año que lo devolvía a su querida California.

Había pasado mucho tiempo desde que creyó que no volvería a pisar los alrededores de aquel pueblucho donde la tranquilidad no solía ser una aliada para las criaturas sobrenaturales, pues cuando probó el sabor de la libertad absoluta, se dijo que esa sería su vida a partir de entonces. Viviendo el mañana como si fuera el hoy, y acumulando experiencias que lo harían olvidarse poco a poco del mal que había aquejado su vida con anterioridad.

Era un lobo solitario, y por eso prefería viajar sin ninguna compañía. No obstante, al encontrarse con la figura del joven beta esperándolo en la acera del frente, no pudo evitar que una ancha sonrisa se dibujara en su rostro.

- ¡Liam Coñazo Dunbar! -exclamó, acercándose para darle un rápido abrazo- Ha sido un año largo ¿Cómo va todo en facultad?

- De todos los temas posibles me vienes a preguntar precisamente de ese -bufó el rubio, separándose de su (ahora) amigo para ayudarlo con una mochila.

Ninguno de los dos supo con exactitud en qué momento su complicada relación pasó a convertirse en eso que tenían ahora. Un lazo de hermandad casi tan confianzudo como con Mason o Corey.

- Vale, entonces me quedo con lo usual -dijo el de apellido Raeken, intentando cambiar de tema- ¿Qué ha pasado de interesante? ¿Scott sigue igual de flojo? ¿Malia todavía quiere matarme? ¿Lydia ya le dió el plantón a Stiles?

«Cierto» pensó Liam con algo de pesadez «La manada». Y es que en todo el tiempo que continuaban poniéndose al día por chat, no se le ocurrió siquiera mencionarle nada sobre los últimos sucesos.

- Mierda, tenemos mucho de lo que hablar -masculló, y Theo pudo jurar que se avecinaba otro lío de los interesantes.

Lo comprobó cuando iban de camino a ningún lugar en lo absoluto, mientras el sol del mediodía les quemaba la piel y hacía que sus frentes sudaran con gotas gordas. El chico Dunbar intentó abarcar en toda su explicación la mayor parte de las cosas que acontecieron en los últimos meses, y el otro asentía, tratando de no perderse de nada.

Al parecer, tenían algo más de lo que preocuparse que su recién llegada presencia a Beacon Hills.

- Vaya -silbó un poco estupefacto- Me voy por ocho meses y ya todo se ha ido literalmente a la mierda.

- Y que lo digas.

- ¿Lo saben Mason y Corey?

- Pensaba comentarles si el problema con los cazadores empeoraba. Siempre es necesario contar con refuerzos -suspiró, pero cuando el silencio se abrió paso entre ambos, inmediantamente decidió desviar la conversación hacia algo menos estresante- ¿Cómo es Malibú?

- Soleado, mucho surf y chicas en bikini. Lo amarías de estar allí.

Liam gruñó por lo bajo. Genial, todos los demás chicos de su edad parecían estar pasándosela en grande excepto él, que todavía estaba atascado, con un montón de exámenes atrasados y ausencias injustificadas en la Universidad.

- Mi vida apesta -dijo, sintiéndolo realmente. Pero Theo ya tenía una idea en mente, y era increíble.

- ¿Quieres la mejor solución para eso? Ven conmigo a Las Vegas por las vacaciones de invierno -sugirió- Montones y montones de diversión, casinos y ruletas rusas.

- Lo haría si tuviera dinero para pagarlo.

- Pero eso puede arreglarse fácilmente. Tengo un amigo que nos puede hacer un favor, y otros que hacen las mejores fiestas de toda la playa estarán encantados de sacudir un poco el polvo de Beacon Hills.

- ¿Y eso en qué nos ayudará?

- Tú hazme caso, Dunbar -dejó dicho, antes de darle un suave golpecito en la cabeza. Luego miró todas sus cosas, y se le ocurrió un lugar en el que podría pasar la noche- A propósito ¿El loft de Derek sigue vacío?

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No hizo falta que Stiles le contara la historia otra vez o desde su inicio, Argent lo había puesto al tanto de todo lo que tenía que ver con la guerra contra los cazadores justo después de saber la verdad.

Con Anuk-Ite, o no Anuk-Ite. La revolución creada por Tamora y Gerard había dado inicio a una larga lucha con la que él y su equipo tuvieron que lidiar por años. Solo que esta no acabó el día de su arresto. Varios cabos sueltos quedaban rondando por cada espacio de California. Entre ellos, la vigencia de las operaciones que El Movimiento llevaba a cabo.

Scott suponía que el haber reconocido el rostro de la principal promotora de sus recientes tormentos era un gran paso de avance. Uno que le comentaría luego a su madre, porque lo cierto era que después de tener otra larga conversación con su mejor amigo, su cerebro no tenía cabida para otra cosa que no fuese descansar.

No obstante, cuando sintió la risa de Melissa apoyada en el umbral de la puerta que daba al patio trasero, no pudo evitar seguirla.

- Mamá ¿Qué estáis haciendo?

- Malia -respondió la señora McCall con una mano cubriendo su boca. De esa forma nadie podría verla reír- No puede apagar la manguera, o según ella, controlarla.

- Es sencillo, solo debe cerrar el grifo.

- Sip. Pero eso ella no lo sabe.

Scott alzó la mirada, justo para encontrarse con la escena más graciosa de su día. La mujer coyote parecía estar en una batalla constante por llegar hasta la regadera sobre el césped, pero la presión del agua disparándole por todos lados no se lo permitía, y solo acababa empapándola de pies a cabeza.

Incapaz de seguir aguantando la risa, se acercó cuidadosamente hasta detenerse a varios pasos de la castaña, quien apenas sí se había percatado de su presencia sin dejar de lado su inicial tarea.

- ¿Malia necesitas ayuda? -preguntó el alfa, pero ella solo negó.

- No hace falta, lo tengo todo controlado.

- Puedo verlo -exclamó, pero al notar que insistía en llegar a la regadera, decidió ir y cerrar el grifo desde atrás.

Al final, el desperdicio de agua se detuvo, y Malia tuvo la oportunidad de observarse de pies a cabeza, dándose cuenta de que toda su ropa estaba completamente mojada. Sus pies tenían lodo hasta el tobillo y los mechones de cabello mojado se le pegaban al cuello cada vez que movía la cabeza.

- ¿Ya ves? No era tan difícil -rió Scott, y ella solo pudo resoplar en respuesta.

- Te regocijas con mi vergüenza ¿No es así, McCall?

- Casi -de repente, el pelinegro volvió a abrir la llave, y otro chorro de agua se estrelló contra la cara de la coyote- Ahora sí que me da gracia.

Malia abrió la boca en busca de aire, sintiendo que sus ojos le picaban y las ganas de cobrarse la broma comenzaban a incrementarse.

- ¡Serás idiota!

- No, lo cierto es que me gusta verte así.

El alfa sonrió, y ella pudo jurar que nunca antes había tenido tantas ganas de matarlo como en ese momento.

- Te vas a arrepentir -advirtió en tono amenazante.

- Cuidado, creo que tienes un poco de agua aquí -dijo y volvió a lanzarle otro chorro que la hizo gritar- ¡Dios mío, pero qué desastre Malia Tate!

Ella arremetió contra él, y pronto los dos estaban en el suelo, llenos de barro hasta ensuciarse toda la ropa, muertos de risa y sin intenciones de parar de jugar al igual que si fueran niños. Ni siquiera con los regaños de la señora McCall, que solo podía verlos desde el portón y advertirles a toda voz:

- ¡Chicos os vais a llenar de lodo! ¡Chicos! -pero ambos estaban demasiado ocupados riendo como para escucharla, por tanto, solo pudo resignarse y negar para sí misma- Estos niños...









Este capítulo va dedicado especialmente a d-dumb, por hacer la hermosísima nueva portada que lleva esta historia 💙💙💙✨

Toda una obra de arte, muchas gracias corazón.

Espero que les haya gustado el capítulo, la verdad es que demoré un poco en subirlo porque tuve varios problemas en casa con mi cachorrito que enfermó, pero gracias a Dios ya todo está bien.

Saludos a todos y espero recibir su opinión a través de sus comentarios,

Debbie

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