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━━ chapter 11

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ᴡʜᴀᴛ ᴅᴏ ʏᴏᴜ sᴇᴇ
ɪɴ ᴛʜᴏsᴇ ʏᴇʟʟᴏᴡ ᴇʏᴇs?
'ᴄᴀᴜsᴇ ɪ'ᴍ ғᴀʟʟɪɴɢ ᴛᴏ ᴘɪᴇᴄᴇs

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La Luna Llena de aquella noche desprendía una luz tan nítida que llegaba a iluminar hasta los espacios más frondosos del oscuro bosque que rodeaba Beacon Hills.

Las ramas que se movían debido al viento hacían a las hojas rozarse unas con otras en medio de un sonido repiqueteante que era como música para los delicados oídos de la criatura que atravesaba el camino a gran velocidad. Con sus patas percibiendo la aspereza de la tierra fría, su vista que agudizaba cada pequeño detalle del paisaje y su hocico picando debido a la humedad.

No sabía cuánto tiempo había estado corriendo, y tampoco le importaba, porque no se sentía exhausta en lo absoluto. A veces una hora se sentía como cinco minutos, o incluso menos cuando se trataba de pasar el rato en su forma de coyote. En algunos días sentía como que realmente lo extrañaba, correr bajo la luna sin pensar en los problemas, solo en la libertad... era una de las sensaciones más maravillosas del mundo. Y sí, la vida salvaje no era la mejor, pero había sido la suya por mucho tiempo.

A pocos metros de su destino, la coyote aulló para alertarlos de su llegada, y apenas volvió a tocar el asfalto delante de la Casa del Lago, su cuerpo se fue transformando lentamente hasta adoptar la figura esbelta de una mujer.

Malia se levantó lentamente, con sus ojos brillando en un divino color azul, la melena castaña corriendo en cascadas sobre su espalda desnuda y la piel aceitunada de su cuerpo reluciendo bajo el iluminado cielo nocturno.

Los miembros de su manada apartaron la mirada a excepción de Lydia Martin, quien le pasó la ropa que traía en su mochila para que pudiera cambiarse y hacer el momento menos incómodo.

Nunca entendería a qué venía tanto pudor.

- Sigo pensando que podrías haberte ahorrado una larga carrera de haber venido con nosotros -le dijo su amiga, pero ella solo atinó a encogerse de hombros.

- Eso nunca ha sido una molestia para mí.

Y no mentía.

Cada oportunidad que tenía para pasar solo un rato disfrutando de la soledad del bosque era una absoluta delicia. Aunque a veces tener compañía no hacía la menor diferencia. Antes de que Scott perdiera la memoria, ambos solían correr juntos, e incluso días atrás lo habían vuelto a hacer por mera curiosidad del alfa al preguntarse qué se sentiría.

Por lo menos, si no lograba recuperar todos los buenos momentos de su amistad, se sentiría orgullosa de ser quien compartiera esos nuevos a su lado.

Malia elevó su semblante, y vió al chico bajar de su motocicleta, saludándola con una sonrisa mientras se retiraba el casco y se dirigía al resto.

Peter estaba apoyado en el capó de su coche, masajeándose la barbilla con inquietud, o bien siendo presa de algo que realmente lo estaba molestando. Sus ojos azules no se apartaban ni un segundo de la casa, completamente distraído, y eso fue suficiente razón para que Malia terminara frunciendo el entrecejo con extrañeza.

Liam, por su parte, parecía querer que la tierra se lo comiera en cualquier momento. Algo en su interior le decía que eso no acabaría bien, y si era sincero consigo mismo, prefería ser un cobarde y huir que quedarse allí para ver cómo Laurel destrozaba la amada alfombra de la señora Martin.

- ¿Dónde está ella? -preguntó el apellidado McCall, dirigiéndose primeramente a su mejor amigo.

Stiles dió un rápido suspiro, escondiendo sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta oscura.

- En el sótano -contestó- tuvimos que usar las cadenas para retenerla. Ella está... demasiado fuera de control.

- ¿Cómo así?

Un rugido gutural proveniente del interior de la casa los hizo pegar un brinco a todos en el lugar.

Sonaba estridente, como un animal salvaje que luchaba ferozmente por ser liberado de su cautiverio.

- Qué tal ASÍ -señaló Lydia, apuntando hacia la puerta como si fuera la jaula de una bestia- ¿Necesitas más?

- No sé qué tengan pensado ustedes, montón de marginados. Pero si algo llega a pasarle allí dentro voy a ser el primero en desgarrar gargantas aquí, empezando por Stilinski -advirtió Peter, su amenaza haciendo eco en los oídos del mencionado.

- ¿Y por qué yo?

- Porque tuya fue la idea de traerla hasta aquí en ese estado cuando ni siquiera es capaz de controlarse

Malia entornó los ojos.

- «El control está sobrevalorado» -citó, y su mirada chocó con la de Stiles de forma significativa- Si yo pude hacerlo, ella también lo hará. Créeme.

Aún podía recordar lo duro que había sido la parte de mantener a raya su transformación. Por aquel entonces ese chico torpe todavía seguía siendo su ancla, y de no ser por su ayuda, jamás lo habría conseguido.

No se arrepentiría nunca de haberlo elegido en su momento. Porque parte de esas decisiones los habían llevado hasta donde estaban actualmente, y de más estaba decir, que los dos estaban totalmente de acuerdo con eso.

- No es lo mismo -negó su padre- Tú contabas con alguien para mantenerte enfocada. Tenías un ancla. Ella no tiene a nadie.

- De hecho, sí -interrumpió Scott- Tiene un alfa.

Automáticamente, todos los ojos se posaron en él ¿No estaría pensando en...

- ¿Vas a entrar con ella? -preguntó un muy preocupado Liam.

- Si puedo ayudarla a superar esta prueba, entonces habrá valido la pena.

- No estás listo, Scott. Apenas estás acostumbrándote a tu nueva realidad y...

- Puedo encargarme de ello, Lyds -la interrumpió- Solo confíen en mí ¿Vale? Sé que puedo hacerlo.

Stiles estuvo a punto de protestar, pero prefirió callarse cuando notó la expresión del pelinegro, esa que demostraba lo decidido que estaba a hacer lo que fuera necesario por ayudar a su angustiada beta, y nada, absolutamente nada podría hacerlo retractarse de ello.

- Ten cuidado -le advirtió Malia, y él solo pudo asentir levemente, esperando que con eso tanto ella como Lydia pudieran estar más tranquilas.

Cuando estuvo a punto de atravesar la entrada, el fuerte agarre que ejerció Peter sobre su brazo lo hizo detenerse en seco.

- No puedes dejar que se lastime a sí misma -le dijo en baja voz- Asegúrate de que no lo haga.

- Tranquilo. Ella estará bien.

«Espero» murmuró para sí mismo a la vez que abría la puerta. Acto seguido, comenzó a bajar las escaleras del sótano con algo de premura, mientras escuchaba los gruñidos de Laurel abarcar cada espacio de aquel sitio.

La castaña notó su presencia apenas puso un pie en el suelo, y al notar que ya no estaba sola, sus sentidos de alerta se activaron automáticamente. Estaba encadenada a la pared, con su cabello algo revuelto y el pecho agitado por las entrecortadas respiraciones que emitía.

- ¡No, Scott! -le advirtió miedosa- Tienes que salir de aquí. Ahora.

- Está bien, Laurel. Estoy aquí para ayudarte.

- Es que no puedes. Nada va a servir -jadeó, mostrándose inquieta, con las gotas de sudor corriéndole por toda la línea del cuello- No soy yo. Ni siquiera puedo pensar con claridad. Necesito salir afuera.

- Laurel no puedo soltarte, si lo hago puedes terminar haciéndole daño a alguien.

- ¡No me importa! -bramó, aunque a esas alturas sus gritos sonaban como fuertes gruñidos- Solo quiero salir de aquí. Tienes que sacarme, Scott ¡Suéltame!

- He dicho que no. Si realmente quieres que esto acabe, necesitas enfocarte en lo que te digo.

- ¡Lo único que quiero ahora es destrozarte la cara con mis dientes!

No había querido hacerlo, pero cuando ella le saltó encima con sus garras, el pelinegro tuvo que echarse para atrás y liberar un rugido dominante, mucho más fuerte que el suyo, y que la hizo caer sobre sí misma, con sus ojos amarillos brillando a la par que los de su alfa.

- No voy a lograrlo, Scott -murmuró entrecortadamente.

- Sí lo harás, Laurel ¿Y sabes por qué? Porque yo creo que puedes hacerlo -insistió el apellidado McCall, acercándose de a poco- Lucha. Encuentra tu propia ancla.

- No puedo sola. Necesito a Peter para eso -dijo a punto de llorar- Él es mi ancla.

- No en este momento. Ahora necesito que tú lo seas. Eres fuerte, tienes la capacidad suficiente para lograrlo porque eres quien decide quién manda en tu cuerpo, no el lobo que hay dentro de tí.

- Scott...

- La confianza de los demás siempre ayuda, pero no sirve de nada si no crees en tí misma y lo que puedes hacer. Así que ahora intenta superarlo, yo sé que puedes.

Laurel pensó en el mantra que había estado repasando sin cesar las últimas veinticuatro horas, «Alfa, beta, omega» repitiéndolo una y otra vez con la voz de Peter todavía en su cabeza. Y cuando esto no fue suficiente, recurrió a las palabras de sus amigos: ¿Cuáles son las tres cosas que no pueden mantenerse ocultas por mucho tiempo?

«El Sol, la luna y la verdad» se dijo, y tal y como si fuera un disco rayado, continuó diciéndolo hasta que sus labios comenzaron a moverse por sí solos.

Su cuerpo se encogió en el lugar, percibiendo como el descontrol que antes se había adueñado de sus acciones comenzaba a disiparse de a poco, hasta que el dolor en sus articulaciones desapareció y solo quedó la fatiga que había dejado una ardua resistencia.

Entonces, liberó un grito agonizante que atravesó las ventanas de la Casa del Lago y los alertó de que algo había sucedido.

Todos se giraron para buscar su procedencia, expectantes. Stiles incluso sacó su pistola del cinturón para apuntar en dirección a la entrada por si algo malo llegaba a suceder, y Malia junto con el joven Dunbar tuvieron que adoptar su posición de ataque esperando lo peor.

Fue Peter quien, impulsado por un repentino ataque de valentía, quiso ir adentro solo para ver qué rayos había sucedido, pero en cuanto vio al verdadero alfa salir sosteniendo a la castaña por los hombros, se permitió respirar aliviado. Acción que todos imitaron.

Cuando llegaron junto a ellos, Laurel se desplomó sobre los brazos de Peter y este la levantó en vilo, permitiéndole abrazarse a su cuello para que pudiera descansar.

- Te tengo, ángel. -susurró contra su pelo, pero ella ya estaba dormida para entonces. Luego miró de vuelta a Scott- ¿Qué pasó?

- Está exhausta, pero lo ha hecho bien.

- ¿Tú cómo estás? -le preguntó su mejor amigo.

- Realizado podría decirse. Aunque también algo cansado.

- Lo importante es que lo logró -Malia observó a la mujer que dormía pacíficamente sobre el hombro de su padre y sonrió, para luego volver a mirar a Stiles, sabiendo de sobremanera que ambos estaban pensando exactamente lo mismo.

Él le devolvió el gesto, y eso fue suficiente para que volvieran a sellar otro pasaje de su adolescencia del que se sentían realmente agradecidos.

Este abrazó a su novia por la cintura y los dos fueron hasta su jeep para regresar juntos a casa. Liam hizo lo mismo con su auto, prendiendo el motor sin nada más que hacer en aquel sitio, y Malia ayudó a su progenitor para acomodar a la mujer lobo en la parte trasera del coche.

Iba a rodear el vehículo para subir al asiento del copiloto cuando algo la detuvo, un leve y nervioso carraspeo que la hizo darse la vuelta.

- ¿No vas a volver a casa? -Scott se subió en su moto, y había esperado que ella también lo hiciera para regresar juntos al pueblo. Pero aunque Malia hubiese adorado dar ese viaje con él, tenía un plan diferente.

- No esta noche. Me quedaré en lo de Peter solo para asegurarme de que Laurel esté bien.

El chico asintió conforme, regalándole una sonrisa sincera antes de marcharse.

- Bueno, te veré mañana entonces.

- Vale -fue lo único que pudo decir mientras lo veía desaparecer, sin agregar nada más.

Una escena que se asemejaba mucho a otra que habían protagonizado ya hacía un tiempo, y que desafortunadamente solo uno de los dos todavía conservaba.

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- ¿Sabes? He estado averiguando últimamente y hay un bus que sale todos los fines de semana de la ciudad de Los Ángeles hasta Alburquerque -dijo el señor Tate, cuyo rostro aparecía un poco distorsionado en la pantalla de su teléfono móvil.

La mujer coyote cambió su expresión de gracia a una de ligera exasperación. No tenía contadas todas las veces en las que su padre le sugería la idea de mudarse con él a Nuevo México, pero de seguro ya iban siendo muchas.

- Estoy genial, papá. En serio, no necesito irme. Mi vida está justo aquí.

- Lo siento. Prometo que dejaré de ser tan insistente -le dijo, aunque no podía asegurar que fuese verdad- Es que te echo mucho de menos, cariño.

- Yo también, papá. Yo también.

Pocas veces era ella quien tenía que llamarle para preguntar como iba todo, dado a que Henry había marcado una hora exacta del día para realizar sus llamadas y nunca se saltaba ni una sola, pero esa noche había sido Malia quien decidió hablarle por segunda vez. Podría ser por nostalgia o porque realmente añoraba aquel que había sido su hogar. La vieja casa en Beacon Hills que ahora pertenecía a otras personas. Su habitación. Sus cosas. Su antigua cueva en el bosque. A su madre. A su hermana... ya ni sabía qué más.

Lo único que tenía claro, era que se sentía muy sola, a pesar de estar rodeada de personas que estarían siempre dispuestas a ayudarle.

Muy en su interior, sabía que hablar con su padre no aminoraría esa tristeza, pero ¿Qué más daba? Si aún así sentía que se estaba cayendo a pedazos.

- Knock knock ¿Puedo pasar?

La castaña se acomodó sobre la cama, ladeando un poco la cabeza antes de apoyarla contra el espaldar.

- Ya lo hiciste de todas formas.

- ¿Era Henry con quién hablabas? -preguntó Peter, tomando lugar a un costado del colchón.

- El mismo.

- Nunca he tenido oportunidad de agradecerle por el rifle que me dejó antes de mudarse. Ha sido de gran ayuda.

No olvidaba la promesa que le había hecho de atravesarle la cabeza con una bala a McCall en caso de que este se atreviera a hacerle daño a su hija, y los primeros días que no contestó su teléfono realmente había pensado en ir hasta St. Davis para cumplir con su parte del trato, pero las cosas no sucedieron como pensaba.

O de lo contrario, Malia no estaría tan amargada últimamente.

- Hace algunos días que no hemos tenido tiempo para hablar entre nosotros. -resaltó, pero no obtuvo otra respuesta que su vacío silencio. La volvió a mirar y entonces se dio cuenta de su reciente distracción- ¿Por qué me da la amarga impresión de que te noto perdida?

- Son solo ideas que te haces.

- Oh Malia, pude no haberte criado, pero sigo siendo la persona que te dio la vida. Te conozco y sé lo que hay detrás de esos ojos mentirosos. Así que dime...

Ella entreabrió los labios sin saber qué decir en un inicio, luego negó varias veces y simplemente soltó.

- He estado pensando ¿Acaso esto nunca terminará? -musitó, levantando el semblante para mirarlo- Esta caza, esta lucha... ¿Nunca podremos tener una vida normal? ¿Nos la pasaremos huyendo hasta que ellos se cansen de buscarnos?

El silencio se coló entre ellos durante unos segundos demasiado cortos. Como si ninguno tuviera un argumento exacto que dar para resolver tales interrogantes. Como si realmente no existiera uno...

- Desearía tener esas respuestas por ti, pero no puedo asegurarte algo que no tengo posibilidad de saber.

Ella, al no obtener nada más por su parte, respiró hondo y cerró los ojos.

- No quiero esto -susurró, con su voz cada vez más rota- Estoy harta de vivir con la molestia de que en cualquier momento otra amenaza puede caernos encima ¿Qué pasa si solo quiero salir y no tener miedo de que me vean? ¿Y qué pasa si quiero que mis amigos estén a salvo? La vida tiene que ser mucho más que esconderse o sobrevivir. No quiero seguir luchando, así como tampoco quiero perder a nadie más por su culpa. Ya perdí parte de mi familia, casi también a Scott ... si pierdo a alguien más no creo poder soportarlo.

Peter la vió suspirar, notando que sus ojos se habían cristalizado en algún momento mientras le hablaba.

Últimamente las cosas habían estado algo complicadas para todos, entre los cazadores, la amnesia y la integración de la nueva beta, apenas podían fijarse en el suelo que pisaban sin prestar atención a lo que creían más necesario por el momento.
Preguntándose cuándo encontrarían una cura, cuáles eran los avances de la investigación y qué debían hacer para ayudar. Pero ninguno se había detenido a cuestionarse, realmente, cómo se estaba sintiendo mucho más allá de lo que fue la nueva pérdida de su ancla.

- ¿Quieres que en estos momentos sea el tipo de padre que te da un abrazo? -sugirió Peter, y aunque todavía fuera un poco corto en el tema de los consejos, Malia realmente necesitaba el apoyo de alguien que estuviera allí especialmente para ella.

- Por favor.










Segundo capítulo del maratón publicado!

Ahora sí, me he quedado sin nada que decirles, por tanto, espero que ustedes sean quienes me digan todo lo que esperan que suceda y qué fue lo que más le gustó del cap.💙✨

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