Epílogo; aria
—Dime Seonghwa, ¿tú cómo llegaste a ser mediador?
El demonio alzó una ceja, sorprendido por la repentina pregunta de Hongjoong, quien lo miraba expectante por recibir una respuesta. Suspiró suavemente mientras se servía una copa de vino. La curiosidad de Hongjoong no había variado lo más mínimo tras haberse convertido en ángel caído, y si bien en cierta forma le divertía, a veces le resultaba impertinente.
Tomó asiento en su cama de nuevo, donde Hongjoong se encontraba medio tumbado y con su cuerpo cubierto únicamente por una sábana de seda negra
—Ciertamente es una larga historia —Seonghwa hizo una pausa para darle vueltas al contenido de la copa con un par de ligeros movimientos, cuestionándose si realmente quería contestar a su pregunta mientras la observaba.
—Tenemos toda la noche, no hay prisa —Tentó Hongjoong mientras deslizaba sus finos dedos por las marcadas clavículas del demonio.
—Realmente no vas a aceptar un no por respuesta, ¿verdad?
—¿Tú qué crees?
Seonghwa hizo una mueca de desagrado, y tras acomodarse al lado del ángel caído decidió comenzar a relatarlo.
—Por extraño que parezca, ser mediador no es algo que estuviera en mis planes inicialmente. Yo nunca había estado interesado en ser el centro de atención, sino que prefería dirigirlo todo desde las sombras; dicho de otra forma, dejar que el trabajo sucio lo hicieran otros.
—Curioso —Opinó Hongjoong.
—Durante la penúltima guerra entre ángeles y demonios fui uno de los estrategas militares más críticos con cómo se abordó el plan de ataque del infierno. En su momento no fui escuchado, pero tan pronto como el infierno perdió la guerra surgieron muchas voces en contra de la humillación que habíamos sufrido por culpa de seguir una mala estrategia. Eso fue lo que me hizo dar un paso hacia delante ante la incompetencia generalizada de los demonios, y como esta vez no representaba a una minoría, sino a una mayoría, el pueblo me encomendó ser mediador. Desde ese momento comencé a confeccionar el plan perfecto para recuperar el control que el infierno había perdido tras la firma del Tratado Ataraxia —Hizo una pausa para dar un sorbo de la copa de vino— Cabe mencionar que este fue bien acogido por el infierno poco después de la guerra, pues en una situación de humillación tan desesperada cualquiera se daría por satisfecho con una paz por muy desventajosa que fuera. Eso sí, no tardaron en surgir voces discordantes tan pronto como se descubrió la dictadura encubierta que el cielo estaba intentando imponernos con esa supuesta paz.
Hongjoong se había incorporado ligeramente en la cama, con ambas piernas puestas en cruz y con el cuerpo dirigido hacia Seonghwa, escuchándolo atentamente. A pesar de que durante los últimos meses había estado acribillando a tanto a Mingi como a Seonghwa con todo tipo de preguntas, era bastante extraño que el demonio hablara sobre sí mismo y sus motivaciones, por lo que intentaba disfrutar el momento lo máximo posible antes de que volviera a su estado reservado habitual. Tal vez era cosa del alcohol.
—Eres el ser del que menos me esperaría que haría algo por el bien común.
—Porque no lo hago por el bien común, es más bien una cuestión de orgullo personal —Seonghwa hizo una pausa para buscar las palabras más adecuadas— Es, por así decir, una sed insaciable de decirle a todos aquellos que no me escucharon y me subestimaron en su momento "te lo dije" o "si me hubierais hecho caso no habría habido una nueva guerra para solucionarlo". Tampoco iba a dejar que unas criaturas de segunda como los ángeles de la Cámara Alta tuvieran ningún tipo de control sobre mí o sobre el resto de demonios. Al menos puedo decir que mi plan surtió efecto.
—No se podía esperar menos del gran Park Seonghwa, manipulador estratega invicto —Respondió con cierta ironía y desdén.
—No es cuestión de manipular, sino de anticiparse a los movimientos que van a hacer tus oponentes antes de que ellos los hayan pensado siquiera —Puntualizó Seonghwa— Eso es lo que te da la ventaja de redirigirlos hacia donde quieras.
—¿Entonces tu objetivo siempre fue redirigirlos hacia una nueva guerra entre ángeles y demonios?
—No era la primera opción, desde luego —Admitió Seonghwa— El revisionismo y el reformismo no sirven de absolutamente nada ante un problema como este, no era un sistema que se pudiera cambiar y mejorar, sino que estaba podrido hasta la médula. En ese caso la única opción posible era una revolución que probablemente desembocara en una nueva guerra. No es el plan ideal, por supuesto, pero si se tienen grandes aspiraciones hay que estar dispuesto a tomar grandes riesgos y sacrificios, cueste lo que cueste —Se aclaró la voz— Además, te vas a reír, pero yo no estoy hecho para estar al pie del cañón peleando. Eso le corresponde a otros.
Efectivamente, el ángel caído dejó escapar una ligera risa mientras se tapaba la boca con una mano. Definitivamente Seonghwa era como la caja de Pandora.
—"El fin justifica los medios" —Sintetizó Hongjoong en un susurro.
—Se podría decir. Al final todos somos piezas sobre un tablero de ajedrez —Reflexionó. Seguidamente, tomó el mentón de Hongjoong para elevar su cabeza hasta que los punzantes ojos de ambos se encontraron — Y he de admitir que Mingi es un gran peón, pero el mejor peón con la que he podido jugar has sido tú.
De pronto, Hongjoong empujó a Seonghwa hasta dejarlo tumbado en la cama, colocándose él encima suya a horcajadas, el demonio se dejó, expectante por ver qué se traía entre manos el flamante ángel caído. Le arrebató la copa de vino y solo entonces se dignó a contestar.
El ángel caído fijó su intensa mirada índigo en el rubio. Unos ojos etéreos, pero que representaban el fuerte vacío provocado por el camino que había decidido tomar y que a Seonghwa le fascinaban. Sin embargo, el demonio creyó avistar un inquietante brillo en ellos que no se asemejaba al patrón normal de reacciones que solía tener el cuerpo de Hongjoong cuando se acostaban.
—¿Por qué estás seguro de que he sido tu "mejor peón" y no a la inversa? No soy ninguna de tus piezas, Seonghwa. No te equivoques, llevas jugando a mi juego más tiempo del que imaginas.
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