Cap XXXVIII; epifanía [R18]
Sorpresa, confusión, impacto: todas aquellas palabras podrían utilizarse perfectamente para intentar describir el extraño sentimiento que me recorría la médula espinal tras haber escuchado la declaración de Yunho, ¿hasta dónde sabía? ¿Por qué contármelo ahora? ¿Qué estaba pasando a mis espaldas? ¿Debía aceptar la proposición? ¿Podía ser incluso algún tipo de trampa orquestada por las clases altas? Todos mis pensamientos se quedaban cortos, y no sabía hasta qué punto se podrían considerar paranoia o realidad.
-¿Por qué? -Fui capaz de articular, aún sin salir del asombro- ¿Por qué a mí?
-¿Y por qué no? -Contestó Yunho subiendo los hombros- A estas alturas no tengo nada que perder, o igual sí, pero ya he perdido demasiado como para continuar callado. Estoy cansado de no poder hacer nada mientras los problemas se suceden frente a mis ojos. Y estoy seguro que desde tu posición privilegiada de mediador le darás un uso muchísimo mejor a todo esto que el que yo podría darle -Hizo una breve pausa mientras enfocaba sus pequeños ojos en mi rostro- Solo tengo una condición a cambio.
-¿Qué tipo de condición?
-Que nunca, bajo ningún concepto, des a entender que yo he sido quien te ha comunicado todo esto -Su semblante se tornó serio, ahí pude adivinar que lo que iba a contarme trascendía más allá de los límites de la censura en el cielo- Ya he perdido la Biblioteca Divina y, sinceramente, no me apetece tener que perder las alas también. Creo que es más que razonable.
-Por supuesto que no, Yunho. Eres mi amigo, siempre me has ayudado incondicionalmente con todo lo que has podido. Tienes mi palabra.
Mientras pronunciaba esa última frase intenté alargar mi brazo para tomar la suya con firmeza, dedicándole una sonrisa de complicidad. No es que estuviera en la posición de ir delatando a otros ángeles cuando yo me encontraba en una situación de peligro de conversión en ángel caído tan poco favorable. Además, era innegable que las ansias de conocimiento me corroían por dentro y no iba a dejar pasar una oportunidad como esta.
-Bien -Se aclaró la voz- Voy a intentar ordenar la información de la mejor manera, pero no te prometo que vaya a acabar siendo un caos. Empecemos por el principio, estoy seguro de que has oído hablar más de una vez de la sección prohibida, aquella aterradora zona de la Biblioteca Divina donde quedan confinados todos aquellos libros que puedan ser susceptibles en relación a la moral del cielo. En un principio su función iba a ser guardar todos aquellos libros que los ángeles consiguieron robar del infierno durante la guerra con el fin de conocer mejor al enemigo en el caso de que nos viéramos en una situación similar otra vez, pero últimamente la censura ha sido tan mordaz que podemos encontrar en sus estanterías hasta libros que simplemente mencionan de manera más ambigua a los demonios o que pueden incitar de alguna manera al pensamiento divergente. Esto es porque el cielo desde siempre ha tenido miedo de que los ángeles decidieran por un segundo cuestionarse alguno de los dogmas que se les han impuesto. No es de extrañar, la guerra dejó graves secuelas muy difíciles de olvidar, por lo que todas las medidas para intentar que una catástrofe así no vuelva a repetirse son pocas; pero, por supuesto, nunca sin llegar al punto de privar a tus iguales de algo tan importante como el conocimiento de lo ocurrido. En las guerras nunca va a haber un bando que pueda ser considerado "el bueno" y otro que sea "el malo", ambos lados cometerán todas las atrocidades que estén en su mano para luchar por sus ideales y seres queridos. Pues bien, esto es exactamente lo que hizo el cielo en la última guerra que enfrentó a los ángeles y a los demonios, nadie dudó un segundo en mancharse las manos de sangre y masacrar al contrario si con ello se podría ganar la guerra, y, efectivamente, fue lo que ocurrió, el cielo consiguió imponerse al infierno con una fuerza superior y ganar la guerra. Sin embargo, las bajas fueron tan importantes que los ángeles salieron muy debilitados de la guerra, por lo que no podrían enfrentarse a un conflicto de tales dimensiones otra vez sin conseguir rehabilitarse. Es por ello que les propusieron la paz a los demonios con la condición de que acataran el Tratado Ataraxia, notablemente favorable hacia los ángeles. Si los ángeles se encontraban en mal estado, los demonios no tenían ya nada por lo que luchar, por lo que se aceptó el Tratado Ataraxia sin rechistar. Tampoco es que tuvieran otra opción.
-¿No se suponía que había sido un convenio común entre ambas partes?
- Nunca hubo un convenio, nunca los ángeles y los demonios se sentaron en una mesa de negociación en iguales condiciones para discutir el Tratado. Fue creado por y para los ángeles. Por supuesto, esta versión nunca será aceptada por los ángeles, porque implica que el cielo habría cometido verdaderos actos sanguinarios con tal de imponerse, y eso es impensable para un ángel, ¿no? Pero, ¿qué iban a hacer, rendirse? ¿Dejar que los demonios ganaran la guerra sin luchar? Lo dejo a tu propio criterio.
-Ciertamente no tiene sentido abandonar sin haber luchado antes. Pero eso no es excusa para que se mienta de tal manera al resto de los ángeles.
-Prefiero no opinar -Sentenció Yunho antes de continuar- El caso es que si valoramos la situación actual de ángeles y demonios, los ángeles se encuentran en una fuerte desventaja. Hay miedo, no hace falta indagar mucho para darse cuenta. Los datos que yo he podido manejar dejan ver claramente la diferencia entre ambos en desventaja a los ángeles, es por ello que actualmente es un tema tan sensible. Como bien te he dicho antes, no me parece que sea mala idea ser precavidos, pero estamos alcanzando un extremo en el que se oculta la verdadera historia frente a la historia favorable para los ángeles. No es ninguna tontería decir que la historia es la escrita por los vencedores, a veces dudo incluso si alguna vez podremos ser capaces de conocer la verdad como esta se define.
Notaba como una cantidad ingente de información iba entrando a mi mente pero aún era incapaz de asimilarla como era debido. Si había algo que tenía claro es que no iba a volver a tener una oportunidad de conocimiento mayor que la que tenía frente a mí en ese momento, por lo que no debía escatimar en preguntas.
-No me parece que alguien tan decidido como Kang Yeosang o Choi Jongho parezcan atemorizados de los demonios -Inquirí intentando conseguir más información acerca de esos dos.
-Eso quieren hacer creer, que no existe alarma, cuando en verdad la histeria consume a las clases altas. Pero yo no me fiaría lo más mínimo de Kang Yeosang, tengo una corazonada de que oculta algo, y no me extrañaría que ese algo fuera un vínculo con el infierno -Yunho se mordió el labio inferior- De hecho, esa misma corazonada es la que ha provocado que ya no sea bibliotecario. Voy a serte sincero, lo que más me preocupa ahora mismo no es la tensión con el infierno, sino que Kang Yeosang pueda revocar mi acceso a la sección prohibida si la Cámara Alta decide aprobarlo.
-¿Y de dónde viene tanto recelo hacia Kang Yeosang?
-¿Recuerdas aquel libro que encontraste en una estantería? Estoy prácticamente seguro de que fue él quien lo colocó, igual con la intención de que otros ángeles como tú lo cogieran por curiosidad y acabaran siendo absorbidos por la mentalidad del infierno. Hubo un día en el que él y su brigada del Departamento de Información e Investigación llegaron a la biblioteca a hacer una nueva criba de libros, y Kang Yeosang aprovechó precisamente para coger un ejemplar igual al encontrado en la biblioteca.
Tuve que contener una suave sonrisa al percatarme de que continuaba fuera del foco de investigación sobre el libro. Pero ese intento de sonrisa pronto se disipó al darme cuenta de que en cierta manera, que Yunho ya no fuera bibliotecario había sido indirectamente culpa mía.
Pero toda gran decisión tiene sus inconvenientes.
De repente, una idea que hasta ahora no había cruzado mi pensamiento se hizo paso con fuerza. Que Kang Yeosang no hubiera sido el culpable del desliz del libro no quería decir que estuviera eximido automáticamente, ese aura misterioso que desprendía no hacía que fuera algo complicado pensar que alguien como él ocultaría mucho tras aquellos gélidos ojos que parecían juzgar hasta el más mínimo movimiento.
-¿Por casualidad no crees que Kang Yeosang puede haber estado detrás de la caída de Mingi? -Pregunté arqueando una ceja- Yo era su mejor amigo, puedo asegurarte que Mingi nunca haría algo que traicionara al cielo, y por lo que me estás contando no me extrañaría que hubiera sido el artífice de su caída.
Eso es, si Mingi tenía razón en lo que me había dicho en la cumbre, no era de extrañar que alguien como Yeosang se quisiera deshacer de él cuanto antes mejor. Yunho parecía confirmar lo que ya me había comunicado Mingi y yo había decidido no creer. Parecía ser que tan equivocado no estaba, por lo que no pude evitar sentirme mal por no haberlo creído en su momento.
Yunho me miró con expresión sorprendida, colocó el dedo índice de su mano izquierda sobre su barbilla mientras miraba al infinito intentando asimilar mi pregunta en su enredadera de hipótesis.
-Ahí me pillas desprevenido, no sé mucho más del asunto de la caída de Song Mingi de lo que tú puedas saber -Se frotó las sienes- Pero no descartaría ninguna hipótesis, nos encontramos ante casos muy delicados para el cielo, es bien sabido por todos que un ángel caído es un gran problema para los ángeles comunes, y si Yeosang tiene algo que ver con el infierno, claramente le interesaría causar una cadena de caídas.
-Yunho... -Me detuve unos instantes valorando si verdaderamente debía continuar hablando o no, hasta que un impulso se apoderó de mí- ¿Fue Mingi el anterior mediador del cielo?
El ex bibliotecario se quedó mirándome boquiabierto, procedió a parpadear un par de veces antes de continuar hablándome. No era de extrañar, la identidad de los mediadores estaba oculta a todos los ángeles de clases medias y bajas para evitar represalias, y yo por muy mediador que fuera en ese instante no dejaba de ser un ángel común.
-Lo fue.
El silencio se apoderó de la sala al mismo tiempo que la impotencia se apoderó de mi cuerpo. Había una alta probabilidad que todas aquellas palabras de Mingi tuvieran más de cierto de lo que creía, y no pude evitar pensar que me merecía que sus manos hubieran acabado alrededor de mi cuello, yo también tendría una reacción violenta si mi mejor amigo estuviera tan absorto en sus ideales que pasara por completo de la valiosa información que le estaba proporcionando. A este paso iba a acabar desmayándome otra vez.
Me sentía completamente engañado y estúpido, era conocedor de esas mentiras del cielo, pero igual no eran ni una pequeña parte de las que me había tragado a lo largo de mi vida. Me parecía increíble que hasta alguien como Seonghwa hubiera sido más honesto conmigo que mis propios compatriotas. Creía que le habían lavado el cerebro, pero iba a resultar que el único con el cerebro lavado aquí era yo. No sabía cómo reaccionar ni en quién o qué creer.
Igual lo mejor era no creer en nada en absoluto.
Yunho acabó levantándose de la silla en la que se encontraba acomodado y se dirigió hasta la puerta de la habitación.
-Creo que ya sabes demasiado. Utiliza toda esta información sabiamente -Me dijo sin darse la vuelta, y acto seguido desapareció cerrando la puerta de nuevo tras él.
Me giré quedando boca arriba en la camilla del hospital, mirando hacia el techo con la mente rebosando de pensamientos y al mismo tiempo sintiéndola vacía por completo. Yunho podía estar tranquilo que el riesgo que acababa de tomar contándome toda esa información prohibida sería debidamente utilizada.
Era hora de tomar acción.
***
La temperatura de la habitación no dejaba de aumentar con cada uno de sus hábiles movimientos contra el cuerpo del otro. Las lenguas de San y Seonghwa se entrelazaban en un beso cada vez más profundo y cargado de lujuria, poco les parecía importar que hace apenas unos minutos ambos acabaran de alcanzar el clímax, sus cuerpos no parecían satisfechos en absoluto, tampoco les importaba que la habitación de San estuviera hecha un completo desastre después de lo que acababa de acontecer ahí. Solo se centraban el uno en el otro y en poder obtener el máximo placer mientras sus manos recorrían la tersa piel del contrario.
Sin embargo, en este ambiente rodeado de sudor y profundos suspiros, un fuerte pensamiento surgió en el interior de San, como quien recibe el agudo dolor de un flechazo. No quería dejar escapar a Seonghwa ni por un segundo, todo en lo que podía pensar era en sus manos dando fuertes tirones a su cabello moreno con mechas rojas mientras intentaba entrar en él una vez más. Y ahí surgía el problema, él no podía verse con otro demonio u otra súcubo que no fuera Seonghwa, pero tampoco podía ver a Seonghwa con nadie más. Solo de pensar en ello le hervía la sangre, y al mismo tiempo le excitaba indebidamente pensar que alguien como Seonghwa pudiera llegar a pertenecerle solo a él en cuerpo y alma.
Pero si había algo que deseaba de verdad era poder descifrar de una vez qué se pasaba por la mente de Seonghwa, conocer qué había más allá de sus impulsos sádicos y sus habilidades de estratega. Saber cuál era ese lado que normalmente no mostraría a alguien mundano.
Quizás había algo más allá del placer sexual que había intentado negar con todas sus fuerzas hasta ahora, pero que tenía un mayor ímpetu que su propia voluntad. Igual no era tan diferente a los humanos como él quería creer. Sus esfuerzos parecían haber sido ignorados por completo y esfumados con cada uno de los roces de su cuerpo contra el del rubio.
Tal vez estaba enamorado de Seonghwa. Otra maldita vez.
Con un impulso que para nada le caracterizaba y completamente nublado por la excitación, decidió dar un paso más allá. No podía dejar que su capacidad de razonamiento se viera enturbiada una vez más por sentimientos impulsivos deseando florecer dentro de un ser de naturaleza aparentemente racional.
-Seonghwa... -Consiguió decir con un hilo de voz ronca tras romper momentáneamente el beso. Su mirada fija en los profundos ojos rojos como rubíes de su contrario- Creo... Creo que siento algo más por ti.
Casi como acto reflejo, el rubio se retiró unos centímetros hacia atrás, y tras unos segundos de inexpresividad, dejó escapar una histérica risa.
-Me parece increíble que en este tiempo no hayas aprendido nada. Déjate de tonterías -Sentenció Seonghwa e hizo ademán de volver a juntar sus labios con los de San, pero este le paró en seco.
-No es ninguna tontería, igual el que debería aprender eres tú. No pierdes nada por intentarlo -Se sinceró San- Entre tú y yo noto una química que va más allá de lo puramente sexual, no puedo quitarme de la cabeza lo mucho que te deseo, ya no solo como amante, sino como pareja.
-San, no eres nadie. No significas más para mí de lo que has presenciado esta noche. No eres especial, eres uno más de los incontables demonios con los que me he acostado -Espetó Seonghwa con el ceño fruncido y los brazos cruzados, dejando atrás la intimidad que parecía compartir con San minutos atrás- Creía que ya te lo había dejado lo suficientemente claro la última vez, pero parece ser que no. Si no eres capaz de mantener nuestra relación sin desarrollar sentimientos más allá igual tu lugar está al lado del patético de Wooyoung y no al lado mío. Espero que no hayas sido tan imbécil como para dejarlo pensando que podrías tener conmigo una relación romántica propia de una novela mediocre humana.
San se esperaba una respuesta similar, no iba a pretender negarlo, pero tampoco se esperaba que las palabras de Seonghwa fueran a cortarle como si se trataran del filo de una espada deslizándose por su cuello. Había sido un completo idiota por pensar siquiera que podría tener un ápice de suerte al declararse.
-¡Pero!
-No me importas lo más mínimo.
La perturbadora sonrisa con la que Seonghwa soltó unas palabras tan breves y cínicas acabaron por romper la estabilidad de San. Se sintió tan roto por dentro que las lágrimas ni siquiera parecían florecer para darle algún tipo de consuelo o desahogo. En su lugar, Seonghwa se apartó de su lado y procedió a ponerse su albornoz de terciopelo negro para después abandonar la habitación de San, no sin antes dedicarle una única palabra que acabaría apareciendo periódicamente en los pensamientos de San.
-Nada.
San se quedó paralizado, no era capaz de mover uno solo de sus músculos. Verdaderamente era idiota por haber podido llegar a pensar que Seonghwa podría sentir algo parecido al amor por él. Y no lo culpaba, en ningún momento le había dado a entender que buscaba algo romántico ni mucho menos, había sido todo invención de su mente en un intento por no querer aceptar la realidad. Había dejado a una persona de corazón tan puro como Wooyoung movido por el sentimiento de que tal vez Seonghwa le pudiera corresponder alguna vez, y tal vez había cometido el peor error de su vida.
Se sentía solo, como un juguete sexual usado y roto que nadie más querría utilizar. Fue entonces cuando se dio cuenta de que probablemente acababa de pasar la última noche de su vida al lado de Seonghwa, todo por su incompetencia de reprimir sentimientos. Un fuerte vacío se apoderó de su interior mientras colocaba una de sus manos contra su pecho para notar cómo su corazón latía, aquel que metafóricamente hablando acababa de ser destruido como una cristalera impactada por una bala.
Era verdaderamente un idiota por haber dejado pasar por alto todas las veces que Seonghwa lo había utilizado, y toda la información y el trabajo que había dedicado solo por complacerlo. Como aquella vez que se le ocurrió comentarle que estaba desarrollando una pastilla curativa mientras estaban de amantes por primera vez, y que ahora había traicionado por completo su confianza robándola del laboratorio sin su permiso. Realmente no podía llegar a ser peligrosa, o al menos no hasta donde había conseguido investigar con los demonios, pero el hecho de haber visto su confianza rota había sido más que suficiente para desembocar su ira en aquel momento.
Y es que ese había sido el cuento de nunca acabar con Seonghwa desde que mantuvieron relaciones sexuales por primera vez, depositar una cantidad ingente de confianza y esperanza en alguien que nunca jamás lo haría por él.
Pensaría en una forma de venganza, como parar todas sus investigaciones en seco hasta que su estabilidad mental se lo permitiera o directamente hasta cuando quisiera, pero ya que no había podido ser capaz de mantener su palabra a sí mismo de no desarrollar sentimientos amorosos por Seonghwa, no quería fallarse a sí mismo una vez más teniendo un comportamiento propio de alguien como él.
No era momento para dar ni un paso atrás cuando el infierno entero podía depender de tu progreso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro