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Cap XXXV; ceniza

Un simple candelabro iluminando una noche sumida en la oscuridad como muchos de sus compañeros, dispuestos a ambos lados de las paredes y alrededor de las estanterías y mesas. Las velas que lo formaban se consumían lentamente, dejando que una leve llama siguiera brillando hasta que se quedara enterrada por completo en la cera fundida. Una luz tan insignificante que si se encontrara sola no tendría ningún tipo de función en un sitio tan amplio.

Pero, ¿qué pasaría si esa pequeña llama comenzaba a aumentar su tamaño hasta acabar engullendo a todas las demás y a su entorno?

El caos.

Un caos que acababa de ser desatado gracias a un pequeño empujón a uno de los candelabros. Pronto el dorado del soporte se transformó en un incandescente color anaranjado a causa de la combustión. La ínfima llama dejó de ser irrelevante para ir tomando fuerza a medida que se adueñaba de la primera estantería que se puso en su camino. En aquel momento todavía podría haber sido posible parar la catástrofe, pero eso no entraba en los planes del ángel. En su lugar, decidió que era demasiado pesado estar esperando a que la llama de un solo candelabro acabara consumiendo una de las miles de estanterías repletas de libros tan pesados que tardarían una eternidad en convertirse en ceniza. Por ello, comenzó a sacar libros aleatorios de las estanterías y a tirarlas al fuego para alimentarlo, y seguidamente fue derribando uno por uno cada uno de los candelabros que estaban dispuestos a lo largo y ancho de la biblioteca.

Si se pensaba dejar la historia a medias, era mejor no empezarla siquiera.

Libros tan antiquísimos como lo es la existencia de la vida ahora quedaban reducidos a cenizas sin valor, el incendio comenzaba a desatarse hasta llegar a la estructura del edificio y acabaría por destruir la cúpula formada por vidrieras que se disponía en el medio de la sala. La luz que procedía del exterior se había quedado en nada en comparación a la catarsis que se llevaba a cabo en el interior, tanto de la biblioteca como de la conciencia del ángel.

Observó aquel grotesco y peligroso espectáculo con una sonrisa de oreja a oreja, esperando que las llamas tuvieran la suficiente fuerza como para acabar con la sección prohibida.

Aquella maldita sección prohibida, la de problemas que se habrían ahorrado si simplemente se hubieran deshecho de todos aquellos infames libros en el momento en que los encontraron.

Pero ya era demasiado tarde.

Esto no lo hacía por placer, sino por venganza. Y no pensaba detenerse hasta culminarla por completo, aunque significara finalizar con un desenlace trágico. El humo y el fuego se expandían exponencialmente, devorando todo lo que se ponía en su paso. No tardaría en propagarse a otras estancias y en rodear al ángel por completo.

Dicen que si juegas con fuego te acabas quemando, pero, ¿y si el objetivo era quemarse desde el principio?

Tomó carrerilla y se precipitó a las llamas, que no tardaron en devorar por completo todas y cada una de sus plumas; así como el fuego acabó penetrando en las capas de su piel hasta que su cuerpo físico se hizo uno con el incendio, sumiéndolo en una eterna agonía.

Si la Biblioteca Divina no era suya, no sería de nadie.

Yunho se despertó sobresaltado y con la respiración fuertemente agitada, se miró ambos brazos en búsqueda de los rastros de las quemaduras y se asombró al darse cuenta de que no había ni una sola marca. Todo había sido una horrible pesadilla, tan real que aún estaba paralizado por culpa del dolor que había soportado su yo onírico. Se aferró al rosario de perlas blancas que había sobre su mesilla de noche y comenzó a rezar oraciones sin parar, las pesadillas no podían considerarse un pecado, él no controlaba qué soñaba y qué no; pero más valía prevenir que curar, no podía dejar de pensar que esa pesadilla era la consecuencia de haber tenido unos sentimientos tan negativos hacia Yeosang.

O tal vez era una señal de que debía tomar cartas en el asunto cuanto antes mejor. Su preciada información no podía ser desperdiciada en su mente hasta que terminara por olvidarlo todo.

Qué oportuno que guardara una buena relación con el ángel que Yeosang se empeñaba en incriminar por cualquier razón, y si había alguien que supiera gestionar su conocimiento a favor de los ángeles y para cerrarle la boca al engreído del trono, ese iba a ser él.

***

De todos los escenarios que habían aparecido en mi mente durante los últimos meses, este desde luego que era uno de los peores y con diferencia ¿Qué se suponía que tenía que hacer ahora con la carta de citación entre mis manos? ¿Cómo se supone que iba a salir de esta sin enloquecer por completo? Había una maldita pluma negra campando a sus anchas entre mis alas, mis días parecían estar contados en el momento en que todas decidieran seguir el mismo camino de oscuridad.

Me tiré en mi cama de nuevo, tomé la almohada y grité con todas mis fuerzas para intentar desahogarme de alguna forma. Si algo había aprendido desde que me había convertido en mediador, era que no sirve de absolutamente nada dejarme llevar por mis emociones si luego no soy capaz de sacar una conclusión útil de ellas. Intenté recomponer mi mente con todas mis fuerzas, y cuando conseguí tranquilizarme mínimamente me levanté de la cama y muy a mi pesar me observé en el espejo una vez más para confirmar que la pluma de raíz oscura no había sido un espejismo. Y efectivamente, era tan real como la vida misma, lo que confirmaba que tenía que pensar muy bien mis acciones a partir de ahora si no quería acabar siendo el siguiente ángel caído. La expresión de dolor y desesperación de Mingi no dejaba de aparecer en mi memoria y por nada del mundo tenía intención de tener que experimentar lo mismo, mucho menos ser la siguiente marioneta de Seonghwa. Simplemente con recordarlo, un fuerte escalofrío recorría mi cuerpo y me entraban náuseas.

Tenía que aprender a priorizar de una vez, si mis recientemente adquiridos ideales eran más o menos importantes que garantizar mi seguridad. No quería que aquella pluma fuera el inicio del final de mi vida como ángel, pero tampoco tenía ganas de seguir representando a una cúpula de ángeles privilegiados que vivían en su particular mundo de secretismo. Había llegado a la conclusión de que lo mejor era mirar por mí mismo primero, no iba a preocuparme de aquellos que nunca se preocuparían por mí, mucho menos por los ángeles que no tenían ningún cargo distintivo. Tantas voces tan diferentes rondaban por mi mente que estaba empezando hasta a cuestionarme si mis decisiones eran propias o influenciadas.

Por el momento decidí que lo más sencillo era deshacerme de la pluma lo antes posible. Si Yeosang decidía chequearme como la última vez se daría cuenta de que me faltaba una pluma, pero aquello sería mucho más fácil de ocultar y maquillar que si directamente se encuentra con una pluma cuya mitad era negra azabache. Mordí mi labio inferior y tiré con fuerza de la pluma hasta desprenderla con un rápido movimiento, a continuación y teniendo en cuenta cómo el plan del libro era demasiado arriesgado para mi situación actual. Simplemente dejé la pluma bajo el colchón de mi cama provisionalmente, hasta que se me ocurriera algo mejor que hacer con ella.

Ahora me tocaba armarme de valor y mirar para cuándo estaba previsto lo que parecía ser un interrogatorio en toda regla. Tomé la carta de nuevo y no tardé en leer que la fecha era pasado mañana, por lo que tendría que pensar contrarreloj qué hacer. Tampoco sabía exactamente qué iba a encontrarme, si volverían a inspeccionarme físicamente o si se dedicarían a acribillarme con preguntas de todo tipo. Mucho menos iba a saber hasta dónde conocían, lo que agregaba un riesgo especial por que me interceptaran mintiendo descaradamente.

Todos aquellos pensamientos se acumulaban en mi subconsciente mientras caminaba de un lado para otro de mi habitación por inercia. Aquellas cuatro paredes parecían cerrarse cada vez más y disminuir el espacio en el que me quedaba encerrado

Me quedaba cruzar los dedos, ser cauteloso con cada una de mis palabras y esperar a que no perdiera los estribos como me pasó en la última cumbre.

***

Wooyoung se sentó sobre el borde de su cama y se mantuvo mirando a un punto fijo con la mente en blanco durante varios minutos, intentaba hacer un esfuerzo sobrenatural por no derramar una sola lágrima más por el demonio de ojos verdes. En lo más profundo de su conciencia sabía que su acción había sido la correcta, no iba a arrastrarse por alguien que no había dudado un segundo en cambiarlo por Seonghwa.

Pero dolía, eso era inevitable. Dolía tener que borrar de tu memoria por completo al ser que una vez fue su gran fuente de serenidad, a quien le había hecho ver la vida desde otros ojos y en especial, que el amor no era un sentimiento exclusivamente humano.

Si continuaba viviendo en el pasado no iba a conseguir prepararse para el fatídico futuro que creía adivinar. No hacía falta conocer mucho a Seonghwa como para saber que el demonio debía de tener algún plan descabellado entre manos, cuyos engranajes necesarios para su funcionamiento no podían ser imaginados por nadie más que él. Odiaba admitirlo, pero en su interior estaba seguro de que sería una buena estrategia, que fuera insoportable era otro tema aparte.

Decidió entonces que era una mejor idea ir a dar una vuelta hasta uno de los miradores del Palacio del Averno, con tal de no tener que estar encerrado y solo con flashbacks intrusivos que se colaban entre sus monólogos internos. Para su sorpresa, en aquel mirador que dejaba ver una tétrica panorámica del paisaje infernal, se encontraba Mingi apoyado sobre la barandilla. El de ojos violáceos hubiera preferido estar solo; pero ahora que lo pensaba, igual era mejor que entablara algún tipo de conversación con el ángel caído ya que habían coincidido en el mismo sitio. Parecía ser uno de los pocos seres medianamente normales del infierno.

En cuanto Wooyoung se aproximó a la barandilla, Mingi percibió el sonido de sus pisadas y se dio media vuelta. No esperaba ver al demonio por ahí después de una cumbre tan intensa. Pronto el de ojos violáceos se apoyó en la barandilla junto al caído manteniendo una distancia de seguridad entre ambos, lo miró de reojo y después de tomar aire comenzó a hablarle:

一Creo que durante la cumbre no te felicité como es debido por tu acción en ella, poco se habla de que el plan maestro de Seonghwa no sería nada si tú no hubieras estado involucrado en él. Ya iba siendo hora de que alguien más decente que ese maldito rubio hiciera algo productivo por el infierno 一Intentó sonar lo más calmado posible, se suponía que era una felicitación pero los acontecimientos recientes no se prestaban para ser especialmente agradable con el mundo一 Fue muy valiente por tu parte.

一Lo que hice no fue para tanto. Intenté sonar lo más convencido posible durante la reunión, pero la verdad es que no fue especialmente fácil. Quiero decir, no es tan sencillo hacerse a la idea de que alguien que una vez fue extremadamente importante para mí parece haberse convertido en lo que juró destruir 一Comenzó a sincerarse el caído, mirando al horizonte de nubarrones tan oscuros como el carbón que se presentaban frente a sus ojos. Se sentía increíblemente cómodo contándole aquello a Wooyoung y no entendía por qué一 No me esperaba que la reacción de Hongjoong fuera rechazarme por completo y decir que ese no era yo, me sentí como que para él no era lo suficientemente independiente como para decidir colocarme en aquella posición. Seonghwa tuvo que ver, por supuesto, pero no es como si estuviera controlando cada palabra que salía de mi boca.

一Acepta el cumplido. Es muy complicado, pero cuanto antes te hagas a la idea de que las cosas no pueden volver atrás en el tiempo, mejor será, te lo digo por experiencia. Nadie ha dicho que vaya a ser fácil, pero el resultado acabará por merecer la pena. 一Le contestó Wooyoung, dirigiendo su mirada hacia Mingi, que instintivamente se giró también haciendo que sus miradas se encontraran一 El tiempo pasa, la gente cambia para bien o para mal. Y es inevitable perdonar los cambios negativos de alguien a quien le tienes aprecio, hasta que un día abras los ojos y te des cuenta de que te has estado comportando como un gilipollas y dedicándole toda tu paciencia y confianza a alguien equivocado.

一Perdona si me estoy metiendo donde no me llaman, pero suena como si estuvieras pasando por algo similar. Si es así, lo siento mucho.

Wooyoung se sintió preocupado, había hablado demasiado y no estaba precisamente dispuesto a confiarle sus desdichas amorosas al caído o que de la nada se empezara a inquietar. Pero aquella corta conversación había sido de alguna forma útil para él.

一Es una historia larga y complicada que prefiero olvidar cuanto antes, así que digamos que nunca volveré a oler la menta de la misma manera.

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