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Cap XXIX; conversión

Tras aquel escalofriante y grave grito los tres demonios quedaron completamente atónitos, repentinamente giraron su cabeza por impulso en dirección al lugar del que venía aquel desagradable ruido. Seonghwa se zafó mediante ágiles movimientos del agarre que San mantenía sobre su camisa y salió volando por impulso pasillo a través. El demonio de ojos verdes pareció seguirlo por inercia, sobresaltado por el repentino sonido. Mientras tanto, Wooyoung continuaba tirado en el suelo del pasillo sollozando, aún sin procesar todos los hechos que estaban ocurriendo en tan poco tiempo, no estaba de humor como para investigar qué acontecía en la otra punta del palacio.

A medida que los dos demonios dejaban a ambos lados las retorcidas pinturas que decoraban el lugar los gritos se intensificaban, hasta llegar al pasillo en el que se encontraban las habitaciones de Wooyoung y Mingi , lo que significaba que como bien habían supuesto, aquellos estruendos eran fruto del ángel caído.

El rubio tomó la iniciativa y de un empujón con el costado consiguió abrir la puerta, por suerte Mingi no había cerrado con llave por lo que tuvo que utilizar relativamente poca fuerza para abrirse paso. San se mantenía a una distancia prudencial del demonio de ojos rojos, sin cruzar siquiera una mirada con él, era evidente la fuerte tensión que los separaba. Ninguno de los dos esperaba ver la escena que iban a presenciar: el ángel caído se encontraba convulsionando en el suelo recubierto de moqueta gris oscura de la habitación, con los ojos en blanco y sin dejar de vociferar palabras inteligibles.

El demonio de mechas rojas empujó a Seonghwa hacia un lado y se inclinó hacia Mingi, esquivando su fulminante mirada por completo. El rubio retrocedió molesto frunciendo el ceño, pero en el fondo sabía que frente a aquellas situaciones San sería bastante más útil. A continuación el demonio levantó cuidadosamente la cabeza de Mingi para dejar uno de los cojines de la cama bajo ella y lo recostó hacia un lado mientras le susurraba con su melodiosa voz intalterada:

-Todo irá bien, muy pronto todo volverá a la normalidad. No estás solo, respira hondo suavemente.

Al cabo de unos minutos el ángel caído consiguió volver en sí, aún con la respiración y los latidos altamente acelerados, sin apartar la mirada ni por un segundo de San, que se encontraba frente a él tendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse del suelo.

Mingi extendió su temblorosa mano y el demonio lo ayudó a sentarse sobre el borde de la cama. Acto seguido se sentó a su lado sonriéndole suavemente para intentar transmitirle la sensación de que ya todo había vuelto a la normalidad, aún sin preguntarle nada acerca de qué le había sucedido pues pensó que lo más correcto era esperar a que se situara de nuevo y comenzara a hablar por sí mismo. En la pared contigua se encontraba Seonghwa apoyado con los brazos cruzados y el mentón hacia arriba, mirando fijamente al ángel caído esperando su explicación.

-Teníais razón... Ahora lo recuerdo todo -Dijo Mingi firmemente, rompiendo el silencio sepulcral que se había instaurado en la habitación y mirando hacia abajo-.

Al escuchar aquellas cortas pero significatorias palabras los rostros de ambos demonios se oscurecieron pícaramente, aquel extraño episodio había sido la consecuencia de haber traído de vuelta recuerdos con una enorme carga emocional.

-Yo... La verdad no sé muy bien cómo expresar todo lo que acabo de ver, aún no puedo creerme que el cielo me haya traicionado de aquella forma... -La voz del ángel caído comenzó a quebrarse hasta romper en un sonoro llanto desconsolado. Sus mejillas se tornaron rojas y las lágrimas no paraban de brotar de sus pequeños ojos hinchados, hasta que se tapó el rostro con ambas manos para no mostrar tal debilidad frente a los demonios-.

Al ver aquella desconsolada reacción, San tomó las manos de Mingi y las apartó de su entristecido rostro, mirándolo fijamente con sus claros ojos verde esmeralda.

-Piensa que has tenido la suerte de recordar y poder recobrar de nuevo tu identidad, quién sabe cuántos ángeles habrán tenido que pasar por algo similar -Intentaba apoyarlo San, irradiando un aura de falso positivismo-.

-Ahora bien, ¿qué narices has recordado como para haber acabado convulsionando? -Preguntaba Seonghwa impertinentemente a la vez que resoplaba como consecuencia de la ira, no estaba de humor como para ser especialmente amable y paciente con el caído después de que San hubiera estado cerca de cruzarle la cara-.

Mingi se sentó erguido sobre la cama y respiró hondo, estaba en el infierno y como tal debía tener una actitud mucho más fuerte. Los llantos y tartamudeos tenían que ser erradicados o los demonios no lo tomarían en serio, o incluso lo tratarían como alguien inferior. Y si algo tenía claro el ángel caído después de haber recuperado su memoria es que no pensaba dejar que nadie lo volviera a subestimar.

-En resumen vuestras suposiciones eran ciertas, los ángeles pidieron una audiencia a Dios para que me borrara la memoria al ver que estaba empezando a sentir empatía por vosotros, para intentar "salvarme" -Resaltó la ironía- de caer al infierno. Entonces borraron todos mis recuerdos acerca de mi periodo como mediador y lo sustituyeron por que supuestamente había estado preparándome para ser ángel de la guarda.

Seonghwa apretó su puño izquierdo con fuerza, no había nada que le molestara más en este mundo que ese tipo de comportamientos procedentes de los ángeles:

-No estoy sorprendido en lo absoluto, ángeles sin aceptar que existe algo llamado razón que no tiene por qué estar siempre de su parte. Pero en lugar de respetar la libertad de cada uno acerca de elegir qué es moralmente correcto es mucho mejor intentar imponer por la fuerza su detestable forma de pensar y deshacerse cuanto antes mejor de todo aquel sospechoso de traicionar sus principios. Luego tendrán los cojones de decir que Dios le ha brindado a su creación la libertad, claro, siempre que esa libertad implique asentir como un gilipollas a cada palabra que su religión les diga -Expresaba el rubio con un fuerte odio que se reflejaba en su incandescente mirada roja, como si su iris fuera a explotar de un momento a otro- Pero hay algo que tengo que decirte, y que no se te suba a la cabeza. Es muy complicado salir de una mentalidad tan autoritaria como la que desprenden los ángeles, pero tú tuviste la personalidad de decidir dejar de un lado toda aquella palabrería y ver los hechos objetivamente; que es que tenemos un tratado que está supuesto a ser un acuerdo igualitario entre ambas partes y que de paridad tiene lo mismo que yo de santo. Te felicito -Seonghwa cambió su tono agresivo por uno persuasivo, según él todo el mérito de despertar el pensamiento divergente de Mingi era suyo, pero nunca estaba de más continuar manipulándolo con palabras bonitas-.

-Rabia, impotencia... Me parecen palabras demasiado suaves como para describir lo que siento. Atreverse a cambiar algo tan personal y significativo como es la memoria por su simple beneficio, sin ningún tipo de opción que me permitiera negarme. Yo decidí pensar distinto a la mayoría de ángeles y no fui respetado en lo más mínimo, me arrebataron mi personalidad, mis fuerzas para decidir qué camino tomar. Y no lo olvidaré nunca jamás -El ángel caído iba aumentando su tono de voz progresivamente, dejando relucir un sentimiento de ira que no recordaba haber percibido anteriormente- Hablan de traición, cuando no hay nada más rastrero que obligar a tu pueblo a pensar lo mismo que tú para no ser excluido del grupo. Son ellos los malditos traidores que no guardan ni respeto a los que se suponen que son sus iguales. Tal vez ahí reside el problema, los ángeles nunca han sido iguales, ¿por qué yo tenía menos derecho a saber qué estaba pasando con mi propio mundo que un ángel de clase alta? Todo lo ocultan como segundas oportunidades, cuando no les importa lo más mínimo que yo esté bien sino que me mantenga calladito para no influir a otros ángeles a seguir mis pasos. Pero ni siquiera decidí seguiros, sino daros aquello que os corresponde según la propia definición del tratado. Ahora ha llegado mi turno de decidir, y decido que el cielo pagará por todo lo que me ha hecho pasar. Si ellos me arrebataron la memoria una vez yo me despojaré de todo aquello que una vez creí con tal de ver cómo pagan las consecuencias, me niego a continuar creyendo y confiando ciegamente en aquellos que me dieron la espalda.

San y Seonghwa miraban más que satisfactoriamente a Mingi, aquel monólogo era todo lo que llevaban esperando desde que se había incorporado a las filas del infierno, como una melodiosa sinfonía que orquestaba el inicio de una nueva estrategia. Por fin había tenido el valor de dar el paso y renunciar al cielo, o incluso empezar a desarrollar un odio similar al que ellos tenían hacia los ángeles.

-Creo que ya te puedo dar formalmente la bienvenida al infierno. Y no tengas la menor duda que mientras que yo esté encargado como mediador el cielo pagará por todos estos largos años de reírse en nuestra cara con su jodido tratado impuesto y maquillado de acuerdo de paz -Espetó Seonghwa mostrando su particular sonrisa de medio lado que reflejaba sus malintencionadas palabras para después dirigirse a San, cambiando por completo su expresión a una fría y con el ceño fruncido- Yo me voy a dormir, encárgate de que todo esté listo para mañana.

San lo fulminó con la mirada mientras observaba cómo se retiraba de la estancia, sus sentimientos hacia Seonghwa eran demasiado contradictorios en aquellos momentos. Por un lado deseaba agarrarlo del cuello y estrangularlo hasta que Wooyoung pensara que fuera suficiente como para perdonarlo, pero por otro fundiría sus finos labios con los del rubio una vez más, con una tensión tal que pareciera generar electricidad y que aquello sólo fuera el preludio de otra salvaje noche. Lo odiaba, sí, pero también lo deseaba. Aquellos pensamientos tenían tan poco sentido que el pelirrojo no dejaba de sentirse culpable simultáneamente de haberle sido infiel a su novio y al mismo tiempo de no haberse quedado durmiendo en la cama de Seonghwa. Pero aquel no era un momento para lamentarse por sus acciones más o menos cuestionables, sino para traer de vuelta la profesionalidad que lo caracterizaba y poner en marcha de una vez por todas aquel proyecto que llevaba tanto tiempo desarrollando.

-¿Recuerdas que te comenté que estaba trabajando en un proyecto para devolverte de nuevo las alas? Pues bien, ahora que tus heridas se han curado y has recuperado la memoria es el momento óptimo para experimentar -Le contaba el demonio a Mingi, muy emocionado por poder probar de una vez todas esas pócimas que llevaba desarrollando durante tanto tiempo-.

Un escalofrío recorrió la médula espinal de Mingi, ¿sería cierto que podría recuperar sus alas y podría surcar aquellos oscuros cielos del infierno? Pero todavía sentía que aquella acción no era por simple altruismo, y ahora que Seonghwa no estaba pensaba volver a preguntar acerca de la verdadera razón de devolverle sus alas.

-¿Y por qué deseáis devolverme las alas? ¿Cuál es el motivo? -Preguntó Mingi subiendo una ceja, le desconcertaba bastante ese tipo de comportamientos amables procedentes de los demonios-.

-Digamos que es algo que llevo investigando desde antes de que te convirtieras en mediador, un proyecto ambicioso que puede ayudar al infierno exponencialmente. Pues si bien los ángeles caídos no sois iguales a nosotros ni lo podréis ser, habéis decidido de una manera u otra alejaros y traicionar al cielo, o simplemente habéis hecho algo que a Dios no le habrá parecido oportuno. Y creo que es algo a tener en cuenta, sois nuestros aliados, así que es de sentido común ayudaros a recuperar algo tan crucial como las alas -Decía San entre suaves risas, no podía decirle a Mingi los verdaderos motivos tras la investigación, pero aquello serviría para convencerlo- El caso es que ahora mismo hay una sola oportunidad para devolverte las alas, pues uno de los reactivos es una pluma de ángel y únicamente tengo una en mi posesión, así que es un todo o nada. Pero piensa en positivo, si el experimento sale bien tus nuevas plumas podrían causar que otros ángeles caídos recuperaran sus alas, y así progresivamente.

-Espera un momento, si solamente tienes una pluma -Cuya procedencia no dejaba de intrigar a Mingi, ¿de dónde había sacado un demonio eso?- ¿Quiere decir que no has experimentado nunca en un ángel caído?

San miró hacia otro lado y entornó los ojos a la vez que una risa sádica se escapaba por la comisura de sus labios, hasta que finalmente continuó la conversación al ver el rostro atemorizado de Mingi.

-Entonces habrá sido un placer conocerte, ¿sabes todas aquellas almas desfiguradas que se encuentran en la entrada del infierno? Pues parte de ellas son ángeles caídos cuyos cuerpos y órganos se corroyeron al entrar en contacto con las primeras pruebas de la sustancia. Aún tengo grabadas las sádicas carcajadas de Seonghwa al ver a aquellos seres rogando por su vida mientras sus ojos se disolvían -Al ver como el ángel caído comenzaba a temblar temiendo por su integridad física, San cambió su malévola expresión por una más reconfortante- Pero como te he dicho fueron las primeras pruebas, hay años de diferencia y de estudio de por medio. Además no había determinado que era crucial tener una pluma de ángel para poderlo llevar a cabo, por lo que el experimento tiene aproximadamente un 80% de posibilidades de ser un éxito.

El caído intentó pensar en positivo al escuchar aquella cifra, pues sabía que ahí tenía el precio a pagar por haber sido cuidado por los demonios, no estaba en posición de resistirse ni negarse a formar parte de aquel demente experimento.

-Con un poco de suerte tendrás unas nuevas alas para el amanecer, así que vayamos al laboratorio y dejemos las cosas hechas cuanto antes mejor.

Entonces ambos cruzaron diversos pasillos del Palacio del Averno para poder llegar al laboratorio, las pulsaciones de Mingi parecían que iban a causar que su corazón acabara por explotar, sólo de pensar en lo que sería tener que experimentar ver su piel desfigurándose hasta alcanzar sus órganos y dejarlo sin capacidad para pensar siquiera hacía que le entrara un pánico interno totalmente incontrolable. De hecho estaba tan ensimismado en sus pensamientos catastrofistas que ni se percató del impresionante arte de los pasillos que atravesaran, mucho menos en las palabras que San le decía de vez en cuando para intentar tranquilizarlo.

El demonio por su parte estaba que no cabía en su euforia, el gran momento culmen de sus investigaciones estaba a escasos minutos de producirse. Si conseguía tener éxito no sólo tendría un gran reconocimiento en el infierno, sino que podría sentirse realizado de una vez por todas y apartar momentáneamente todos los pensamientos relativos a Seonghwa o Wooyoung, que ahora mismo se adueñaban de su subconsciente.

Después del transcurso de unos minutos ambos entraron al laboratorio, aquel espacioso lugar que se podría hasta considerar la segunda habitación de San. Estaba repleto de botes que custodiaban mortíferas sustancias sobre sofisticadas estanterías de cristal que también guardaban numerosos libros de alquimia y material de laboratorio tal como probetas, matraces y demás. En una de las paredes se encontraba una enorme ventana que dejaba ver el cielo nocturno infernal, y en el medio de la sala se encontraba una enorme mesa con un lavabo y distintos artilugios de laboratorio desplegados sobre ella.

San tomó entonces una mascarilla, gafas de protección y un par de guantes y se los colocó para iniciar con el procedimiento. Seguidamente abrió uno de los armarios y sacó una caja de color negro de tamaño medio, en cuyo interior se encontraba la pluma que Seonghwa le había conseguido en la pasada cumbre. A continuación cogió aquel etéreo objeto con unas pinzas y cuidadosamente la introdujo en el interior de una sustancia grisácea, que estaba en el interior de uno de los matraces que había sobre la mesa.

Al sumergirla en aquel brebaje este se comenzó a tornar de un fuerte color negro azabache a medida que San le daba vueltas con una varilla. Parecía ser que la pluma se había disuelto en el interior de ese extraño matraz.

Finalmente el demonio le tendió la mezcla a Mingi y le dejó las siguientes indicaciones:

-Bébete el contenido de este matraz rápidamente, si todo sale bien en unos segundos comenzarás a sentir cómo tus alas crecen de nuevo.

El ángel caído decidió pensar en sus últimas palabras por si acaso no podía recordar nada después de beber aquella sustancia. Cerró los ojos y siguiendo las instrucciones de San aquella pócima rápidamente recorrió su garganta, dejando una extraña esencia a moras en su paladar que pronto se tornó en un ácido sabor que por poco le provoca arcadas.

Comenzaron a pasar los segundos y Mingi no parecía notar ningún efecto más que el mal cuerpo que le había dejado la sustancia. Pero justo cuando pensaba que estaba libre de peligro, un intenso dolor se concentró a lo largo de su médula espinal, provocándole un mal tal que se desplomó en el suelo en agonía. Comenzó a gritar con todas sus fuerzas, de manera tal que se quedaría afónico en segundos, a lo que San le tapó la boca rápidamente con ambas manos, ya habían armado suficiente escándalo aquella noche como para continuar con los gritos.

De un momento a otro el caído sintió cómo un extraño cuerpo comenzaba a brotar rápidamente de su espalda, rompiendo la enorme cicatriz que le habían dejado sus anteriores alas de ángel y desgarrando el traje que llevaba puesto, lo que causó que el dolor fuera aún más insoportable si cabía. Si no fuera porque sabía que era una criatura inmortal hubiera afirmado que estaba muriéndose, su vista se había convertido en un plano completamente blanco y no podía mover ni un sólo músculo de su cuerpo.

Rápidamente aquel cuerpo extraño se convirtió en el esqueleto de unas nuevas alas, que en cuestión de minutos continuaron desarrollándose hasta que la estructura quedó establecida, y acto seguido plumas tan negras como el carbón comenzaron a nacer a gran velocidad, recubriendo toda la superficie de las alas.

Finalmente el crecimiento cesó y con ello la fuerte agonía de Mingi, que se retorcía en el suelo al borde del ataque de ansiedad, sin creerse que a pesar del horrible rato que había pasado, había recuperado sus alas.

El demonio retiró sus manos del rostro de Mingi y saltó eufórico haciendo gestos de victoria con ambos puños, el experimento había sido todo un éxito. Todos aquellos años de sufrimiento habían resultado en un enorme avance a favor del infierno, y él era el único autor del mismo. Rápidamente se acercó al ángel caído y observó cuidadosamente que sus alas estuvieran en perfecto estado y no presentaran ninguna deformidad, y tras comprobar que aquellas alas parecían óptimas para ser utilizadas, abrió la ventana del laboratorio.

-¿A qué esperas para probarlas? Los ángeles normales no pueden volar en el infierno pues sus plumas son demasiado débiles y puras como para resistir al ambiente caluroso y plagado de humo que hay en la parte alta. Pero tú ya no eres un ángel, y tus alas no corresponden a las de un seguidor de Dios sino todo lo contrario -Decía San entusiasmado, seguía sin asimilar que el momento que estaba viviendo fuera real-.

Mingi se encontraba completamente agotado tanto física como mentalmente en aquellos instantes, no podía dejar de darse la vuelta para observar aquellas nuevas alas color azabache que le pertenecían, y la duda le invadía acerca de si serían seguras para volar. Pero una fuerza y ansia de volver a sentir lo que era estar suspendido en el aire se apoderaron de él casi sin pensar razonablemente, que le hicieron subirse a la ventana y observar aquella mortífera caída en un enorme lago de lava.

Y se precipitó por la ventana.

San se asomó rápidamente por la ventana, envuelto por el terror de que debido a su baja energía no pudiera ser capaz de volar. No vio nada, las densas nubes oscuras y la neblina de la noche le impedían poder vislumbrar a Mingi ¿Y si lo había inducido al suicidio involuntariamente? ¿Acababa de tirar por la borda años de investigación por su simple ansia de querer ver al caído volar de nuevo?

Pero una figura resurgió de entre la grisácea bruma, y se mantuvo levitando frente a la ventana con aquellas flamantes alas negras que ahora le pertenecían, iluminadas por la luz que procedía del laboratorio, al igual que aquella sonrisa que parecía haber borrado por completo el sufrimiento al que había estado sometido tan recientemente.

Lo había conseguido, ya era capaz de desplegar sus alas de nuevo.



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