Cap XX; detención
Parecía que mi corazón iba a dejar de latir, estaba tan nervioso que no sabía qué decir ni cómo reaccionar a las palabras de Yeosang.
No me lo creía, de todas las opciones que podrían haber ocurrido aquella era la peor, como Yeosang descubriera la existencia del libro iba a ir derechito al infierno sin lugar a dudas. Tenía que esconderlo de alguna forma, y lo más importante, no podía mostrar ninguna señal en mi expresión facial o mis palabras de que estaba en una situación comprometida.
-Director Kang -Dije con tono de voz firme, inclinándome hacia delante en señal de respeto- ¿Para qué me buscaba?
-Me gustaría hablar contigo a solas, ¿tienes algo pendiente por hacer esta noche? -Me contestó Yeosang en su habitual tono serio.
-No, cuando usted desee hablamos -Le dije intentando parecer seguro, aunque sentía como una gota de sudor se resbalaba desde mi frente.
Entonces el trono dejó el libro que tenía entre manos de nuevo en el espacio de la estantería y me hizo una señal para que lo siguiera rumbo hasta la salida de la biblioteca, desconocía hacia dónde quería llevarme o qué quería hablar conmigo, pero dados los acontecimientos podía imaginarme lo peor.
Justo cuando íbamos a abandonar la biblioteca, Yunho se apresuró volando hacia donde estábamos con un montón de libros entre las manos.
-¡Hongjoong! Aquí tienes todas las ediciones antiguas de la Biblia que deseabas -Me decía Yunho amablemente, cuando reparó en que me encontraba siguiendo a Yeosang, que se dio la vuelta hacia él.
-Si nos disculpas Jung Yunho, Kim Hongjoong tiene unos asuntos pendientes que tratar conmigo en estos momentos -le contestó el ángel de ojos azules fríamente.
-Como usted diga Director Kang -dijo Yunho, adaptando su registro a uno más educado para referirse a Yeosang, a la vez que mostraba una expresión de confusión en su rostro. Parecía estar tan extrañado como yo acerca de la petición de diálogo del trono.
Entonces continué mi camino fuera de la Biblioteca Divina siguiendo el vuelo de Yeosang, era muy complicado seguir al trono por aquellos pasillos tan estrechos, ya que sus alas circulares le permitían alcanzar una mayor velocidad de las que me permitían las mías.
Comenzamos a subir sobrevolando las escaleras de caracol que conectaban con los pisos más altos, donde se encontraban las estancias más importantes del palacio tales como los despachos y habitaciones de los ángeles de clases altas. A medida que pasábamos, los cuadros eran más imponentes y las decoraciones mucho más trabajadas y recargadas, todo siguiendo una misma estética de colores claros y brillantes. Pero desgraciadamente, no disponía del tiempo para quedarme admirando aquellas obras de arte o perdería a Yeosang de vista.
De pronto el trono paró frente a una de las puertas grabadas en oro que había en el pasillo y yo descendí hasta aquel lugar, en la parte derecha de la misma había una placa donde quedaba inscrito "Despacho de Kang Yeosang, Director del Departamento de Investigación e Información".
En aquel momento tragué saliva preocupado, Yeosang no se hubiera molestado en llevarme hasta su propio despacho si no fuera porque se tratara de un asunto importante, ¿se habría enterado de alguna forma de que poseía aquel libro? ¿Qué me iría a pasar en los próximos minutos?
El trono de ojos azules abrió la puerta y me indicó que entrara, quedé completamente sorprendido ya que a diferencia del estilo recargado de la ornamentación de los pasillos, su despacho era un lugar bastante frío y austero. En su interior apenas había unas colosales estanterías repletas de archivos de distintos tamaños y colores con una mesa de mármol presidiendo el centro, acompañada de un asiento acolchado de tapicería azul y otros dos enfrentados de tapicería blanca. Finalmente, el lugar se encontraba presidido por un enorme grabado en tonos fríos del ojo de la providencia, colocado en la pared que se encontraba tras el sillón azul, la misma que se oponía a la entrada. Parecía que te observaba incesantemente sin importar el lugar de la habitación en el que estuvieses.
En aquel momento Yeosang cerró la puerta con cerrojo y tomó asiento en el sillón azulado, por lo que seguí sus pasos y me senté en una de los sillones blancos frente a él.
-Todo aquello que digas podrá ser utilizado en tu contra, asegúrate bien de elegir tus palabras a partir de ahora. Te recuerdo que la mentira es un importante pecado que podrá ser sancionado con la caída si se trata de una falsedad grave -Me dijo Yeosang con tono autoritario, clavando sus claros ojos azules en los míos.
A continuación abrió uno de los cajones que poseía la mesa, parecía estar buscando algo en él.
Y ahí lo dejó, frente a mis ojos. Un libro exactamente igual que el que Seonghwa me había entregado, con la misma inscripción roja y la misma cubierta negra.
Sentí como mi frecuencia cardíaca se disparaba, no exageraba si decía que mi corazón iba a explotar. Pero al mismo tiempo, tenía que mantenerme sereno y natural. Cualquier paso en falso podría costarme las alas.
Estaba seguro al cien por cien de que mi ejemplar estaba dentro de mi bolsillo, podía notar sus aristas rozar ligeramente mi camisa. Entonces, lo único que podía significar aquello era que Yeosang sabía de alguna forma mi tenencia de libros prohibidos, o tal vez sólo me estaba poniendo a prueba.
-¿Reconoces este libro, Kim Hongjoong? -Me preguntó firmemente.
-No, nunca he visto un libro así antes -Mentí por acto reflejo, manteniendo mi mirada fija en el libro.
-Este fue el libro prohibido encontrado en la habitación de Song Mingi, me consta que sois amigos desde la infancia -Decía Yeosang retirando el libro de nuevo al cajón- ¿Nunca te habló de la existencia del libro o algo acerca de su contenido?
-No que yo sepa, desconozco el contenido de ese libro así que no puedo afirmar que nunca dijera nada relacionado a él. Pero yo nunca percibí que su forma de pensar hubiera sido modificada de alguna forma -Improvisé como pude, no podía dar ni la más mínima señal de que había estudiado aquel libro como si fuera una Biblia.
-Ya que te encontrabas ahí en el momento donde se produjo la detención de Song Mingi, ¿qué le ocurrió momentos antes de que nosotros llegáramos? -Continuaba interrogándome implacable, sin perder el contacto visual ni por un segundo.
¿Qué debía hacer? ¿Le debería contar a Yeosang los problemas de memoria de Mingi? Él me pidió que no contara nada, pero estaba prácticamente seguro de que el Director notaría que ocultaba algo si no le daba los suficientes detalles. Dudaba muchísimo que si le relataba a Yeosang lo sucedido sacara alguna información a cambio, era bien sabido en el cielo que no había ángel más reservado que él, no por nada era el Director del Departamento de Investigación e Información. No podía arriesgarme a mentir de más o probablemente Yeosang se diera cuenta.
De pronto el trono dio un golpe seco sobre la mesa cuyo sonido ensordecedor rompió el silencio que inundaba la estancia hace unos segundos:
-Contesta Kim Hongjoong, ¿no estarás ocultando algo?
-En absoluto Director Kang, perdone por no ser capaz de contestar al instante. Como bien ha dicho usted antes, Mingi fue un gran amigo mío y su pérdida me ha causado un gran dolor, todavía me cuesta recordar aquellos momentos -Me excusé brevemente, y acto seguido comencé a relatar lo ocurrido antes de que la paciencia de Yeosang se desbordara- Estábamos hablando sobre los recuerdos que teníamos de hace años, cuando de repente Mingi manifestó que no recordaba con seguridad el motivo por el que decidió ingresar para convertirse en ángel de la guarda. Esto le extrañó porque según él, necesitas una gran vocación para dedicarte a ello. Ante ese problema yo le alenté a que intentara recordar, y al pretender hacerlo, sus ojos se tornaron de un color lila claro. Al parecer había perdido la vista. Además sus plumas se fueron oscureciendo cada vez más.
-¿Algún detalle más que añadir? -Continuaba preguntándome dictatorialmente.
-Sí, mencionaba que veía una especie de ojos rojos en sus sueños que no le dejaban descansar, y que aquellos ojos se volvieron azules.
La habitual expresión inerte de Yeosang pareció alterarse por un milisegundo, me costó poco percibir que aquella contestación lo había sorprendido.
-¿Eras conocedor de que Song Mingi hubiera tenido episodios similares con anterioridad?
-Que yo conociera había habido dos, uno fue el ocurrido en la última cumbre, el cual no recordaba, y el anterior en la penúltima cumbre. Él lo solía describir como una sensación de flashbacks y una especie de desmayo, que siempre atribuyó a los demonios -Le conté preocupado por si de verdad debería estar relatándole aquellos detalles.
-¿Solamente mencionó a los demonios para atribuirles esos episodios? O mejor dicho, reformulo la pregunta, ¿Notaste algún indicio de pecado o comportamiento afín al infierno en Song Mingi?
-En absoluto, de hecho él siempre manifestó su desprecio y temor hacia los demonios. Yo nunca me hubiera podido imaginar que acabaría convirtiéndose en un caído -Dije alzando levemente mi tono de voz, me dolía demasiado ver como ponían en duda la lealtad de Mingi, cuando podía apostarme lo que fuera a que él siempre fue mucho más noble de lo que yo nunca he sido.
-A los hechos me remito Kim Hongjoong, por muy amigo tuyo que fuera Song Mingi o por mucho aprecio que le tuvieras eso no cambia la fuerte traición al cielo que realizó. Por tu bien te aconsejaría que lo olvidaras a él y todo lo que te haya podido decir cuanto antes. El cielo perdona, pero ni consiente ni olvida. Mucho menos si eres una criatura divina y ejemplar como un ángel. Si nosotros pecáramos, ¿quién tomaría en serio la religión?-Decía Yeosang fríamente, dando a entender que el improvisado interrogatorio había finalizado.
Entonces hice ademán de levantarme del asiento, pero en un segundo el trono me fulminó con su clara mirada azul.
-Todavía no hemos terminado -Espetó el ángel de alas circulares- Como podrás entender aún mantengo dudas sobre si la información que me has proporcionado es verdadera o no. Creo que eres capaz de asimilar tu desafortunada relación con el caído, por lo que aún no puedo descartar la opción de que fueras su cómplice o tuvieras algún tipo de implicación además de una simple amistad.
Mi preocupación me invadió de nuevo, ¿Yeosang pensaba que había contribuido a la caída de Mingi? La simple duda de aquello me dolía como si me clavaran un puñal, nunca hubiera arrastrado a Mingi al infierno por culpa de mi curiosidad, mucho menos había tenido algo que ver en esos episodios extraños de alucinaciones. La amistad no funciona así.
De repente Yeosang se levantó de su asiento y me ordenó con impasibilidad:
-Levántate y colócate con la espalda recta, piernas juntas, brazos abiertos y alas desplegadas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro