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Cap VI; nostalgia

En apenas unos rápidos pasos emprendí el vuelo atravesando los diversos pasillos del Palacio Santo para poder llegar al ala sur del mismo, donde se encontraba mi amada Biblioteca Divina: el lugar con mayor cantidad de información posible en el cielo. Estanterías y estanterías tan altas que la mirada se perdía entre los libros se alzaban en aquel majestuoso lugar, cubierto por una enorme vidriera de cristal transparente que daba una amplia iluminación al lugar a pesar de encontrarnos en el atardecer.

Había pasado en aquel lugar la mayor parte de mi vida, desde que era un angelito pequeño y aprendí a leer siempre había tenido una enorme inquietud por conocer más del mundo que lo rodeaba. Es por ello que siempre que podía me escapaba a la biblioteca y me quedaba leyendo algún que otro libro en uno de los innumerables rincones del lugar. No se podía decir que me había leído todos los libros que allí se encontraban porque es físicamente imposible, pero sí había leído bastantes a pesar de mi corta edad.

En apenas unos diez minutos de rápido vuelo esquivando las enormes lámparas de araña que habían colgando conseguí llegar a la Biblioteca Divina. Nada más entrar ya se podía sentir cómo la inmensidad de información contenida en la sala te abrumaba, sumado al peculiar olor de los libros antiguos.

En pocos segundos, un ángel de gran estatura, cuerpo esbelto y corto cabello moreno que se encontraba volando mientras colocaba los libros de una de las estanterías, descendió a darme la bienvenida. Se trataba de Yunho, el ángel bibliotecario.

-¡Hongjoong! Qué alegría verte, ¿cómo fue la cumbre? -me saludó enérgicamente mientras se aproximaba a mi- ¿Qué te trae por aquí tan tarde?

-Buenas noches Yunho, la verdad no me fue tan bien como esperaba -le contesté sonriendo, intentando ocultar mi decepción por no haber sacado alguna medida adelante- En fin, venía por aquí porque hay algunas cuestiones que me gustaría investigar antes de la próxima cumbre. En concreto estoy buscando información sobre los demonios, en especial de Park Seonghwa.

-Actual mediador del infierno, sin duda un demonio que representa un gran peligro para nosotros los ángeles -Dijo mientras iba de un lado para otro buscando por las estanterías- Tiene fama de muchas cosas y sin duda ninguna buena, ¿pero qué es lo que te lleva a buscar más sobre él?

-Para vencer al enemigo primero tienes que conocer sus estrategias y puntos débiles, así que pensé que sería una buena idea investigar sobre los demonios para estar más preparado de cara a la siguiente cumbre -dije mientras iba prácticamente siguiendo a Yunho de un lado para otro de la laberíntica biblioteca.

-Tiene mucho sentido, pero ya sabes cómo es la censura acerca de todo lo que involucre a los demonios, así que dudo que pueda encontrar algo que sirva para ayudarte -continuó contestando Yunho mientras iba moviendo libros de un lado a otro.

-¿Por qué razón se censuran los libros con información sobre los demonios? Quiero decir, podría ser muy útil disponer de mayor información sobre ellos con un fin simplemente defensivo.

-Es una buena pregunta, pero aunque fuera con medios meramente informativos cabe la posibilidad de que algún ángel acabara atraído por la mentalidad de los demonios. Somos seres divinos, sí, pero no somos perfectos ni estamos libres de caer en la tentación -su tono de voz normalmente alegre se ensombreció por unos instantes- Ya sabes, existen los ángeles caídos.

-Ángeles que desafiaron o desobedecieron a Dios, que son expulsados al infierno junto a los demonios -afirmé decididamente.

-Exactamente, y hay algunos que pueden ser incluso más peligrosos que los demonios, no olvidemos que Lucifer es el ángel caído más conocido -Yunho hizo una breve pausa mientras se detenía de nuevo en otra de las estanterías- Es por eso que en los últimos años el cielo ha extremado las medidas para evitar que aumente el número de ángeles caídos, la censura es una de ellas. Además los ángeles no se preocupan por los demonios si desconocen hasta que punto pueden ser una amenaza.

-Entiendo, entonces si no hay nada que pueda leer me daré una vuelta a ver si encuentro algo que me llame la atención -Dije ligeramente decepcionado al no poder conseguir mi objetivo.

-Como veas Hongjoong, si necesitas cualquier cosa avísame -finalizó Yunho la conversación y, acto seguido, emprendió de nuevo el vuelo vuelta al lugar donde estaba al principio para terminar de colocar los libros de la parte alta de aquella estantería.

Comencé a caminar sin rumbo aparente por los larguísimos pasillos completamente vacíos que formaban las estanterías repletas de libros. Nadie se encontraba en la biblioteca a aquellas horas más que Yunho y yo.

Parecía mentira que entre tantos libros no hubiera ni uno que pudiera satisfacer mi curiosidad. No podía evitar sentir una agridulce mezcla de decepción y ansiedad, ya que por una parte no podía ampliar mi conocimiento y por tanto no podía utilizarlo en la próxima cumbre para intentar al menos hacer entrar en razón a Seonghwa. Estaba claro que si todo el mundo lo temía de aquella forma era porque algo había ocurrido y yo lo desconocía.

No puedo ocultar que odiaba todo aquel secretismo que poseía el cielo, a pesar de ser el nuevo mediador ni siquiera tenía ni idea de quien había sido mi antecesor o los antecesores de mi antecesor, igual que nadie me iba a conocer a mi más que los altos cargos y la gente de mi alrededor.

De repente me crucé con un libro que me resultaba familiar, tenía el lomo de color violeta oscuro y cuyo título era Vida de Santa Pelagia de Antioquía.

De pronto un recuerdo cruzó mi mente.

-¿Qué estás leyendo?

-Trata sobre la vida de una santa, siempre me han llamado la atención todos aquellos humanos que, a pesar de no ser seres divinos como nosotros, han sido capaces de alcanzar un título tan alto.

-Suena interesante, ¿puedo sentarme a tu lado? Mi nombre es Mingi, encantado de conocerte.

Esa había sido la primera conversación que había entablado con Mingi y el momento en el que nos conocimos, a partir de ese evento comenzamos a hablar más a menudo hasta llegar a ser buenos amigos. Pero no supe nada de él durante un largo periodo de tiempo debido a su preparación para convertirse en ángel de la guardia. No fue hasta poco después de convertirme en mediador que pude volver a saber de él, cuando me enteré de que formaría parte del grupo de ángeles que me acompañaría al infierno.

Después del pequeño lapsus, continué caminando y pensando en qué tipo de libros podría encontrar información de ayuda para la próxima cumbre. Pensé entonces que lo único más cercano que podía conseguir eran las distintas ediciones del Tratado Ataraxia que se habían editado, ya que solo conocía a la perfección la última edición.

Me dirigí entonces a la parte de documentos de la biblioteca, emprendiendo el vuelo con mis blancas alas repletas de plumas. Tan pronto como llegué comencé a tomar todos los libros que contenían las distintas ediciones y me los llevé a una de las mesas nacaradas que estaban repartidas por la biblioteca.

Con todos los libros desplegados sobre la mesa me puse a leer sin parar unas ediciones y otras, comparando qué era lo más importante y qué artículos se habían modificado. Así pasé la noche en vela de aquel intenso día, intentando sacar algo en claro.

Sin darme apenas cuenta la luz de la biblioteca comenzó a intensificarse, lo que suponía la llegada de la mañana. Había pasado toda la noche entre libros y eso suponía un tremendo dolor de cabeza. Pero si de algo me había dado cuenta es que los artículos eran considerablemente más favorables para el cielo en los inicios del Tratado, sin embargo al irse aproximando a la edición sesenta y seis de las setenta que había actualmente las medidas que favorecían al infierno habían aumentado exponencialmente. Mi intuición me hacía pensar que aquella edición coincidía con la llegada de Seonghwa como mediador, y por tanto la llegada de mi antecesor debería ser un poco anterior a la edición sesenta y seis.

Rendido de sueño acabé acostado sobre todos aquellos libros que cubrían la mesa, cuando de repente, escuché un portazo que debía proceder de la entrada a la biblioteca que me hizo levantarme de golpe de nuevo. De un instante a otro escuché una voz familiar perteneciente a Jongho gritar con su habitual ensordecedora voz:

-¡Hongjoong! ¡Sé que tienes que estar por aquí! ¡Ya hay fecha para la siguiente cumbre! ¡Se celebrará dentro de dos días! ¡Hongjoong!

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