Cap III; disputa
Mis pulsaciones no hacían más que acelerarse progresivamente, a la vez que realizaba un sobrehumano esfuerzo en evitar parecer nervioso. No le daría a Seonghwa lo que buscaba. Su nombre era bien conocido en el cielo y no precisamente por algo bueno, se decía que desde que él actuaba como portavoz de los demonios, las negociaciones estaban más difíciles que nunca y que, probablemente, Seonghwa fuera la causa de la desaparición del último ángel mediador. Yo sabía esto perfectamente antes de acceder al cargo, pero una pequeña parte de mí esperaba no tener que estar sentado en una mesa con él enfrente e intentar convencerlo.
Me aclaré la garganta para comenzar a hablar haciendo caso omiso de sus palabras:
-Sería descortés por mi parte no presentarme. Kim Hongjoong, elegido por la Cámara Alta como mediador del cielo-dije con firmeza y tono de voz medio, seguidamente incliné ligeramente la cabeza en señal de respeto muy a mi pesar.
-Sí, sí, lo que sea. Aquí hemos venido a negociar, no a seguir protocolos de educación. Además que por tu expresión al verme pasar por esa puerta diría que no necesito ni presentación -contestó Seonghwa con aire de superioridad volviendo a sonreír, intentando intimidarme.
-Así es. Con tu permiso, comenzaré a transmitir los problemas que se me han comunicado -metí la mano en el bolsillo de mi blanca gabardina para sacar un pergamino en el que tenía apuntado las principales directrices de la cumbre- En primer lugar, diversos arcángeles han reportado ataques de demonios cuando se disponían a ayudar a los humanos.
-Y bien, ¿qué os extraña? Vosotros intentáis ayudar -pronunció con marcada ironía- a los humanos y mis compañeros intentan evitarlo, siempre ha sido así ¿No irás a esperar que cada demonio se quede aplaudiendo cada vez que aparezca un arcángel, no?
Como esperaba, había decidido contraatacar con los acuerdos de la última cumbre.
-No se trata de lo que se lleva o no haciendo los pasados años, se trata de cumplir lo que se acordó en una de las cumbres del año pasado -me aclaré la garganta y continué leyendo mis apuntes- Cito textualmente del último documento firmado en una cumbre: "los demonios se comprometerán a no atacar a los arcángeles bajo ninguna circunstancia si estos son llamados por humanos en lugar de acudir por voluntad propia" .
-Al parecer esta mañana el cielo se ha levantado con ganas de guerra. Está bien, yo también se jugar a este juego -sacó de debajo de su capa un pergamino similar al mío- Por aquí cito otra de las medidas acordadas que el cielo nunca ha llevado a cabo: "los ángeles no intervendrán en la toma de decisiones de personas que se consideren no creyentes" pero obviamente, de esto no se habla en el cielo porque no es de su conveniencia -finalizó dejando el pergamino agresivamente sobre la mesa.
***
En la sala contigua a la Sala de Banquetes se encontraban aún los cerca de cincuenta ángeles de la guarda, algunos aprovechaban este tiempo para rezar por que Hongjoong pudiese salir victorioso de aquel duelo de palabras y otros simplemente miraban al vacío o a las tenebrosas obras de arte que decoraban las paredes. Entre ellos se encontraba Mingi, el cual sin duda era el que se preocupaba más por Hongjoong de toda la sala. Ambos llevaban siendo amigos desde tiempos inmemoriables, cuando él aún no era ángel de la guarda y Hongjoong simplemente se pasaba los días investigando los antiquísimos libros de la Biblioteca Divina en búsqueda de información sobre el universo en general. Y es que para ángeles un año transcurría en ellos el efecto de un simple día.
Mingi jugueteaba con una de las suaves plumas de sus alas cada vez de forma más inquieta, esperando que en cualquier momento Hongjoong saliera y pudieran volver de nuevo al lugar seguro que era el cielo. Dirigió su mirada entonces a uno de los cuadros de la sala, el cual era una pieza de arte abstracto donde se veían distintas tonalidades de grises y negros aparentemente sin una razón de ser.
Un latido, dos latidos.
La habitación comenzaba a dar vueltas y vueltas hasta que los colores y las formas se distorsionaban por completo.
Una luz que se tornaba grisácea hasta sumirse en la oscuridad.
Una voz... pero, ¿a quién pertenecía?
Una sensación de déjà vu.
Mingi volvió en sí, no sabía que acababa de ocurrirle, se notaba mareado y extrañado. De repente, reparó en que la pluma que había estado acariciando anteriormente era de un tono blanco ligeramente grisáceo, prácticamente imperceptible.
***
Horas y horas se sucedían y aún así ahí permanecía intentando debatir sin éxito alguno. La cumbre había llegado a un punto en el que ambos estábamos seguros de que no se iba a conseguir un acuerdo si uno de los dos no daba su brazo a torcer. Desde luego yo no pensaba ser el que se diera por vencido, y al parecer mi contrario tampoco.
Aunque me molestara, debía admitir que al igual que los demonios no estaban cumpliendo varios puntos del Tratado, los ángeles también habían ignorado otros. Y tal y como había dicho Seonghwa, en el cielo no se hablaba de cualquier tema que pudiera tratarse como un "pecado".
¿Acaso tanto tiempo debatiendo con él estaba empezando a desgastar mis principios?
-¿Tan pronto te quedas sin argumentos? Tu antecesor aguantaba más -dijo aquel demonio de ojos rojos con su habitual tono provocador- Si no tienes nada mejor que decir daré la cumbre por finalizada.
Efectivamente, me había quedado sin argumentos, pero eso Seonghwa no tenía por qué saberlo. Tenía que desviar la conversación de alguna manera.
-¿En el infierno hay libros? -pregunté casi por impulso.
Seonghwa me miró con cara de desconcierto para después echarse a reír a carcajadas sarcásticamente.
-Al parecer el pequeño angelito se ha hartado de leer la Biblia -consiguió decir entre malignas risas- No sé a qué viene esa pregunta, pero en el infierno hay tantísimos libros que la Biblioteca Divina parecería una vulgar estantería particular. En el infierno no existen tales cosas como la censura, privar a tu pueblo de la sabiduría por ser contrario a tus ideales es crear esclavos sin pensamiento crítico.
Escuché asombrado las palabras que mencionaba. La Biblioteca Divina era el lugar más amplio que yo había tenido el placer de visitar, mi mente era incapaz de imaginar un lugar aún mayor. Aunque claro, no podía olvidar que estaba hablando con un demonio, sus palabras podían ser verdad o ser la mayor mentira jamás escuchada.
Esos instantes de disuasión me permitieron no solo empezar a fantasear con la clase de libros que podrían encontrarse en un sitio así, sino también continuar con el asunto por el que me encontraba sentado en aquella mesa.
-Como observo que en la actualidad va a ser completamente imposible llegar a un acuerdo que satisfaga a cielo e infierno, solicito formalmente finalizar la cumbre hasta próximo aviso. Recomiendo encarecidamente una segunda lectura en la tranquilidad de nuestras medidas propuestas.
Me equivocaba por completo, aquel conflicto no había hecho más que empezar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro