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𝄡14. Bruja.

ᙅᗣᕈꙆƮᙀᒐO ᙅᗣƮOᖇᙅᙓ: Bruja.

❝ Ella dijo: "en mi cabeza y en mi corazón, ¿por qué esto 

tiene que terminar? oh no, no pude salvarnos, mi atlantida.❞

ENTRE MÁS VOTOS Y COMENTARIOS LOS CAPÍTULOS SALDRÁN A LA MISMA VELOCIDAD :3.

⸻ DEVASTADOR.  LO QUE CONLLEVO AÑOS EN CONSTRUCCIÓN EN CUESTIONES DE SEGUNDOS SE CONVIRTIERAN EN DESTRUCCIÓN.

El rey regente de los siete reinos, el remplazo del usurpador, estaba exhausto de continuar una guerra donde eran más evidentes las perdidas que las ganancias.  Honro la memoria de los vasallos asesinados, fue un líder innato que inspiro una profunda conspiración hacia la delicia del reino, pero, ¿a que preció era todo eso?

Percy, se encontraba consciente que se avecinaba su respectiva muerte, aun así guardaba el fulgor que los asuntos pendientes con su esposa Helaena se solucionara lo más pronto. Sin embargo, mientras los días pasaban las esperanzas se apagaban.  

— Lo más factible es trasladar a Aegon aún lugar seguro — reconoció Percy luego de unos minutos de silencio. Las miradas se intercalaron tratando de encontrar una negativa con lo escuchado, no obstante, nadie se atrevió a declinar.

— ¡La fortaleza es segura! — saltó de la silla Otto Hightower que, lucia malhumorado por las nuevas órdenes que últimamente se han ejecutado o quizás el viejo consolidaba ideas más pacificadoras.

El rey negó con la cabeza. La fortaleza, el sitio cuál consideró hogar durante un tiempo remoto, ya no era competente para estar a salvo pues eran más quienes sonreían delante pero, mantienen la daga detrás. El Targaryen presentía que los papeles de un momento a otro cambiarían porque estaba al tanto que existían (ocultos) fieles a la verdadera soberana, Rhaenyra Targaryen.

Hubo una época que aborreció a su sobrina, tal vez, porque ella acaparó lo que anhelo, aunque al transcurso de los años aprendió a coexistir con ella y ni la pobre era culpable de sus celos irrevocables.  Así mismo, debido al conflicto que se vieron envueltos, aquel sentimiento enterrado resurgió con más fiereza, provocando que respondiera con sangre y fuego, ignorando a tantos inocentes que morían por una causa que ni les competía.

Sentarse en un trono que no era suyo, y sostener una corona que pesaba era realmente dificultoso. Estaba haciendo el último esfuerzo por colocar a lo que quedaba de familia a salvo, estaba moviendo las fichas en el gran tablero.

— Papi,  ¿nunca nos dejarás? — la tierna voz de Alyssa perturbo la ensoñación del mayor. Percy, se ubicaba aún costado de la cama de su hija y aparto el cuento que sostenía entre sus manos.

—Papi los pondrá a salvo a ti y a tus hermanitos — colocó una de las manos sobre la mejilla de la niña— mi hermosa, hermosa Alyssa. Gracias por soportar un peso que no te correspondía.

La menor se le nubló la vista por las tiernas palabras escuchadas.  Ella estaba sola, completamente sola desde que su mellizo la dejo, nadie se preocupaba por su estado, ni siquiera su madre pese a  ese contratiempo, aun así quien siempre acudía ante los llamados era su padre: el rey regente. 

— Regresaré por ustedes, lo prometo. 

Padre e hija se fundieron en un fuerte abrazo como si se tratase del último, lloraron, se consolaron y Percy antes de abandonar la habitación vio en ella a su querido Baelon,  se desestabilizó cuando las puertas se cerraron.

Cuando se recompuso decidio  visitar  a sus otros hijos, los acunó, y les cantó torpemente la melodía que su ahora difunto hermano, antiguo rey, Viserys l Targaryen solía tararear de niños. Les beso la frente a cada uno asi mismo, con la misma pasión les prometió que volvería a tenerlos, juntos, ser una familia.

No obstante,  las promesas inciertas son las primeras en quebrarse...

Intentaría una vez más en recuperar el amor de su amada, por lo que, la siguiente parada sería los aposentos que compartían, aunque él ya no pasaba tiempo allí. Al llegar los guardias trataron de impedir la entrada, peso a eso, basto una dura orden para persuadirlos, ¡hubiese deseado que fueran más tercos! pero cuando la luz golpeo su rostro vislumbró una traición imperdonable.

Creyó que era normal la conducta de su esposa: la perdida de un hijo es mortal, no obstante, no esperó que todo recayera en él. Le dio tiempo, espació, pero nada mejoraba y ahora que Aemond Targaryen, su sobrino y el joven que defendió cuando era un crío le había insistido ser protector de su Helaena no le pareció  singular la persistencia hasta ahora que, lo atisbaba ahí desnudo siendo uno con su mujer.

La respiración se aceleró al igual que corazón; tanto que decir aun así nada surgía simplemente contemplaba pasmado la escena, el erotismo con los gemidos, y el romance ilícito que surgió mientras él arriesgaba su vida por ganar.

— Helaena — amargó, fue recitar el nombre que idolatro una vez.

La mujer apartó con violencia al hombre que profanaba su cuerpo.

— No es lo que parece — balbuceó jadeante a lo que él  solo podía sentir decepción por tal hazaña.

— Ahora entiendo todo.

Tal vez, se trató de la calentura del momento que Percy no midió las consecuencias cuando le proporciono un golpe limpio a su sobrino, e hizo oídos sordos a los enérgicos o desesperados llamados de su esposa. La confrontación de los esposos simplemente requebraron el matrimonió, Percy se sentía asqueado por las palabras que escupía la mujer que amaba.

La hubiese tratado con rabia, pero, sus sentimientos reprimidos no le permitían.  Salieron las excusas baratas y las emociones guardadas desde hace un buen tiempo. Dejo su querida soñadora en lágrimas, mientras que él tras cada paso se quebraba por la traición, ¿qué había hecho mal?, Cuando creyó que alcanzo esa felicidad de un momento como si se tratase de un huracán, arraso con lo más minino, incluso de las raíces.

Lo que quedaba de día no apareció en los aposentos, pues, se quedó en el salón del trono donde arreglaba varias peticiones que le llagaba desde sitios muy remotos, por otra parte, fue una postal muy curiosa que capturo toda su atención.  El cuervo cuál cargaba con el comunicado le picoteo la cabeza una vez que le desató el mensaje, el rey lo espanto con delicadeza de su lado.

"Querido Percy.

Me parece pertinente que te enteres de lo siguiente; superamos en número, Rhaenyra Targaryen, la legitima, irá a reclamar lo arrebatado, vengar lo que le han matado. Esto podrá ser utilizado como traición, por lo tanto, te espero en el ojo de dioses donde ruego que sea el encuentro definitivo entre nosotros.

No tenemos nada que perder porque ambos ya hemos desfallecido en esta guerra particularmente ridicula.

Atentamente, Daemon Targaryen" 

De dubitativo, releyó la caligrafía que solía conocer a la perfección (trazos deprisa suponiendo lo apurado que debía estar) arrugó el pergamino para así lanzarlo al suelo, coloco las manos en los costados del trono y lo apretó fuertemente, incrustándose las agujas de allí, perforando la piel con la intención de recordar el peso de haber dirigido un reino que ni suyo era de nacimiento.

Colapso.

De un gritó, causo que los guardias entraran apresurados.

— ¡Llamen al consejo ahora! —  dictaminó— ¡muevan sus putas piernas o les corto la cabeza!

Colérico, se levantó del trono pavoneándose de un lado a otro, tratando de ordenar cada pensamiento. Respiró hondamente cuando percibió fuertes pisadas al exterior, además el bullicio de los pasillos. Con la mente fría retorno una vez más al trono, observó a cada miembro que ingresaba, analizaba los rostros malhumorados u afligidos de los presentes, una punzada lo sacudió cuando notó entre la gente a la persona que le falló, que amaba.

— Partiré en lomos de fantasmas gris— dirigió la mirada aun punto muerto, tratando de ser oídos sordos a los murmullos— los negros vendrán, nos superan en número de dragones, y estoy consciente de eso, aun así tenemos estrategias. Cuando me marché quiero que protejan la fortaleza, cierren las puertas, los caballeros protejan a diestra y siniestra — las manos del hombre se colocaron en los costados del trono dejando a la vista un brote carmesí, la primera herida que relucía en las carnes— Quiero Aemond Targaryen, y Daeron Targaryen al frente, además... Si es posible, la reina regente Helaena Targaryen apoye a los príncipes.

Apretó con fiereza, siendo así el dolor un antibiótico del estrés. Meditar una posible muerte a todos los padecimientos le calmaban o eso pretendía. Lo apretó con la finalidad de rasgar más la piel,  esperando el desacuerdo de los presentes.

— Si la batalla se ve perdida— Menciono al instante de levantarse— rindasen, ofrezcan misericordia.

Al menos les brindaría un consejo benévolo a una causa ya perdida.

— ¡No! Vamos a pelear — manifestó Otto Hightower, dando un paso al frente enfrentadose al hombre de hebras plateadas.

— ¡Callaté! — bramó el rey regente— protejan a Aegon, a mis hijos, mejor dicho a mi familia.

Apartó al Hightower, molestó, él nunca percibió las intenciones maliciosas de aquel anciano. Tanta codicia, ¿de qué le sirvió? , nada, solamente una severa destrucción hacia su linaje manchado, lo repudiaba cuando en un momento anterior podía haberle tomado un minúsculo apreció.

Sin más se marchó con la vista a lo alto; debía prepararse, por lo tanto, exigió su armadura de batalla; color negro con ligeros detalles de escamas, siendo alusión aun dragón, el blasón que había personalizado con los emblemas de los Targaryen- Hightowet y finalmente su espada. A primera hora, mientras muchos descansaban o se preparaban para lo que se avecinaba, Percy salió directo a las montañas de Visenya donde se ubicaba su querido fantasma gris.

¡Claro! La criatura estaba esperando a su jinete, lo sabía, lo que  venía. El rey regente, sin esperar que alguien lo acompañase, se trepó por el ala que le ofreció el dragón. Suspiró, la nostalgia prontamente lo había aturdido, pero, la decisión ya la tomó, quizás, el repentino apresuramiento fue porque le mortificaba el tener que ver día a día a su esposa, recordar el engaño, y ser el quién padece en silencio.

Dejo reposar su cuerpo en los lomos de su dragón, descanso a lo que podía aunque en el proceso que los vientos besan con cuidado su piel, y le desordenaban los cabellos, se percató que inevitablemente derramó unas cuantas lágrimas. Durmío hasta que sintió los rayos del astro mayor calentarle o cuando el movimientos seso, despertó.

— deseé que fuera un terrible sueño — refunfuñó al instante de reincorporarse. Atisbo alrededor, fijandose que se situaban en una pradera con frondosos arboles que cubrian el terreno, demasiado cerca donde seria el encuentro.

Estuvo allí por unas cuantas horas a la espera que algo extraordinario ocurriera, asi fue.  Una criatura cubrió un pedazo del cielo y allí reconoció quien era. Percy, no se detuvo en meditar los movimientos a lo que el dragón bateó las alas con impetú , sin tener que dar ordenes este se elevo hasta el objetivo.

»Nuestra ultima batalla, mi niño« pensó.

Una jugarreta por los dioses cuando el diluvio surgio de lo más alto. El agua empezó a rociar lo que era aquel cuerpo del hombre pecador, el corazón le palpitó con fiereza tal como una bestia hambrienta ¡dioses malevolos! que lo encaraban a lo una vez idiolatro en su tierna niñez y amo en su salvaje juventud.  Daemon Targaryen, lucia tan lamentable dejando de lado el recuerdo de aquel imponente humano.

— ¡¿Quién te lastimo, hermano?! — vociferó el ajeno.

Mordió el labio inferior con fuerza hasta sentir el oxido de la sangre recorrer por la punta de la lengua,  ¿quien lastimo tanto a Percy Targaryen?,  existia una sola respuesta. Su hermano mayor mantuvo la intención de acercarse, sin embargo,  fantasma gris no le permitó tal osadia. 

— ¡Tú! — respondió con el mismo tono— ¡eres el responsable de cada una de mis desgracias!

Los ojos violetas contrarios pedian misericordia o un perdon de descadas pasadas, tal vez, la culpabilidad asechaba cosntantemente al Targaryen. Percy no lo visualizó  como el hermano que veneraba, ni el amante que lo conquisto, pues,  allí era el enemigo incluso el asesino que lo condeneó ineludiblemente.

— ¡Aún podemos solucionar este desastre! — gritó esperanzado Daemon

— ¡Existe un solo reparo a todo, hermano! — se atrevió a responder a pesar que las palabras brotaron con dolor. La mano del hombre se coloco encima del mango de la espada que reposaba aun costado de la cadera— ¡Tú maldita cabeza!

Un fuerte relampago azotó el cielo e inició un espectaculo. Quienes se encontraban a las praderas pudieron vislumbrar colores inexplicables a las arribas, sin embargo, el fuego de dragón buscaba desestabilizar al oponente.  Los dragones se enzarsaron el uno con el otro en una vaiven violento, a muerte.

Caraxes alcanzo a herir a fantasma gris con una mordida, no obstante, fantasma gris rasgo el ala de Caraxes. Percy, imploraba a sus adentros que su dragón lograra resistir pero, los lamentos de la bestia le dolian profundamente, una conexión muy fuerte entre ellos que podian sentir cada penuria.

El segundo trueno. Pensó en su familia y en lo que ocasionaria si moria ¡dioses malditos!, derramó lagrimas que se camuflaron con el llanto del diluvió. Una silueta en la lejania se aproximaba, desvaino la espada de la funda y se reincorporó.

— Fue un placer ser tú jinete—  dijo a lo que fantasma gris rugió. 

Vislumbro como Caraxes yacia encima de ellos, fantamas gris reaccionó con fiereza con intenciones de aniquilar el dragón opuesto. Se cuenta que Percy salto hacia frente y que al mismo tiempo Daemon  se arribaba por encima de él.

— Te amo, hermano— manifestó el canalla  cuando la espada del menor se encrustro en el pecho, atrevesando el corazón.

Muchas historias se tejieron sobre dicho encuentro mortal debido a que,  los grandes cuerpos de los dragones comprometidos se localizaron en las aguas pero, sus respectivos jinetes no. Algunos dicen que, los cuerpos inertes fueron tragados por las mareas u otros que se escaparon por amor, hasta cierto punto, hubo otra que generó mucha más conmoción.

Se dice que la muerte del rey regente fue un hecho que cambió el rumbo por completo del reino. Muchos entraron en disputa porque veneraban al remplazo del impostor aunque otra aprte aceptaba a Rhaenyra como legitima  soberana, era iniceirto el destino aun  así la ausencia de Percy se sintió incluso el luto por la perdida de un soberano que pudo ser.

Las lenguas sucias comentan que Daemon pereció al instante de que le clavaron la espada y el mar arraso con el cuerpo, pero, a Percy "hermana oscura" fallo y la encrustración se desvió al hombro de este, cayó a las aguas con una herida no mortal.

La corriente guío al Targaryen directo a la orilla, inconsiente. Se relata que alguien lo encontro en un estado agonizante y por pesar al aura de melancolia que este desplegaba, lo auxilió. Alys Rios encontró al hombre combatiendo con la insolita muerte, y con sus saberes ancestrales lo sano. Han rumoreado que se trato de cinco dias llenos de incertidumbre donde una mujer de cabellos negros entraba y salia de una pequeña caballa situada cerca al ojo de los dioses, apresurada, recolectaba hierbas supuestamente medicinales.

— ¿Quien er..eres? — indagó debilmente mientras entreabria los ojos, trato de levantarse aunque lo unico que provoco fue un gemido de dolor.

— No te muevas— un dulce reproche capturo la atención del hombre— mi nombre es Alys Rios.

—Umh... soy...

— Percy Targaryen, rey regente de los siete reinos, si lo se — lo interrumpió apresuradamente tras colocarle un par de paños de agua tibia sobre la frente contraria— no hables.

El Targaryen agudizo la visión tratando de enfocar y así, atisbó una preciosa mujer que lo miraba con pena, quizas a causa del estado deprimente que él se hallaba. 

Fue entonces que los rumores señalan que se vio aun hombre de aspecto valyrio recorrer un bosque acompañado de una famenina cuya apariencia era invidable (bruja le decian), muchos señalaron que era el difunto rey regente y otros un fantasma de este.  Sin embargo,  dicha pareja no solia permanecer en un lugar de forma definitiva pues, siempre se movian como si no quisieran ser atrapados.

Algunos los vieron en invernalia, unos cuantos en Bastion de tormentas (tal vez, Percy  queria reclamar algo que aun le pertenecia), incluso se les vieron merodeando en antigua donde misteriosamente el tercer hijo de Helaena Targaryen (Aerion) desapareció, algunos lugares de poniente narraban como un hombre de apariencia Valyria, ojos bicolores, estaba agarrado de la mano a una mujer de hebras oscuras, embarazada, y un infante los acompañaba de lado a lado.

 Prontamente, el bulliceó se propago tras la muerte de Rhaenyra Targaryen a causa del fuego de su hermano menor Aegon II y la hora del lobo se sintió en  todo poniente. A los dias, una nueva muerte saldo una cuenta cual fue del usupador, se dice que su hermana Helaena lo habia envenenado u otros cuenta que se trato de viejos enemigos.

La sucesión de Aegon III, primegenito de la delicia del reino y del canalla, se trato de un hecho muy esperado. 

— ¿Te enteraste? — una voz apresó la atención de un hombre que se mantenia oculto en una capucha negra— La primogenita del que fue rey regente, Percy Targaryen, se casará con nuestro rey.

— En hora buena.

¡Y si!  a los pocos meses una boda fue anunciada generando jubilo pues, al menos luego de tanta tempestad se avecinaba la paz...

— Escrito por Septon Eustace.



Solo dire que falta un capitulo + el epilogó.

Fue un placer escribir la historia de este hombre aunque finalmente no termino ni con el uno, ni con el otro. ¿Qué les pareció?

Ojala pasen por la historia de Aemond Targaryen con oc masculino. La historia de Percy Targaryen fianliza pero, apenmas inicia la de Ivar Strong, hermano menor de Harwin Strong.

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