𝄡06. El dulce niño del hermano mayor.
CAPITƲLO SEIS: El dulce niño del hermano mayor.
❝Si estuviera muriendo de rodillas, tú serias el
único que iría a rescatarme y si tú estuvieras ahogándote
en el oceano te daría mis pulmones para que así puedas respirar.
Te tengo, hermano .❞
ENTRE MÁS VOTOS Y COMENTARIOS LOS CAPITULOS SALDRAN A LA MISMA VELOCIDAD :3.
⸻ SIEMPRE IDEALIZO LA FAMILIA QUE TUVO CON SUS PADRES: AMOROSA Y ESTABLE POR LO TANTO ATRAVES DE LOS AÑOS TRATÓ DE TENER UNA SIMILAR. Sin embargo, el destino suele ser escurridizo además demasiado trágico y el ahora rey tuvo que aprender a sobrevivir con los infortunios que la vida lo sometía, quizás, los Targaryen padecía un maldición donde la desdicha lo camuflaba con una agridulce felicidad.
El primer dolor cual atravesó fue la muerte de sus padres aquellos que lo amaron de principió a fin y tales fueron la enseñanzas que, logró criar a los dos hermanitos menores que le dejaron aunque uno lo desvió del buen camino pero, el otro era la estampa de la lealtad, rebeldía e incluso el del peligro.
El segundo dolor que se confrontó fue el repentino perecimiento de su primera esposa, Aemma Arryn, creyó que la vida se le escapó de las manos cuando el brillo de los orbes de la mujer se apagaron por completo, se maldijo internamente por dejarse gobernar por los nervios y el desespero de engendrar aun vástago varón: un hecho que lo perseguiría, el fantasma de su amada se suplantaba en las noches.
El tercer dolor cual lo sacudió se trató de las habladurías de su tonto hermano menor Daemon pero, en realidad el padecimiento se trató de la ida de su otro hermano, Percy Targaryen; quien acunó toda la carga que lo doblegaba tanto que lo consideraba nombrar sucesor en vez de Rhaenyra Targaryen, no obstante, sentía que debía saldar una deuda con su primogénita.
En fin, la larga vida del rey que no llegaría tan viejo era una comedía llena de tragedias. Es más tras el regresó de Percy estaba regocijándose a pesar de los reproches de su segunda esposa, Alicent Hightower, pese que la felicidad perduró poco al momento que él menor se puso de parte de su "querida esposa."
— Percy es el más cuerdo de todos ustedes — refunfuñó la cobriza mientras dejaba caer el peso suyo en la cama.
» Me decepcionaste, Viserys.«
»Me decepcionaste, Viserys.«
»Me decepcionaste, Viserys.«
Aquellas palabras continuaban haciendo zumbido en la desgastada mente del rey; un reencuentro con suave tinte amargo. Deseaba llorar aun así, lo hombres no deberían demostrar vulnerabilidad delante una mujer o por lo menos así se reprendía constantemente debido a la mirada de repudio que le brindaba su esposa.
— Mi hermano es mejor persona, Alicent — susurró al dejar el bastón aun lado.
— De eso no lo dudo — dijo acostándose dándole la espalda al mayor— descansa.
Los siguiente días estuvo distraído; no dejaba de pensar en quien regresó hasta el punto que, se mantenía dispersó en las reuniones de la corte e incluso cambió ligeramente con los tratos hostiles hacia sus respetivos hijos. Quizás, la conversación que tuvieron influyó mucho en las últimas conductas del rey.
No obstante, el retorno al desembarco de Percy se llevo a cabo como un acontecimiento digno de celebración, a pesar de que el muchacho de declinó varias veces con la idea de un festín despampanante.
— ¿Qué ocurrió entre tú y Daemon? — inquirió Viserys a la mañana posterior del regresó del menor.
— Nada.
— Te conozco, hermano — se acercó al más joven y poso una de las mano sobre el hombro de este.
— Se casó con tú amada Rhaenyra — respondió. Su par de orbes bicolores se cristalizaron al punto de querer dejar que las lagrimas lo azotaran.
Viserys estaba al tanto del romance que sus dos hermanos protagonizaron en el momento aun así como en la gran mayoría de la situaciones hizo de vista ciega, declinó constantemente los rumores que los lores afirmaban, además los dejo ser porque, ¿él quien era para interferir cuando el amor se manifestaba? no quería ser un obstáculo en la vida de Percy Targaryen que lo único que se había encargado era que el peso de la corona fuera a meno.
— Me van a oír — gruñó el rey al ser testigo del dolor ajeno.
— ¿Cambiaria algo, hermano? — bufó acercándose así mismo recargó la frente contra el hombro adverso— solo debías nombrar a Daemon sucesor al trono.
Viserys negó con la cabeza pese que este ni lo miraba.
— Seria un pésimo gobernante — justificó rápidamente— además siendo o no rey él no cambiaria, mi dulce niño — le frotó la espalda tratando de disminuir el dolor.
— Yo lo dirigiría, hermano— masculló bajamente, apagado.
La primera vez que el rey repudió a alguien fue de su propia familia: Daemon Targaryen, podía quererlo, si, aunque eso no quitaba el hecho del daño que generó a unos de los seres que sabia respetar al mismo tiempo que amar.
Le rogó a los siete dioses con todo el ímpetu posible sobre la felicidad del menor, temía que no encontrara a alguien digno de su amor, es así que temió a la propia muerte porque eso significaba dejarlo totalmente solo en un mundo que lo condenaba arder. Estaba inmerso en los pensamientos que dejo pasar por alto los merodeos de su hermano o que esos ojos bicolores se estaban reconstruyendo, se preocupaba tanto que no veía más allá de lo que ocurría frente a sus narices.
Hasta que sucedió un evento que lo dejo sin palabras. Discutían de los nuevos movimientos que transcendían en peldaños de piedra, un nuevo dolor de cabeza que lo arrastraba.
La puerta se abrió en par a par dejando a la vista dos guardias queriendo retener al intruso.
— ¡Pido la anulación de compromiso de la princesa Helaena Targaryen— una sonrisa socarrona se asomó en el rostro de Percy.
— ¿Qué es esta payasada? — cuestionó duramente la mano del rey.
El hombre se encaminó directo a la mesa a lo que apoyo las manos contra esta, observó fijamente a su hermano mayor.
— Es el último favor, majestad — los ojos del menor brillaban — le imploró que me casé con la princesa Helaena Targaryen .
Alicent que se había unido recientemente en el consejo entre abrió la boca: sorprendida. No se imaginaba que semanas antes del compromiso de su dulce niña alguien intervenía, ni mucho menos un digno linaje de la sangre de dragón cual la defendió frente a todos.
— Mi reina — se giró a verle— prometo cuidarla, respetarla, honrarla delante de los dioses. — nuevamente conecto los ojos bicolores con los violetas feroces del rey— cuando éramos niños prometiste que podría tener lo que quiera, quiero a Helaena así la casa de dragón entrara a una nueva era.
Otto Hightower boqueó aun así se dispuso a protestar el desacuerdo ( se la paso casi media vida recreando un perfecto plan) sin embargo, el carraspeó de la reina consorte irrumpió.
— Apruebo el compromiso — se levantó de la silla— pero, si la princesa desea anular el matrimonio se lo concedemos.
— La reina consorte aprobó — la sonrisa del rey se incrementó— es oficial, la princesa Helaena contraerá nupcias con el príncipe Percy.
No le tenía fe a la prematura unión que existirá, sin embargo, cada duda se disipo a los mese posteriores del matrimonió. El reino continuaba hablando sobre evento y del brillo que ambos recién casados destilaban, hasta de las idas y venidas de las pareja sobre los de sus respectivos lomos de los dragones.
— Se aman, ¿no es así, majestad? — dijo Alicent apoyando el cuerpo sobre el barandal. Los dos se situaba en el balcón que daba directo a la vista del campo del entrenamiento. Su segunda hija manejaba la espada torpemente a comparación de los de Percy que eran ágil, sutil y bien balanceados.
Ambos cayeron al suelo riendo con fuerza. Heleana le mostró a Viserys una faceta que jamás se imaginó: risueña, encantadora además enamorada. Percy besó fugazmente los belfos de la menor.
Al inició recriminó de la inusual rutina que ellos confabulaban; daban paseos, entrenaban, iban al pueblo u montaban en los dragones. No obstante, Percy le respondió que deseaba que Heleana estuviera preparada en él momento además una mujer también podría ser una excelente guerrera si se lo proponía, a cambió Alicent quedó encantada con el nuevo surgimiento de su hija a pesar que, solía ser retraída al menos sostenía una pequeña conversación, u le contaba lo feliz que era a lado de su príncipe.
Viserys estaba regocijante.
En el siguiente año a mediados del 123 d.C los rumores de la infertilidad de su hermano menor desvanecieron prontamente cuando Helaena alumbró a dos hermosos mellizos. El rey corrió junto a Otto Hightower enseguida que les dieron la noticia sobre el labor de parto, sin embargo, interrumpiendo a los aposentos no se esperaba encontrar a Percy alzando a uno de los bebes sin interesar que este manchara su traje.
— Me arrodillo ante usted, mi dulce princesa — le sonrió ampliamente— pueda que yo sea un desalmado pero, aquel trabajo que hiciste ni el más osado lo podría hacer.
Lo había criado a la perfección... ¡Oh, dulce niño!
No tardo en alzar a otro de los mellizos; a la femenina, lloró al vislumbrar los ojos de esta (el retrató de una madre que había olvidado) es más, su llanto empeoro también cuando sostuvo al varón.
— Mis lindos, lindos, nietos — susurró. Así mismo notó que Otto estaba igual o peor que él.
— Has hecho un buen trabajo, mi princesa — Viserys levantó la mirada tras escuchar la voz de Percy. Sonrió en tiempo que, Percy besó sutilmente la frente de la menor.
A partir de aquel día se vio a Percy de aquí para allá con los dos bebés acompañado de Helaena quien lucia más contenta de lo habitual claro, seguidos de Aemond. Hasta Viserys no se olvida el hecho que cuando los mellizos aprendieron a caminar como Percy corría al lado de Helaena tratando de colocar los pañales.
— ¡Yo no era así, lo juro! — vociferó a lo alto en los pasillos de la fortaleza— ¡Viserys atrapa a Baelon!
— Eras peor — masculló el mayor alzando al niño.
Y a los pocos minutos llego Helaena igualmente agitada, sosteniendo a Alyssa.
Padre e hija se sonrieron mutuamente ( lograron fortalecer el lazo quebrado obviamente con ayuda de Percy) así que, los tres se quedaron con el rey para que les relatara historias a los niños.
La enfermedad de Viserys día a día empeoraba en la medida en que se extendía a gran parte; estaba sufriendo en silenció. No obstante, ni siquiera le mencionó el padecimiento a Percy porque prefería ocultar el dolor que hacerle sufrir.
— ¡ Seré papá, hermano! — entró a la habitación sin pudor o a pesar que los maestres le curaban las heridas.
— ¡¿Enserio?! — alejó a quienes lo estaban socorriendo.
— Hermano... — susurró desvaneciendo la sonrisa.
— No te preocupes...Estoy bien.
Percy no comentó absolutamente. ¿Quien seria el primero en decir adiós? es allí que a partiendo del año 127 d.C luego del nacimiento de su tercer hijo Aerion Tagaryen, el príncipe "desalmado" asumió un puesto en el consejo acompañando a su hermano mayor e incluso cuidando con los brebajes que le daban para disminuir el dolor, tanto que castigo a los maestres que, pretendían dopar al rey.
Sin embargo, Viserys en el 129 d.C fue convocado por un reclamo inapropiado de driftmark por lo que un ruego desesperado de la princesa heredera se vio obligado a levantarse de cama. Lamentable, se presentó delante al salón donde residía el trono de hierro y allí visualizo a su familia. Su adorada hija lo atisbo asombrada, Daemon lucia igual o peor de malhumorado, sus otros tres hijos estaban serios excepto Helaena que acariciaba su ahora vientre notoriamente abultado, Percy le sostenía la mano (no sin antes darle una mirada de desaprobación) y Rhaenys simplemente estaba con el ceño fruncido.
Un traspiés dio al subir los peldaños del trono. Y cuando levanto la vista se encontró a Daemon y a Percy agarrándolo.
— Mientras yo este aquí, hermano mío, nadie te lastimará — dijo el bicolor ayudándolo a subir junto a Daemon.
Fue entonces que las cosas salieron de control al instante que insultaron a la heredera. Viserys sacó la daga que reposaba vislumbrando a Vaemond Velaryon. Ocurrió, la cabeza del Velaryon se deslizo por el suelo y consiguiente el cuerpo cayó, sus ojos recorrieron por el lugar y su hermano menor protegía con el cuerpo a Heleana, apegándola contra el pecho (quizás evitando que viera aquel acontecimiento) y Daemon limpiaba la espalda (hermana oscura)dando miradas poco amigables a Percy sobre todo recayendo en la esposa de este.
»¿Quien será el primero en decir adiós, dulce hermano mío?« pensó mientras se dejaba caer agotado en el trono. Estaba deplorable.
Percy volteó a mirarlo (aun abrazando a Helaena), preocupado.
» Serias un buen rey...« suspiró, arrepentido por ahora dejarle el peso a su hija mayor.
No supo jugar correctamente pero, quizás, Percy lograría que el reino estuviera estable aconsejando a Rhaenyra.
El dulce niño del hermano mayor.
Me van a doler Percy y Viserys ;c.
¿Niño o niña el bebé de Helaena y Percy?,
¿Qué les parece la historia hasta el momento?
Nos acercamos a lo inevitable...
Teorías, teorías, teorías.
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