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6

—Perdona, ¿puedes repetir eso? —
Yungyeom me mira fijamente con total
incredulidad, sus ojos están tan abiertos
que parecen dos platos oscuros.

Me encojo de hombros como si lo que
acabara de contar no fuera gran cosa

—Kim Seokjin estuvo aquí anoche.

—Kim Seokjin estuvo aquí anoche —
repite.

—Sí.

—Vino a nuestra residencia.

—Sí.

—Tú estabas en esta habitación, él
entró y después los dos estuvisteis aquí.
En esta habitación.

—Sí.

—Así que Kim Seokjin apareció en
nuestra puerta y entró, y estuvo aquí.
Contigo. Aquí.

La risa burbujea en mi garganta.

—Sí, Yungyeom. Ya hemos dejado
claro que él estuvo aquí. En esta
habitación.

Su boca se abre de par en par. Luego
se cierra de golpe. A continuación se
abre de nuevo para liberar un grito tan
ensordecedor, que me sorprende que el agua de mi vaso no tiemble rollo Parque
Jurásico.

—¡Oh, Dios mío! —Corre hacia mi
cama y se sienta—. ¡Cuéntamelo todo!

Sigue con la ropa de fiesta de la
noche anterior: un diminuto short
que escala por sus muslos cuando se
sienta y botines altos que se quita lanzándolos lejos de una patada
con un movimiento excitado de piernas.

En cuanto Yungyeom entró en la
habitación, esperé solo tres segundos
para contarle las noticias, pero ahora,
con su entusiasmada mirada fija en mí,
noto una cierta reticencia agolpándose
en mi garganta. De repente, me da
vergüenza decirle lo que pasó anoche,
porque…, bueno…, lo digo y ya: porque fue DECEPCIONANTE.

Me divertí mucho viendo la película
con él. Y me encantó cuando nos
enrollamos…, al menos hasta el último
momento. Pero al final, el tío se corrió y
SE LARGÓ. ¿Quién hace eso?

No me extraña que todos sus líos
tengan lugar en las fiestas de fraternidad.

Probablemente las chicas están
demasiado borrachas como para darse
cuenta de si tienen un orgasmo o no.

Demasiado borrachas como para darse
cuenta de que lo único que ofrece Kim Seokjin es publicidad engañosa.

Pero ya he abierto la boca, así que
ahora tengo que seguir adelante y darle a Yungyeom ALGO de información.
Mientras me mira embobado, le explico
cómo Jin se presentó en la puerta
equivocada y se quedó a ver una
película.

—¿Visteis una película? ¿Eso es
todo?

Siento que mis mejillas se calientan.

—Bueno…

Otro grito sale de su boca.

—¡Oh, Dios mío! ¿Te lo has tirado?

—No —no tardo nada en responder
—. Por supuesto que no. Casi no le
conozco. Pero…, bueno, nos
enrollamos.

Soy reacio a revelar más información,
pero esa confesión es suficiente para
iluminar los ojos de Yungyeom. Parece un niño al que le acaban de regalar su primera bicicleta. O un pony.

—¡TE HAS LIADO con Kim Seokjin!
¡Uauuuuu! ¡Es taaaaaan fuerte! ¿Besa
bien? ¿Se quitó la camiseta? ¿Se quitó
los pantalones?

—No —miento.

Ya es imposible que mi mejor amigo
se esté quieto. Yungyeom salta de la cama y rebota sobre las puntas de sus pies.

—No me lo puedo creer. No puedo
creer que no estuviera aquí para verlo
todo.

—¿Ahora te va el rollo voyeur? —
pregunto con sequedad.

—Si el rollo voyeur es con Kim Seokjin … eh… ¡sí! Os miraría a los dos
enrollaros durante horas. —Yungyeom jadea de repente—. Ay, Dios, ¡envíale
un mensaje ahora mismo y dile que te
envíe una foto de su polla!

—¿Qué? ¡No!

—Venga, vamos, probablemente se
sentirá muy halagado y… —Otro jadeo
—. No, ¡mándale un mensaje invitándolo a que venga aquí esta noche! Y dile que traiga a Yoongi.

Odio aguarle la fiesta, pero teniendo
en cuenta la forma en la que Jin se
largó anoche no tengo más remedio que
echar un jarro de agua fría sobre la
alegría de mi amigo.

—No podría aunque quisiera —
confieso—. No tengo su número.

—¿Qué? —Parece destrozado ncon la
noticia—. ¿Qué coño te pasa? Al menos,le darías el tuyo, ¿no?

Niego con la cabeza.

—No tenía su móvil con él, y no
surgió la oportunidad de darle mi
número.

Yungyeom se queda en silencio por un
momento. Sus ojos marrón claro enfocan mi cara, los entrecierra
inquisitivamente, como si
telepáticamente estuviese intentando
cavar un túnel en mi cerebro.

Yo me muevo inquieto.

—¿Qué? —digo con timidez.

—Dime la verdad —dice—. ¿Estuvo
realmente aquí?

El shock me sacude.

—¿Estás de coña? —Cuando él me ofrece un pequeño encogimiento de
hombros, mi sorpresa se convierte en
horror—. ¿Por qué iba yo a hacer algo
así?

—No sé… —Se coloca un mechón de
pelo oscuro detrás de la oreja, con
evidente incomodidad—. Es solo que…,
ya sabes, él es más mayor, y está
buenísimo, y no os disteis los
teléfonos…

—¡¿Así que eso significa que estoy
mintiendo?! —Salto disparado de la
cama y me pongo de pie; me siento más
que insultado.

—No, por supuesto que no. — Empieza a recular, pero ya es demasiado tarde. Ya estoy cabreado y me dirijo hacia la puerta—. ¡¿Adónde vas?! —grita detrás de mí—. Jo, vamos, Jungkook. Te creo. Nos tienes que irte así, hecha una furia.

—No me voy de ninguna manera. —
Le lanzo una mirada fría sobre mi
hombro y cojo mi bolso—. He quedado
con mi padre en quince minutos. Me
tengo que ir.

—¿En serio? —dice el con escepticismo.

—Sí. —Tengo que esforzarme para
no fruncir el ceño en su dirección—.
Pero eso no significa que no esté
super cabreado contigo en este momento.

Viene hacia mí a toda velocidad y
lanza sus brazos alrededor de mi cuello
antes de que pueda detenerlo, apretandolo suficientemente fuerte como para impedir que entre el flujo de aire a mis pulmones. Es uno de sus «abrazos deperdón, marca de la casa Yungyeom ». Un abrazo del que he sido receptor más veces de las que puedo contar.

—Por favor, no te enfades conmigo
—me suplica—. Siento haberte dicho
eso. Sé que no te inventarías algo así. Y
cuando vuelvas, quiero escuchar todos
los detalles, ¿vale?

—Sí… bueno —murmuro, no porque
lo diga en serio, sino porque quiero salir
de aquí antes de soltarle una bofetada en la cara.

Se aparta con el alivio grabado en sus
rasgos.

—Genial. Te veo en un ra…

Salgo por la puerta antes de que
pueda terminar la frase.

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