5
Entro en mi habitación después de mi
ducha matinal y escucho el tono de
llamada en mi teléfono. Como toda la
gente de mi edad solo envía mensajes,
sé exactamente quién está al otro lado de la línea sin mirar la pantalla.
—Hola, mamá —saludo, sujetando el
borde de mi toalla mientras me dirijo a
la cómoda.
—¡¿Mamá?! Dios Santo. ¿Así que es cierto? Creía haber dado a luz a un bebé
precioso hace veintiún años, pero eso
parece un recuerdo lejano, porque si de
verdad tuviese un hijo, probablemente
me llamaría más de una vez al mes, ¿no
te parece?
Me río a pesar de la punzada de culpa
que se me clava en el pecho. Tiene
razón. He sido un desastre de hijo
últimamente; demasiado ocupado con la
postemporada y los trabajos de clase del
semestre como para llamarlo todo lo que debería haberlo hecho.
—Lo siento —le digo con verdadero
remordimiento—. Siempre es una locura al final del semestre.
—Lo sé. Y por eso no te he estado
molestando. ¿Estás estudiando mucho antes de coger el teléfono de nuevo.
—Ya estoy —le digo—. Y bueno,
¿cómo va el trabajo?, ¿qué tal está
David?
—Bien y genial.
Durante los siguientes diez minutos
ella charla sobre su trabajo —es la
gerente de un restaurante en Icheon — y después me comenta lo que ha estado
haciendo mi padrastro. David es
contable y es tan aburrido que a veces
hasta duele estar cerca de él. Pero
también quiere a mi madre con todo su
corazón y la trata como la reina que es,
así que me resulta imposible odiarlo.
Al cabo del rato saca el tema de mis
planes de verano, con ese tono cauteloso que siempre utiliza cuando habla de mipadre.
—¿Así que entiendo que vas a
trabajar con tu padre otra vez?
—Sí. —Hago un esfuerzo por parecer
relajado. Mi hermano y yo nos pusimos
de acuerdo hace mucho tiempo en
ocultarle la verdad a mamá.
Ella no necesita saber que papá está
bebiendo otra vez y me niego a sacar esa mierda de nuevo. Mi madre salió de eso y necesita QUEDARSE fuera. Se merece ser feliz y, a pesar de lo aburridísimo que es, David le hace feliz.
Kim Minjo en cambio le hizo
desdichada. No la pegó ni abusó de ella
verbalmente, pero era mi madre la que
tenía que ir solucionando sus papeletas.para los exámenes?
Fue la que tuvo que lidiar con sus
rabietas de borracho y sus constantes
visitas al centro de desintoxicación. La
que lo arrastró esa vez por el pasillo
cuando llegó a casa totalmente pedo y se
desmayó en el vestíbulo.
Joder, nunca olvidaré esa noche. Yo
tenía ocho o nueve años. Mi padre llamó
a casa a las dos de la mañana y se puso
a gritar e insultar como un loco y
empezó a ponerse supernervioso, porque se había puesto hasta arriba de alcohol en un bar, se había metido en el coche y no tenía ni puta idea de dónde estaba.
Era un invierno gélido y mi madre no
nos quería dejar a mi hermano y a mí
solos en casa, así que nos forró de ropa
y los tres condujimos durante horas en su busca. Todo lo que teníamos era la
mitad del nombre de una calle, porque la señal estaba cubierta de nieve y mi
padre estaba demasiado borracho como
para caminar y limpiar la puta placa.
Después de encontrarlo y arrastrarlo
hasta el coche, recuerdo sentarme en el
asiento de atrás sintiendo algo que nunca había sentido antes: lástima.
Sentí LÁSTIMA por mi padre. Y no puedo negar que sentí alivio cuando mi madre lo mandó de vuelta al centro de
desintoxicación al día siguiente.
—Espero que os esté pagando lo que
os merecéis, cariño —dice mi madre
con un tono de voz molesto—. Tú y
Jae trabajáis muchas horas en el taller.
—Por supuesto que nos paga. —Pero,
¿lo que nos merecemos? Ni de coña.
Gano lo suficiente como para pagar el
alquiler y los gastos durante el año
escolar, pero sin duda no es lo que
DEBERÍA estar ganando por un trabajo
a tiempo completo.
—Bien. —Hace una pausa—. ¿Podrás
tomarte una semana de descanso para
venir a visitarnos?
—Estoy planeando hacerlo —le
aseguro. Jae y yo ya hemos elaborado
un calendario para que cada uno de
nosotros pueda ir a Icheon para pasar
algún tiempo con nuestra madre.
Charlamos durante unos minutos más
y luego cuelgo y bajo al piso de abajo para buscar algo de comer. Me preparo
un tazón de cereales; aburridos cereales
con fibra y sin azúcar que Hoseok nos
obliga a comer porque, por alguna
razón, está en contra del consumo de
azúcar. Cuando me pongo cómodo en la
barra, mi mente vuelve a viajar a lo que
pasó anoche.
El haberme pirado de la habitación de
Jungkook cinco segundos después de que me hiciera una paja fue una cabronada.
Soy consciente. Pero tenía que salir de
allí. Un segundo después de
recuperarme del orgasmo, mi primer
pensamiento fue: ¿qué diablos estoy
haciendo aquí? En serio. A ver, vale,
Jungkook es supermajo, y sexy y divertido ,pero ¿he caído tan bajo que ahora me dedico a hacerle dedos a chicos al azar a los que ni conozco? Y ni siquiera puedo usar el alcohol como excusa esta vez, porque estaba más sobrio que mi abuela.
¿Y lo peor? Que ni siquiera se corrió,
joder.
Aprieto los dientes al recordarlo.
Hubo un montón de gemidos, eso sí,
pero estoy 99 por ciento seguro de que
no tuvo un orgasmo, por mucho que
admitiera que sí. O mejor dicho, por
mucho que me MINTIERA, diciéndome
que sí. Porque cuando un hombre suelta
un evasivo «sí, claro, orgasmo seco» después de preguntarle si ha tenido un orgasmo, es que miente.Y, ¿ese «Eh, si claro... yo también » con la boca pequeña que me soltó cuando le dije que me lo había pasado muy bien? Ya le vale con darle de leches al ego de un tío. No solo no se corrió, sino que… ¿mi compañía tampoco fue de su agrado?
No sé lo que me hace sentir eso. A
ver, que no soy gilipollas. No vivo en
una burbuja mágica donde los orgasmos
caen del cielo a la cama de un chico
cada vez que tiene relaciones sexuales.
Sé que a veces fingen.
Pero estoy bastante seguro de que
hablo en nombre de la mayoría de los
tíos cuando digo que me gusta pensar
que NO fingen conmigo.Joder. Debería haberle pedido el número de teléfono. ¿Por qué coño no me dio su número?
Pero sé la respuesta. Este último mes,
no he tenido el suficiente interés como
para pedirle el número de teléfono a
nadie después de enrollarnos. O
mejor dicho, he estado demasiado pedo
antes, durante y después del rollo como
para acordarme de pedir nada.
El ruido de unos pasos en el pasillo
me saca de mis pensamientos; levanto la
vista a tiempo para ver a Tae entrar
en la cocina.
—Buenos días —dice.
—Buenos días. —Me meto una
cucharada de cereales en la boca y hago mi mejor esfuerzo para ignorar la
instantánea sacudida de incomodidad
que siento al verle; al mismo tiempo me
odio a mí mismo por sentirme así. Vaya
mierda.
Kim Taehyung es mi mejor amigo.
Por el amor de Dios, no tengo que
sentirme INCÓMODO a su alrededor.
—Oye, al final ¿qué acabaste
haciendo anoche? —Coge un bol de la
alacena, una cuchara del cajón y se une a mí en la barra.
Mastico antes de contestar.
—Estuve con un chico. Vimos una
peli.
—Qué guay. ¿Alguien que yo
conozca?
—Naah, lo conocí justo ayer. —Y probablemente nunca lo vuelva a ver
porque, según parece, soy un amante
egoísta y una compañía aburrida.
Tae vuelca unos cereales en su
cuenco y coge el cartón de leche que he
dejado fuera de la nevera.
—Oye, ¿has llamado ya a ese agente?
—No, aún no.
—¿Por qué no?
Porque no valdría para nada.
—Porque no lo he hecho. —Mi tono
es más duro de lo que habría querido y
los ojos grises de Tae parpadean dolidos.
—No tienes que echarme la bronca. Era solo una pregunta.
—Lo siento. Yo… lo siento.—Explicación muy concreta, sí señor.
Ahogando un suspiro, me como otra
cucharada de cereales.
Un breve silencio se instala entre
nosotros, hasta que Tae finalmente se
aclara la garganta.
—Mira, te entiendo, ¿vale? No te
pillaron para los drafts y eso es una
mierda, pero no significa que te hayas
quedado sin opciones. Eres libre y no
estás atado a ningún equipo, lo que
significa que puedes firmar con quien te
quiera. Y sin duda, te querrán.
Tiene razón. Estoy seguro de que hay
muchos equipos que quieren que juegue
con ellos. Estoy seguro de que alguno de
ellos incluso me habría seleccionado en
los putos drafts…, si me hubiera presentado al proceso de selección.
Pero Tae no sabe eso. Él piensa que no me han seleccionado estos
últimos dos años y… ¿He dicho ya el
mal amigo que soy? Le he mentido
haciéndole creer eso. Pero por muy
jodido que parezca, que mi mejor amigo
crea que no me han seleccionado me da
mucho menos bajón que admitir que
nunca voy a jugar en un equipo
profesional.
A ver, Tae no quería optar tan
pronto. Él quería licenciarse, sin sentir
la tentación que provoca que un equipo
te fiche. Muchos jugadores
universitarios optan por abandonar la
uni en cuanto firman con un equipo; es difícil no hacerlo cuando tienes un
equipo profesional activando todos sus
recursos para convencerte de que dejes
la universidad antes de tiempo. Pero
Tae es un tipo inteligente. Él sabe
que perdería su opción a ganar el
premio de la NCAA, y también sabe que
la firma de un contrato no garantiza el
éxito inmediato, o ni siquiera tiempo de
juego en el hielo.
Joder, si ambos vimos lo que pasó
con Gu Jung, nuestro compañero de
equipo en primero. Al tío lo seleccionan
en los drafts, le pilla un equipo
profesional, juega la mitad de temporada y ¿después? Una brutal lesión acaba con su carrera. Para siempre. No solo Gu no pondrá nunca más un pie sobre el hielo, sino que además se gastó hasta el último centavo que ganó con el contrato en gastos médicos; lo último que oí es
que se ha metido a estudiar formación
profesional. Soldadura, o alguna movida así.
Así que sí, Tae lo está llevando de
manera inteligente. ¿Yo? Yo sabía desde
el principio que no iba a entrar en la liga profesional.
—Lo que quiero decir es que a
Max no lo pillaron en los drafts y
mira adónde llegó. El tipo es una
LEYENDA. Posiblemente el mejor
jugador de la historia del hockey.
Tae sigue hablando, todavía
intentando asegurarme que todo irá bien y yo estoy entre pegarle un grito para que se calle, o darle un abrazo de oso por ser un amigo tan increíble.
No hago ninguna de las dos cosas y en
su lugar, elijo calmarlo.
—El lunes llamo a un agente — miento.
Asiente complacido.
—Bien.
El silencio vuelve a la habitación y
dejamos los cuencos vacíos en el
lavavajillas..
—Oye, esta noche vamos al Malone’s
—dice Tae—. Yo, Jimin, Hoseok y
quizá y Soo. ¿Te vienes?
—No puedo. Tengo que empezar a
estudiar para los exámenes.
Es triste, pero estoy empezando a perder la cuenta de todas las mentiras
que le he dicho a mi mejor amigo.
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