Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3

Kim Seokjin está en mi cuarto.

No, ¡Kim Seokjin está en mi CAMA!

No estoy preparado para esto NI DE
COÑA. De hecho, siento la tentación de
escribirle un mensaje a escondidas a
Yungyeon un SOS pidiéndole consejo,
porque no tengo ni idea de lo que hacer
o decir. En el lado positivo, estamos
viendo una película, lo que significa que
no tengo que hacer o decir nada, excepto mirar al portátil, reírme de los chistes cuando toca y pretender que el chico más buenorro de la NSU no está sentado ¡en mi cama!

Pero es que encima está caliente, en
lo que tiene que ver con su temperatura
corporal, claro. En serio, el calor de su
cuerpo es como un horno y, dado que mi temperatura ya ha subido por su
presencia, sin olvidar el hormigueo que
siento, el calor que irradia me está
empezando a hacer sudar.

Tratando de no llamar la atención, me
quito la sudadera y la coloco junto a mí,
pero el movimiento hace que Jin gire
la cabeza hacia mí. Sus profundos ojos
azules se fijan en mi camiseta ajustada y
descansan un rato en mi pecho.

Oh, Dios. Me está mirando los pectorales.

Y me siento alagado porque sin duda trabajo mucho para mantener mi cuerpo en forma, y por la forma
en la que su mirada arde me siento bien.

Cuando se da cuenta de que le he
pillado mirándome, solo me guiña un
ojo y vuelve la atención a la pantalla.

Ya es oficial: he conocido a un chico
que guiña un ojo y FUNCIONA.

Prestar atención a la película es
imposible. Mi mirada está puesta en la
pantalla, pero mi mente está en otro
lugar. Está centrada completamente en el chico que hay a mi lado. Es mucho más corpulento de lo que pensaba. Una
espalda increíblemente ancha, pecho musculoso, piernas largas que se
extienden por delante de él. Le he visto
jugar al hockey, así que sé que es
agresivo en el hielo, y tener ese potente
cuerpo a unos centímetros de mi cuerpo
dispara un escalofrío por mi columna
vertebral. Parece mucho más mayor y
masculino que los chicos de primero con los que he estado charlando durante todo el año.

A ver, tonto. Es que él va a tercero.

Exacto. Pero… parece incluso más
mayor. Todo ese rollo masculino que
tiene…, me dan ganas de arrancarle la
ropa y lamerle como a un helado de
cucurucho.

Me meto un osito en la boca,
esperando que el masticar le lleve un poco de saliva a mi necesitada garganta
seca. En la pantalla, la mujer de
McClane está en el avión discutiendo
con el presentador de noticias que les
causó problemas a los McClane en la
primera entrega y, de repente, Jin me
mira; la curiosidad inunda su expresión.

—Oye, ¿crees que serías capaz de
aterrizar un avión si no tuvieras otra
opción?

Me río.

—Pensé que me habías dicho que
habías visto esta película. Sabes que
ella no tiene que aterrizar el avión,
¿verdad?

—Ya, eso ya lo sé, pero me ha hecho
preguntarme qué haría yo si estuviera en un avión y fuera el único que puede
aterrizarlo. —Suspira—. No creo que
fuese capaz de conseguirlo.

Me sorprende que tarde tan poco en
admitirlo. Otros chicos intentarían
actuar en plan machito y fardar de que
pueden aterrizar esa cosa con los ojos
cerrados o algo así.

—Yo tampoco —lo confieso—. Si
acaso, puedo imaginarme a mí mismo
jorobando la situación aún más.
Probablemente despresurizaría
accidentalmente la cabina tocando el
botón equivocado. Así que no. Tengo
miedo a las alturas, por lo que estoy
bastante seguro de que me desmayaría
nada más entrar en la cabina y mirar por el parabrisas.

Se ríe, y el ronco sonido de su
garganta pone en marcha una nueva
ronda de hormigueo.

—Podría ser capaz de volar un
helicóptero —reflexiona—. Eso es
probablemente más fácil que un avión,
¿verdad?

—Puede ser. Sinceramente, no sé
nada de aviación. —Es mi turno de
suspirar—. No se lo digas a nadie, pero
a veces no estoy seguro de entender
cómo es posible que los aviones se
queden en el aire.

Se ríe y a continuación ambos nos
centramos en la peli de nuevo; me doy
unas palmaditas en la espalda
mentalmente. Acabo de mantener una conversación completa con un chico
guapo sin balbucear de forma
incoherente. Me merezco una estrella de
oro por eso.

Que no se me malinterprete, todavía
estoy mega nervioso, pero hay algo en Jin que me hace sentir bien. Él es
super tranquilo y, además, es difícil
sentirse intimidado por un hombre
cuando está masticando OSITOS DE
GOMINOLA.

Mientras vemos la película, le miro
cada pocos segundos para admirar su
perfil cincelado. Su nariz está
ligeramente torcida, como si se la
hubieran roto una o dos veces. Y la
atractiva curva de sus labios es… pura
tentación. Me muero por darle un beso tanto, TANTO, que me cuesta pensar
con claridad.

¡Dios! Y soy un pringado, porque
besarme es probablemente lo último que tiene ahora mismo en su cabeza. Se ha quedado para ver La jungla 2, no para perder el tiempo con una estudiante de primero que hace una hora le comparó con Ted Bundy.

Me obligo a concentrarme en la
película, pero ya estoy temiendo el
momento en que el que llegue a su fin,
porque entonces Jin tendrá que irse.
Pero cuando los títulos de crédito
ruedan en la pantalla, no hace ni un solo movimiento que indique que vaya a levantarse. En vez de eso, se gira y pregunta:

—¿Qué te ha pasado?

Frunzo el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Es viernes por la noche, ¿cómo es
que estás aquí sentado viendo películas
de acción?

La pregunta me irrita un poco.

—¿Qué hay de malo en eso?

—Nada. —Se encoge de hombros—.
Solo te estoy preguntando por qué no
estás de fiesta o algo así.

—Ya fui a una fiesta anoche. —No le
recuerdes que lo viste allí, No le
recuerdes que lo viste allí—. Por cierto,
te vi allí. —Mierda.

Parece sorprendido.

—¿Sí?

—Sí. En la casa Omega Fi.

—Eh. No recuerdo haberte visto. —
Me lanza una mirada tímida—. La
verdad es que no recuerdo mucho de lo
que pasó. Me pillé un pedo bastante
gordo.

Me duele un poco que no recuerde
nuestro encuentro a la salida del cuarto
de baño, pero rápidamente me regaño a
mí mismo por sentirme insultado. Estaba borracho y acababa de liarse con una chica. Por supuesto que no se acuerda de mí.

—¿Te divertiste en la fiesta? —Por
primera vez desde que entró en mi
habitación su tono de voz tiene un punto extraño, como si estuviera tratando de mantener una charla casual y no se sintiese cómodo con ello.

—Claro, supongo. —Me detengo—.
En realidad… lo retiro. Me lo pasé bien
hasta que me humillé totalmente delante de un chico.

La incomodidad de su gesto
desaparece cuando se ríe.

—¿Sí? ¿Qué hiciste?

—Hablé sin parar. Mucho, mucho. —
Me encojo levemente de hombros—.
Tengo la muy mala costumbre de hacer
eso con todos los chicos.

—Ahora mismo no estás hablando así
—señala. —Ya, ahora… ¿No te acuerdas del rollo que te he soltado sobre los
asesinos en serie hace dos horas?

—Créeme, me acuerdo. —Su sonrisa
me acelera el pulso. Dios, tiene una
sonrisa megasexy. Un poco torcida y,
cada vez que la dispara, sus ojos brillan
juguetonamente—. Ya no te pongo
nervioso, ¿verdad?

—No —miento. Me pone nervioso al
máximo.

¡Es KimSeokjin, joder! Uno de
los chicos más populares de la uni. Y yo
soy Jeon Jungkook, joder, uno de los miles de chicos que babean tras él.

Su mirada se vuelve hacia mí en un
análisis prolongado y sexy que crepita
por mi piel como una corriente eléctrica.

Esta vez no hay duda del interés que
muestran sus ojos.

¿Debo dar un paso?

Debo dar un paso, ¿verdad?

Acercarme más o algo. Besarlo. ¿O
quizá mejor pedirle que me bese? Mi
cerebro viaja a toda velocidad a mis
días de instituto, intentando localizar
todos los besos de entonces, si aquellos
chicos a los que acerqué mis labios
fueron los que dieron el primer paso, o
si fue algo más en plan «sí, ahora toca
besarnos». La diferencia es que todos
esos besos fueron con chicos que no
eran ni la mitad de increíblemente
guapos que este.

—¿Quieres que me vaya?

Su voz ronca me provoca un
sobresalto y me doy cuenta de que le
llevo mirando fijamente durante casi un minuto entero, sin decir una sola
palabra.

Mi boca está tan seca que tengo que
tragar un par de veces antes de
contestar.

—No. Bueno, quiero decir, puedes
quedarte si quieres. Podemos ver otra
cosa, o…

No llego a terminar la frase, porque él
se acerca a mí y me toca la mejilla, y
mis cuerdas vocales se congelan
mientras mi corazón late como un
tambor.

¡Kim Seokjin me está tocando la
mejilla!

Las yemas de sus dedos están duras,
siento el roce áspero contra mi piel, y
huele tan bien que me siento un poco mareado cuando inhalo el ligero aroma
de su aftershave.

Acaricia suavemente mi mejilla y
tengo que reprimirme a mí mismo para
no ponerme a ronronear como un gato
hambriento de afecto.

—¿Qué haces? —le susurro.

—Bueno, me estabas mirando como si
quisieras besarme. —Sus ojos azules se
entrecierran—. Así que estaba pensando
que… quizá lo haga yo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro