28
Por cuarta vez esta semana, salgo del
hielo después del entrenamiento con
ganas de atravesar una pared de un
puñetazo. La total falta de técnica y de
sentido común que estoy viendo en
algunos de mis putos compañeros
defensores es terrible. No me importa
mostrarme algo más flexible con los
estudiantes de primero, pero no hay
excusa posible que justifique la forma en la que los de tercero han jugado esta
semana. Lee se ha quedado
literalmente inmóvil en la zona
defensiva buscando a alguien a quien
pasarle el disco; y Soo solo ha lanzado tiros super flojos a delanteros que ya estaban cubiertos por defensores, en vez de pasármelos a mí o de adelantarse con el disco hasta que los delanteros tuvieran tiempo de deshacerse de la defensa.
Las maniobras que hemos llevado a
cabo han sido un desastre. Los
estudiantes de primero han patinado a
cámara lenta. Los de tercero y cuarto
han cometido errores estúpidos. Está
empezando a ser una realidad
dolorosamente obvia que nuestra alineación es débil. Tan débil, que las
posibilidades de llegar a la postemporada se van haciendo más y
más pequeñas, y ni siquiera hemos
jugado el primer partido todavía.
Cuando me quito el equipamiento en
el vestuario, me doy cuenta de que no
soy el único que siente frustración. Hay
demasiados rostros de mal humor a mi
alrededor; incluso Tae está
sorprendentemente silencioso. Como
capitán del equipo, siempre trata de
ofrecer aliento después de cada
entrenamiento, pero está claro que el
pésimo estado de nuestro equipo
empieza a desanimarle.
El único que sonríe es el nuevo chaval, Hunter, quien ha recibido tantos
elogios del entrenador por su actuación
de hoy, que va a estar cagando piruletas
y arcoíris durante las próximas semanas.
No tengo ni idea de cómo Yoongi pudo
convencer al tío para unirse al equipo,
la verdad; todo lo que sé es que mi
amigo arrastró a Hunter al bar una noche después de las pruebas y, a la mañana siguiente, el chaval estaba a bordo del barco. Debió de ser una noche épica.
-Jin. -El entrenador aparece delante de mí-. Ven a hablar conmigo después de la ducha.
Mierda. Yo rebusco rápidamente en
mi cerebro a ver si encuentro alguna
cosa que haya podido haber hecho mal
en el hielo; no lo digo por fardar, pero he jugado bien. Yoongi y yo hemos sido
los únicos que al menos lo hemos
INTENTADO ahí fuera.
Cuando entro en el despacho del
entrenador treinta minutos más tarde, él está en su escritorio, con una expresión sombría que incrementa mi nerviosismo.
Joder. ¿Ha sido por el disco que he
perdido nada más empezar el
entrenamiento? No. No puede ser. Ni
siquiera el mismísimo Gretzky podría
haber aguantado el disco con los
noventa kilos de Mike Hollis empujándole contra la valla.
-¿Qué ocurre? -Me siento, intentando que no se me note lo inquieto que estoy.
-Vayamos directos al grano. Ya
sabes que no me gusta perder el tiempo
en preámbulos. -El entrenador Jensen
se echa hacia atrás en su silla-. He
hablado con un amigo de la organización de los Bruins esta mañana.
Todos los músculos de mi cuerpo se
congelan.
-Oh. ¿Con quién?
-El vicepresidente.
Mis ojos casi se salen de sus órbitas.
Sabía que el entrenador tenía contactos
-por supuesto que los tiene, joder,
estuvo en Pittsburg siete temporadas-,
pero cuando dijo «amigo», supuse que
se refería a un currante de la oficina
central. ¡No al vicepresidente!
-Mira, no es ningún secreto que has
estado en el radar de todos los
ojeadores desde el instituto. Y ya sabes
que me han estado consultando sobre ti
en otras ocasiones. Bueno, al grano: si te
interesa, quieren que vayas a entrenar
con los Providence Bruins.
Ay, Dios.
¿Quieren que entrene con el equipo de
preparación para los putos BRUINS de
Boston?
Apenas puedo dar crédito. Todo lo
que puedo hacer es mirar al entrenador.
-¿Me querrían para el Providence?
-Tal vez. Cuando están interesados
en echarle un vistazo a alguien, por lo
general no lo meten en el hielo con los grandes. Lo prueban primero con un
equipo filial para ver cómo lo hace. -
Su voz resuena con una intensidad que
rara vez escucho fuera del hielo-. Eres
bueno, Jin. Eres la hostia de bueno.
Incluso si deciden que es mejor que te
prepares primero en el Providence, no
pasará mucho tiempo antes de que te
llamen para jugar en la alineación en la
que MERECES estar.
Madre de Dios. Esto no puede estar
pasando. Estoy en el puto Jardín del
Edén: la boca se me hace agua ante la
manzana. La tentación es tan fuerte que
puedo saborear la victoria. No es solo
un equipo profesional sosteniendo la
manzana... Es EL equipo. El equipo al
que llevo animando desde que tengo uso de razón, el equipo con el que he
fantaseado jugar desde que tengo siete
años.
El entrenador estudia mi cara.
-Dicho esto, quería saber si te has
replanteado tus planes para después de
tu graduación.
Mi garganta está más seca que el
polvo. Mi corazón se acelera. Quiero
gritar: ¡Sí! ¡Me lo he replanteado todo!
Pero no puedo. Le hice una promesa a
mi hermano. Y si bien es una
oportunidad importante, no es lo
SUFICIENTEMENTE importante. Jae no se quedará pasmado si le anuncio que
voy a jugar con un filial. Nada que sea
inferior a un buen contrato con los Bruins le convencería para que lo
cogiera y, aun así, probablemente
mostraría resistencia.
-No, no lo he hecho. -Me mata
decirlo. ¡Me mata!
Por la frustración que cubre los ojos
del entrenador, sé que entiende lo que
siento.
-Mira, Jin. -Habla en un tono
medido-. Entiendo por qué no te
presentaste a los drafts. Realmente lo
entiendo.
Aparte de mi hermano, y ahora Jin, el entrenador es la única persona que sabe que no me presenté. El primer año elegible me inventé que se me había pasado el plazo para presentar los papeles, lo que provocó que el entrenador me arrastrara a este mismo
despacho y me gritara durante cuarenta y cinco minutos sobre lo idiota e
irresponsable que soy, y sobre cómo
estoy desperdiciando los talentos que
me ha dado Dios. Una vez se calmó,
comenzó a balbucear que llamaría a no
sé quién y que pediría favores para
intentar meterme en la lista. En ese
momento, no tuve más remedio que
decirle la verdad. Bueno, parte de la
verdad. Le conté lo del accidente de mi
padre, pero no lo de la bebida.
Desde entonces, no me ha acosado por este tema. Hasta ahora.
-Pero es de tu futuro de lo que
estamos hablando -continúa con brusquedad-. Si dejas pasar esto,
chaval, te vas a arrepentir el resto de su
vida. Te lo garantizo.
Ya, no hace falta que me lo garantice.
Ya lo sé yo que me voy a arrepentir.
Joder, ya me arrepiento de muchas
cosas. Pero la familia es lo primero y
dar mi palabra significa mucho para mí.
Para mí, y para Jae, No puedo echarme
atrás ahora, no importa lo tentador que
sea esto.
-Gracias por informarme, entrenador. Y por favor, dele las gracias a su amigo por mí. -Me trago un nudo de desesperación, mientras poco a poco
me pongo de pie-. Pero mi respuesta es
no
♡♡♡
-¿Estás seguro de que esto es lo que
quieres?
La suave voz de Jungkook y su expresión tímida me provocan dolor en el pecho.
No sé por qué me pregunta eso porque,
obviamente, es lo último que quiero
hacer. Es lo que TENGO que hacer.
Aunque he ido directamente a su
residencia después del entrenamiento y
no he perdido ni un segundo en contarle mi charla con el entrenador, ahora desearía habérmelo guardado para mí mismo. Le hablé de mis planes de futuro unos días después de que empezáramos a salir, pero aunque no lo haya dicho en voz alta, sé que no está de acuerdo con ellos.
-No quería decir que no -le digo
con sequedad-. Pero tengo que hacerlo.
Mi hermano espera que vuelva a casa en cuanto me gradúe.
-¿Y tu padre? ¿Qué espera ÉL?
Apoyo la cabeza contra la pila de cojines que hay en su cama. Huelen a él. Es una fragancia dulce que relaja un poco la tensión aferrada a mi pecho.
-Él espera que le ayudemos a llevar
su negocio, porque no puede hacerlo por sí mismo. Eso es lo que hace la familia. Se echa una mano cuando se necesita. Se cuidan los unos a los otros.
Él frunce el ceño.
-¿A costa de tus sueños?
-Si no hay más remedio, sí. -Toda
esta conversación es demasiado triste,
así que tiro de él hacia mí-. Venga,
pongamos una peli. Necesito unas
cuantas explosiones y unos tiroteos para
distraerme de mi miseria.
Jungkook coge su ordenador portátil y
prepara la película, pero cuando pone el
cacharro entre nosotros, lo pongo en mi
regazo para que no haya una barrera que evite que pueda acurrucarse junto a mí.
Me encanta abrazarlo. Y jugar con su
pelo. E inclinarme a besar su cuello
cada vez que aparece la urgencia.
No he estado en una relación desde el
instituto, pero estar con Jungkook es muy diferente de lo que era con mis antiguas novias. Es... más maduro, supongo. Por aquel entonces, solo hablábamos de cosas absurdas y llenábamos los silencios enrollándonos. Pero Jungkook y yo HABLAMOS de verdad. Nos contamos lo que hemos hecho durante el día, en las clases, cómo fue nuestra niñez o cómo vemos nuestro futuro.
Pero hablar no es TODO lo que
hacemos. Lo he visto casi todos los días
desde nuestra primera cita y nos hemos
liado cada vez. Joder, ¿ese rollo en el
cuarto de baño de Soobin? La hostia en
verso, y ni siquiera me tocó. Me hice
una paja mientras estaba de rodillas
comiéndole la polla, y madre de Dios,
no recuerdo haberme corrido de una forma tan bestial usando mi propia
mano.
Pero aún no nos hemos acostado, y ni
siquiera me IMPORTA. Para mí, antes
el objetivo era conseguir una
gratificación rápida: flirtear, follar,
largarse. Como un partido de hockey
sobre hierba en el colegio, jugado a toda
prisa entre la salida del cole y el
momento en que mi madre me llamaba
para merendar.
Con Jungkook, es como un partido de
hockey DE VERDAD, con sus tres
tiempos. La expectación y la emoción
del primero, el in crescendo del
segundo y, por fin, la gran intensidad del tercero que se traduce en esa euforia de saber que has conseguido algo. Una
victoria, una derrota, un empate. No
importa. Sigue siendo la sensación más
poderosa del mundo.
Si tuviera que identificarlo, diría que
ahora estamos en el segundo período. El
in crescendo. Ardientes encuentros que
me dejan muerto de deseo, pero sin
llegar a la presión del tercero por
acabar.
Llevamos veinte minutos de película
cuando se gira hacia mí de repente.
-Oye. Pregunta.
Hago clic en la almohadilla para
parar la película.
-Dispara.
-¿Soy tu novio?
Le lanzo una mirada lasciva.
-No sé, cariño, ¿quieres serlo?
Sus ojos marrones parecen alegres.
-Pues ahora ya no.
Sonriendo, me inclino por el borde de
la cama para dejar el portátil en el suelo
y a continuación, me giro y salto sobre
él. Chilla cuando aterrizo en su espalda, mi cuerpo pegado a su costado cuando me apoyo en un codo y lo miro.
-Mentiroso -la acuso-. Por supuesto que quieres ser mi novio. Y para tu información, lo eres.
Su expresión se vuelve pensativa por
un instante y después asiente con la
cabeza.
-No me parece mal.
-Uau, qué generoso por tu parte, amor. Deberíamos serigrafiar «no me
parece mal» en unas camisetas a juego.
Su risa flota y me hace cosquillas en
la barbilla. Me encanta su risa. Es la
hostia de auténtica. Todo en él es
AUTÉNTICO. Me he liado con
demasiadas personas que juegan a
jueguecitos, que dicen una cosa y quieren decir otra, que mienten o
manipulan para conseguir lo que
quieren. Pero Jungkook, no. Él es abierto y sincero, y cuando algo le cabrea o le molesta, me lo DICE. Y eso me mola.
Agacho la cabeza para besarlo, y
cuando nuestras lenguas se encuentran,
una sacudida de placer baja hasta mi
polla, que va engordando contra su
pierna. Echo mis caderas hacia delante y esa mínima fricción me hace gemir.
Dios. Quiero correrme. Me ha provocado esto dos veces esta semana.
Una vez, con una paja, la otra, con su
boca. Las noches en las que no ha
habido orgasmo, me he pajeado en la
ducha imaginándome que me lo follaba a él en vez de a mi puño, pero el
autoplacer no es nada comparado con lo
que está haciendo en este momento: me
baja la cremallera de los pantalones y
rodea mi polla con sus dedos.
Mis ojos ruedan a la parte superior de
mi cabeza con ese primer golpe suave.
-¿Cuándo vuelve Woozy a casa? -
murmuro.
-Por lo menos tardará una hora. -Hace un lento círculo alrededor de mi
capullo. La precorrida mancha sus
dedos y facilita que su puño se deslice
de arriba abajo en mi pene. Empujo mis
caderas y lo beso, y con una mano
recorro el camino que va desde su
estómago hasta su firme pecho, sus pezones presionan el suave algodón de su camiseta. Froto la palma de mi mano en la bolita dura, jugueteo con la yema de mi dedo pulgar y finalmente lo pellizco, arrancando de sus labios un ruido entrecortado.
Estoy tan empalmado que no puedo
pensar con claridad. Esta necesidad de
liberación resulta insoportable. Mi
respiración se vuelve superficial cuando dejo su pecho y deslizo mi mano hacia
abajo, avanzando poco a poco hacia la
goma de sus calzoncillos.
Él rompe el beso, y se pone tenso cuando la toco.
-Uh... -El rubor tiñe sus mejillas
-. Estoy cerrado al público esta noche.
Ahogo una risa.
-¿Por?
-¿Qué pasa? -dice a la defensiva
-. Esta noche quiero complacerte yo.
Me estremezco, e inmediatamente me
siento mas excitado que antes. Después retira mi mano de su pene y planta sus dos manos en mi pecho, dándome un suave empujón
-.Échate hacia atrás. Quiero provocarte un poco.
Dios. Y vaya que si me provoca. Me
quita la camiseta y explora cada
centímetro de mi pecho con su boca. Sus
labios suaves plantan besos fugaces por
toda mi clavícula, luego bailan sobre mi
pectoral izquierdo, flotando por encima
de mi pezón y provocando que toda mi
carne esté cubierta por piel de gallina.
Su lengua sale para saborear, y siento el
pequeño golpecito que me da en el
pezón en el interior de mi polla. Palpita dolorosamente y estoy muy cerca de
empezar a retorcerme. Quiero que su
boca esté en mí otra vez. Quiero que
chupe la punta, con solo un toque de
succión y que su lengua se arremoline.
Quiero...
Ay, Dios. Sus besos están bajando
por mi estómago, dándome exactamente
lo que quiero. Juro que este chico puede
leer mi mente. Sus labios se cierran a mi
alrededor, su lengua hace ese remolino
sexy con el que estaba fantaseando.
Debo de haber hecho algún tipo de
ruido, porque se asoma con una sonrisa
de satisfacción.
-¿Todo bien por ahí arriba?
-Joder. Sí. Más que bien.
-Pregunta -dice, y ahora yo también sonrío, porque me encanta cuando hace eso. Anuncia que está a punto de hacer una pregunta en lugar de simplemente hacerla.
Yo respondo con mi estándar «dispara».
-¿Qué piensas de tu culo?
Mi frente se arruga.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que si hago ESTO.... -Sus dedos se deslizan hacia un punto
que NO esperaba que fuera a tocar-.
¿Te vas a cabrear o te excitarías?
Lo hace de nuevo y me quedo
asombrado cuando una descarga de
placer sube por mi columna vertebral.
-Me excitaría -gimo-. Sin duda.
Los ojos de Jungkook parpadean con
sorpresa e intriga a partes iguales.
Después baja la cabeza y me chupa hasta llenar su boca; otro movimiento
inesperado que nubla mi visión. Dios
santo. Estoy completamente rodeado por calor húmedo. Mi capullo roza la parte posterior de su garganta y mis caderas se mueven antes de que pueda
detenerlas; las aparto dos centímetros,
cinco, y a continuación vuelvo a
meterme dentro.
Su gemido reverbera a mi alrededor.
Su dedo sigue volviéndome loco. Suave
y exploratorio, provocando un extraño
placer que no había previsto.
Dios, esto es la hostia de intenso. Y no para. Jungkook me tortura con la lengua, lamiendo mi polla, lentamente, a fondo, como si fuera una cartógrafa que planeara hacer un mapa más tarde. Y ese dedo. Frotando, provocando.
Mis huevos se tensan, tengo la
garganta tan seca que apenas puedo
decir una palabra. Finalmente me las
arreglo para decir dos.
-Estoy cerca. -A continuación, dos
más-. Muy cerca.
La última vez que hizo eso, no se
quedó conmigo hasta el final. Esta vez,
aprieta sus labios alrededor de mi polla,
su pelo largo cosquillea mis muslos
mientras su cabeza se mueve por encima de mí. La descarga es inminente. Toda mi sangre late. Pero todavía no llega,una provocadora palpitación de tensión me hace gemir con impaciencia. Lo quiero. Lo necesito. Lo... Él desliza
su dedo dentro y, hostia puta, no voy a
mentir, es supergustoso. Le da a mi polla una succión larga y fuerte, mete el dedo más adentro y exploto como una
granada.
Abro la boca para coger aire, mis
caderas salen disparadas de la cama,
mientras me corro con el sonido de sus
gemidos y jadeos irregulares. Su
garganta trabaja mientras traga, cada
pequeña contracción ordeña más placer
de mi cuerpo, hasta que no soy más que
una piltrafa jadeante y aturdida tirada en una cama
Jungkook sube, se acurruca junto a mí y
posa su mano en mi estómago; un ancla
pequeña y cálida que impide que salga
flotando.
-Eso ha sido... -Cojo aire-. Alucinante.
Su risa calienta el hueco de mi cuello.
-Lo apuntaré. Jugueteos con culo:
alucinante. Jugueteos normales: ¿cómo
lo llamaste la última vez? Solo
«increíble», creo.
-Todo lo que me haces es a la vez
alucinante e increíble -corrijo, - ahora en mi turno.
Digo con la intención de tocarlo pero él me detiene con una sonrisita.
- Me vine con solo verte, fue. Alucinante.
Soltamos unas carcajadas.
Pasando mis dedos por su pelo. No creo
que me haya sentido tan satisfecho en mi vida
-. Oye. Pregunta.
-Dispara.
Sonrío por la inversión de roles y a
continuación digo:
-Mi primer juego de pretemporada
es mañana por la noche. Sé que no te
gusta el hockey, pero... ¿quieres venir?
-Jo, lo haría si pudiera -responde,
sonando sinceramente apenado-. Pero
ya he quedado con un chico de mi clase
de Psicología.
Me muevo a un lado y entrecierro los
ojos. Algo extraño y desconocido me
atraviesa.
Estoy sorprendido cuando me doy
cuenta de que son celos.
-¿Qué chico?
Él se ríe.
-Tranquilo, chaval. No es más que un compañero de clase. Nos han puesto
juntos para hacer un trabajo: un estudio
de casos. Le voy a ver unas cuantas
veces las próximas semanas.
-Unas cuantas veces, ¿eh? -Paro
-. ¿Es guapo?
-Normal, supongo. Muy delgado,
pero a algunas personas les mola eso.
¿A algunas personas? ¿O a uno en
particular?
Cuando se da cuenta de la expresión
de mi cara, se ríe aún más fuerte.
-Ajá. ¿Quién está celoso AHORA?
-Yo no -miento.
-Claro que lo estás. -Se acerca
unos centímetros y planta un sonoro beso en mis labios-. No lo estés. Tengo
novio, ¿recuerdas?
-Ya te digo que lo tienes.
Joder, ahora entiendo cómo se sentía
en la fiesta la otra noche. La contracción
posesiva en mi pecho es... una novedad.
No me gusta, pero no puedo evitarla. He
ido de flor en flor desde que empecé en
la NSU, pero ha habido unos cuantos
rollos que me han durado más de una
noche. Chicas a las que veía de vez en
cuando. Nada serio, pero vernos esas
veces sí que me hicieron sentir algo,
leve, pero algo. Pero ninguna de esas
relaciones fue en exclusiva. Yo era
consciente de que se veían con otros
chicos y no me importaba.
Esta vez sí me importa. La idea de ver
a Jungkook con otro tío es inaceptable. No iré tan lejos como para decir que él es MÍO, pero..., bueno, él sí es mío. Mío
para abrazarlo y mío para besarlo y mío
para reírme con él.
Sí, mío.
-¿Qué hora es? -pregunta-. Me da
demasiada pereza levantar la cabeza.
Estiro el cuello para poder ver mejor
el reloj de la alarma.
-Las 10.32.
-¿Terminamos de ver la peli?
-Claro. -Me inclino para coger el
portátil, que se pone a sonar a todo
volumen cuando lo levanto-. Eh...
alguien te llama por Skype, creo.
Se asoma a la pantalla y a continuación, entra en estado de pánico.
-¡Oh, no! ¡Ponte los vaqueros!Arrugo la frente.
-¿Por qué?
-¡Porque es mi madre!
Si todavía me duraba la erección, se
acaba de desinflar como un globo en
este instante. Subo a todo correr los
pantalones hasta la cintura y los abrocho cuando Jungkook pone el portátil en su regazo. Sus dedos se ciernen sobre la almohadilla y me mira.
-Muévete un palmo a la izquierda si
no quieres que te vea.
-¿NO quieres que me vea?
Jungkook resopla.
-No me importa si lo hace. En
realidad, lo sabe todo sobre ti, así que
guay si saludas. Pero entendería que no te apeteciera todo el rollo de «conocer a
los padres» en este momento.
Me encojo de hombros.
-No tengo problema con eso.
-OK. Entonces, prepárate. Mi madre
está a punto de dejarnos sordos con...
Un grito de alegría. El grito más
fuerte del planeta.
Afortunadamente, su voz baja a un
nivel de decibelios razonable cuando
habla.
-¡Cariño! ¡Hurra! ¡Has respondido!
El chat de vídeo llena la pantalla,
mostrando una rubia muy atractiva que
parece demasiado joven para ser la
madre de un chico de diecinueve años.
En serio, la madre de Jungkook parece
tener treinta. Si acaso.
-Hola, mamá -dice Jungkook -.
¿Quiero saber por qué estás despierta a
las cinco y media de la mañana?
La sonrisa con la que su madre responde es totalmente diabólica.
-¿Quién ha dicho que me he
acostado?
Jungkook me había contado que su madre es alegre e impulsiva y que básicamente se comporta como una adolescente; ahora puedo ver que no había exagerado.
Mi novio gruñe.
-Por favor, dime que te quedaste
hasta tarde pintando y no... haciendo
otras cosas.
-Me acojo a la Quinta Enmienda
-MAMÁ.
-Tengo cuarenta y cuatro años,
cariño. ¿Esperas que viva como una
monja?
¿Cuarenta y cuatro? Uau. No lo
parece ni de coña. Además, no puedo
reprimir la risita que me sale tras su
respuesta despreocupada. Eso provoca
que entrecierre sus ojos marrones.
-Jeon Jungkook, ¿hay un HOMBRE sentado a tu lado? Pensé que ese bulto era un edredón, pero, ¡es el hombro de alguien! -grita-. Identifíquese, señor.
Con una sonrisa, me deslizo más
cerca de la cámara para que pueda ver
mi cara.
-Buenas tardes, señora Jeon. O buenos días, supongo.
-La señora Jeon vive en Busan. Llámame Josie.
Reprimo una risa.
-Josie. Soy Jin.
Otro gritito.
-¿Jin, «Jin»?
-Sí, mamá. Jin, «Jin» - confirma Jungkook con un suspiro.
Josie cambia su mirada a Jungkook y
pone cara seria.
-Cariño, me gustaría hablar un
momento a solas con el señor Kim. Vete a dar un paseo o algo.
Mi mirada alarmada vuela a Jungkook,
que parece estar reprimiendo una carcajada.
-Oye, tú dijiste que no tenías
problema -me susurra. Después, me
planta un beso en la mejilla-. Tengo
que ir a hacer pis de todos modos. Hala,
flipad un poco los dos.
El pánico llena mis tripas cuando mi
novio salta de la cama y, literalmente,
me ABANDONA, dejándome a merced
de su madre. Joder. Debería haberme
escondido cuando tuve la oportunidad.
Nada más salir Jungkook de la
habitación, Josie dice:
-¿Se ha ido?
-Sí. -Trago saliva.
-Bien. No te preocupes, chaval, seré
rápida. Y solo voy a decirte esto una
vez, así que será mejor que me escuches con atención. Jungkook me ha dicho que te ha dado otra oportunidad, y yo apoyo
plenamente esa decisión. -Josie se
acerca a la cámara, su expresión está
teñida de amenaza-. Dicho esto, si le
rompes el corazón a mi hija, cogeré el
primer avión que salga de aquí,
apareceré en tu puerta y te daré una
paliza con una funda de almohada llena
de pastillas de jabón hasta matarte.
A pesar del escalofrío de miedo
provocado por la amenaza, no puedo
evitar la risa que sale de mi garganta.
Jesús. Eso ha sido una forma muy
específica de violencia.
Pero cuando respondo, el humor ha
desaparecido y mi voz es ronca.
-No le romperé el corazón - prometo.
-Bien. Me alegro de que eso haya
quedado claro.
Juro que esta mujer tiene múltiples
personalidades, porque en un abrir y
cerrar de ojos, vuelve a ser Mrs. Happy.
-Y ahora cuéntame todo acerca de ti,
Jin. ¿Qué carrera estás estudiando?
¿Cuándo es tu cumpleaños? ¿Cuál es tu
color favorito?
Tragándome otra risa, voy contestando sus preguntas aleatorias, que va disparando una tras otra. Pero no
me importa. La madre de Jungkook es
supergraciosa, y solo me lleva unos
segundos averiguar de dónde ha sacado Jungkook su sentido del humor y su
tendencia parlanchina.
Cuando llevamos chateando tres
minutos, suena el teléfono de Josie. Dice
que tiene que coger la llamada y
promete llamarnos enseguida. Después
la pantalla se queda en negro. Estoy a
punto de cerrar el portátil, pero cuando
oigo los pasos que se acercan a la
puerta, de repente tengo una idea.
También conocida como la venganza
perfecta por el abandono de Jungkook.
Justo cuando se abre la puerta, miro
fijamente a la pantalla y actúo como si
todavía estuviese charlando con su
madre.
-...Y me ha metido el dedo en el
culo mientras me la chupaba, y ha sido la hostia; increíble. Nunca pensé que me
fuera a gustar tener nada ahí dentro,
pero...
Jungkook grita horrorizado.
-¡Oh, Dios mío! -Viene corriendo
a la cama y coge el portátil. -Mamá,
¡no le hagas caso! Está bromeando. -Se
detiene abruptamente, parpadeando a la pantalla antes de girarse hacia mí-.
Eres un idiota.
Me parto de la risa, lo que solo
consigue cabrearlo más, y no tarda en
empezar a pegarme con sus puños
pequeñitos, como si de verdad pudiese
hacerme algún daño.
-¡Eres lo peor! -grita, pero a la vez
se ríe mientras me lanza los puños-.¡Me he creído que se lo estabas
contando!
-Esa era la intención. -Aúllo de la
risa y nos hago rodar hasta que él está
sobre su espalda y yo me cierno sobre
él -. Lo siento. No lo he podido
evitar.
Jungkook levanta la mano y me da una
torta en la frente.
-Idiota.
-¿Me acabas de dar una torta?
Me da otra.
-¿Me acabas de dar OTRA torta?
Ahora es el que aúlla, porque le
estoy haciendo cosquillas sin parar. Y
mientras se retuerce en la cama y trata
de escapar de mis implacables dedos,
llego a varias conclusiones.
La primera es que nunca en toda mi
vida me he divertido tanto con una
chico.
La segunda, es que no quiero que esto
se acabe nunca.
Y la tercera...
Creo que me puedo estar enamorando.
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