27
En nuestra segunda cita, Jin y yo vamos a una fiesta, algo que en circunstancias normales no me pondría nervioso. El año pasado, Yungyeom me arrastró a un montón de fiestas fuera del campus, así que debería ser toda un profesional en la materia. Pero es que resulta que ESTA FIESTA es en casa de Choi Soobin. El quarterback del equipo de fútbol americano de la NSU.
La gente del fútbol americano me
asusta. Sus fiestas son salvajes y suelen
terminar con la llegada de la policía. Y
la mayoría de los jugadores son
arrogantes y unos bocazas y van por ahí
como si fueran un regalo de Dios para el
mundo. Algo ciertamente irónico, porque el año pasado el equipo
consiguió el peor resultado conseguido
por la uni en veinticinco años.
La última vez que me encontré con la
gente del fútbol fue en la fiesta de una
fraternidad a la que fuimos Yungyeom y
yo; tuve que parar una pelea entre mi
mejor amigo y una hincha del equipo que intentó arrancarle los ojos a Yungyeom por enrollarse con uno de la línea defensiva.Y tuve que hacerlo yo solito, porque los putos jugadores pasaron de ayudarme.
Acabaron formando un círculo alrededor de nosotros, gritando sin parar «¡miau!»
Gilipollas.
-Soobin es un buen tipo -me asegura
Jin mientras paga al conductor del
taxi y nos bajamos del asiento trasero-.
En serio, cariño. Es buena gente.
-¿Cómo es que aún sigue en la NSU?
¿No estaba en cuarto el año pasado?
-El entrenador le ha hecho prolongar
sus estudios un año más. El primer año
solo entrenaba para así no superar los
cuatro años de juego permitidos.
-Bueno, entonces eso le da un año
más para jugar bien -me quejo-. Su actuación el año pasado fue lamentable.
¿Viste el partido en el que le
interceptaron cinco pases y marcó cero
touchdowns? ¿Qué narices fue eso?
Jin mueve su dedo en mi cara.
-Qué vergüenza, Señor Comentarista de Fútbol Americano. ¿Metiéndote con un chico por tener un día malo? Eso no está bien.
Suspiro.
-Vale. Supongo que puedo ser un
poco más flexible con él. A ver, no todo
el mundo puede ser tan bueno como
Drew Baylor, ¿verdad?
El calor arde en sus ojos.
-Es extraño, pero tu sabiduría sobre
los quarterbacks universitarios me pone.
-Creo que a ti te pone todo -le
respondo, negando con la cabeza.
-Sí. Bastante.
Llegamos a la puerta principal y la
ensordecedora música que vibra detrás
de la madera me provoca una punzada
de inquietud. Le agarro el brazo.
-Si la cosa se pone demasiado
salvaje, ¿me prometes que nos iremos?
-Pero si esta es tu gente, ¿recuerdas?
¿Por qué querrías dejar el dulce seno de
tu preciosa familia del fútbol americano?
Su sonrisa engreída me provoca una
risa.
-Oye. El hecho de que me guste
verlos jugar no significa que quiera que jueguen CONMIGO.
Jin se agacha y me planta un beso en la sien.
-No te preocupes. Cuando quieras irte, me lo dices y nos largamos.
-Gracias.
Un segundo después, abre la puerta
sin llamar y entramos en la boca del
lobo. De inmediato me golpea una ola
de calor corporal. Dios, hay tanta gente
dentro de la casa que el aire está en
llamas. El olor a cerveza, perfume,
colonia y sudor es tan fuerte que la
cabeza me da vueltas, pero Jin no parece inmutarse. Coge mi mano y me
adentra más en la multitud.
En una esquina del salón, se está desarrollando una animadísima partida
de beer pong y las chicas que hay de pie
en un extremo de la mesa están en
distintos estados de desnudez. Vale,
rectifico: es una animada partida de
STRIP beer pong. En el otro lado de la
habitación, la pista de baile improvisada
está repleta de cuerpos que se contonean y está rodeada de muebles sobre los que chicas semidesnudas y borrachas mueven sus caderas en bailes muy, muy sugerentes.
Hemos llegado tarde porque Jin tenía entrenamiento, pero aun así, son
solo las diez: demasiado pronto para
que todos estén ya así de pedo.
-Te doy veinte dólares si te subes a
una de esas mesas -me susurra Jin en mi oído.
Le pego un puñetazo en el brazo. Él me contesta con su sonrisa torcida y se frota el bíceps como si le doliera.
-¿Quieres un trago? -Levanta la
voz para que le pueda oír sobre la
música.
-Vale -contesto.
Llegamos a la cocina que está igual
de llena de gente y de ruido. Jin pilla
una botella de ron de la encimera, lo
sirve en dos vasos de plástico y a
continuación le echa Coca-Cola para
endulzar el alcohol. Le pego un trago y
hago una mueca. Dios, su receta necesita un poco más de elaboración. Es, básicamente, todo ron.
El alcohol quema mi garganta y
calienta mi vientre, elevando la
temperatura de mi cuerpo aún más.
Llevo puesto unos jeans rasgados y una camisa negra, lo que significa que ni siquiera puedo quitarme nada de ropa para evitar el brillo de sudor que va aumentando en mi piel.
-¿Cómo es que eres amigo de esta
gente? -le pregunto mientras salimos
de la cocina-. Mi padre siempre me ha
dicho que los jugadores de hockey y de
fútbol americano en esta universidad son rivales desde hace décadas.
-Ya no. Todo eso acabó hace tres
años, cuando el salvador llegó a la NSU.
-Ya, claro. ¿Y quién es el salvador?
-Yoongi -responde resoplando-.Estoy seguro de que ya lo sabes, pero él va detrás de todo lo que lleve falda...
Finjo un gritito de sorpresa.
-Oh, Dios mío. ¿EN SERIO?
Él se ríe.
-Una vez, cuando íbamos a primero,
se quedó sin hinchas locas de hockey a
las que tirarse, así que no tuvo más
remedio que zambullirse en la piscina
de las hinchas de fútbol americano. Una
noche acabó en una de las fiestas de
Soobin, los dos reconocieron en el otro el zorrón que llevan dentro y han sido
amigos desde entonces. -Jin pone un brazo alrededor de mí mientras
caminamos por un pasillo lleno de gente
-. Yoongi nos arrastró a los chicos y a mí a unas cuantas fiestas y todos acabamos haciéndonos colegas de estos imbéciles. Y la venganza de sangre llegó a su fin.
No tengo idea de a dónde vamos, pero
Jin parece conocer la casa como la
palma de su mano. Pasamos por varias
puertas cerradas antes de conducirme a
través de una que se abre a un amplio
estudio. Dos sofás de cuero inmensos en
forma de L ocupan el centro de la sala;
en frente, hay una TV emitiendo los
mejores momentos del canal de deportes ESPN. Hay una mesa de billar detrás del sofá más grande, donde un chico con una barba espesa le pone tiza al taco y analiza el fieltro verde con atención, mientras su oponente se burla de él advirtiéndole de que va a fallar el tiro.
Estoy sorprendido por lo vacía que
está la habitación. Solo hay un puñado
de chicos junto a la mesa de billar, unas
pocas parejas pegadas a la pared del
fondo y dos personas enrollándose en el
sofá: Yoongi y una pelirroja de tetas
enormes. Choi Soobin, que está
tumbado en un sillón, los mira con una
expresión casi de aburrimiento.
El quarterback levanta la cabeza
cuando entramos.
-Jin -dice-. ¿Qué tal lo llevas,
colega?
Jin se sienta en el sofá que hay junto al de Yoongi y tira de mí hacia su regazo como si fuera la cosa más natural
del mundo. Cuando los brazosvse enroscan alrededor de mi cintura, me
fijo en la chispa de interés que brota en
los ojos azules de Soobin. La verdad es
que, ahora que lo estoy viendo de cerca
y no desde las gradas del estadio de
fútbol, se parece mucho a Jin. Los
dos son enormes, con el pelo oscuro,
ojos azules y rasgos cincelados. Pero
hay una gran diferencia: Soobin no hace
que mi corazón baile como lo hace Jin.
Yoongi y la pelirroja se separan, sus
caras se sonrojan cuando nos ven.
-Hola -dice Yoongi guiñando un ojo
-. ¿Cuándo habéis llegado?
-Justo ahora -responde Jin.
Soobin sigue mirándome con
curiosidad.
-¿Quién es tu amigo? -pregunta a
Jin.
-Este es Jungkook, mi cita. Jungkook,
Soobin.
La mirada del quarterback hace un
barrido exhaustivo por mis piernas. Incluyendo los muslos, porque la manera en la que Jin me ha sentado
en su regazo ha provocado que mis se ajustarán en mis piernas como una segunda piel. A Soobin,sin duda, no se le ha escapado ese detalle.
-Encantado de conocerte, lindo - dice Soobin con una sonrisa que curva sus
labios-. Tengo que decir que esta es la
primera vez que veo a Jin llegando a
una fiesta con una cita.
-Pues vete acostumbrándote -responde Jin-. No pienso salir de
casa sin él nunca más. -A continuación, me besa en el cuello y un escalofrío cabalga a través de mí. Su mano es un peso sólido en mi cadera, me mantiene apretado a su cuerpo y..., sí, no es que me lo esté imaginando, hay otro peso sólido debajo de mi cuerpo.
Una nada despreciable erección contra
mi culo.
A veces todavía me sorprende que
sea YO el que le pone cachondo.
Durante todo mi primer año de
universidad, todo lo que escuché sobre
Kim Seokjin fueron rumores y más
rumores: «se acuesta con cualquiera»;
«es genial en la cama»; «no le van las
relaciones»... Entonces, ¿qué narices está haciendo teniendo CITAS conmigo?
Y cuando digo citas, me refiero a CITAS A SECAS, porque ni siquiera hemos tenido relaciones sexuales, por el
amor de Dios.
Mientras me maravillo al pensar en lo
increíble que es haber podido cazar -
aunque quizá sea más adecuado decir
«domar»- a un chico como Jin, la
conversación continúa a mi alrededor.
Jin y Soobin charlan en un animado
debate sobre los test de dopaje en el
deporte universitario, aunque no estoy
muy seguro de cómo han llegado a ese
tema. Estoy demasiado ocupado
sintiendo los dedos de Jin acariciando de forma ausente mi cadera por encima de mi camisa. Dios, ojalá me estuviera tocando la piel desnuda. Ojalá hubiese hecho algo más que besarme la otra noche. Me muero de deseo por este
chico. Todo el rato.
-Aquí estás. -Una chica con un
vestido verde ceñido y botas militares
negras entra en el estudio y marcha hacia Soobin-. Te he buscado por todas partes.
-Demasiado ruido ahí fuera -suspira-. Creo que me estoy haciendo mayor, IU. Por Dios, cariño, hazme sentir joven otra vez. Por favor.
Ella se ríe y se inclina para rozar sus
labios sobre su mejilla.
-Es un placer, niño grande.
Hago un esfuerzo para no mirarla
demasiado descaradamente, pero es difícil no hacerlo. Tiene la piel
aceitunada, ojos oscuros y profundos, y
un pelo denso y marrón que cae en
cascada por su espalda. Es
DESLUMBRANTE. No digo esa
palabra casi nunca, pero es que no hay
otra manera de describir a esta chica.
Deslumbrante. Por no hablar de lo
ridículamente sexy que es. En serio,
desprende un rollo sexy a lo Scarlett
Johansson, desde la forma en la que
mira a Soobin, hasta en cómo mueve sus
caderas cuando se sienta en el brazo de
su sillón.
Su expresión se oscurece cuando ve a
Yoongi en el sofá.
-Mini -dice ella inexpresiva.
-Ji-eun -responde Yoongi con
cierto brillo burlón en sus ojos verdes.
-He visto que te has molestado en
aparecer por clase esta mañana. -IU sonríe-. Ya has visto que el asistente de la profe es un chico, ¿eh? Pobrecito. No puedes tirarte a «tu atajo» para aprobar este semestre.
-Que te follen, Ji-eun.
Ella arquea una ceja.
-¿Sí? Venga, sácatela, grandullón.
Ahora es Yoongi el que arquea una ceja.
-Debería hacerlo. Quizá tener algo
en la boca te haga por fin cerrar el pico.
Ji-eun echa su cabeza hacia atrás y
se ríe.
-Oh, Mini, ¿de verdad crees que eso va a hacer que me calle? -Le guiña
un ojo a Soobin-. Dile qué clase de
ruidos hago cuando tengo tu polla en mi
boca.
No tengo ni idea de lo que está
pasando ahora mismo. La hostilidad
entre Yoongi y esta chica, Ji-eun, está
contaminando el aire de la habitación,
pero se desvanece en cuanto Soobin pone a la bella chica de pie.
-Disculpadnos -dice, y la excitación en sus ojos revela exactamente por qué se lleva a Ji-eun a otro lado.
En cuanto se van, miro a Yoongi de
forma inquisitiva.
-¿Por qué te ha llamado Mini?
-Porque es una zorra asquerosa. -Esa es su respuesta, que no es respuesta ni es nada.
-Oye, pareces disgustado - murmura la pelirroja-. Déjame que te ayude a que se te pase.
Un instante después, tienen la lengua
el uno dentro del otro de nuevo.
Me dirijo a Jin.
-¿Qué acaba de pasar?
-Ni puta idea. -Sonriendo, planta
un beso en mis labios, se levanta y tira
de mí-. Vamos, mezclémonos con la
peña. Me ha parecido ver a Hollis y a
Park por ahí.
Salimos del estudio para volver a
entrar en la tierra del ruido y la
borrachera. Allí, Jin me presenta a más gente antes de localizar a algunos de sus compañeros de equipo. No me lo estoy pasando mal. Tampoco es que me lo esté pasando genial, pero no es por Jin; lo que dice o hace no tiene nada que ver. Es la fiesta en sí, hacia dónde está yendo. Empiezo a sentir algo que
me pone... incómodo.
Son las chicas. Montones y montones
de chicas.
Montones y montones de chicas que
no tienen ningún problema en coquetear descaradamente con mi cita.
La atención que recibe Jin es asombrosa. Y la verdad es que también
es asombrosamente molesta. Una cosa es que alguien venga y le salude, y otra muy distinta es lo que hacen estas chicas, que no lo dejan ahí, en el saludo. Le pasan sus uñas perfectas por su brazo desnudo. Baten sus pestañas a tope de rímel mientras lo miran. Le llaman amore y cariño. Una de ellas incluso lo besa en la mejilla. Zorra.
Me esfuerzo por no dejar que me
afecte. Cuando me metí en esto, sabía
que Jin era popular. También sabía que antes de lo nuestro, liarse con tías
era un deporte para él. Pero eso no
significa que me mole que las
evidencias de sus días de jugador me
exploten en toda la cara cada dos
segundos.
Cuando la chica número nueve -sí,
estoy contándolas- se acerca pavoneándose hacia él y empieza con su
flirteo, considero que es, oficialmente,
suficiente.
-Tengo que usar el aseo -suelto.
Jin parpadea ante mi tono agudo.
-Ah... vale. Vete al de arriba mejor, suele haber menos gente.
Que no me pregunte si estoy bien, ni
se ofrezca a acompañarme arriba, me
ralla un poco. Apretando los dientes, me
largo del salón.
En el pasillo, esquivo a un grupo de
chicos y casi me choco con un chico y
una chica que se gritan insultos y
acusaciones el uno al otro. Subo por la
escalera. Acabo de llegar arriba cuando
oigo la voz de Jin detrás de mí.
-Jungkook. Espera.
De mala gana me giro.
-¿Qué pasa?
-Eso quiero saber yo. -Sus afectados ojos azules buscan mi cara-. Has interrumpido a Moonbyul a mitad de
frase y has salido corriendo.
-Oh, no, pobre Moonbyul -murmuro-.Ofrécele mis disculpas.
Sus cejas se disparan.
-A ver. ¿Qué narices está pasando?
-Nada. -Una oleada de vergüenza
me golpea porque mis ojos me escuecen
como si fuese a ponerme a llorar. Me
giro sobre mis talones y camino en
dirección al cuarto de baño. Mierda.
Tiene razón, ¿qué narices ESTÁ pasando? No sé por qué estoy tan enfadado. No es como si él le hubiera
devuelto el flirteo. Hay que reconocer
que cada vez que estas chicas se
acercaban a él lo suficiente para tocarlo,
ÉL intentaba apartarse.
Sus manos se posan en mi hombro.
-Jungkook. -Tira de mí-. Habla
conmigo -me ordena-. ¿Porque estás
enfadado?
-Porque... -Me muerdo el interior
de mi mejilla. Dudo. A continuación,
libero un gemido cabreado-: ¿Te has
tirado a TODAS LAS CHICAS DE ESTA UNIVERSIDAD?
Jin parece afectado.
-¿Qué?
-En serio, Seokjin, ¿qué coño es esto?
No podemos dar un paso sin que se te acerque una tía a acariciarte y a decirte:
«ooooh, me lo pasé genial contigo el
año pasado, qué increíble semental estás hecho, deberíamos repetirlo; guiño, guiño, codazo, codazo».
Su boca se abre de par en par.
Después empieza a comprenderlo todo y
una lenta sonrisa se extiende por su
boca.
-Espera, ¿todo esto es porque estás
CELOSO?
-¡No! -digo enfurecido.
-Ya, ya, estás celoso.
Mi mandíbula se tensa.
-Simplemente no me gusta que todas
esas te tiren los trastos cuando estoy de
pie a tu puto lado, joder. Es poco elegante e irrespetuoso y...
-Te pone celoso -termina, y siento
el impulso de abofetear esa estúpida
sonrisa de su cara.
-No tiene ninguna gracia. -Intento
retirar su mano de mi brazo.
Pero no solo se agarra con más fuerza, sino que utiliza su otra mano y me planta las dos en la cintura mientras
me empuja contra la pared. En ese
momento, tengo noventa kilos y más de
metro ochenta de jugador de hockey
inmovilizándome.
Su boca roza mis labios en un suave
beso antes de mirarme a los ojos. Su
mirada es sincera y sorprendida.
-No tienes por qué estar celoso -
dice con voz ronca-. Todas esas chicas que se nos han acercado... Ni siquiera
me acuerdo de su aspecto. Ni de la
mitad de sus NOMBRES. Tú eres el único para mí esta noche, el único para mí siempre. -Sus cálidos labios tocan
los míos de nuevo con firmeza,
tranquilizándome-. Por cierto, nunca
me he enrollado con Moonbyul.
-Mentiroso -gruño.
-Es verdad. -Sonríe-. Le van las tías.
Entrecierro mis ojos.
-¿De verdad?
-Oh, sí. Ella y su novia vinieron a una fiesta en nuestra casa el pasado semestre y no pararon de liarse en el
sofá todo el tiempo.
-¿Estás diciendo eso para hacerme
sentir mejor?
-No. Es verdad. Yoongi pensó que se
había muerto y que estaba en el cielo.
Se me escapa una carcajada. Estoy
más relajado. Los músculos que antes
estaban en tensión ahora están relajados; sentir su duro cuerpo apretado contra el mío me provoca un dulce hormigueo.
Dios, no me ha gustado nada sentirme
así ahí abajo. Irascible y enrabietado,
preparado para saltarle al cuello a
cualquier chica que se atreviera siquiera a MIRAR a Jin.
-Pero esto es aún más sexy que ver a Moonbyul y a su novia enrollarse toda la noche. -Un punto seductor agrava su voz.
-¿Qué es más sexy?
-Tú. Celoso. -Sus ojos azules
arden hasta fundirse-. Nunca he estado
con nadie que se haya puesto así de
posesivo conmigo. Me pone cachondo.
No está de coña. Su erección empuja
mi vientre, y sentirla ahí envía un
fogonazo de satisfacción a través de mis
venas. Muevo mis caderas, lo suficiente
como para que sea mi pelvis la que se
frota con ese bulto duro, y sus párpados
se entrecierran.
-Y eso me pone aún más cachondo
-murmura.
Escondo una sonrisa.
-Ah, ¿sí?
-Oh, sí. Créeme, bebé, eres el único al que deseo. El único que me pone a mil.
Elevo las cejas y bloqueo mis manos
alrededor de su cuello.
-No sé yo... Todavía estoy celoso. Creo que vas a tener que reconfortarme
un poquito más.
Riéndose, inclina la cabeza hacia la
puerta que hay junto a nosotros.
-¿Quieres correrte en el baño? -
Mis muslos se tensan, de forma EVIDENTE, y se ríe de nuevo-. ¿Eso
es un sí?
-Dios, no. -Me acerco a mordisquearle el cuello-. Es un: ¡claro!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro