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24

—¿Qué rima con «insensible»? —Golpeo mi boli en la mesa de la cocina.

Estoy más que frustrado con mi tarea.

¿Quién me iba a decir que rimar era tan
jodidamente difícil?

Tae, que está cortando cebolla en la encimera me mira.

—Sensible —dice con amabilidad.

—Sí, T, me aseguraré de rimar  «insensible» con «sensible». Medalla de oro para ti.

Al otro lado de la cocina, Hoseok
termina de cargar el lavavajillas y se
vuelve hacia mí con el ceño fruncido.

—Pero, ¿qué coño estás haciendo?
Llevas escribiendo en ese cuaderno por
lo menos una hora.

—Estoy escribiendo un poema de
amor —respondo sin pensar. A
continuación aprieto los labios,
dándome cuenta de lo que he hecho.

Un silencio sepulcral se cierne sobre
la cocina.

Tae y Hoseok intercambian una
mirada. Una mirada increíblemente
larga. Después, en perfecta
sincronización, sus cabezas se giran
hacia mí y me miran como si me acabara de escapar de un manicomio. La verdad es que podría haberlo hecho
perfectamente. ¿Qué otra razón puede
haber para que esté yo aquí escribiendo
de forma voluntaria una poesía? Y esa
no es ni siquiera la cosa más loca en la
lista de Jungkook.

Sí, sí, es lo que acabo de decir. Una
lista. El muy cabroncito me ha enviado un mensaje con no solo una tarea, ni dos, ni tres… Debo hacer SEIS para que acceda a tener una cita conmigo. O quizá, más que tareas, se podría decir que son «gestos».

Pero lo pillo. Él piensa que no voy
en serio y está preocupado de que
vuelva a meter la pata de nuevo.

Probablemente crea que esta lista suya
va a acojonarme y echarme para atrás y
que no vamos a llegar a la parte de la
cita.

Pero se equivoca. Seis gestos
románticos no me dan miedo. Algunos
de ellos serán difíciles de conseguir, eso
seguro, pero soy un tipo ingenioso. Si
pude reconstruir el motor de un Camaro
del 69 utilizando solo las piezas que
encontré en el desguace de mierda de
Munsen, sin duda puedo escribir un
poema cursi y hacer «un collage de
calidad que muestre los rasgos de la
personalidad de Jungkook que me parecen más fascinantes».

—Solo tengo una pregunta —comienza Tae.

—¿En serio? —dice Hoseok —. Porque
yo tengo MUCHAS.

Suspirando, suelto el bolígrafo.

—Adelante. Sacadlo ya.

Tae se cruza de brazos.

—Esto es para un chico, ¿no? Porque
si lo estás haciendo por diversión, es
para que te lo hagas mirar.

—Es para Jungkook —le contesto con
los dientes apretados.

Mi mejor amigo asiente solemnemente.

A continuación se empieza a partir la
caja. Gilipollas. Frunzo el ceño mientras
se agarra la tripa con las manos; su
ancha espalda tiembla con cada fuerte
carcajada. Pero a la vez que se muere de risa, se las arregla para sacar su teléfono del bolsillo y ponerse a escribir.

—¿Qué estás haciendo? —exijo.

—Mandarle un mensaje a Jiminie. Tiene que saber esto.

—Te odio.

Estoy tan ocupado mirando a Tae, que no me doy cuenta de lo que está
haciendo Hoseok hasta que ya es
demasiado tarde. Coge el cuaderno de la
mesa, lo analiza y empieza a reírse a voz
en grito.

—Es la hostia. Mira, Tae, ha rimado «babas» con «cutlass».

—¿Cutlass? —pregunta Tae—. ¿«Sable» en inglés? ¿Vas de listillo o qué?

—Es por el modelo de coche
Oldsmobile Cutlass, imbécil —murmuro
—. He comparado sus labios con un
Cutlass rojo cereza que reparé de niño.
Para llevarlo a mi propia experiencia y
ese rollo.

Hoseok sacude la cabeza con
exasperación.

—Deberías haber hecho la
comparación con CEREZAS, imbécil.

Tiene razón. Es lo que debería haber
hecho. Como poeta soy lo peor, lo tengo
claro.

—¡Oye! —exclamo en un momento de
inspiración—. ¿Conocéis la canción
Amazing Grace? Le podría robar la
letra y traducirla ¿no? Sería… eh…
Increíble Jungkook …

—Sí. Oro puro, tronco —bromea
Tae—. Muy original.

Busco la siguiente frase en el móvil.

—How sweet the sound. Qué dulce…

—Tu culo —suelta Hoseok.

Tae resopla.

—Mentes brillantes trabajando duro.
Increíble Jungkook, qué dulce tu culo. —Y vuelve a escribir en la pantalla de su
teléfono.

—Dios, ¿quieres dejar de dictarle
toda la conversación a Jimin, tronco?
«Los amigos antes que los novios » —le
recuerdo.

—Dime otra vez lo que tengo que
hacer con mi chico y dejarás de tener un
amigo, tío

Hoseok se ríe.

—En serio, ¿por qué estás
escribiendo poesía para ese chico?

—Porque estoy intentando
reconquistarlo. Este es uno de sus
requisitos.

Eso llama la atención de Tae. Se
endereza con el teléfono preparado en la mano mientras pregunta:

—¿Cuáles son los otros?

—No es de tu incumbencia.

—Joder, tío. Si lo haces la mitad de
bien en los otros de lo que lo estás
haciendo con este poema de amor épico,
¡lo reconquistas fijo!

Le hago un corte de mangas.

—Tu sarcasmo no me ha molado nada. —Después arranco el cuaderno de
la mano de Hoseok y me encamino hacia la puerta—. Por cierto, la próxima vez que alguno de vosotros necesite ganar puntos con alguna tía, no contéis con mi ayuda. Cabrones.

Su risa salvaje me sigue hasta que
llego arriba. Entro en mi cuarto y le
pego una patada a la puerta para
cerrarla. Después me paso la siguiente
hora escribiendo en el teclado de mi
ordenador el ejemplo de poesía más
lamentable jamás escrito.

Dios Santo.

Estoy metiéndole más horas y esfuerzo a
este puto poema que a mis clases.

Todavía me quedan por leer cincuenta
páginas para mi clase de Economía y
diseñar un plan para Marketing. ¿Estoy
haciendo alguna de esas dos cosas? No.
Busco mi móvil y le escribo un
mensaje a Jungkook.

Yo: Me pasas tu email?

Él responde casi al instante:
[email protected]

Yo: Enviando.

Esta vez se toma su tiempo para
contestar. Cuarenta y cinco minutos para ser exactos. Llevo leídas treinta páginas de mis deberes cuando vibra mi
teléfono.

Él: No dejes tu trabajo actual,
Emily Dickinson.

Yo: Oye, no ponía nada de q tuviese
q ser bueno!

Él: Touché. 5 raspado en el poema
Impaciente por ver el collage.

Yo: Te mola la purpurina? Y las
fotos de pollas?

ÉL: Si veo una foto de tu polla en
ese collage, haré fotocopias y lo
repartiré en el Centro de Estudiantes.

Yo: Mala idea. Provocarás en todos
los chicos un complejo de inferioridad o deseo.

Él: O un subidón de ego.

Sonrío y escribo rápidamente otro
mensaje: Voy a conseguir esa cita,
precioso.

Una pausa larga, y después: Buena
suerte con el nº 6!

Está intentando jugar conmigo. Ja.
Pues buena suerte con eso. Jeon Jungkook, a subestimado mi tenacidad y mi ingenio.Pero los va a descubrir muy pronto.

***

Me estoy riendo para mis adentros
cuando me siento en mi escritorio a
releer el poema absolutamente
horroroso que Jin me ha escrito. Sus
símiles me hacen partirme de risa; sobre
todo hace comparaciones con cosas de
coches y hockey, y su rima es un caos.
¿Es ABAB? No, hay un tercer tipo de
rima. ¿ABACB?

Dios, es malo a niveles épicos.

Y sin embargo, mi corazón no dejar
de hacer piruetas como si fuera un delfín feliz.

—¿Qué es eso tan gracioso? —Woozy
entra en nuestra habitación después de
su programa de una hora en la radio.

Lleva unos pantalones vaqueros rotos,
una camiseta sin mangas minúscula y sus Doc Martens de rigor, pero el flequillo ahora es morado. Se lo ha debido de teñir hoy mientras yo estaba en clase, porque todavía era de color rosa cuando me marché de la habitación esta mañana.

—Me encanta el morado —le digo.

—¡Me alegro! Oye, enséñame qué es
lo que te hace tanta gracia. —Se acerca
por mi espalda y mira la pantalla—. ¿Es
ese video del bebé koala que nos ha
enviado antes a todos Morris? Es
taaaan adorab… ¿Oda a Jungkook? —pega un gritito de sorpresa—. Oh, Dios.
¿Quiero saber qué es eso?

Supongo que alguien que sea mejor
persona que yo habría minimizado la
ventana antes de que Woozy pudiera leer el poema de Jin, pero lo dejo como
está. Es demasiado divertido como para
no hacerlo.

Su risa resuena por toda la habitación
mientras lee el poema.

—Oh, Uau. Esto es un desastre. Le
doy un punto por las referencias al
hockey, eso sí. —Woozy levanta un
mechón de mi pelo y lo analiza—. Oye,
el tono se parece un poco a las
camisetas retro de los Bruins de los
años sesenta.

Lo miro boquiabierto.

—¿Cómo narices sabes cómo son
esas camisetas?

—Mi hermano tiene una. —Sonríe—.
Solía ir a todos sus partidos en el
instituto y eso me convirtió en un gran
fan. Ahora juega para el equipo de
Dakota del Norte. Me sorprende que mis
padres no hayan renegado de nosotros.
Prácticamente hemos rechazado todo lo
relacionado con el sur y nos hemos
venido al norte a la mínima oportunidad que se nos ha presentado. —Su mirada se desplaza de nuevo a la pantalla—. ¿Así que tienes un admirador secreto?

—Admirador, sí. Secreto, no. El
chico del que te hablé. Jin.¿Recuerdas?

—¿El jugador de hockey?

Asiento con la cabeza.

—Estoy haciéndole pasar por unos
cuantos aros antes de salir con él.

Woozy parece intrigado.

—¿Qué tipo de aros?

—Bueno, este poema, por ejemplo.
Y… —Me encojo de hombros.

Entonces, cojo mi teléfono y busco el
mensaje que le envié ayer por la noche,
el que contiene la lista más absurda que
jamás he escrito.

El coge el teléfono. Nada más acabar de leerlo, se ríe con más ganas.

—Oh, Dios mío. Esto es una locura.
¿Rosas AZULES? Pero, ¿eso existe?

Me río.

—No en la naturaleza. Ni en la tienda
de flores de la ciudad. Pero podría
encargarlas en alguna tienda de Seúl.

—Eres malo, Jungkook. Muy malo —me
acusa, con una amplia sonrisa dibujada
en su boca—. Me encanta. ¿Cuántas ha
hecho hasta ahora?

—Solo el poema.

—No puedo creer que te siga el rollo
con esto. —Se deja caer en su cama,
arruga la frente y mira fijamente el
colchón—. ¿Me has hecho la cama?

—Sí —contesto con timidez, aunque
no parece molesto. Ya le advertí que mi
TOC podría sacar su cara
increíblemente ordenada de vez en
cuando, y hasta ahora no se ha inmutado las veces que ha sucedido. Los únicos objetos en su lista «como toques esto, te mato» son sus zapatos y su biblioteca de música de iTunes.

—Espera, pero no has doblado mi
ropa. —Juega a estar profundamente
indignado—. ¿Cómo es posible, Jungkook? Creí que éramos amigos.

Le saco la lengua.

—No soy tu asistente. Dobla tu puta
ropa, tío.

Los ojos de Woozy brillan.

—¿Así que me estás diciendo que
puedes mirar tranquilamente esa cesta
hasta arriba de ropa recién salida de la
secadora… —señala la cesta en
cuestión—, sin sentir la tentación, por
muy pequeñita que sea, de doblarla?Todas esas camisetas… arrugándose
mientras hablamos. Calcetines
solitarios… deseando encontrar a su
pareja…

—Doblemos tu ropa —suelto.

Una tormenta de risas invade su
pequeño cuerpo.

—Ya me parecía a mi

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