20
Es el primer semestre de mi segundo
año. Lo que significa que ahora soy
Jungkook de segundo. El Jungkook de primero, Dios lo tenga en su gloria, permitió que su mejor amigo tomara decisiones por él y que los chicos lo pisaran pero, ¿el Jungkook de segundo? No hará nada así. No será el felpudo de Yungyeom ni la distracción de Jin.
N-O: no. El Jungkook de segundo es una chico de diecinueveaños sin preocupaciones, que ha pasado
el verano caminando sin rumbo fijo por
Francia.
¿Eso de caminar sin rumbo fijo
también cuenta si lo haces con tu
madre?
Pues claro que sí, me aseguro a mí
mismo. Caminar sin rumbo fijo es
caminar sin rumbo fijo, no importa con
quién estés.
De cualquier manera, un nuevo año es
igual a un nuevo «yo».
O mejor dicho, una versión mejorada
de mi antiguo «yo».
De momento, el nuevo-viejo «yo» está
haciendo la cama en su nueva residencia y albergando la esperanza de que su compañero de piso no sea una zorra, un psicópata, o una zorra psicópata. Intenté convencer a la mujer de la oficina de residencias de que me diera una habitación para mí solo, pero están reservadas para alumnos de segundo ciclo, así que me toca compartir con un chico llamado Woozi.
Cuando mi padre me ayudó a mover
las cosas a la Residencia Hartford ayer,
la zona de la habitación de Woozi estaba vacía; pero al volver de comer hoy, me he encontrado cajas y maletas por todas partes. Así que ahora estoy esperando a que aparezca, porque quiero cumplir cuanto antes con el incómodo momento de las presentaciones.
El hecho de tener un nuevo compañero de cuarto me provoca una punzada de melancolía. No he hablado con Yungyeom desde abril, cuando le dije
que «cortaba» con nuestra amistad. Tal
vez, uno de estos días acabemos
sentándonos y hablando, pero ahora
mismo estoy deseando empezar mi
segundo año sin él.
Por muy exasperantes que resultaran
las emboscadas de cambios de look de
mi madre, lo cierto es que este verano
también me enseñó varias lecciones muy valiosas.
La primera y principal: confía en ti mismo.
En segundo lugar: sé espontáneo.
En tercer lugar: la única opinión que importa es la tuya.
Mi plan es incorporar los consejos de
mi madre en mi Plan de Estudiante de Segundo, que consiste en divertirse,
hacer nuevos amigos y tener citas.
Ah, y no estoy pensando en Kim Seokjin. Eso es un componente crítico en el plan, porque desde que me encontré con él en el parque la semana pasada, no he sido capaz de quitármelo de la cabeza.
No obstante, estoy orgulloso de mí
mismo por mantenerme firme y no ceder.
Para mi sorpresa, no sentí ningún enfado al verlo, pero eso no quiere decir que esté dispuesto a confiar en él. Además, ahora soy el Jungkook de segundo. Ya no me deslumbran las cosas así como así.
Si Jin va en serio con lo de salir juntos, necesito mucho más que una disculpa brusca y una sonrisa sexy.
Tendrá que currárselo y apostar más
fuerte, eso seguro.
La puerta se abre y mi espalda se
pone rígida mientras me giro para mirar
a mi nuevo compañero de cuarto por
primera vez.
Es… adorable. Pero estoy bastante
seguro de que no solo el adjetivo
«adorable» sería el último que la gente
utilizaría para describirlo, sino que si
él me llegara a escuchar llamarlo así,
me daría una patada en el culo. No
obstante, es el primer adjetivo que me
viene a la mente, porque es como un
pequeño duendecillo. Bueno, si los
duendes tuviesen el pelo negro con
flequillo rosa, un montón de piercings y
llevaran preciosos enterizos de verano
amarillos a juego con unas Dr. Martens.
—Hola —dice alegremente—. Así que tú eres Jungkook, ¿eh?
—Sí. Y, ¿tú eres Woozy…?
Él sonríe mientras cierra la puerta a
su espalda.
—Lo sé. El nombre no me pega nada.
Creo que cuando lo decidieron, mis
padres pensaron que de mayor sería una belleza sureña y elegante como mi
madre, pero muy a su pesar, ESTO es lo
que hay. —Hace un gesto con las dos
manos, señalándose de pies a cabeza, y
a continuación se encoge de hombros.
Sí que escucho un leve acento del sur
en su voz, pero es algo muy sutil que combina bien con su actitud relajada. Ya
me cae bien.
—Espero que no te importe todo este
lío. He volado desde Busan temprano
esta mañana y aún no he tenido
oportunidad de deshacer las maletas.
—No te preocupes. ¿Necesitas
ayuda? —me ofrezco.
Sus ojos se llenan de gratitud.
—¡Estaría genial! Pero tendrá que
esperar hasta esta noche. He venido solo
a coger mi iPad; tengo que ir a la
emisora ahora mismo.
—¿La emisora?
—La emisora de radio del campus —
explica—. Presento un programa de rock alternativo una vez a la semana, y soy la productor de otros dos más. Estudio Comunicación Audiovisual.
—¡Oh! Eso está guay. Lo cierto es
que quería mirar si había algún trabajo
para estudiantes allí —confieso—.
Estaba pensando en unirme al periódico
de la uni, pero el chico con el que hablé
me comentó que su lista de espera mide
un kilómetro. Y no tengo ni una gota de
sangre deportista o musical en las venas,a sí que el deporte y la música quedan descartados; y todos los otros clubes que miré suenan increíblemente
aburridos. O locos de remate. ¿Sabías
que los chicos del grupo de activistas
medio ambientales del campus pasan sus fines de semana encadenados a los
árboles para protestar por todos los proyectos de adosados que se están
construyendo en Andong? Y el año
pasado a una chica le cayó un rayo,
porque se negó a desencadenarse
durante una tormenta. —Me detengo
bruscamente; siento que mis mejillas se
calientan—. Prefiero serte
completamente franco desde el
principio; creo que es mejor que sepas
que soy muy parlanchin, a veces no
puedo parar de hablar.
Woozy se echa a reír.
—Tomo nota.
—Puede que te resulte entrañable
algún día —digo con amabilidad.
—No te preocupes, acepto que seas
parlanchin. Siempre y cuando tú te
comprometas a aceptar mis pesadillas. En serio, son brutales. Me despierto
gritando como una posesa y… Es broma,
Jungkook. —Su risa ahora está fuera de
control—. Dios, deberías haberte visto
la cara. Te prometo que no tengo
pesadillas horribles, pero sí que me han
dicho que a veces hablo en sueños.
Suelto una risita.
—No hay problema. Yo hablo durante
las horas de vigilia y tú podrás hablar en las horas de sueño. Somos la pareja
perfecta.
Woozy desabrocha una de las maletas
que hay en su cama y rebusca en su
interior, hasta que saca un iPad con una
funda de color rosa brillante. Lo mete en la bandolera verde militar, lanza la correa sobre su hombro y me mira.
—Oye, si lo del trabajo extracurricular iba en serio, la verdad es que estamos buscando gente para echar una mano en la emisora. Hay un par de puestos para presentador, pero no creo que los quieras, porque son del turno de noche. Y si estar frente al micrófono no es tu estilo, también necesitamos un productor para uno de los programas.
—¿Qué tendría que hacer?
—Es un programa de consejos
sentimentales con llamadas en directo.
Lunes por la tarde y viernes después de
comer. Tendrías que filtrar llamadas,
buscar información para los
presentadores si quieren hablar de algo
en concreto…, ese tipo de cosas. —Me mira con seriedad—. ¿Sabes qué? ¿Por
qué no te vienes conmigo ahora? Te
puedo presentar a Morris, el director de
la emisora, y podéis charlar.
Me lo pienso, pero no tardo mucho
tiempo en tomar una decisión. Woozy
parece majo y no estaría de más hablar
con el director de la emisora. Además,
quería hacer nuevos amigos, ¿no?
Pues será mejor que empiece ahora.
****
Es guay estar en casa. No es que quiera
plagiar a Dorothy ni nada así, pero es
que de verdad se está mejor en casa que
en ningún sitio. Y claro que pillo la ironía de la situación… Técnicamente,
el lugar donde me he quedado todo el
verano y del que me fui anoche es MI
casa. Pero no he sido nunca ni la mitad
de feliz en Munsen de lo que soy aquí en
Andong, en una casa que he estado
alquilando durante dos años.
La primera mañana de mi regreso,
estoy de un humor tan estupendo que
empiezo el día poniendo a los Nappy
Roots a todo volumen en la cocina
mientras me enchufo unos cereales. Los
fuertes acordes de Good Day sacan a los
demás de sus dormitorios y Tae es el
primero en aparecer en calzoncillos,
frotándose los ojos.
—Buenos días, princesa —murmura
—. Por favor, dime que has hecho café.
Señalo sonriendo a la encimera.
—Vuélvete loco.
Se sirve una taza y se deja caer en uno
de los taburetes.
—¿Quién te ha despertado esta mañana? ¿Las ardillas de Alvin? —dice—. Estás tan alegre que das miedo.
—Y tú estás tan gruñón que das
miedo. Sonríe, amigo. Es nuestro día
favorito del año, ¿recuerdas?
También conocido como el primer día
de pruebas abiertas para estudiantes de
primero a los que no ficharon
directamente en el instituto. Los
jugadores como nosotros vamos a
cotillear todos los años para ver cuál es
el potencial talento, porque tristemente,el perder jugadores buenos forma parte de la vida del jugador de hockey de la NSU. Hay chicos que se gradúan, otros que abandonan los estudios, otros que van a la liga profesional… Y puesto que la alineación del equipo cambia cada año, siempre estamos ansiosos por ver a los nuevos estudiantes que entran.
Con un poco de suerte, hoy veremos a
algunos diamantes en bruto en el hielo,
porque el equipo, la verdad, está un
poco en el fango. Hemos perdido tres de
nuestros mejores delanteros: Birdie y
Niko, que se han graduado; y Soo,
que ha firmado con los Kings. Nuestra
defensa ha perdido a Suho, que se ha
ido a los Chicago; y a otros dos defensores de cuarto que se han graduado; esto significa que, muy
probablemente, a Yoongi y a mí nos toque jugar turnos más largos, por lo menos hasta que algunos de los defensores más jóvenes se pongan al día.
Pero, ¿la hostia más fuerte para nosotros?
Perder a nuestro portero.
Kim Kenny era… magia. Pura magia en el círculo de portería. Estaba en primero cuando el entrenador le nombró titular, a pesar de tener a dos porteros de cuarto en la alineación… El tío era ASÍ de bueno. Ahora que se ha graduado, el destino de nuestro equipo está en manos de uno de cuarto llamado Taeyang, a menos que esta cosecha de estudiantes de primero produzca otro
Kenny.
—Deberíamos haber sobornado a los
profes de Kenny para que lo suspendieran —dice Tae con un
suspiro, y me doy cuenta de que no soy
el único al que le preocupa la salida de
Kenny.
—Nos va a ir bien —respondo, poco
convincente.
—No creo —es la voz de Yoongi que
llega a la cocina antes que su cuerpo. Se
dirige a la cafetera—. Dudo que ni
siquiera lleguemos a la postemporada.
No sin Kenny.
—Hombres de poca fe —contesta Hoseok que atraviesa con paso lento la
puerta.
—Hostias —suelto—. Te has afeitado la barba—. Me giro hacia Tae—. ¿Por qué no me lo has dicho? Nos habría
organizado una fiesta.
Yoongi se ríe.
—Querrás decir «le» habrías organizado una fiesta.
—No, no, quiere decir «nos». — Tae responde por mí—. Nosotros somos los que hemos tenido que mirar esa cosa espantosa durante medio año.
Le doy una palmada en el culo a Hoseok
cuando pasa por delante de mi taburete.
—Bienvenido de nuevo, «cara de bebé».
—Vete a tomar por culo —se queja.
Sí, es genial estar de vuelta en casa.Una hora más tarde, descanso mis
antebrazos en las rodillas, entrelazo mis
manos y me inclino hacia adelante para
analizar el tiro a portería de un fornido
estudiante de primero, con el pelo
rizado y pelirrojo, un ruso, asomando por la parte de atrás del casco.
—Ese tío no es malo —comento.
—¿Quién? ¿El salmonete? —exclama
Hollis desde el final de la grada en la
que nos hemos juntado todos—. Naah,
aún no me ha impresionado.
Abajo, en el hielo, el entrenador está
dirigiendo un sencillo ejercicio de tiro
con los aspirantes de primero, vestidos
todos con camisetas plateadas o negras.
Y sí, ya sé que es solo el primer día,
pero de momento a mí tampoco me ha
impresionado ninguno. De dos en dos,
los chicos tienen que patinar hasta la
línea azul, tirar a la red y, a continuación, subir por la banda exterior y patinar a toda velocidad hasta la zona neutral, donde el segundo entrenador lanza un disco que el patinador tiene que recoger. No es complicado en absoluto y, sin embargo, para mi gusto, está habiendo demasiados fallos.
Al menos los porteros no están mal.
No emanan para nada la magia de Kenny, pero lo cierto es que paran más
discos de los que dejan entrar, lo que es
alentador.
A mi lado, Tae silba.
—¡Yes! Esto sí que sí.
El siguiente patinador en la cola
despega y, Dios santo, eso sí que es
RAPIDEZ. Mientras patina hacia la red,
solo se ve una mancha negra a toda
velocidad sobre un fondo de color
blanco. Lanza el disco en un tiro
perfectamente ejecutado, perfectamente
a tiempo, perfectamente PERFECTO.
—Ha podido ser de pura chiripa —
advierte Hoseok. Pero veinte minutos
más tarde, el chico sigue dándole como
el puto Ozzy Osbourne en un estadio de
fútbol a rebosar.
—¿Quién es ese? —pregunta Tae.
Hollis se asoma desde su asiento.
—Ni idea
Pierre, un canadiense que se unió a nosotros la temporada pasada, se inclina desde la fila de detrás y se apoya en el hombro de Tae.
—Park no sé qué. Es un niño rico
de Jeju, la gran estrella de su equipo en el instituto.
—Si es tan bueno, ¿por qué no lo
ficharon en el insti? —pregunta Hoseok
dubitativo—. ¿Qué está haciendo aquí
en las pruebas abiertas?
—La mitad de las universidades del
país intentaron ficharlo —continúa
Pierre—. Pero al parecer, quería dejar
el hockey. Nuestro entrenador le metió
presión y le convenció para que
entrenara hoy, pero incluso pasando el corte hoy, hay una buena probabilidad
de que no quiera formar parte del
equipo.
—Oh. Ese tío va a formar parte del
equipo —declara Yoongi —. No me
importa si tengo que chuparle la polla
para convencerle.
Las risas estallan a su alrededor.
—Así que ahora chupas pollas, ¿eh?
—pregunto en tono amable.
Un destello malvado ilumina sus ojos.
—¿Sabes qué? No solo se la voy a
chupar —dice lentamente—. Se la voy a
chupar HASTA EL FINAL. Ya sabes, hasta que tenga un orgasmo.
El resto de los chicos se intercambian
miradas desconcertadas, pero la mirada
burlona de Yoongi me dice exactamente adónde quiere ir con todo esto. Cabrón.
—No estoy seguro de si todos vosotros sabéis esto, pero un orgasmo es el punto de culminación en un proceso de placer. —Yoongi me lanza una sonrisa inocente—. Los hombres y las mujeres lo logran de diferentes maneras. Por ejemplo, cuando una mujer llega a la culminación, puede gemir, jadear o…
—¿De qué COÑO estás hablando? —
interrumpe Tae.
Mr. Inocente parpadea sus ojos verdes.
—Pensaba que quizá necesitaseis un
cursillo recordatorio sobre orgasmos.
—Creo que estamos bien —dice Hoseok con un bufido.
—¿Estás seguro? ¿Nadie tiene ninguna pregunta? —me sonríe mientras
hace la pregunta y, cuando los demás
vuelven a poner su atención en el hielo,
le doy en las costillas. Y le doy fuerte.
—Joder, Jin, estoy tratando de ser útil. Tú podrías aprender mucho de mí.
Ningun chico ha sido capaz de resistirse a mi encanto natural.
—¿Sabes otro que tenía mucho
encanto natural? —contesto—. Ted
Bundy.
Yoongi arruga la nariz.
—¿Quién?
—El asesino en serie. —Ay, Dios, he
metido a Ted Bundy en la conversación.
Me estoy convirtiendo en Jungkook.
Genial. Y ahora estoy PENSANDO
en Jungkook. Me he estado obligando a mí mismo a no hacerlo desde que me
rechazó la semana pasada, pero da igual
lo mucho que lo intente; me resulta
imposible quitármelo de la cabeza.
¿Es una cuestión de ego? Me pregunto
todo el rato si lo es, porque
sinceramente, no puedo recordar la
última vez que me obsesioné así con un chico. ¿Estoy interesado en el solo
porque no está interesado en mí?
Me gusta pensar que no soy tan
arrogante, pero no puedo negar que el
rechazo me duele.
Quiero otra oportunidad. Quiero
demostrarle que no soy un gilipollas sincorazón que lo estaba utilizando en plan F y F, pero no tengo ni idea de cómo hacerle cambiar de opinión. ¿Flores, tal vez? ¿Arrastrándome públicamente?
—¡Ey, gilipollas!
Nos ponemos de pie de un salto cuando la voz autoritaria del entrenador Jensen se dirige hacia las gradas.
Nuestro intrépido líder, único miembro
de la Universidad que puede llamar a los estudiantes «gilipollas» sin que pase nada, nos mira desde el hielo.
—¿Hay alguna razón para que
vuestros culos vagos estén calentando
esos asientos cuando deberían estar en
la sala de pesas? —nos grita—. ¡Salid
pitando de mi entrenamiento! —Después se gira con el ceño fruncido hacia el tríode estudiantes de primero que se está riendo detrás de los guantes—. ¿De qué os estáis riendo vosotros? ¡A patinar!
Los jugadores avanzan a toda velocidad como si el hielo se estuviera partiendo en pedazos detrás de ellos.
Arriba, en las gradas, los chicos y yo
corremos igual de rápido.
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