1
Abril
Que te mole el novio de tu mejor amigo es una mierda.
Básicamente hay dos factores importantes. Primero, está el factor de la «incomodidad». Y es que es la hostia de incómodo. No puedo hablar por todos los hombres del mundo, pero estoy bastante seguro de que ningún tío quiere salir de su dormitorio y toparse con el chico de sus sueños, después de que él haya estado toda la noche en los brazos de su mejor amigo.
Y después está el factor «odio hacia uno mismo». Eso es un hecho, porque resulta bastante difícil no odiarte a ti mismo cuando te dedicas a fantasear con el chico por la que tu mejor amigo
pierde el culo.
Por el momento, la incomodidad, sin duda, va ganando la batalla. A ver, vivo en una casa con paredes finísimas, lo que significa que puedo escuchar cada uno de los gemidos entrecortados que se escapan de la boca de Jimin. Cada suspiro y jadeo. Cada golpe de cabecero
contra la pared mientras mi colega se tira al chico en la que no puedo dejar de pensar.
Es superdivertido.
Estoy en mi cama, boca arriba, mirando fijamente al techo. Ya ni siquiera finjo mirar mi biblioteca de canciones del iPod. Me pongo los auriculares para ahogar los sonidos de
Taehyung y Jimin en la otra habitación, pero todavía no le he dado al play.
Supongo que esta noche me apetece torturarme a mí mismo.
A ver, que no soy idiota. Sé que está enamorado de Jimin. Veo la forma en que le mira y veo lo bien que están juntos. Llevan saliendo seis meses y ni siquiera yo, el peor amigo del planeta, puede negar que están hechos el uno para el otro.
Y joder, Tae se merece ser feliz.
Él va de cabrón arrogante, pero la
verdad es que es un puto santo. El mejor
extremo con el que he patinado en la
vida y la mejor persona que he conocido
nunca, y estoy tan seguro de mi
condición de amistad, que puedo asegurar que si yo estuviera enamorado, no solo me follaría a Kim Taehyung: también me casaría con él.
Eso es lo que hace que todo esto sea
un millón de veces más jodido. Ni
siquiera puedo odiar al tío que se está
enrollando con el chico al que deseo.
No hay fantasías de venganza que
valgan, porque no odio a Tae, ni lo más mínimo.
Una puerta chirría al abrirse y oigo
pasos en el pasillo; ruego a Dios para
que ni Tae ni Jimin llamen a mi
puerta. O abran siquiera la boca, porque
oír cualquiera de sus voces en este
momento solo me daría aún más bajón.
Por suerte, el fuerte golpe que hace
temblar el marco de la puerta tiene su
origen en mi otro compañero de piso,
Yoongi, que entra en mi habitación sin
esperar a ser invitado.
—Hay fiesta en la fraternidad Omega
Fi esta noche. ¿Te apuntas?
Salto de mi cama más rápido que una
gacela, porque en este instante la idea de ir a una fiesta suena que te cagas de bien en mis oídos. Pillarme un super pedo es una manera cien por cien segura de dejar de pensar en Jimin.
Aunque en realidad..., quiero pillarme un superpedo y ADEMÁS follarme a
alguien sin parar. De esta forma, si una
de esas dos actividades no me ayuda con
mi objetivo —no pensar en Jimin—,
la otra me servirá como plan alternativo.
—¡Por supuesto! —respondo a la vez
que busco algo que ponerme.
Me meto una camiseta limpia por la
cabeza, ignorando la punzada de dolor
que siento en el brazo izquierdo desde la fortísima carga que recibí la semana
pasada en la final del campeonato. Me
dolió un huevo, sí, pero el golpe
mereció totalmente la pena: por tercer año consecutivo, el equipo de hockey de
la NSU se llevó otra victoria en la Frozen
Four. Supongo que se le puede llamar el
triplete definitivo y todos los jugadores,
yo incluido, seguimos recogiendo los
frutos de ser campeones nacionales en
tres ocasiones.
Yoongi, que juega de defensor como yo,
lo llama las tres efes de la Victoria:
fiestas, felicitaciones y follar. Es un
análisis bastante fiel de la situación,
porque he tenido las tres cosas desde
nuestra gran victoria.
—¿Te toca a ti no beber y conducir?
—pregunto mientras me pongo una
sudadera de capucha negra encima de la camiseta y subo la cremallera.
Mi amigo resopla.
—¿De verdad me haces esa pregunta?
Niego con la cabeza.
—Ya. No sé en qué estaría pensando.
La última vez que Min Yoongi estuvo sobrio en una fiesta fue... NUNCA. El tío se bebe hasta el agua de los floreros y fuma porros como una locomotora cada vez que sale de la casa, y si alguien piensa que eso afecta a su rendimiento en el hielo de alguna manera, está más que equivocado. Es una de esas raras criaturas que pueden irse de fiesta como el Robert Downey Jr. de antes y ser tan exitoso y respetado como...
—No te preocupes, le toca a Hoseok —
me dice Yoongi refiriéndose a nuestro otro compañero de piso, Hoseok —. El muy flojeras sigue de resaca por lo de
anoche. Dice que necesita un descanso.
Sí, y lo cierto es que no me extraña.
Los entrenamientos de fuera de
temporada no empiezan hasta dentro de
otro par de semanas, y todos hemos
estado disfrutando de nuestro tiempo de
descanso «un poco» demasiado. Pero
eso es lo que pasa cuando uno está de
subidón por la Frozen Four. El año
pasado, después de ganar, estuve pedo
dos semanas seguidas.
No tengo ninguna gana de que llegue
el momento de esos entrenamientos. La fortaleza, el ejercicio y todo el enorme
esfuerzo que se necesitan para
mantenerse en forma resultan
agotadores, y es aún más agotador
cuando a la vez hay que trabajar
jornadas de diez horas. Pero no es que
tenga otra opción, la verdad. Los
entrenamientos son necesarios si quiero
estar preparado para la próxima
temporada y el trabajo, bueno, le hice
una promesa a mi hermano y da igual lo
enfermo que me ponga toda la situación: no puedo fallar. Jae me despellejaría vivo si no cumplo mi parte del trato.
Nuestro conductor para la noche nos
está esperando junto a la puerta
principal cuando Yoongi y yo bajamos.
Una barba de color marrón rojizo
devora todo el rostro de Hoseok; le da un aspecto de hombre lobo, pero él está
decidido a probar este nuevo look desde
que una chica a la que conoció en una
fiesta la semana pasada le dijo que tenía
cara de bebé.
—Eres consciente de que esa barba
de Yeti no te hace parecer más varonil,
¿verdad? —dice Yoongi alegremente
mientras salimos por la puerta.
Hoseok se encoge de hombros.
—La verdad es que mi intención es
parecer un tipo duro.
Yo suelto una risa.
—Bueno, pues eso tampoco, «cara de
bebé». Pareces un científico loco.
Hoseok estira su dedo corazón fortaleza,
mientras se dirige hacia el lado del
conductor de mi pick-up. Me instalo en
el asiento del copiloto de la cabina y
Yoongi se sube en la parte de atrás,
diciendo que prefiere ir fuera para pillar un poco de aire fresco. Yo creo que lo único que quiere es que el viento le despeine el pelo de esa manera
desaliñada y sexy por la que las chicas
pierden las bragas. FYI, Yoongi es
vanidoso hasta decir basta. Pero lo
cierto es que parece un modelo, así que
imagino que se puede permitir ser
vanidoso.
Hoseok arranca el motor y yo
repiqueteo mis dedos sobre los muslos,
impaciente por ponernos en marcha.
Muchos estudiantes de las fraternidades
me cabrean con sus rollos elitistas, pero
estoy dispuesto a pasarlo por alto
porque..., joder, porque si hacer fiestas
fuese un deporte olímpico, todas y cada
una de las fraternidades masculinas y
femeninas de la NSU tendrían una medalla de oro.
Mientras Hoseok da marcha atrás para
salir de nuestro camino de entrada, mi
mirada se detiene en el Jeep negro de
Jin, brillante y reluciente en su plaza
de aparcamiento, mientras su dueño pasa la noche con el chico más guay del
planeta y...
¡Y ya está bien! Esta obsesión con
Park Jimin está empezando a
volverme loco. Tengo que echar un polvo. ¡CUANTO ANTES!
Hoseok está visiblemente callado
durante el trayecto hasta la casa Omega
Fi. Es posible que incluso esté
frunciendo los labios, pero es difícil
saberlo teniendo en cuenta que parece
que alguien le ha afeitado todo el cuerpo a Hugh Jackman y ha pegado su pelo en la cara de Hoseok.
—¿Y este castigo de silencio a qué
viene? —pregunto sin darle mucha
importancia.
Gira su cabeza hacia mí ofreciéndome
una mirada amarga, después vuelve a
posarla en la carretera.
—Eh, venga. ¿Es por las coñas que
hacemos con tu barba? —Me cabreo—.
Porque es el primer capítulo de Barbas
para principiantes, hermano: si uno se
deja barba de ermitaño, tus amigos se
burlan de ti. Fin del capítulo.
—No es por la barba —murmura.
Arrugo la frente.
—Vale. Pero estás cabreado por algo.
—Cuando tampoco responde, presiono
un poco más—. ¿Qué pasa contigo,
tronco?
Sus enfadados ojos se encuentran con
los míos.
—¿Qué pasa conmigo? Nada. Pero
¿CONTIGO? Contigo pasan tantas cosas
que ni siquiera sé por dónde empezar.
—Maldice en voz baja—. Tienes que
parar con esa mierda ya, tío.
Ahora sí que estoy totalmente confundido, porque hasta donde yo sé,
todo lo que he hecho en los últimos diez
minutos es tener ganas de ir a una fiesta.
Hoseok se da cuenta de la confusión
que muestra mi cara y me ofrece una
aclaración en un tono sombrío.
—Lo de Jimin.
Aunque mis hombros se ponen
rígidos, trato de mantener la expresión
de confusión en mi rostro.
—No tengo ni idea de lo que estás
hablando.
Sí, he elegido mentir. Algo que, en
realidad, no es nada nuevo para mí.
Parece que todo lo que he hecho desde
que llegué a la NSU es mentir.
Sin ninguna duda estoy destinado
para la NHL. ¡Liga profesional hasta el final.
Me encanta pasar los veranos
currando de mecánico en el taller de
mi padre. ¡El dinerito me viene guay!
No babeo por Jimin. ¡Está saliendo con mi mejor amigo!
Mentiras, mentiras y más mentiras,
porque en cada uno de esos tres casos,
la verdad es una mierda absoluta, y lo
último que quiero en el mundo es que
mis amigos y compañeros de equipo
sientan pena por mí.
—Reserva esas trolas para Tae —
contesta Hoseok—. Y, por cierto, tienes
suerte de que Tae esté distraído con
todo el enamoramiento y demás, porque
si no fuese así... sin duda sedaría cuenta de tu actitud.
—¿Sí? ¿Y qué actitud es esa? —No
puedo evitar los nervios en mi tono de
voz ni la tensión defensiva en mi
mandíbula. No me gusta nada que Hoseok sepa que siento algo por Jimin. Y me gusta aún menos que haya decidido
sacar el tema ahora, después de todos
estos meses.
¿Por qué no puede olvidarse del puto asunto? La situación ya es suficientemente jodida para mí
como para encima tener a alguien que
me lo restriegue por toda la cara.
—¿En serio? ¿Quieres que te lo
enumere? Vale. —Una nube oscura
atraviesa flotando sus ojos mientras
empieza a soltar todas las cosas que me
han estado haciendo sentir la hostia de
culpable todo este tiempo—. Sales del
salón o la cocina cuando entran ellos. Te
escondes en tu cuarto cuando Jimin se
queda a pasar la noche. Si estáis él y
tú en la misma habitación, lo miras
fijamente cuando crees que nadie te está
mirando. Tú...
—Vale —interrumpo—. Lo pillo.
—Y no me hagas empezar con el rollo
de putón verbenero que llevas
últimamente —dice Hoseok enfadado—.
Siempre has sido un ligón pero, tronco,
te has liado con cinco chicas esta
semana.
—¿Y?
—Pues que es JUEVES. Cinco tías en
cuatro días. Joder, haz la cuenta, Seok.
Oh. Mierda. Me ha llamado por ese apodo. Hoseok solo me llama
Seok cuando REALMENTE se cabrea
conmigo.
Pero es que resulta que ahora YO
también me he cabreado con él, así que
también le llamo por su apodo.
—¿Qué hay de malo en eso..., Seok?
Sí, los dos nos llamamos Seok. Igual
deberíamos hacer un juramento de
sangre y formar un club o algo así.
—Tengo veintiún años —continúo
enfadado—. Tengo permiso para
enrollarme con chicas. No, mejor dicho,
¡debo! enrollarme con chicas, porque de
eso precisamente va el ir a la
universidad. De divertirse, y de follar, disfrutar al máximo cada momento
antes de salir al mundo real y que la
vida se vuelva una puta mierda.
—¿De verdad pretendes hacerme
creer que todos esos rollos con tías
forman parte de tu rito de paso por la
universidad? —Hoseok niega con la
cabeza y después deja escapar un
suspiro y suaviza su tono—. Así no vas
a conseguir sacártelo de la cabeza, tío.
Podrías acostarte con cien tías esta
noche y aun así no habría ninguna
diferencia. Tienes que aceptar que no va
a pasar nada con Jimin y seguir tu
vida.
Tiene toda la razón del mundo. Soy
consciente de que he estado
revolcándome en mi propia mierda y tirándome a tías a diestro y siniestro
para distraer mi mente.
Y soy igualmente consciente de que
tengo que dejar de ir de fiesta en fiesta
para olvidar. Tengo que sacarme la
diminuta astilla de esperanza y
simplemente aceptar que no va a pasar
NADA entre nosotros.
Pero creo que quizá empiece a
trabajar en eso mañana.
¿Esta noche? Esta noche me quedo
con el plan original: emborracharme,
echar un polvo, y a la mierda todo lo
demás.
♡♡♡
Empecé mi primer año de universidad
siendo virgen.
Estoy empezando a pensar que voy a
acabarlo de la misma forma.
No es que haya nada malo en ser un
miembro más del club V. ¿Y qué si estoy
a punto de cumplir diecinueve años?
Estoy lejos de que me llamen solteron
y, desde luego, no me van a cubrir de
alquitrán y plumas en la calle por seguir
teniendo el culo intacto.
Además, no es que no haya tenido la
oportunidad de perder mi virginidad
este año. Desde que llegué a la
Universidad, mi mejor amigo me
ha arrastrado a más fiestas de las que
puedo contar. Y desde luego muchos chicos han flirteado conmigo. Algunos
de ellos me han entrado directamente.
Uno incluso me envió una foto de su
pene con un mensaje que decía: «es todo
tuyo, nene». Eso fue..., bueno, vale,
super asqueroso, pero estoy seguro de
que si realmente me hubiera MOLADO
ese tío, me podría haber sentido, no sé,
¿halagado? Puede ser.
Pero no me he sentido atraído por
ninguno de esos chicos. Y, por
desgracia, todos los que sí me llaman la
atención ni siquiera me miran.
Hasta esta noche.
Cuando Yungyeom anunció que íbamos
a la fiesta de una fraternidad, no tenía
grandes esperanzas de encontrar a nadie interesante. Da la impresión de que cada vez que vamos a la calle donde están todas las fraternidades, todo lo que hacen los chicos es intentar liarnos a Yungyeom y a mí para que nos enrollemos con ellos. Pero esta noche..., esta noche he conocido a un chico que me gusta un poco.
Su nombre es Matt. Es guapo y no
emana para nada energía de cabronazo.
Y no solo está bastante sobrio, sino que
también habla usando oraciones
completas y no ha dicho la palabra
«coleguita» ni una sola vez desde que
empezamos a hablar. O mejor dicho,
desde que empezó a hablar. Yo no he
dicho mucho, pero estoy perfectamente
feliz aquí de pie escuchándole; me da la
oportunidad de admirar su mandíbula
cincelada y la adorable forma en la que
su pelo rubio se curva bajo sus orejas.
Para ser honesto, probablemente sea
mejor que yo no hable. Los chicos
guapos me ponen nervioso. Y cuando
digo nervioso. me refiero a que la lengua se me traba y el cerebro deja de
funcionar correctamente. Todos mis
filtros se evaporan y de repente empiezo
a contar la historia de cuando me hice
pis en los pantalones en tercero durante
una excursión a la fábrica de sirope de
arce, o el miedo que me dan las
marionetas, o que tengo un leve trastorno obsesivo compulsivo que puede hacerme empezar a ordenar la
habitación de cualquiera en cuanto gira
la cabeza hacia otro lado.
Así que sí, es mejor que simplemente
sonría y asienta y suelte un «¿en serio?»
de vez en cuando, para dejar claro que
no soy mudo. Pero a veces eso no es
posible, sobre todo cuando el chico
guapo en cuestión dice algo que requiere una respuesta de verdad.
—¿Quieres ir afuera a fumar esto? —
Matt saca un porro del bolsillo de su
camisa y lo sostiene en frente de mí—.
Lo encendería aquí pero el presidente
me echaría de la fraternidad si lo hago.
Me muevo con torpeza.
—Eh... no, gracias.
—¿No fumas hierba?
—No. A ver, sí que he fumado alguna vez, pero no lo hago a menudo. Me hace
sentir súper... mareadillo.
Él sonríe y en sus mejillas aparecen
dos hoyuelos preciosos.
—Ese es un poco el sentido de fumar
marihuana.
—Sí, supongo. Pero también me hace
sentir muy cansado. Ah, y cada vez que
fumo acabo pensando en una
presentación en Power Point que mi
padre me obligó a ver cuando tenía trece años. Aparecían todas estas estadísticas acerca de los efectos de la marihuana en las células del cerebro y cómo, contrariamente a lo que dice la creencia popular, la marihuana es en realidad altamente adictiva. Y después de cada diapositiva, mi padre me miraba y decía: «¿quieres perder las células de tu cerebro, Jungkook? ¿Quieres?»
Matt me mira fijamente y una voz en
mi cabeza grita ¡Para!, pero es
demasiado tarde. Mi filtro interno me ha fallado una vez más y las palabras
siguen saliendo de mi boca.
—Pero supongo que eso no es tan
malo como lo que hizo mi madre. Ella
intenta ser la típica madre guay, así que
cuando yo tenía quince años me llevó a
un aparcamiento oscuro, sacó un porro y anunció que íbamos a fumar juntas. Era como una escena de The Wire. Espera un momento, nunca he visto The Wire. Va de drogas, ¿verdad? En fin, que yo estaba allí sentado, al borde de un ataque de pánico todo el rato, porque
estaba convencido de que nos iban a
arrestar. Y mientras tanto, mi madre me
preguntaba cómo me sentía y si estaba
«disfrutando de la maría».
Milagrosamente, mis labios por fin
dejan de moverse.
Pero los ojos de Matt ya se han vuelto
vidriosos.
—Eh... sí, bueno. —Mueve el porro
con torpeza—. Voy a ir a fumar esto
fuera. Ya nos vemos por ahí.
Consigo reprimir un suspiro hasta que
se ha ido y, a continuación, suelto el aire
lentamente mientras me doy una bofetada mental. Mierda. No sé por qué me molesto en intentar hablar con los
chicos. Entro en todas las conversaciones nervioso, pensando que
voy a avergonzarme a mí mismo, y luego acabo avergonzándome a mí mismo porque estoy nervioso. Estoy condenado desde el principio.
Con otro suspiro, voy al piso de abajo
y busco a Yungyeom por la planta
principal. La cocina está llena de
barriles de cerveza y de chicos de
fraternidad. Lo mismo ocurre con el
comedor. El salón está lleno de chicos
muy borrachos que hablan muy alto y de un montón de chicas ligeras de ropa.
Aplaudo su valentía, porque la
temperatura que hace en la calle es
bajísima y la puerta principal se ha
estado abriendo y cerrando toda la noche, haciendo que el aire frío circule
por toda la casa. Yo, en cambio, estoy
cómodo y calentito en mis vaqueros
ajustados y mi jersey ceñido.
No veo a mi amigo por ningún sitio.
Mientras la música hip-hop explota en
los altavoces a un volumen
ensordecedor, busco el teléfono móvil
en mi bolso para comprobar la hora y
descubro que es cerca de la medianoche.
Incluso después de ocho meses en la NSU, todavía experimento una pequeña
sensación de alegría cada vez que salgo
más tarde de las once, que era mi hora
de llegar a casa cuando vivía con mis
padres. Mi padre era un verdadero
tiquismiquis con la hora de llegar a
casa. En realidad, es un verdadero tiquismiquis con TODO. Dudo que haya
quebrantado alguna norma en su vida, lo que hace que me pregunte cómo él y
mamá se las arreglaron para seguir
casados durante todo el tiempo que lo
estuvieron. Mi madre es un espíritu libre que está en el polo opuesto de mi
estricto y conservador padre, pero
supongo que eso solo demuestra que
toda la teoría esa de que los opuestos se
atraen tiene cierto sentido.
—¡Kook! —Una voz masculina grita
sobre la música, y lo siguiente que sé es
que Yungyeom aparece junto a mí y lanza sus brazos alrededor de mis hombros en un fuerte abrazo.
Cuando se echa hacia atrás, observo un instante sus ojos brillantes y sus
mejillas sonrojadas y sé que está
borracho. Él también va vestido con
poca ropa: su minitop apenas le cubre los pectorales, sus jeans super ajustados con más rasgadosque deberíaser ilegal. Los tacones de sus botas de cuero son tan altos que ignoro por completo cómo puede caminar con ellos.
Pero está super guapo y atrae un buen
número de miradas cuando engancha su brazo al mío.
Estoy bastante seguro de que la gente
que nos ve de pie, uno al lado de el otro,
está rascándose la cabeza preguntándose cómo narices podemos ser amigos. A veces yo me pregunto lo mismo. En el instituto, Yungyeom era el malote que quería pasárselo bien y que fumaba cigarrillos detrás del edificio; y yo era él niño bueno que editaba el periódico del insti y organizaba todos los eventos solidarios. Si no hubiéramos sido vecinos puerta con puerta, Yungyeom y yo probablemente no habríamos sabido de la existencia de el otro, pero caminar juntos al instituto todos los días había generado una amistad de conveniencia, que con el tiempo se convirtió en un
vínculo real.
Tan real que, cuando estábamos buscando universidades, nos
aseguramos de mandar las solicitudes a
las mismas escuelas y, cuando a los dos
nos admitieron en la NSU, pedimos a mi
padre que hablara con el responsable de
la residencia para que pudiéramos ser
compañeros de cuarto.
Pero si bien nuestra amistad ha
empezado fuerte este año, no puedo
negar que nos hemos distanciado un
poco. Yungyeom a estado super obsesionado con integrarse y con
ser popular. No habla de otra cosa, y
últimamente me estoy dando cuenta de
que él ... me molesta un poco.
Mierda. Solo PENSARLO me hace
sentir como un mal amigo.
—¡He visto que te ibas arriba con
Matt! —me susurra al oído—. ¿Os
habéis liado?
—No —contesto con tristeza—. Creo
que lo asusté.
—Oh, no. Le contaste lo de tu fobia a
las marionetas, ¿verdad? —pregunta
antes de lanzar un suspiro exagerado—.
Cariño, tienes que dejar de soltar todas
tus locuras y cosas raras a la primera de
cambio. En serio. Guarda todas esas
cosas para más tarde, para cuando estés
en una relación más seria y sea más
difícil que él huya.
Me resulta imposible no reírme.
—Gracias por el consejo.
—Bueno, ¿estás listo para irte o
quieres que nos quedemos un rato más?
Echo un vistazo por la habitación otra
vez. Mi mirada se detiene en una
esquina, donde dos chicas en vaqueros y
sujetador se están enrollando, mientras
uno de los chicos de la fraternidad
Omega Fi graba el apasionado show con
su iPhone.
La imagen me hace ahogar un gemido.
Me apuesto diez dólares a que el video
acaba en una de esas webs de porno
gratis. Y las pobres chicas
probablemente no se enterarán de nada
hasta dentro de unos años, cuando una
de ellas esté a punto de casarse con un
senador y la prensa desentierre todos
sus trapos sucios.
—No me importaría irme ahora —
admito.
—Sí, creo que a mí tampoco.
Levanto las cejas.
—¿Desde cuándo te da igual salir de
una fiesta antes de la medianoche?
Frunce los labios.
—No tiene mucho sentido quedarse
aquí. Alguien me ha ganado y se lo ha
llevado antes que yo.
No me molesto en preguntar de quién
está hablando, ya que es el mismo chico
del que lleva hablando desde el primer
día del semestre.
Min Yoongi.
Yungyeom a estado obsesionado con el
guapísimo chico de tercero desde que se
encontró con él en una de las cafeterías
del campus. Obsesionado, pero de
verdad. Me ha arrastrado a casi todos
los partidos que la NSU ha jugado en casa, solo para ver a Yoongi en acción.
Tengo que admitir que el tío está buenísimo.
También es un muy buen jugador, según
dice el cotilleo popular, claro. Pero por
desgracia para Yungyeom, Yoongi no sale con estudiantes de primero. Ni se
acuesta con ellos, que es lo único que
realmente quiere de él de todos modos.
Yungyeon nunca ha salido con nadie más de una semana.
La única razón por la que quería venir
a la fiesta de esta noche era porque se
enteró de que Yoongi estaría aquí. Pero
está claro que cuando el tipo dice que su
regla es rechazar a los estudiantes de
primero, no lo dice de coña. No importa
cuántas veces se le tire encima Yungyeom: él siempre se va con otra.
—Antes de irnos, voy un momento al
servicio —le digo—. ¿Nos vemos fuera?
—OK, pero date prisa. Le dije a
Sujo que ya nos íbamos y nos está
esperando en el coche.
Yungyeon mira hacia la puerta principal
dejándome con una punzada de
resentimiento. O sea, que me ha
preguntado si quería irme cuando ya
había tomado la decisión por los dos.
Guay. Pero me trago el cabreo
recordándome a mí mismo que Yungyeom SIEMPRE ha hecho eso, y que nunca me molestó en el pasado. Sinceramente, si no fuera por las decisiones que toma y porque me obliga a salir de mi zona de confort, probablemente me habría pasado todo mi tiempo de instituto en la oficina del periódico, escribiendo la columna de consejos y ofreciendo a los estudiantes recomendaciones sobre la vida, sin haber experimentado nunca la
vida por mí mismo.
Aun así..., a veces me gustaría que
Yungyeom al menos me preguntara lo que pienso sobre algo, antes de tomar una decisión.
La cola del baño de abajo es inmensa
así que me abro paso entre la multitud y
subo arriba, al lugar donde Matt y yo
habíamos estado hablando antes. Me
estoy acercando al baño cuando la
puerta se abre y sale una rubia guapa.
Da un respingo al verme y, a
continuación, me ofrece una sonrisita
altiva y se ajusta la parte de debajo de un vestido que solo puede ser descrito
como INDECENTE. De hecho, puedo
ver sus bragas de color rosa.
Mis mejillas se calientan y aparto la
mirada, avergonzado, esperando a que la chica llegue a las escaleras antes de
agarrar el pomo de la puerta. Nada más
poner mi mano en el picaporte, la puerta se abre de nuevo y sale otra persona.
Mi mirada se topa con los ojos azules
más intensos que he visto nunca. Solo
tardo un segundo en reconocerlo y
cuando lo hago, mi rostro arde aún más.
Es Kim Seokjin.
Sí, Kim Seokjin. También conocido
como el defensor estrella del equipo de
hockey. Sé todo esto no solo porque Yungyeom ha estado siguiendo a su amigo Yoongi durante meses, sino porque su cara cincelada e increíblemente atractiva apareció en la portada del periódico de la uni la semana pasada. Desde la victoria del equipo en el campeonato, la
publicación ha estado sacando
entrevistas de todos los jugadores, y no
voy a mentir: la entrevista de Seokjin fue la única a la que presté atención.
Y es porque el tío está más bueno que
el pan.
Al igual que la rubia, parece
sorprendido de encontrarme en el
pasillo y, al igual que la rubia, se
recupera rápidamente de su sorpresa y
me lanza una sonrisa.
Después se sube la cremallera de sus pantalones.
Ay. Dios. Mío.
No me puedo creer que acabe de
hacer lo que ha hecho. Mi mirada baja
involuntariamente a su ingle, pero él no
parece estar preocupado por eso.
Arquea una ceja, se encoge de hombros
y luego se va.
Uau. Pues nada.
Eso debería haberme asqueado. Y no
lo digo por el evidente polvo en el
cuarto de baño. Lo que acaba de hacer
con la cremallera debería haberle
colocado directamente en el saco de los
gilipollas.
Pero en vez de eso, saber que acaba
de enrollarse con esa chica en el aseo provoca en mí un arrebato de celos
inesperado.
No estoy diciendo que me apetezca
tener un lío fortuito en un cuarto de
baño, pero...
Bueno, estoy mintiendo. POR
SUPUESTO que me apetecería. Al
menos, si es con Kim Seokjin, claro que
me apetece. Pensar en sus manos y en
sus labios sobre mi cuerpo desata en mí
una oleada de escalofríos que sube
serpenteando por mi columna vertebral y estremeciendo mi polla.
¿Por qué NO PUEDO enrollarme con
chicos en los cuartos de baño? Estoy en
la universidad, joder. Se supone que
debo estar divirtiéndome y cometiendo
errores y «buscándome a mí mismo»,
pero no he hecho ni una mierda este año.
He estado viviendo a través de Yungyeom, viendo a mi mejor amigo, un «malote», asumir riesgos y probar cosas nuevas, mientras que yo, él chico bueno, se queda ahí, aferrado a la cautelosa forma de ver la vida que mi padre ha perforado en mi cerebro desde que llevaba pañales.
Pues bien, estoy cansado de ser cauto.
Y estoy cansado de ser el niño bueno. El
semestre está a punto de terminar.
Tengo dos exámenes que estudiar y un trabajo de Psicología que escribir, pero ¿quién dice que no puedo hacer todo eso y además tener un poco de diversión entre medias?
Solo quedan unas pocas semanas para que acabe mi primer año de universidad y, ¿sabes qué?, voy a hacer un buen uso de ellas.
^^^
Personalmente este es mi libro favorito de la saga, me gusta más que la primera jaja
Espero que les guste
(*^-^)/\(*^-^*)/\(^-^*)
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