⠀⠀⠀⠀⠀ 零 ━ no quiero ir a la escuela。
ᶜᵉʳᵒ
Que hecho verga que estés en una escuela primermundista y haya un asesino suelto por los pasillos.
─¡ _______________, levántate para ir a la escuela! ─La voz de mi madre, la cual solo era molesta los lunes por la mañana, me despertó asustándome.
En eso chifla mi cacatúa, que revoloteaba en la habitación y siseaba con burla; seguramente porque sabía que lo odiaba todas las mañanas.
─No diga groserías que lo voy a dejar sin galletitas, cotorro majadero ─lo regañé sin levantar la cabeza de la almohada.
El sonido de las alas del periquito cerca de mis oídos me hizo adivinar que me atacaría a picotazos. Me di la vuelta antes de que eso pasara, viendo como el ave aterrizaba sobre la cama.
Vi como el tierno ser alado pellizcaba mi ropa con su pico, para luego volar con la intención de levantarme.
Hice justo lo que quiso el ave, después de todo esa cosa tierna me tenía a sus pies. Dejé que se acomodara en mi brazo, y lo llevé cerca de mi pecho para darle un abrazo suave.
─Buenos días, Lorenzo ─dije con cariño, acariciando la cabecita del de plumaje amarillo─. ¿Cómo amaneció mi bebé bonito picioso? ─pregunté melosamente, recibiendo "besitos" por parte del animal.
El ave solo respondió con sus usuales y conocidos chirridos, mostrándole su amor a su padre ─es decir, yo─ como lo hacía todas las mañanas. Una vez de pie, salí descalzo de mi habitación con la intención de reclamarle a mi madre por pedirme ir a la escuela, por favor, había un asesino suelto ─aunque eso fue hace unos meses y ya había más seguridad, la realidad era que me estaba aprovechando de la situación para andar de huevón─, ¿Quién en su sano juicio iría a la escuela?
Bajé las escaleras, sintiendo que la mugre poco a poco se pegaba a mis pies. Después me limpiaría en la cama de mi hermana.
─________________, ¿qué haces en pijama todavía? ─Me preguntó mi hermana menor, acomodando sus lentes como la niña nerd que es─. Que irresponsable eres, vete a cambiar antes de que llegues tarde ─dijo con irritación, dándole una mordida a su pan tostado con restos de yema de huevo.
─Tú no te metas, Penélope, aquí los que mandan son los jefecitos ─respondí medio enojado.
Penélope era la consentida por obvias razones ─era más inteligente que mi padre y yo juntos─, además era una buena niña y se portaba bien.
Lorenzo voló a los brazos de la niña de kinder, y fue alimentado por ella con pedazos pequeños de pan que le sobraron. Traidor, pensé poniendo los ojos en blanco.
─¿No vas a ir hoy o qué? ─cuestionó mi padre, bebiendo su café sin despegar la mirada de su periódico.
─Hola, hay un asesino suelto ─les traté de recordar, mientras escabullía una de mis manos en la mesa para tomar una uva y llevármela a la boca.
─Ya me informaron que atraparon a la culpable ─informó mi madre, llegando con una bolsa de plástico que contenía un sándwich, una botella de agua y una manzana. Ella me lo entregó, y llevó su mano a una mesita donde estaba un catálogo de Avon─. No hay excusas, ve a la escuela, tienes muchos productos que vender para pagarme lo que desperdicié por tí, bobo.
¿Acaso ella dijo «la culpable»?
─Ugh, bien ─me resigné a hacerle caso, de cualquier forma sabía que este día llegaría.
Ignorando el hecho de que mi madre me hiciera pagarle por tener malas calificaciones ─lo ignoro porque me "gusta" vender Avon─, mi mente se centró en lo que dijo, no había una «ella» como culpable, sino un «él».
Subí corriendo las escaleras, en busca de mi baticueva, iba a irme sin bañar, porque, ¿quién se baña para ir a la escuela? Ni que fuera un restaurante caro.
De todos modos no tenía amigos ni enemigos, así que, ¿Quién me iba a reclamar por oler a caca de perico? El que lo haga no sabe de lo que habla.
No hice más que mojarme el cabello levemente para peinarme, tampoco usaba gel porque a mi periquito le gustaba comérselo, y era doloroso peinarse con con él, además de que olía feo; a menos que fuera el de «Moco de Gorila», ese era especial.
Me vestí con el uniforme escolar, el cual estaba medio sucio por culpa de la ninfa de mejillas rojas, solamente se había restregado contra la tela cuando ésta se estaba secando, no lo quise lavar de nuevo porque era un gasto de energías brutal, y un gasto de agua, yo sí ahorro.
Mientras me ponía mis calcetines con una mueca irritada ─odiaba ponerme calcetines en verano─, repasaba mis planes para sobrevivir durante ocho horas sin morir.
Al parecer habían arrestado al estudiante equivocado, como se esperaba. No sabía si culpar a la policía o felicitar al criminal que supo manipular la evidencia a su favor lo suficientemente bien para engañar a los oficiales.
El estudiante detrás de los asesinatos era un demente, la persona más egoísta existente, enfermiza, aterradora y psicótica que pudo haber salido de los rincones más oscuros del vestíbulo infernal.
Ni hablar de los otros que observaban o participaban en ese juego macabro por un hastío absurdo.
Bien podría permanecer en el apartado de los alumnos que estaban ahí porque eran secundarios en aquel juego, víctimas de la experimentación de gente morbosa, que tenían la única ventaja de ser normales pero atractivos. O pertenecer a ese porcentaje bajo de alumnos que eran tan bellos que sonaría a un disparate de una adolescente edgy insegura de sí misma, que no puede encontrar el amor de forma normal por lo que busca así una relación romántica que no se puede consumar.
Al segundo no podía pertenecer porque yo no era físicamente atractivo, tenía una apariencia demasiado común, además, ni siquiera tengo una personalidad que pueda hacerse notar o brillar ante gente con dinero.
La primera opción sería tentadora de no ser porque terminaría siendo brutalmente asesinado por un desquiciado alumno controlado por otro morboso que le da información de cada estudiante, incluso de profesores.
Pero no, sabía demasiado para ser simplemente un alumno normal.
Para ser exactos, sabía quien era el culpable de los asesinatos, también conocía sus razones, el objetivo principal, y los enemigos principales de aquel culpable. ¿Cómo lo sabía? No me creerías si te lo dijera.
Todo empezó hace un año, cuando estaba bajando las escaleras con calcetines como todo un iluso, creyendo inocentemente que nada malo pasaría. Algo malo sí paso, ¿me dolió? Muchísimo, mi cabeza lo recuerda. El golpe exacto fue tan repentino que recordé mi vida pasada.
Lo normal, te caes como un pendejo y te acuerdas que moriste en el baño mientras leías la Biblia con una mano.
También recuerdas que en tu mundo había un juego llamado «Yandere Simulator», y las coincidencias de ese videojuego con el mundo actual en el que vives son abrumadoramente aterradoras.
Una vez completamente arreglado, tomé mi mochila ─la cual era más un saco con estampado─ de Jack Sparrow con el título de Alicia en el País de las Maravillas. Todos tenían mochilas bonitas, menos yo, que ni por tener una mamá que trabaja con Avon me salvo de la pobreza; yo era el pobre, mis padres tenían dinero, pero no lo gastan en mí porque soy un mal portado.
Bajé las escaleras, mi hermana me estaba esperando en la puerta de la casa con una mueca.
─Al fin llegas ─comentó, para luego acomodar su mochila carísima de Avon en su espalda─. ¡Mamá, Papá, ya nos vamos! ─alzó la voz mientras abría la puerta.
─¡Que les vaya bien! ─gritó mi madre desde el comedor.
─¡______________, no se te olvide verificar que tu hermana llegue sana y salva a la escuela! ─exclamó mi padre, no lo veía pero estaba seguro que había dejado su periódico para sonreír a la nada.
Seguramente imaginando futuros donde algo le pasaba a Penélope, y creativamente buscando la manera de castigame dolorosamente; como tirar mi consola por la ventana.
─No hay pedo, jefe, me encargaré que el bebé excremento aterrice en el nido mayor sano y salvo ─. Sentí el golpe de la niña en mi muslo.
─Podré ser excremento pero al menos no tengo una foto de Maluma bajo mi almohada ─. Hija de Dios, ahí sí me agarró la malnacida.
─El último que llegue es fan del reggaeton ─le dije apretando los dientes, preparándome para correr.
La niña me alzó su dedo medio, y salió corriendo justo cuando ese insulto me tomó desprevenido. La veía dar incluso saltitos para aumentar su velocidad, era divertido verla correr desde atrás, parecía un chaneque caminando velozmente sin doblar las rodillas.
─¡Adiós! ─chilló burlona, para luego soltar un grito agudo tras verme acelerar para alcanzarla. ─¡AAAAAH! ─Me atacó la risa a la mitad de la persecución y justo por eso ella llegó primero a la escuela.
─JAJAJAJA, ¿CÓMO? ─Me reía como pendejo en la entrada de un "kínder", a la vez Penélope fruncía el ceño como con ganas de llorar.
─¡Hasta aquí me llega tu olor a fracaso, perdedor! ─me gritó con la cara más vulnerable y graciosa existente.
Amo a mi hermana, maldita sea, pensé mientras me quedaba sin aire de las carcajadas altas que soltaba sin vergüenza.
─Y-Ya vete con JJAJA con tus JAJSGDJAHS amiguitas ─. Coloqué la palma de mis manos sobre mis rodillas, tratando de recuperar el aire que me hacia falta.
La menor infló sus cachetes, seguramente estaba molesta porque me estaba riendo de ella ─era demasiado obvio─, más nunca dejaría de despedirse como la buena hermana menor que es.
─Nos vemos, _______________ ─se despidió, y aprovechó que estaba agachado para darme un besito en la mejilla, como siempre lo hacía cuando la dejaba en la escuela.
─Cuídate, chillona ─le dije con un tono meloso, sin retirarme de la entrada a pesar de las miradas raras de las maestras dirigidas a mi persona.
Esperé a que ella entrara al edificio, donde fue recibida por su grupo de amigas "feas" ─nadie es más linda que la horrenda de Penélope─.
Una vez mi objetivo fue cumplido, era momento de pasar a la misión más difícil de todas, entrar a la escuela sin que la maestra o los del consejo estudiantil me dijeran algo por la mochila fea que traía.
Al parecer la definición de mochila para ellos era una maleta elegante con miles de compartimentos hecha de cuero y con accesorios de oro, lastimosamente no tenía el dinero ni el pésimo gusto para comprarme algo así, soy demasiado facha para sus ojos.
Me detuve a unos metros de la entrada, y sonreí como si aquellos alumnos que caminaban directo a su perdición fueran inferiores a mí. La mayoría eran detenidos por el Consejo estudiantil y los maestros encargados, los cuales confiscaban accesorios no permitidos, desde consolas escondidas en mochilas hasta maquillaje.
Pobres pendejos, quizá Dios les dio una cara bonita, pero no un cerebro, me reí, pensando mentalmente en la carcajada con un tono maléfico más dramático que pude haber inventado.
Pasé de largo, sabiendo cual era el camino y lo que necesitaba.
El edificio estaba completamente encerrado por muros de concreto, los cuales habían sido una innovación perfecta para impedir a los criminales escapar por cualquier sitio, o a cualquier desconocido meterse.
Para la mayoría fue un pequeño detalle que casi no notaron, pero había una minoría de estudiantes que sobrevivían mejor sin esas murallas, tuvieron que adaptarse.
Si quería entrar con sus catálogos intactos no debía pasar por la puerta principal. Así le ocurría a otros estudiantes, que se salvaban de la vergüenza de tener que pedirle a sus padres que recogieran sus cosas.
El camino entre el pasto y árboles frondosos se hizo largo, pero finalmente hallé lo que necesitaba.
Unos cinco estudiantes con cabellos rubios pálidos que se peinaban apasionadamente con un potente gel, y piel de porcelana, una que otra cicatriz en la cara, piercings y todo eso que un chico malo tendría que llevar. Un grupo de delincuentes juveniles que pasaban por el mismo lugar que yo.
Había una zona en el muro por el cual era fácil escalar, y el pase estaría camuflado por la sección perteneciente al club de jardinería.
─Buenos días, compañeros, ¿A dónde tan peinados? ─Les sonreí, esperando mi turno para escalar el arbolito y así entrar a la escuela.
Los chicos delincuentes, que fruncían el ceño, tuvieron diferentes reacciones pero la mayoría terminó en burlas hacia mí.
─¿Quieres pasar, niñita? ─Me preguntó uno de ellos, haciendo reír a los demás.
Iba a pasar aprovechando que me lo estaban ofreciendo, pero fui detenido por una mano de uno de los cinco rubios, el líder.
─Por ahí me contó un pajarito que... Vendes cosas interesantes ─. Aquí vamos de nuevo, rodeé los ojos.
─Si quieres saber más, te buscaré en el recreo en su debido momento, hacerlo ahora sería peligroso para ambos ─dije, fingiendo una sonrisa de chico relajado e inteligente.
Y así fue como me dejaron pasar sin golpearme con sus bates de béisbol.
Limpié mi uniforme de las hojas que se atoraron entre la tela, eliminando así la evidencia de que entré «ilegalmente» a la escuela.
Primer paso, entrar a la escuela, completado.
Segundo paso.
...
¿Cuál era el segundo paso?
Sentí ganas de llorar, para correr al edificio sin saber que más hacer.
Siempre cagándola, pensé.
2347⨾ palabras
Eaea, nueva historia.
Yo también siempre la
cago, no c preocupen
mis panas 👌
Este protagonista es
normal y pendejo a la vez,
tiene pelos en los brazos
y piernas, algunos granos,
lunares, se madrea bien
seguido y la piel la tiene
medio rasposa.
Todo lo contario a los
femboys protagonistas
que existen en otras historias.
(Me gustan los femboys, pero
no como pasivos 🤭)
Acá imágenes de rayito:
(El manga de esta imagen se
llama⨾ Zettai BL ni Naru Sekai
VS Zettai BL ni Naritakunai Otoko,
el autor es⨾ Konkichi)
(Créditos a sus autores respectivos)
Que pensativo nuestro
protagonista, 🤯
En fin, gracias por darle
una oportunidad a esta
obra q'lia, se les quiere
mucho 💪🤧
ATTE⨾ Santa Cloaca🎅
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