⠀⠀⠀⠀⠀ 九 ━ intuición。
ⁿᵘᵉᵛᵉ
Las actividades escolares que dejó el profesor casi finalizaban junto a los primeros cursos, no faltaba mucho para que llegara la hora del receso, y ________________ estaba tan nervioso que ni siquiera pudo escribir absolutamente nada en su libreta de la materia.
─Oye, _______________, ¿estás bien? Te ves algo pálido ─preguntó Budo, y se acercó un poco para acariciar su mejilla con el dorso de la mano─. Cielos, estás helado...
Taro se volteó, y con una expresión de preocupación también extendió una de sus manos, pero la mano de Taro estaba excesivamente caliente, como si él estuviese sumergido en una fiebre peligrosa. Acunó una de las mejillas del de ojos _________ con su mano, y sus dedos acariciaron una de sus orejas, eso, señor, le dio escalofríos.
─Sí, estás muy frío, ¿te caliento? ─dijo Taro sonriente.
─Wey, no es ni martes o viernes para que andes de homosexual ─parecía broma, pero era más bien una queja; no le convenía que se pusiera homosexual frente al profesor.
─Seguro es por el año bisiesto ─mencionó Budo, tratando de darle una explicación a la situación.
_________________ hizo una mueca, Budo era fuerte, pero tonto, muy tonto.
─No pues que pendejo yo ─comentó con una sonrisa.
Aunque los chicos pudieron disminuir sus nervios solo por un instante, los frutos de su esfuerzo no rindieron lo suficiente para cuando el timbre anunció la hora del receso. Los alumnos se levantaron casi de inmediato, y empezaban a dejar el aula poco a poco. ________________ sudó frío, y luego miró al profesor, que también lo estaba observando desde su escritorio fijamente.
─¿Estás nervioso por el profesor? ─cuestionó Budo, quien se había levantado con su lonchera en las manos.
________________ asintió, no iba a mentirle a Budo, se le veía en la cara el pánico que le causaba quedarse a solas con ese hombre tan espeluznante.
─Vamos, él es amigable, solo hablará contigo sobre tu desempeño, no creo que te vaya a regañar... Además, es la primera vez que llegas tarde ─afirmó Taro, tratando de animarlo.
Taro podía ser perspicaz, pero también era ingenuo, no se percataba de la mirada feroz que ese profesor le dedicaba al pobre Pérez.
__________________ también se levantó, no quería quedarse aquí solo, además, Ayato y Teikyo lo esperaban.
─No voy a mentir, estoy tan nervioso que siento que me suda el culo ─confesó el joven de cabellos _________, tembloroso como un chihuahua.
Taro y Budo podrían actuar como verdaderos amigos, tranquilizar al ansioso joven que tanto le aterraba enfrentarse a las consecuencias de ser impuntual, pero si algo tenían en común esos dos, es que parecían compartir la misma neurona, pues tuvieron exactamente la misma idea. Las manos de ambos chicos no dudaron, bajaron directo hacia su trasero.
_________________ soltó un chillido agudo, y se petrificó ahí mismo. Ambos estaban agarrándole las nalgas. Tratar de averiguar cómo se les ocurrió tal idea al mismo tiempo era una tarea exhaustiva.
Por otro lado, Budo tuvo un pensamiento similar al de Taro —al menos eso creía él—, verificar con sus propias manos que su amigo estuviese sudando, para poder analizar bien el problema y hallar una solución, así que aproximaron sus manos a su trasero, y cada uno se encargó de manosear sus glúteos.
─Pues yo no lo siento sudado, ¿tú que dices, Taro—kun? ─comentó el joven Masuta, llevando su otra mano hacia su barbilla, como si genuinamente estuviese analizando la textura de su pantalón.
Taro realmente no le agarró una nalga con las mismas intenciones que Budo, se le notaba en la cara y en la forma en la que seguía acariciando su trasero, asegurándose de poder explorar ese terreno desconocido.
─Todo parece estar en orden... Pero si quieres puedes sentarte en mi cara, solo para ver más de cerca y verificar bien ─dijo Taro, con una seriedad impresionante, mientras movía su mano de arriba a abajo, apretujando su glúteo como si buscara masajearlo.
Budo iba a sonreír, pero luego pensó en el extraño ofrecimiento de Taro. ¿Sentarse en su cara? ¿Acaso estaba loco? Las mejillas de Budo enrojecieron. Por el lado de ________________, la situación fue tan surrealista que solo pudo soltar una risa, a pesar de que sus mejillas estaban rojas de pánico y vergüenza.
─Verificar mis huevos, me están manoseando como carne de supermercado ─procedió a gruñir con enfado, y esta vez decidió responder con todo el poder que poseía en manos.
Nadie me manosea y vive para contarlo, esto es el colmo, pensaba la pobre víctima.
________________ hizo exactamente lo mismo que sus atacantes, a Budo le agarró el trasero fuertemente, y a Taro le dio un manazo en la nalga derecha, para que se le fuera quitando lo homosexual.
─Auch, ¿y eso qué fue? ─se quejó Taro, quien lo soltó inmediatamente después de ese ataque tan poderoso.
─¿Creen que pueden agarrarme las nalgas y seguir con sus vidas como si nada? Antes muerto que dejar que ustedes, homosexuales, se salgan con la suya y me acosen de semejante manera ─vociferó, y entonces llevó las manos a su cinturón.
Budo y Taro inmediatamente cambiaron sus expresiones, si _______________ se quitaba el cinturón significaba diversión.
Ambos se acomodaron los zapatos casi inmediatamente, con una sonrisa de oreja a oreja. Así es, porque quitarse el cinturón entre ellos es una invitación para jugar «polícias y ladrones».
─La base es el árbol ─dijo Budo, sonriente.
─Cuidado, _______________, no se te vaya a caer el pantalón como la última vez ─advirtió Taro, nunca iba a borrar ese recuerdo de su memoria; la imagen de sus piernas desnudas y ese lindo trasero.
─Mmta, te la estás buscando, Taro ─afirmó con una mueca─. A ti especialmente te voy a corretear, para memorizar mis momentos de vergüenza sí eres bueno, ¿pero qué tal el exámen? Ahí sí te haces pendejo.
_________________ olvidó por completo que el profesor los estaba observando, ellos tres estaban encerrados en su propia burbuja, y en ese tiempo, pudo analizar la actitud de ese estudiante tan enigmático. Mido se levantó de su escritorio, se acercó lentamente al joven de cabellos __________, y luego colocó sus dos manos sobre sus hombros. El chico se sobresaltó, y sintió escalofríos por todo el cuerpo.
─Siento interrumpir su charla, chicos, pero tengo que hablar con _________________ unos minutitos ─intervino el profesor con una sonrisa.
Esa sonrisa parecía ser falsa, no había ninguna duda de ello, y aún así, los otros dos jóvenes no lo notaron, simplemente expresaron su desilusión por no poder disfrutar su receso como todos los días. Ellos entendieron el mensaje, y tomaron sus almuerzos para proceder a caminar hacia la salida del aula.
Demonios, tengo que decirle a Ayato que no podré verlo en el receso... ¿Pero qué hago? No tengo su teléfono para avisarle tampoco, pensaba inquieto.
Su mente se abalanzó con una idea revolucionaria, que lo haría matar dos pájaros de un tiro.
─¡Taro! ¿Le puedes avisar a mi primo Ayato que ando detenido? Prometí comer con él y ahora se va a quedar solito. ─Fue una de sus mejores ideas en momentos de crisis.
─Enterado, yo le aviso ─aceptó Taro, viendo por última vez la expresión de nerviosismo de ________________.
El profesor cerró las puertas del aula, sin siquiera dejar que terminaran su conversación. La tensión en el ambiente era palpable, y la mirada caoba del profesor se tornó sombría.
─Bien, _______________, cuéntame, ¿qué es lo que sucede? ─cuestionó, con un tono de voz repleto de seriedad.
__________________ contuvo un trago áspero de saliva, una sensación de desconfianza se extendió sobre él. Ese profesor le ponía la piel de gallina, y las razones eran más que evidentes: Mido Rana tenía una extraña fijación por un menor, lo que teñía el ambiente de un matiz perturbador. La inquietud se arremolinaba en su interior, sus nervios lo mantenían tenso. Si había algo que deseaba en ese momento, era pasar desapercibido nuevamente, no solo para evitar a Ayato, sino también para escapar de la mirada perversa de ese maestro.
─¿Q-Qué sucede de qué? ─fingió demencia, no podía contarle que fue acorralado por dos peligrosos delincuentes.
El profesor cambió su expresión por una más suave, contrario a lo que creía ________________, se notaba genuinamente preocupado por sus estudiantes.
─________________, eres un estudiante ejemplar ─afirmó el profesor.
El hombre de cabellos castaños oscuros lo contemplaba con intensidad, mientras sostenía entre sus manos una libreta, donde había anotado todo tipo de información sobre sus estudiantes. Él bajó la mirada y revisó con meticulosidad las páginas de su cuaderno. Un breve silencio los acompañó, y el profesor desvió la vista de su libreta para ver al más bajo, que arqueaba las cejas en un gesto de desconcierto.
─¿Q-Qué? ¿En serio lo soy? ─murmuró el joven de cabellos __________ con incredulidad, ladeando la cabeza.
El profesor no era lo que parecía, ¿cierto? Su apariencia bella lograba ofuscar a los más listos, incluso si el resto llegaba a malinterpretar sus movimientos o palabras, él parecía disfrutar de esa atención, sin olvidarse de su trabajo, por supuesto, haciéndose cargo a la perfección como cualquier otro docente responsable. Pero __________________ no se creía esa faceta, había convivido con todo tipo de manipuladores antes.
─Eres callado, bien portado, prestas atención, entregas la tarea, no te metes en problemas con tus compañeros, sabes trabajar en equipo, y nunca has llegado tarde a ni una sola de mis clases... ─enumeró, mientras se acercaba a él lentamente─. Hoy fue la excepción... Llegaste tarde, respondiste mal, no prestaste atención a la clase, y tampoco entregaste la actividad de hoy... Además de... Meterte en problemas con dos de tus compañeros.
Las palabras del profesor lo dejaron atónito, realmente era un gran observador, cosa que solo aumentó su inquietud. En su propio desconcierto, _________________ descubrió que lo había subestimado, creyó erróneamente que sus movimientos, si pasaban desapercibido por los alumnos, también lo harían de los profesores. A diferencia de los estudiantes, que no estaban obligados a memorizar cada rostro, los profesores eran otra historia, ellos forzosamente necesitaban aprender de sus alumnos, conocerlos a fondo para velar por su futuro, ayudarlos a continuar por el camino del conocimiento.
Soy un pendejo, como no lo pensé antes, se regañaba a sí mismo.
─Disculpe por eso, hoy... No fue un gran día para mí, pero prometo echarle ganitas ─respondió, dedicándole aunque sea una diminuta sonrisa.
─Ah sí, y hablando de echarle ganitas... ¿Por qué respondes mal los exámenes a propósito? ─preguntó de golpe.
Los ojos _________ del joven se abrieron de par en par, y su corazón se aceleró. Mido observó detenidamente cada centímetro de su alumno, estaba nervioso, y era obvio, lo habían descubierto. Había muchas incógnitas que rodeaban a ese estudiante, y el profesor se había percatado de cada una de ellas. Para empeorar las cosas, el misterio que lo rodeaba solo logró llamar la atención de Mido.
─N-No... No sé de que habla, ¿por qué alguien fallaría en un exámen a propósito? E-Eso... No tiene sentido ─trató de defenderse con sentido común, pero él sabía bien que el profesor tenía razón.
Es una excelente pregunta, ¿por qué alguien que tiene el conocimiento para aprobar cada uno de los exámenes con una calificación perfecta, fallaría de una forma tan ingeniosa e imperceptible? Todo el mundo deseaba lo mismo, tener las mejores calificaciones para ingresar a las mejores escuelas, y prepararse para un brillante futuro.
Pero _________________ Pérez parecía todo lo contrario, fallaba a propósito de manera que siempre pareciese que solo pasaba las materias por pura suerte. Sus calificaciones eran buenas, lograba mantenerse fuera de una calificación reprobatoria, pero incluso así, no sería suficiente para que lo dejaran entrar a la universidad que él quería.
Recordaba esa charla, como era costumbre, llegaba la época donde los profesores debían acercarse personalmente a sus alumnos y a sus familias para poder hablar sobre sus deseos, los docentes eran las personas más cercanas que han visto el crecimiento de los jóvenes, era su deber guiarlos por el camino hacia la adultez, para mantenerlos en el buen camino, y ayudarlos a descubrir a qué se querían dedicar, para hablar sobre las universidades que tenían disponibles, que dependían enteramente de su desempeño. Pero ________________ escribió en su formulario que deseaba ingresar a una universidad donde jamás podrían aceptarlo. Creía que se trataba de un error, así que esperó pacientemente para abordar el tema con calma.
Cuando fue el turno del joven ________________ y su madre para hablar directamente, la respuesta que dio él fue sorprendente. Realmente quería ingresar a la universidad más prestigiosa de la región, y como ya él sabía, era imposible, sus calificaciones no llegaban siquiera al criterio mínimo para considerarlo. Fue una pena tener que informarle la verdad con crudeza, tal y como era, no podía ingresar a esa universidad, incluso las universidades de la región tenían sus propios criterios, criterios que el muchacho no cumplía tampoco. La única universidad que lo aceptaría estaba fuera de la región. Él parecía estar entre la espada y la pared, acorralado y tristemente condenado a perecer decidiendo entre dos opciones: No ir a la universidad, o estudiar en aquella región como último recurso.
El rostro de la madre de __________________ apenas mostraba una leve sonrisa, pero en las profundidades de su mirada ardía el fuego de la ira. Sus labios reprimían sus ganas de gritarle todos los improperios que se le venían a la mente, mientras su semblante calmado apenas disimulaba el vendaval de furia que la consumía desde dentro. Ese día lo recuerda, no por la expresión de la madre del muchacho, sino por su reacción, él estaba sonriendo, como si hubiera conseguido lo que quería.
Desde ese momento, el profesor Mido fue devorado por la intriga. Había una pregunta que el amaba hacerse cada día, era su obsesión, el «¿por qué?», y esta vez decidió ceder a la tentación de investigar en terrenos donde no debía.
─Esa es la cuestión, que no tiene sentido... Al principio creí que lo estaba imaginando, pero después me di la tarea de indagar en el tema un poco más... ─respondió, su voz había cambiado de tono, no era el serio de antes, sino uno que mostraba su interés─. Tus calificaciones eran excelentes durante la primaria, pero medio año antes de finalizar comenzaron a bajar... Tu hermana nació en esas fechas, ¿cierto?
__________________ sintió que su piel se erizaba, esos escalofríos que le decían que algo iba a salir mal le advertían nuevamente, su intuición le suplicaba con desesperación que debía escapar.
Cálmate, corazón, no me causes un paro cardíaco... Aunque intente ocultar mi información personal de los otros alumnos, para los profesores es normal tener la vida de sus estudiantes en cuenta... ¿V-Verdad? Sí, todo está bien, trataba de tranquilizarse, buscando que la lógica fuese su consuelo en esta situación.
Pero este estudiante era humano, y como característica propia de la humanidad, él se podía equivocar. Lo hizo, se equivocó juzgando esta situación con los mismos ojos de un estudiante.
De todos los profesores que había en el instituto, Mido Rana era el único del que no debía fiarse. Después de todo se había enamorado de uno de sus estudiantes, Taro Yamada. La relación que él buscaba forjar con su alumno no era solo inapropiada, era una escandalosa historia de un adulto aprovechándose de un menor de edad.
Pensar a fondo sobre ello lo hizo cruzar sus brazos con recelo, pues ese hombre había preguntado por su hermana menor. La mirada del adolescente se volvió hostil.
─¿Y qué tiene que ver mi hermana con todo esto? ─cuestionó con un poco más de rudeza, no quería a ese hombre cerca de su hermana, ni siquiera le parecía apropiado que la mencionara.
Mido soltó unas risas, como si encontrara algo divertido en esta situación. El hombre sentía que estaba viendo a un cachorro callejero tratando de defenderse, ladrando a perros más grandes, le parecía un atributo adorable el que no supiera escoger adecuadamente sus peleas, pero finalmente sabía defenderse, era valiente.
─Oh, vamos, no te enojes ─pidió con una expresión alegre─. Solo pensé que tratabas de llamar la atención de tus padres, es algo común en los niños de esa edad... Piensan que van a ser reemplazados, y se aferran al camino de la rebeldía porque anhelan recibir la misma atención que antes se les daba... Mi hipótesis fue incorrecta... Hasta donde sé, tu linda hermanita... ¿Cómo se llama? Ah, sí... Penélope... Ella es tu adoración, desde su nacimiento... Y no te culpo, es una niña muy adorable, madura para su edad.
__________________ apretó los puños, la forma en la que se expresó de su hermanita no le gustó ni un poquito. Con el ceño fruncido se preparó para lo peor, estaba empezando a sentirse molesto.
─Vaya al punto ─exigió de golpe, ahora sí estaba enojado.
Mido se deleitó por esa respuesta, el cachorro mostraba los dientes.
Dio unos pasos hacia delante, ahora estaban demasiado cerca, podían ver las expresiones ajenas a detalle.
─Aléjate de Taro Yamada ─espetó fríamente.
Ah, me amenazas, pensaba.
─¿Usted es ciego o se hace pendejo? ─despotricó sin pensar.
Sus niveles de adrenalina subieron a tal punto que ahora no le importaba si desafiaba la autoridad, necesitaba defenderse de ese hombre lo antes posible.
─¿Q-Qué yo que? ─murmuró incrédulo.
Este pendejo me va a conocer.
Mido abrió los párpados con sorpresa, un alumno lo acababa de insultar. Era su primera vez, así que realmente le parecía digno de su estupefacción.
─¿Fallo los exámenes a propósito? ¡Sí! ¿Y qué? Que le valga verga, ¿no? ─exclamó, para luego señalarlo con el dedo─. Anda muy orgulloso usted, no me porto bien en sus clases solo porque quiera ser un buen alumno, ni me interesa, usted dice mamadas el cincuenta por ciento del tiempo de todos modos... Oh, ¿quiere que me aleje de Taro? ¡Pues adivine qué! Su alumno favorito no me deja en paz, yo lo he rechazado, he mentido, lo he insultado, pero ese chico es tan tonto que no entiende aunque se lo diga... ¡No necesito a Taro! ¡Ni a usted! ¡O a nadie! ¡Yo estoy bien solo! Ah, y de hecho, estaba excelentemente bien solo, me gusta estar solo, soy el rey de la soledad, ¡un lobo solitario! Así que si quiere hacerme el favor de encadenar a su alumno con usted para que me deje de joder, lo agradecería.
Esa fue una gran respuesta que estuvo llena de ira. El profesor consiguió hacerlo explotar. Nunca le habían hablado así.
─_________________, eso no... ─El profesor fue interrumpido nuevamente por su alumno, que no lo dejaría hablar hasta que fuera escuchado.
─Todavía tiene los huevos para amenazarme con mi hermanita, ¿cómo se atreve a investigar sobre mi familia sin mi consentimiento? Ah, pero que puedo esperar de usted, que disfruta de la atención de sus alumnos más hormonales que cuando ven media teta suya se alteran como simios. ─Esto se estaba saliendo de control─. Ya me tiene hasta la madre, todavía que me hizo pararme al frente después de que tuve que pasar terror esta mañana por culpa de mi primo y su amigo el sopla pollas, me viene con estas cosas de: Ihhh, tinimis qui hiblir di ti disimpiñi in mi clisi... ¡Pues coma verga! ¡Ya no me importa nada!
─__________________ ─lo volvió a llamar, pero él no iba a dejarlo hablar.
─Ah no, todavía no acabo, no me interrumpa ─sentenció, su rostro estaba rojo del enojo─. ¿En qué estaba? Ah sí... ¡Vaya y coma verga! ¿Sabe el peligro que corro al estar aquí con usted y no en el recreo? Tengo negocios más importantes que atender, ¡el dinero no se hace solo! Ahhh... Y además dejé a mi primo solo con ese cuatro ojos horrendo... Quien sabe que le podría pasar al pobre... Y eso que es fuerte, muy fuerte... ¿Sabe qué? Tengo cuatro aliados, ¡dos de ellos le pueden partir la madre en este momento!
El profesor no sabía que decir, estaba conteniendo lo que sentía en ese momento.
─¿Y los otros dos? ─indagó, como si realmente le interesara.
─¡También! ─exclamó, arrugando el entrecejo.
Mido sin darse cuenta, estaba acorralado contra la pizarra, ese estudiante tenía la personalidad de un chihuahua, era pequeño, pero bravo.
─¿Terminaste? ─le preguntó, alzando una ceja.
─Sí, terminé ─refunfuñó.
Ambos permanecieron en silencio, hasta que Mido exhaló una carcajada, y a partir de ese momento, _________________ se vio envuelto en una confusión enorme, ¿por qué se reía? Sí, él no era muy amenazante tampoco, pero el miedo mínimo lo debió sentir.
El profesor llevó las manos sobre su abdomen, y continuó con las carcajadas. Nunca lo había visto reír, era la primera vez.
─O-Oiga, ¿por qué se ríe? ─lo confrontó, sintiéndose intimidado por la risa repentina.
─___-______________, no era una amenaza ─explicó, y continuó riéndose a carcajadas altas.
¿Cómo que no era amenaza? ¿Entonces qué fue? Pinche profe, lo llaman el rey del engaño.
─¿Cómo así? ─La confusión fue mayor.
El profesor rió hasta llegar a las lágrimas, y se sostenía sobre la pizarra para no caer. Trató de regular su respiración, pero cada vez que encaraba al estudiante las risas se le escapaban.
¿Qué pedo? ¿Esto es un bug o algo así?
─Bueno, ya, mucha risa, ¿no? ─trató de evitar que continuara.
Mido carraspeó la garganta, trató de contenerse, reguló su respiración, y finalmente pudo enderezar la espalda ante su alumno.
─Solo... Trataba de advertirte sobre él... Ya que está rodeado de gente problemática, temo que te veas envuelto en alguna pelea ─confesó Mido.
─¿E-En serio? ─murmuró, y el profesor asintió─. Ow... Oops.
Vete a la verga, lo acabo de insultar de mil y un formas diferentes, pensaba, ahora sentía vergüenza porque atacó a un inocente, tanto así que sus mejillas enrojecieron.
─P-Pero... Ay, yo pensé que le gustaba Taro ─comentó, juntando sus manos con nerviosismo.
El profesor hizo una mueca, como si ________________ hubiese dicho algo asqueroso.
─Eso ya no es gracioso... ¿Qué crees que soy? ¿Un enfermo? No hablemos de lo inapropiado que sería ese tipo de situación, creo que es más que obvio... Pero sencillamente prefiero a la gente de mi edad ─respondió seriamente─. ¿De quién escuchaste eso?
No puedo decirle que en realidad este es un juego, y esa información es de conocimiento general, infló las mejillas con incomodidad.
─D-De... Un rumor ─mintió, juntando sus dedos entre sí.
Mido dejó escapar un suspiro, y su rostro se vio invadido por la preocupación. Dentro de él, un torbellino de emociones lo agitaba: ira, tristeza y consternación. El profesor, en verdad, era un hombre incomprendido. Cuando comenzó a impartir clases en el instituto, no recibió el respeto de sus alumnos, y su aspecto distaba mucho de lo que era ahora. Solo unos pocos estudiantes lo respetaban como docente, y entre ellos se encontraba Taro Yamada. Con la noble intención de ayudarlo a mejorar su rendimiento académico, Mido intentó acercarse a él de forma saludable. Sin embargo, repentinamente, un cruel rumor se propagó por toda la escuela. Nadie sabía quién lo había iniciado ni con qué propósito, pero en ese infame rumor yacía una mentira atroz destinada a destruir su carrera.
«Dicen que al profesor Mido le gustan menores... Algunos dicen que le ha echado el ojo a uno de sus estudiantes... Creo que se llama... Taro Yamada».
A partir de aquel fatídico instante, los escasos alumnos que aún respetaban sus enseñanzas se desvanecieron. El mundo lo estaba aplastando con todo el peso de una falsedad fraguada. ¿Por qué? Esa interrogante se arremolinaba en su mente de forma obsesiva, pero nunca hallaba la respuesta por más que se acercara a descubrir al autor de los rumores.
Las motivaciones del profesor eran confusas para el resto del mundo, pero sin previo aviso, optó por hacer de aquellos una realidad. ¿Por qué? Ese enigma hacia temblar incluso al propio artífice de los rumores, manteniéndolo con los nervios de punta. Había desafiado al maestro equivocado, quien decidió usar aquellos ataques como sus propias armas para reclamar su lugar como un docente respetable.
─Bien, eso es todo por hoy ─afirmó, cerrando su cuaderno para ir directo a su escritorio─. Voy a pretender que no escuché todo lo que me dijiste, pero no quiero que se repita, no seas malhablado.
No me jodan, el profesor fue un buen hombre todo este tiempo, pensaba con incredulidad.
─S-Sí, profe, una disculpa... Me alteré un poquitín ─trató de excusarse.
─Yo te perdono, pero mi materia no, tienes cinco puntos menos ─sentenció, anotando la cantidad en su libreta.
─Que-... ¿No que iba a pretender que no dije nada? ─se quejó el de ojos __________, colocando sus manos en sus costados.
─Normalmente te reportaría y citaría a tus padres ─explicó Mido, curveando sus labios.
─Me parece justo. ─Prefería que le redujeran los puntos.
─Respecto a tu desempeño en la materia, lo haces bien, aunque tu caso es algo particular ─dijo el profesor, pero no quiso continuar la conversación, pues sabía que el menor no iba a responder ni una sola de sus preguntas─. Ya puedes retirarte, disfruta tu recreo.
__________________ sintió que las cosas resultaron demasiado bien... Tan bien que era sospechoso. Solo por si acaso, mantendría su distancia hasta estar seguro de que el profesor no era un potencial criminal. Dio una media vuelta, y finalmente podría disfrutar de su receso como cualquier otro estudiante.
─__________________ ─lo llamó Mido, mirándolo desde su escritorio─. Espero que no suceda, pero si algún día tienes un problema, puedes confiar en mí para lo que sea... No estás solo.
Sus palabras fueron demasiado dulces para ser reales.
─Gracias, que amable usted, pero sé cuidarme solo ─rechazó su oferta con un tono orgulloso.
Él volvió a reír, y vio como su alumno salía del salón de clases. Mido estaba preocupado, ese pobre chico se había acostumbrado a estar solo, tanto así que no sabía cómo pedir ayuda. No confiaba en sus palabras, Taro Yamada no era lo que parecía, el profesor lo sospechaba, y como solo era su propia intuición, no podía hacer nada más que advertirle a ___________________ sobre él.
Como una polilla que revoloteaba a su alrededor, Mido Rana continuaba su farsa frente a Taro, sus gestos solo eran mentiras guiadas por una intuición, y aunque solo fueran corazonadas, la trágica realidad señalaba que aquellos que rodeaban a Taro Yamada encontraban un destino desgarrador. El profesor, sospechando secretamente, lo vigilaba con atención.
Su intuición lo guió a fijarse en investigar las respuestas de ________________ en sus exámenes, y no se equivocó, al final del día, él terminó aceptando que respondía mal a propósito.
Pero ahí estaba lo aterrador del caso, temía que su intuición respecto a Taro fuese acertada.
__________________ por su parte, se encontraba reconsiderando sus tácticas, todo lo que había hecho hasta ahora para evitar a Ayato había sido en vano, así que lo único que le quedaba era seguir adelante.
Solo un poco más, un poco más y serás libre, se alentó a continuar su camino repleto de espinas.
Cuando Budo y Taro fueron echados del aula, decidieron buscar al primo de _________________. Aunque la tarea le había sido encomendada a Yamada únicamente, Masuta no vaciló en acompañar a su amigo. La búsqueda no se prolongó mucho; Ayato se encontraba a escasos metros del salón, recargado contra la pared con una expresión sin emociones. A su lado, otro joven desconocido esperaba junto a él, pero los dos amigos decidieron no intervenir en lo que sea que estuviese haciendo, pues ese chico pelirrojo estaba absorto en sus auriculares, sonriendo de oreja a oreja.
Ayato notó de inmediato que el hombre de sus sueños se le acercaba, y su corazón se aceleró. Su intuición le señaló que quizá era obra de ________________, pues Taro nunca se le acercaría por voluntad propia, ya que no se conocían.
Taro le dedicó una sonrisa amable.
─Ayato, ¿cierto? _________________ me dijo que te dijera que no podrá salir al recreo contigo hoy ─mencionó Yamada, sintiéndose extrañamente alegre, y actuando con demasiada gentileza, como si él buscara agradarle a propósito─. Llegó tarde a la clase, y el profesor Mido decidió que debían tener una charla.
La mirada de Ayato se transformó instantáneamente cuando se hizo mención de Mido Rana, ese profesor que le causaba un profundo desagrado. Las acciones del profesor nunca tenían explicación. Siempre acercándose a Taro para probar el poder de sus palabras sobre él, pero ante cualquier indicio de desaprobación por parte de los demás, cambiaba repentinamente su postura, adoptando una conducta autoritaria, como si cada gesto fuera calculado para someter a prueba a los estudiantes a su alrededor. Ayato siempre creyó que sus únicos enemigos reales eran esos profesores, sobre todo ese hombre.
─Gracias... Por avisarme... Taro—senpai ─exhaló con lentitud, todo su cuerpo se deleitaba por recibir la mirada de su querido Taro.
Pero Ayato cometió un error.
─¿Eh? ¿Cómo sabes mi nombre? ─preguntó Taro, ladeando la cabeza.
Esa era su primera conversación y encuentro formal, Ayato cometió el descuido de dirigirse a él por su nombre, contradiciendo la premisa de que no se conocían. En medio de ese silencio, el latir frenético de su corazón que Taro provocaba en él, sumergía su cuerpo en una encrucijada de emociones que lo mantenían estático en su lugar, se hallaba petrificado sin tener idea de cómo debía responderle a su senpai sin arruinar este bello primer encuentro. Su respiración se agitó, y pensó en _________________.
Realmente necesitaba su ayuda para conquistar a su senpai.
5038⨾ palabras
Siempre inicio pidiendo
perdón, hoy no pediré
perdón, pq tengo una buena
excusa 😩☝
Me enfermé 😎
JAJ- no me regañen, papus,
ya actualicé
Btw, ¿les gustó?
Espero que sí
¿Vieron faltas de ortografía?
Avísenme de ser así, pls 🙏
Ayyy, la vida me mantiene
ocupada, antes podía escribir
más seguido pq tenía tiempo
libre, ahora tengo poco tiempo
libre, y muchas responsabilidades,
ay, muero 😭
Pero finalmente hice un espacio
para esto, agradezco mucho a los
que fueron pacientes y me llenaron
el muro de amor, los quiero mucho ❤
Momazos históricos, mi nueva
obsesión (mañana se me pasa,
déjenme JAJA)
En fin, espero que hayan disfrutado,
se acerca el momento de los soldados
caídos
(El que entendió, entendió)
Tengan una linda semanita, muchas
gracias por leer el capítulo 💞
Hasta la próxima 🤗
ATTE⨾ Lady~
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