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Volumen 2. Capítulo 8. Yumeko vs Sachi.

La situación no podría estar más tensa.

Estoy sentado al frente de dos mujeres que no dejan de tirarse miradas amenazantes y aumentan la gravedad alrededor, convirtiéndose en una atmósfera aplastante que recaía en los hombros de los presentes mientras yo solo me limitaba a agachar la cabeza para no tener que hacer contacto visual con esas dos fieras que sin dudas reaccionarían ante algún mínimo movimiento que cometa y les llame la atención.

-¿Qué les pasa a esas dos?-.

Interrogó Aneko, susurrándome al oído. Incluso ella, siendo quien es, no pudo evitar sentir un escalofrío subirle la espalda.

-Créeme, no tengo ni la menor idea. Pareciese como si en cualquier momento se tiraran a atacar a la otra-.

Respondió con el volumen de voz más bajo que me fue posible emitir.

-Es muy sencillo. Esas dos chicas sin dudas están de ese modo por ti. Supongo que no era de sorprenderme que Yumeko insistiera mucho en venir-.

Ren, mi buen amigo rubio y hermano de aquella princesa tsundere que crujía los dientes completamente enojada y sin vacilar, también se unió a la conversación, dando su impresión.

-¿Por mí? ¡Pero yo no he hecho absolutamente nada!-.

Me quejé, librándome de toda responsabilidad.

-Idiota...-.

Aneko y Ren dijeron al unísono como si de un pensar colectivo se tratase.

-Cariño, no creo que...-.

-Shhh, querido. Estoy divirtiéndome-.

Mis padres tuvieron un intercambio breve, el cual concluyó con papá guardando silencio y dándole permiso a mamá para lo que sea que trataba de hacer.

Aclaró la garganta y apuntó sus ojos a esas problemáticas jóvenes.

-Sachi-Chan, Yumeko-San ¿Podrían pasarme la sal?-.

Mi mamá, sin leer el estado de ánimo, interrumpió el enfrentamiento entre ambas fieras con su típica sonrisa relajada e incluso sonrojada por ver cómo la escena entre ellas se desenvolvía.

-¡Claro que sí!-.

El par de féminas se movió a una velocidad alarmante, sosteniendo el salero.

-¡Oye, fue a mí a quien se lo pidió!-.

-¡No es cierto! ¡Escuché claramente mi nombre!-.

Discutieron, jaleando de un lado a otro ese pequeño frasco de vidrio y sacudiendo su contenido. Peleaban por cumplir la solicitud de esta mujer que solo desea que el mundo arda, lo noto en su expresión, ella era consciente del efecto que tendría su pedido en el par.

Yo me limité a darme un golpe en la cara con mi palma.

-Supongo que esto no podría ser peor...-.

Comenté.

-Ara~ Ara~ qué enérgicas chicas-.

Mamá, por favor, lee el ambiente.

-Conozco esa técnica. Tu madre desea poner a prueba a las contendientes y se regocija en sus intentos de quedar bien ante ella-.

Ren soltó una pequeña risita y alabó lo maquiavélica que ella era.

-Efectivamente. Mamá no daría ningún paso sin antes considerar los beneficios-.

Aneko y él concordaron.

Supongo que ahora mismo los estimados lectores se estarán preguntando "¿Que carajo sucede aquí? ¿No se supone que estabas en Tokyo y recién al final del capítulo anterior Yumeko te besó? ¿Las cosas avanzaron tan rápido y ya se la presentaste a tus padres?" Y las respuestas, en orden, son las siguientes.

Primero, sí, se supone que yo estaba en Tokyo, sin embargo, regresé a Chiba como había acordado con mis padres, por lo que he vuelto antes de que comenzaran las clases en la universidad.

Y segundo ¡No! ¡No se la presento a mis padres con la intención de darles a entender que estoy en una relación! ¡Ella vino a la fuerza sin que yo lo supiese!

Para explicar mejor esto debemos remontarnos a unos días atrás, justo después de que Yumeko me besara al concluir nuestra cita en el acuario.

Tres días antes...

-¿Qué acaba de pasar...? E-Ella me besó... ¿Verdad?-.

Balbuceé.

Permanecía estático de pie al frente de la entrada del apartamento, sosteniendo la mejilla que recién fue tocada por los suaves labios de aquella hermosa chica quien recién se retiró.

Las mejillas se me sonrojaron y un inmenso calor provino de ellas, a tal punto que podía sentir cómo la sangre fluía por los vasos sanguíneos en estas.

Tragué saliva.

-E-Ella me besó ¿Cierto? No lo imagino... ¿Verdad?-.

Acaricié delicadamente la zona en la que aquel beso fue dado.

Las piernas me temblaban y los brazos también.

Mi nariz todavía podía percibir el dulce olor que se emitía desde mi brazo, el cual ella abrazó fuertemente de inicio a fin en la cita. Un olor a flores que emitía esa fragancia que deleitaba a quien la oliese.

De algún modo, mi cuerpo se movió solo. Paso a paso se introdujo al interior del apartamento mediante movimientos erráticos que se le podría fácilmente considerar impropios de un humano, parecía más a los que daría un robot mal calibrado, solo faltaba el sonido de los engranes moviéndose para que la realidad de que yo estoy hecho de carne y hueso fuese puesta en duda.

Detrás mío, empleando la punta del pie, pateé el borde de la puerta, cerrándola.

Un fuerte estruendo provino por el golpe con el marco de la puerta chocando con esta misma, pero, a pesar de ello, no fui capaz de abandonar el shock.

Caminé, tambaleándome, hacia mi cama, a su vez que varias preguntas se desarrollaban dentro de mi cabeza.

"¿En serio me besó? ¿Cómo? ¿Por qué? ¡¿Y DE DÓNDE NACE ESTA EMOCIÓN?!".

Si, no mentiré, en lo profundo de mi ser repleto de dudas, parte mía se sentía eufórico y alegre por lo ocurrido minutos atrás.

A pesar de haber cumplir dieciocho años no hace mucho, era el primer beso que recibía. Sé que suena deprimente que un joven con mayoría de edad diga eso, no obstante, es la pura y absoluta verdad.

Y estoy consciente de que es ridícula que a mi edad esté emocionado por un beso en la mejilla ¡Lo sé! ¡Pero pónganse en mis zapatos!

A pesar de que no hace mucho fui roto emocionalmente por Akina, estoy en una "relación" junto a Yumeko, aquella chica que conozco de menos de un mes, en la cual está tratando sin ocultar ningún arma de conquistarme.

Un poco de mi ego se alimentado gracias a eso. Tal vez no sea tan espanta humanos como creía.

-Recibí mi primer beso y fue dado por una mujer extremadamente bella... presiento que estoy agotando toda la suerte que le queda a mi tan solo con esto...-.

Comento al aire, sudando frío.

Si consumo mi suerte, estoy seguro de que lo único que quedará es mala suerte, lo cual me aterra en demasía. A nadie le puede ir tan bien en tan poco tiempo, mucho menos a mí, debe haber alguna clase de truco escondido.

En fin. Siendo llamado por mi cama, posé la mano encima de la perilla de la puerta de mi cuarto y la giré, abriéndola y entrando.

Arrastrando los pies, llegué al colchón y enterré el rostro en él.

-Qué día tan... genial...-.

Murmuré. Mis palabras se ahogaban cuando mi cara hacia presión en la almohada, impidiendo que se escuchara claramente eso que dije, aunque no es como si eso importara en primer lugar, dado que no hay nadie además de mí.

Giré, quedando boca arriba y viendo al techo blanco delante mío.

Seguía ruborizado. La sensación de los labios de Yumeko entrando en contacto con la piel de mi mejilla no desaparecía, incluso me producía cosquillas en dicho lugar el recordarlo.

-Fue mi primera cita real... la primera cita que tengo de modo romántico con una chica y... me gustó...-.

Declaré.

-¡Ugh!-.

Posé las manos encima de mis ojos y suspiré tras el quejido.

-¿Qué sucede? ¿Será posible que yo...? No, no creo...-.

En lo profundo de mi ser existía una especie de discordia.

-Maldito Ren, sabias que esto sucedería ¿Cierto?-.

Expresé, culpando a aquel chico fresco, hermano de la mujer que no salía de mi cabeza.

-Sabías que sí ella iba en serio y yo se lo permitía... podría lograr a enamorarme... por eso fue tal tu insistencia en darle una oportunidad...-.

Complementé mi oración anterior.

No lo negaré... esa es la impresión que tengo hasta ahora... que... Yumeko es capaz de conseguir que me enamore de ella.

Sin embargo...

-¿Por qué dudo? Es una chica amable, dulce, genial y... comprende al igual que yo lo mucho que los rumores pueden joderle la vida a alguien... sin dudas somos iguales en ese aspecto. Entonces... ¿Por qué...?-.

Antes de concluir la pregunta, una imagen cruzó por mi mente.

Se trataba de Sachi.

En específico, aquel día en el que me disculpé por mi mal comportamiento hacia ella.

"-Tonto... Te tardaste mucho...-.".

Su rostro repleto de lágrimas que recién dejaron de fluir y esa sonrisa ligera, pero sincera fue rememorado.

-Esto es demasiado confuso...-.

Suspiré, agotado mentalmente.

-No importa cuánto lo sobrepiense o aparezca en mis recuerdos... Sachi no me ve de ese modo... y yo tampoco...-.

Por algún motivo no me convencía mi comentario, por lo que solo me limité a evitar indagar en mayor medida dentro del significado.

-Todavía no se pone el sol y estoy realmente agotado...-.

Dije al aire, soltando una pequeña risa.

Poco a poco fui cerrando los ojos, tratando de conciliar el sueño.

-Por favor... que los días como estos no terminen...-.

Pedí y... por fin quedé dormido.

Como si de una dicha del destino escuchando la solicitud de este hijo que jamás le había pedido algo, me lo concedió...

Los días posteriores a la cita no fueron distintos.

En las mañanas Yumeko se colaba en mi habitación y me preparaba el desayuno, justo como en esa ocasión en la que me cocinó el Omurice.

Nos fuimos acercando tanto que comencé a olvidar la amargura que pesaba en mi alma.

Su sonrisa no desaparecía, al contrario, era más y más grande, a tal punto que con solo verla mi corazón bailaba al son de una canción.

"¿Cómo es que una chica tan dulce y pura como tú pudo ser dañada?".

Ese pensamiento jamás abandonó mi mente conforme la conocía.

Por razones que desconocía, Ren se limitaba a observarnos cuando ella y yo interactuábamos, como si de un padre orgulloso se tratara. Eso me incomodaba en demasía.

Día, tarde y parte de la noche estábamos juntos, a excepción de los ratos en los que Yumeko debía ir a sus cursos de verano, por lo que debía abandonarnos.

Mientras Ren y yo jugábamos a la consola, una pregunta fue emitida por él.

-¿Y si es ella lo que deseas conseguir? ¿Estuve en lo correcto?-.

Sostuve con mayor fuerza el control. Cada músculo de mi cuerpo se tensó y me sonrojé.

-Yo... no sé de qué hablas...-.

Respondí.

-Se supone que Yumeko es la tsundere. Ese papel no te queda-.

Sin que ninguno apartara la mirada de la pantalla, dábamos nuestras respuestas

-Es... difícil de darle un nombre a lo que sientes, te comprendo, pero de algo estoy seguro y es que... te agradezco por darle luz a la vida de mi hermana...-.

Declaró.

Brevemente dejé de mover la palanca y presionar los botones.

-¡Gané!-.

Gritó Ren, levantando los brazos con júbilo tras matarme en el juego.

-¿Darle luz a su vida...? ¿Yo?-.

Mi ritmo cardiaco se aceleró.

Nunca he desenvuelto ese papel en la vida de alguien...

Si bien los gritos alegres de mi acompañante eran recibidos por mis oídos... no podrían importarme menos...

Sacudí la cabeza.

-Estás dándome mucho crédito-.

Suspiré y contesté.

-Tal vez... pero eso no cambia lo que pienso-.

Replicó.

Una sonrisa se dibujó al curvear la comisura de mis labios.

Y... el día por fin llegó.

El día de volver a casa.

Los cinco días de prueba en Tokyo se cumplieron con éxito.

Era temprano por la mañana y me había despertado desde temprano.

Mi maleta estaba hecha y lista para ser transportada.

Abrí la puerta del apartamento y salí.

No obstante, me detuve momentáneamente enfrente de la de ambos hermanos que han hecho de mi estancia aquí en estos últimos cinco días una agradable experiencia.

-Debería despedirme... aunque... solo me iré por dos días-.

Fue el razonamiento que tuve.

Negué y hablé.

-No quiero preocuparla...-.

Acerqué el dedo índice al timbre, decidido, y... lo toqué.

El aviso de que llamaba desde afuera fue escuchado desde mi posición.

Sin embargo... no hubo respuesta.

Agaché la cabeza.

-Supongo que estarán dormidos. Les avisaré por mensaje cuando llegue a Chiba-.

Murmuré.

Giré y continué el camino hasta el ascensor, bajando a la primera planta.

Al pie de la calle, el auto de mi padre me esperaba.

Él yacía de pie, pegando la espalda en el mismo.

-Tardas mucho. Nos hiciste esperar-.

Dijo tan pronto me vio de frente.

-Es difícil despertarse a las cinco de la mañana en periodo vacacional-.

Contesté, bostezando.

Entre menor era la distancia que nos separaba, más se ampliaba mi campo de visión y, al costado derecho, de reojo, noté dos presencias extras.

Cuando me percaté específicamente de quienes se trataban, la sangre se me heló.

Eran Yumeko y Ren, quienes también cargaban una maleta.

-¿Eh?-.

-Ella insistió-.

Ren, comprendiendo mi confusión, aclaró la situación, señalando a su hermana.

-¡Iremos contigo a Chiba!-.

Yumeko saltó con los brazos extendidos, celebrando.

-¿A-Are...?-.

Volteé hacia mi padre.

-Es la hija de mi jefe, no le puedo decir que no si deseo conservar mi trabajo. Además, me comentó que se llevan bien, por lo que no ha de haber problema en que venga-.

Dijo, acercándose a mí, tomando mi maleta, abriendo el portaequipajes y metiéndola ahí para que luego ambos hermanos hiciesen lo mismo.

Yo continuaba en shock.

Yumeko me abrazó el brazo izquierdo, jalándome y llevándome al interior del auto.

Ambos nos sentamos atrás mientras Ren tomaba el asiento de adelante junto a mi padre.

-¿Qué se traen?-.

Preguntó.

-Si las cosas van como hasta ahora, tendrá que llamarla "Hija"-.

El chico fresco de cabellera dorada le contestó a mi papá.

-Oh... tu padre me matará...-.

Los ojos del mío perdieron el brillo ante la respuesta del hijo de su jefe respecto a la relación en la que yo estaba metido junto a Yumeko.

Y de ese modo el viaje a Chiba dio inicio.

Esta chica parecida a una Koala no me soltó en ningún momento, al contrario, se aferró a mí tan fuerte que la circulación de sangre en el brazo se interrumpió.

A causa del cansancio, ella cayó dormida, apoyando la cabeza en mi hombro. Yo permanecía despierto a pesar de las bolsas negras debajo de mis ojos, siendo el indicativo de que moría de sueño al igual que mi acompañante.

"¿Qué demonios está pasando? ¿Y por qué estoy asustado?".

Pensé.

Temía que Yumeko se encontrara a Aneko y sobretodo... a Sachi.

-Sí... va llover sangre...-.

Concluí.

Y... estuve en lo correcto.

En la actualidad.

-¡Fue a mi!-.

-¡No, a mi!-.

Yumeko y Sachi continuaban enfrascadas en esa contienda, si que ninguna cumpliese la petición... darle la sal a mamá.

Froté mis párpados con desdén y cansancio.

La razón por la que Sachi estaba aquí, desayunando con nosotros, es porque Aneko la invitó, sin saber que Yumeko vendría con nosotros.

El primer encuentro entre ellas fue cuanto menos curioso. Nee-Chan la analizó de pies a cabeza y cuando concluyó, volteó a mí con total sorpresa.

-¿Cómo carajo se fijó en ti?-.

Me cuestionó.

Una vena en mi frente se infló.

-Guárdate tus comentarios-.

Respondí, enojado.

Pero eso no fue ni cerca lo más interesante que ocurrió luego de bajar del auto.

-¡Oh! ¡Tú debes ser Sachi! Mucho gusto, me llamo Yumeko, espero que podamos llevarnos bien-.

La rubia hizo su ataque, ofreciéndole la mano aunque su expresión reflejaba de todo menos amabilidad.

Sachi, a quien considero una hermana menor, la miraba desde abajo, como si David encarara a Goliath debido a la diferencia de alturas entre ambas.

No obstante... no había ni una pizca de miedo en ella.

-¡Ah! Tú eres la gata rompehogares, digo, Yumeko. Akiro me habló de ti-.

Respondió con claras dobles intenciones.

-Hmmm-.

Ese sonido salió de Yumeko, sin deshacerse de esa sonrisa característica suya.

-Ara~ Ara~ Dos chicas peleando por el amor de mi hijo. ¿A quién debería apoyar?-.

Mi mamá se posó en medio de Aneko y yo, diciendo lo anterior, cruzando los brazos y posando la mano en la mejilla.

-¡N-No se trata de eso!-.

Repliqué.

Regresamos la mirada a ellas y desde la distancia podíamos imaginar un mar de llamas rodeándolas.

-Eres muy tonto si no lo interpretas como lo que tu madre dice-.

Ren se unió.

-¿Y tú quién eres?-.

Interrogó Aneko.

-Yo soy...-.

Cuando este chico fresco dirigió su atención a Nee-Chan su ceño cambió.

Abrió los ojos en su totalidad, estos brillaban intensamente, y los labios se le despegaron.

Las mejillas se le sonrojaron a tal punto que aquel rojo era comparable con el de una manzana.

-Y-Yo...-.

-¿Tú?-.

Ren seguía sin contestar.

Él tragó saliva, pasaban los segundos sin que parpadeara.

-No me digas que...-.

Una hipótesis surgió.

"Que este idiota se enamoró de Aneko...".

-Eres extraño...-.

Comentó, ladeando la cabeza y posando los puños en la cintura mientras se alejaba de él.

"Ren, de todas las mujeres en el mundo... ¿Te fijaste en esta?".

Señalé a mi hermana y le lancé una mirada repleta de incredulidad, la cual ignoró.

Tras este breve periodo de presentaciones de Ren y Yumeko al resto, por fin entramos a la casa y desayunamos, lo que nos trajo a la escena actual.

-Perdón...-.

Ambas se disculparon, agachando la cabeza.

-La cena terminó y ninguna le pasó el salero-.

Comentó Ren, recogiendo los platos.

-No hay problema. Me divirtieron. Nunca conocí esa cara de la pequeña Sachi. Además, que estuvieran dispuestas tan activamente a cumplir mi solicitud fue suficiente para mi-.

Mamá les dijo aquello, despreocupándolas.

-Eso significa que... ¡¿Me aprueba como la esposa de Akiro?!-.

-¡HEY! ¡PARA TU TREN, OXIGENADA!-.

Sachi replicó a la declaración de Yumeko.

-Fufufufu. Son interesantes. Hagan su mejor intento, seré neutral-.

Contestó, dándoles la espalda y retirándose del comedor.

Ambas cerraron los puños y me miraron, decididas. Yo ladeé la cabeza porque no tenía ni la menor idea de lo que hablaron.

Rápidamente Sachi se puso de pie y corrió hacia mi.

-¡Akiro, Akiro! ¡Vayamos al centro comercial!-.

Se aferró a mi lado derecho.

-¡O-Oye!-.

Yumeko fue al contrario.

-¡No te permitiré adelantarte!-.

-¡No necesito tu permiso! ¿Verdad que me llevarás al centro comercial? ¡Veamos una película! Solo tengo dos días antes de que te vayas-.

Sachi abogó por la lástima al concluir su petición, poniendo un rostro triste al que muy difícilmente le negaría algo.

-¿Verdad que quieres salir conmigo, Akiro?-.

Yumeko me miró de modo tierno.

-Ugh...-.

Ese quejido salió de mí.

-Solo sal con una hoy y mañana con la otra, idiota-.

Aneko, quien cruzaba a nuestro lado, sugirió.

-¡Es un buen plan!-.

Dijeron ambas al unísono.

-¿Pero cómo lo decidimos?-.

Pregunto Yumeko.

-¿Yo no tengo voz en esta decisión?-.

-¡No!-.

Quise interferir pero fui rechazado vehementemente por las dos al mismo tiempo.

-¡Ya sé! ¡Piedra, papel o tijera! ¡Quien gane saldrá hoy con Akiro!-.

Sugirió Sachi.

-¡Acepto el reto!-.

Respondió Yumeko.

-Son un caso perdido...-.

Musité.

Y el juego dio inicio.

-Uno...-.

-Dos...-.

-¡Tres!-.

-¡Piedra, papel o tijera!-.

Y tras eso, el resultado fue dado sin la posibilidad de quejarse de él.

Y de ese modo, la acompañante en la cita del día de hoy fue decidida.

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