Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Volumen 2. Capítulo 16. Nos aferramos a una idea que nunca fue real.

"Akina... es momento de que tengamos esa conversación que tanto he evitado...".

Pensé. Era hora de terminar con esto de una vez por todas.

El momento que tanto había anhelado se volvió inevitable. El recibimiento de un cúmulo de emociones que aceleraban mi corazón y me agitaban la respiración no se hizo esperar, manifestándose debido a la enorme ansiedad que abordaba mi ser.

Estaba asustado por lo que vendría, por la reacción que aquella chica que puse en un pedestal tantos años me mostraría.

Era una emoción común en esta situación, normal hasta cierto punto.

No todos los días enfrentas a la mujer que te hirió y por la cual planeaste un detallado procedimiento de venganza que satisfaga tu sed de esa misma emoción.

No obstante, en las últimas semanas las cosas han cambiado. Yo he cambiado, mi círculo social y las personas que me rodean, que me apoyan y estiman, han sufrido un giro de 180 grados, distando en demasía de lo que fue antes.

Mis pies titubearon al dar el primer paso. Podía sentir que mis rodillas temblaban y, de no poner más fuerza de la requerida para que un ser humano sano se mantenía parado, estas temblarían y caería al suelo.

Mi boca se sentía seca al igual que mi garganta, que al mismo tiempo se irritaba como si un nudo en la garganta la atormentara.

El sudor, frío, helado, muerto como el agua del ártico, me bajaba desde la nuca hasta la espalda, provocando que la arqueara.

-Akiro...-

La voz de Sachi pronunció mi nombre. Supongo que la dificultad que me causaba tomar la responsabilidad de mis actos la alcanzó.

La miré. Sus hermosos ojos estaban enrojecidos, aún derramando lágrimas, una seguida de las otras. Se notaba la humedad en las mejillas, al igual que las gotas unidas a su mentón que no se precipitaban a su pecho por influencia de la gravedad.

-¿T-Te sientes bien?-

Preguntó.

Una fuerte punzada apuñaló mi corazón. Fue como si miles de agujas perforaran cada espacio de mi pecho que, al extenderse y contraerse, empujaban aquellos objetos hacia mi carne, aferrándose a la misma e incrustándose profundo.

Yo... permanecí pasmado ante el cuestionamiento. No porque dudara de la repuesta, no, era obvio que no estaba bien, y si pudiera huir de aquí para evitar el reencuentro con Akina, lo haría gustosamente sin que me lo tengan que decir. La razón por la que no salía de mi impresión era sencilla. Se trataba de la hermosa chica a mi costado, la que me sostenía la mano, entrelazando sus dedos con los mimos y aferrándose a mi calor, al contacto que nos unía.

No conozco todavía los detalles. Quizás después de hoy tampoco desee oír motivos y razones relacionados a la dueña de mis traumas. Pero si de una cosa estaba seguro, es que esto no era más sencillo para ella.

Que tu propia sangre te esté proveyendo de este sufrimiento, así se trate de una acción dentro de lo considerado como "infantil", es incorrecto, incluso se le puede catalogar como malvado dado que las intenciones que motivaban los actos de Akina eran puramente el dañarla.

Y... pesar de esos síntomas que la apenaban, de la tristeza y el mal rato que su propia hermana le habían hecho pasar, de la profusa herida que la figura a la que tanto anhelo alcanzar la provea de tal malestar, ella... se preocupaba por mí.

Otra vez, en situaciones críticas, los demás ponían especial atención en mí, pensaban en cómo me sentía, apartando su propia incomodas, priorizando las mías.

Fruncí el ceño, mordí mi labio inferior repleto de decepción y desdén.

La historia se repetía. Era idéntica a la ocasión en la que Yumeko y yo nos la encontramos con sus amigas durante nuestra cita hace pocos días.

Ese día no actúe, fui víctima del flujo natural de las cosas y tuve que ser rescatado por una mujer que estaba igual de rota que yo, que comprendía mi pesar.

El desenlace no hubiese sido diferente si Sachi tomaba su lugar, de eso estoy seguro. Entonces... ¿Qué es este vacío dentro del abdomen? ¿Por qué mi mente grita que actúe pero el corazón lo contradice?

Son emociones que no entiendo, que jamás tuve la oportunidad de afrontar o sobrellevar.

Cada día desde que tengo memoria he vivido rodeado de amor, o al menos lo que entiendo como tal, por parte de mi familia y, sin embargo, todavía no consigo comprender cómo expresarlo y usarlo de motor para cambiar, para dar un poco más, que me sirva de fuente de energía, que motive un esfuerzo extra para afrontar los problemas que se relacionen con quienes amo.

Y... ese es el mayor deseo que poseo.

Saber lo que es el amor. Experimentarlo por parte de una persona ajena a mi familia, comprender esa emoción que procede a las decisiones más estúpidas en la historia de la humanidad.

Y creí haberlo encontrado en Akina. La atención, el aliento, que me robó desde el primer momento en que la conocí fueron los indicios suficientes para que me precipitase a catalogar dichos síntomas como amor.

No obstante...

-Nadie que te ame te lastimaría. Te negaría ante los demás o disfrazaría el vínculo que los une así el resto del mundo lo odie...-

Musité, apretando ligeramente fuerte la suave mano de Sachi. Ella guiñó el ojo en señal de dolor. Fue la señal que necesité para regular mi fuerza y detener el impulso.

Respiré hondo, permitiendo que mis pulmones almacenaran la máxima cantidad de aire que les fuese posible.

Dibujé una falsa sonrisa en mi rostro. Las comisuras de mis labios se curveaban con temblor, como si los músculos de dicha zona se opusieran a ese simple gesto deshonesto y quisieran mantener la mueca de tristeza que me aterraba enseñarle a quien estaba poniendo toda su fe en mi.

-Sachi. He estado rodeado de malas decisiones desde que recuerdo. No he hecho el intento para apoyar a los demás por mera falta de empatía hacia el resto, la ausencia de interés por sus vidas. O eso es lo que me hice creer a tal punto que lo consideré una verdad invariable-

Declaré, captando la atención de la bella "Chica ardilla" a mi costado, aquella que, desde aquel día en que nos reunimos en el parque qué frecuentábamos durante esa tarde lluviosa en la que sufrió las consecuencias de un mal corte de cabello, no había visto.

Era idéntica a la frágil joven que precedió esa personalidad retadora, grosera y estoica que adoptó tras ese trauma.

Y... yo la protegería a como diese lugar.

-La realidad... es distinta a lo que se muestra. Lo que enseñamos en el exterior muchas veces dista de quienes somos en realidad. Jamás deseé crear vínculos con los demás por temor a que estos se rompan y nos volvamos extraños. La mala actitud, retraída y antisocial que me caracterizaba era una simple coraza que alejaba la decepción...-

Di el primer paso, posando el pie encima del escalón que daría inicio a la subida, habiendo alcanzado una resolución.

-No obstante, ahora mismo, hay una persona importante para mí que necesita mi ayuda y otra que también fue un ser querido que requiere un golpe de realidad, un cierre. Y... se lo daré-

Mi segundo pie subió el escalón. El peso sobre la espalda se reducía. La confianza crecía.

-En este ocaso de la relación entre Akina y yo, teñido por mentiras desde el principio, solo podemos observarlo con nostalgia y pasar al siguiente día-

Expresé, guiñándole el ojo a Sachi, de forma que podría interpretarse como ligeramente coqueta, quien abrió la boca ligeramente. Pude percatarme de la curvatura de los mismos y por dentro se asomaban sus dientes, blancos como el mármol.

Perdóname, esa no era mi intención, pero hoy las cosas no están saliendo como quiero y lo único que está en mis manos es maniobrar contra corriente.

Tal vez no reconocía al actual yo. Ni siquiera yo soy capaz de reconocer a la versión de ahora.

-Porque... no quiero perderme las miles de nuevas experiencias que me esperan contigo, con Yumeko y Ren, y las personas que entren a mi vida en la etapa de universidad. Así que, te pediré un poco de tu ayuda para pasar de página. Sé mi guía y estandarte por hoy, prometo que te lo compensaré-

Comuniqué, acariciándole con delicadeza la parte dorsal de la mano, provocando que saltara de la impresión.

"Estando en esta situación cuando tú una no ha antes me besaste .Te comportas así?".

No pude evitar divertirme ante la escena de doncella apenada que adoptó, distando con la decisión que mostró horas atrás.

-Y-Yo... te lo prometo, Akiro. Se-Seré de ayuda-

Dijo entre titubeos y pausas, coloreando sus lindas y redondas mejillas de tonalidad escarlata.

Ambos asentimos a la par, decididos.

Vimos al frente, a la distancia y altura se visualizaba el pasillo del segundo piso. Justo al lado derecho del mismo, se hallaba la habitación de esa terrible bruja que robó la posición preciada de la princesa.

"Si Yumeko supiera lo que estoy narrando me mataría y reclamaría por darle su escena de ensueño a Sachi. Lo mantendré en secreto para autopreservarme".

Sudor me bajó de la frente. ¡Genial! Mi sentido del humor regresó. Eso significa que el nerviosismo se disipó. ¡Estamos bien!

Recobrando la confianza, sonreí y di paso tras paso. Sachi acompañaba mi andar con sincronización, como si fuésemos uno solo.

Su encorvada espalda se enderezó. El llanto, hasta hace minutos incesante, se apaciguó y terminó, arrugando las cejas, luciendo enojada y otorgándole esa expresión hostil que la caracterizaba, que, aunque terrorífica, extrañaba.

Cada metro que nos acercábamos era un metro menos para afrontar aquello que postergué. ¿Saben qué es lo curioso? Ya no me asustaba verla a la cara, oír su voz, recibir sus reclamo, al contrario, ansiaba que la oportunidad se presentara para sellar la conclusión de esta larga relación que ya no beneficiaba a ninguno de los dos.

¿Akina me odiará? Posiblemente. Es una chica que guarda un rencor demasiado grande ante los que la hieren, de eso no hay duda.

¿Me importa? Por supuesto que sí. Quiera o no, sigue siendo parte vital del pasado que me convirtió en lo que soy. No obstante, no me puedo permitir seguir marcado por el estigma de su presencia. No es sano ni beneficioso.

En las relaciones afectuosas, muchas veces lo que cuesta es soltar aquello que te hiere, abrir la mano y dejar que la cuerda que aferra a ti eso que deseas proteger sea liberada.

Suena cliché, lo sé. "Si de verdad amas algo, déjalo ir. Si regresa es tuyo, si no, nunca lo fue" es una de las frases que mayormente se usa en situaciones de esta índole. Sin embargo, en mi caso, solo aplicaba la primera parte.

Añoraré con nostalgia lo que compartimos. Quizás en las noches recuerde las experiencias que vivimos y sonría. Pero no lo anhelaré, no desearé que se repita ni que Akina regrese, porque... ni ella ni yo somos los mismos de antes.

Desesperarte en busca de un recuerdo es... triste. Y te impide ser consciente del cúmulo de posibilidades a futuro, de los errores que cometerás, las decisiones estúpidas que tomarás y los recuerdos que formarás.

Akina, el día de hoy, te suelto por un mañana desconocido que puede resultar o peor, pero que sin dudas quiero protagonizar.

Y... el panorama no pinta mal dado que iniciaré ese camino acompañado de gente que me estima. Ya no estoy solo como al principio de nuestra historia.

Por fin sé lo que es tener un amigo con el cual compartir gustos y que soporta mi mórbido sentido del humor. Ese idiota insensible que me manipula para encontrar el camino a su hermana. A pesar de eso, y que jamás saldrá por mi boca estas palabras, yo lo estimo por el poco tiempo que llevamos de conocernos.

También esa hermosa princesa tsundere sujetará mi mano en parte del recorrido, aguardando a que la sostenga incluso al final del mismo. Aquella chica que conocí por obra de la casualidad y que no es consciente de lo que significa "Autocontrol". Esa bella mujer que... anhela ser amada del mismo modo que yo, que comprende lo que es sentirte vacío.

Y... no puedo olvidarme de la pequeña diablilla de apariencia angelical que en esta pesada situación me acompaña. Tú estuviste desde el principio del cambio, has estado incluso al inicio de la primera parte de esta historia. Es lo único que deseo mantener en la secuela, el arco de la universidad en este anime llamado "La no tan desaforada vida de Akiro Ito" (Nombre sujeto a cambios en caso de que se nos demande por derechos de autor).

Los ojos ilusionados y brillantes de Sachi me observaban, como una figura de admiración.

Podría acostumbrarme a eso ¡NO TE DETENGAS!

En fin. Antes de darnos cuenta, perdidos cada uno en su propio mundo, en los pensamientos de nuestras mentes... dimos el último paso con el que las escaleras concluían y proseguidos sin detenimiento.

Más pronto que tarde, ambos nos hallamos enfrente de la puerta del jefe final del videojuego, Akina Takahashi.

La mujer que quise desde primaria y la hermana de quien me acompaña.

Intercambiamos miradas, asintiendo en mutuo entendimiento. Sin miedo, cadenas. Nos tenemos el uno al otro. Nos protegeremos el uno al otro.

Los dos extendimos el brazo y, formando un puño...

*Toc, toc, toc".

Golpeamos un total de tres veces la puerta.

-¡Akina, hemos venido hasta aquí para rescatar a Mr. Aki! ¡No planeamos negociar con terroristas!-

Dijimos al unísono soltando una risa de diversión por la forma extraña de iniciar el diálogo con ella y el motivo que usamos como gancho para captar su atención.

El entendimiento y compenetración que poseemos es un aspecto que siempre diferenció nuestro vinculo al que teníamos Akina y yo.

Al pronunciar esas palabras, casi de inmediato, el ruido que la alfombra de una habitación ocasiona cuando el cuerpo de una persona se desliza sobre la misma resonó al interior, al igual que un sonido casi inaudible proveniente de,a cierta cuando un peso se le quitó desde el otro lado.

El agarre de manos se afianzó, aguardando a que el camino se despejara y fuésemos encarados.

Pude sentir mi pulso acelerarse. Las células dentro de la sangre chocando con las paredes de los vasos sanguíneos originando hormigueo en las extremidades. Aún así... me mantuve sereno y retador, dispuesto a concluir esto rápidamente.

El seguro fue retirado, la perilla girada y, de golpe, las bisagras rechinaron, siendo el preámbulo a la apertura de la pesada puerta.

El aire fue empujado, al igual que mi cabello y el de Sachi, despejando nuestros rostros.

Y, lo que vimos enfrente fue... tal cual lo que esperaba hallar.

La veo ahí, junto a la puerta, casi escondida detrás del marco. Su ropa está arrugada y manchada, como si llevara días sin cambiarse.

Tiene el cabello alborotado, con mechones que caen de cualquier forma alrededor de su rostro, como si el desorden mismo reflejara su propio estado.

Un peluche, el susodicho Mr. Aki, cuelga de su brazo, abrazándolo con una intensidad que parece haber sido su único consuelo.

Sus ojos, enrojecidos y aún húmedos, me miran con una mezcla de incredulidad y miedo, como si dudara de mi existencia, como si temiera que solo fuera un espejismo que se desvanecería en un instante. Su mano temblorosa aprieta la perilla, tratando de buscar algo tangible para anclarse, algo que le confirmara que no es una alucinación.

Me limité a sostenerle la mirada, esperando que se dé cuenta de que estoy realmente aquí. Sin vacilación ni miedo, solo una voluntad de acero.

Yo... estoy frente a la responsable de mi tristeza, pánico y dolor. La originaria de mi miedo que antes fue la causante de mis sonrisas. Sin embargo, a pesar de la historia por detrás que nos ata, yo... no sentía nada.

Era diferente al día en que pronunció su desprecio por mi persona ante sus amigas. No albergaba odio, frustración o dolor. Solo... una terrorífica indiferencia.

-A-Akiro... ¿En verdad eres tú...?-

Tratando de comprobar que se trataba de mí, extendió la mano, tratando de alcanzarme, tocarme. Yo alcé la mía libre y con el dorso de la misma, con tacto, aparté la suya al costado, negándome al contacto, su contacto.

Ante esta rápido acción inesperada, pero que corroboró las sospecha, sus ojos brillaron, fijándose en la zona de su piel que contacté, moviendo la boca en un esfuerzo por articular respuesta sin éxito.

-Sí eres tú...-

Pegó la palma a su pecho, encimando la otra y dejando caer a Mr Aki como si ya no tuviese importancia. Al parecer, justo como dijo Sachi a manera de broma, el oso de peluche fue mi reemplazo. Ahora que me tiene en carne y hueso, no requiere a una copia del original.

-¡Mr Aki!-

Sachi me soltó, agachándose rápidamente para recogerlo y retomarlo, aferrándose como una cadena con candado a él y dando un paso atrás para regresar al costado, su lugar seguro para que, seguido de eso, frotara su mejilla en el pelaje como una niña.

En serio Sachi, eres jodidamente adorable cuando olvidas las enseñanzas de Aneko.

Akina empezó a respirar irregularmente en una tétrica risa irregular.

Con prontitud, se giró, dándonos la espalda, se arregló el cabello, aplanando los mechones saltados, tratando de arreglar su apariencia que, sinceramente, era impropia de quien conocí. Se planchó la ropa al pasar las palmas sobre las arrugas y limpió el llanto seco, al igual que las partes húmedas, empleando la manga de su pijama.

-¡Ujum! A-Akiro. Yo sabía que vendrías por mí-

Aclaró su garganta y dijo con total naturalidad, fingiendo calma que, por lo visto, desde hace días no conoce.

-Lamento se acarreador de malas noticias, pero de hecho no es así. Sin embargo, he de admitir que esta visita es una oportunidad para... hablar contigo-

Fui conciso, negando la posibilidad de que, en su burda y anhelante imaginación, viniese por ella.

Claro, omitiré la razón real. No deseo una batalla campal entre hermanas enfrente mío. Entre menos mencione a otras chicas, mejor.

-¿A-Are?-

¿Uh? ¿Por qué luce extrañada? No fue una respuesta hostil ni nada que se le asemeje.

En mi confusión, dejé pasar la extrañeza en su rostro y proseguimos con el intercambio, siendo turno de Akina de tomar nuevamente la palabra.

Sacudió su cabeza, deshaciéndose de la idea formulada en su mente que la desvía de su objetivo original al tenerme delante.

-Yo... ¡Q-Quiero disculparme por lo sucedido el último día de clases! ¡Fui una tonta que que habló de más y no debió decir esas crueles palabras sobre ti! ¡Prometo que no se repetirá! Si quieres, puedo abandonar a esas malas mujeres que me obligaban a malhablar de ti. ¡Eres lo más importante en mi vida y no me importa deshacerme de quien sea con tal de tenerte todavía a mi lado!-

Sus palabras salieron como un recital acelerado y gritado, careciendo de naturalidad y, sobretodo, sinceridad.

A pesar de inclinarse ante mi, aún cuando quien emitió el mensaje que destruyó mis esperanzas el mismo día que planeaba confesarse, se atrevía a... culpar a otros.

-Akina-

La nombré, por primera vez en días su nombre salió de mi boca. Aunque no se me permitió continuar.

-Regresaré a ti... seré yo quien te proponga por fin ser novios. No volveré a aguardar a que lo hagas. Si me perdonas ¡P-Prometo ser la mejor novia del mundo!-

Levantó la cabeza, todavía inclinada, mirándome desde abajo con... un par de ojos opacos y vacíos que carecían de luz.

-T-Te presumiré en todas partes. Le diré al mundo que eres mi novio de ser necesario. Me alejaré de quienes te consideren inferior o no vean lo grandioso que eres ¡Puedo hacer cualquier cosa que me pidas! Solo tienes que... perdonarme...-

Derramaba lágrimas. Notaba el cúmulo de las mismas desbordándose de sus párpados hasta rebosar y deslizarse. No obstante... la pura y dura indiferencia no me permitía empatizar.

Permanecí en silencio, escuchándola.

-Te amo, Akiro. En verdad te amo... no quiero perderte... las semanas sin ti fueron un martirio... quería hablarte, verte. Añoraba escuchar tu voz, reprendiéndome, hablándome de lo que hiciste el día anterior. Los golpes que Aneko te propinó por faltarle al respeto, escuchar las mil y un historias de las novelas que lees. Poder presenciar ese brillo en tus ojos cada que hablas de un tema que te gusta. ¡Yo extrañé todo eso! Quiero recuperarlo, quiero recuperarte...-

Era falso... todo era falso.

Sus palabras no me convencían. Eran patadas de ahogados, patadas de desesperación ante una situación en la que claramente sabes que... perdiste.

Y por lo que observo, así se aferre a la idea de continuar, en el fondo... sabe que perdió, me perdió.

Mi pecho... ya no se encogía al verla. Esa punzada que sufrí en el centro comercial cuando nuestras miradas se cruzaron, que me congeló y me hizo querer desaparecer... se esfumó.

La emoción de culpa al hacerla llorar no existía. Estaba enfrente mío con una actitud deplorable e inestable.

En esta conversación, uno hablará, otro responderá. Yo he decidido mi papel, Akina desempeñará el suyo. Porque de tomar el de ella, todo terminará abruptamente, una palabra podría romperla, y no deseo eso. En el fondo, me gustaría que pueda liberar esa frustración y sea capaz de alcanzar su resolución.

Incluso en esta instancia, luego del daño que me hizo, quiero ayudarla a no permanecer encerrada en el pasado, como me sucedió.

-Te amo, en serio te amo. Desde que me extendiste tu mano el primer día supe que tú eras para mí, solo para mí. Quiero que me abraces y me digas que sientes lo mismo. Ser rodeada por tus brazos y escuchar los latidos de tu corazón al pegarme a tu pecho. Yo... no quise hacerte sentir así... Sachi... me dijo que lloraste y sufriste por lo que dije...-

Su voz tembló al final de su oración en un atisbo de sinceridad que me sorprendió. Entre tantas mentiras, se asomaba verdad.

-M-Me daba miedo... ser débil... que me consideraran débil... perder lo que... en base a mentiras construí... puse en la balanza de importancia lo demás y a ti... y por idiota no esperé a que se inclinara completamente de tu lado...-

Ese arrepentimiento y disculpas. Imaginé la escena tantas veces, repleto de enojo y reproche. Pero ahora que por fin se plasmaba en el mundo real, no me causaba nada.

-Ellas... siempre me decían que alguien como tú no sería suficiente para mí. Que si me volvía tu novia cometería el peor error de mi vida y... como una estúpida... empecé a creer que era verdad. No quise... nunca quise hacerte daño. Jamás esperé que te enteraras y...-

En esa máscara de mentiras empezaban a formarse grietas de donde la verdadera Akina se asomaba.

Permanecí en silencio. A diferencia de ella, yo... no tenía mucho que decir. Las palabras que elegí para replicar cuando sea el momento fueron decididas desde que la puerta fue abierta.

-Lo siento Akiro. Por hacerte sentir menos... por haber sido tan cobarde como para darte la prioridad que siempre me diste, por dejarme llevar por lo que los demás dirán...-

Su respiración se alteraba. Enderezó la espalda y se mostró lagrimeando, su cara contra la mía en un deprimente espectáculo.

Tomaba bocanadas de aire como si no pudiera almacenar lo suficiente en los pulmones. Incluso su manos subió a su pecho y presionó.

-Siempre pensé que tú y yo... que estarías ahí, sin importar lo que dijera o hiciera. Sin considerar lo que sentías, asumí que siempre me perdonarías... que no me guardarías rencor hiciese lo que hiciese. Estuve equivocada... en verdad estuve equivocada... nunca pensé que tú...-

Se quebró. Se tapó el rostro con las manos y sus piernas temblaron como si se tratara de una gelatina, haciéndola caer de rodillas al suelo.

-Y luego ellas...-

No necesitaba ser un genio para comprender a quienes se refería.

Posé mi mano encima de la cabeza de Sachi y le revolvió el cabello.

Todo estaría bien.

-Sachi me tratan como soy, sin secretos, Akina-

Repliqué, impidiendo su intento de embarrar en sus mentiras y dirigir su desagrado hacia su propia hermana.

Sus manos se separaron de su rostro lentamente, pasmada.

-¿Q-Qué...?-

Cuestionó, no esperando que tomara partido por su hermanita.

-Así como tú hiciste, permití que mi enojo se dirigiera a las personas equivocadas. Herí a quien no debía y me arrepiento de ello. Sachi, de todo esto, es la menos culpable. Yumeko también es ajena al conflicto. Las únicas personas que arruinaron esto, somos tú y yo-

Declaré con seguridad, no permitiendo que más personas estuvieran en el fuego cruzado.

-P-Pero... nuestra promesa...-

-Sé de esa promesa, Akina. Siempre lo supe-

Repliqué cuando dirigió su atención a la propia Sachi. Ambas hermanas se mostraron impresionadas ante ello.

-Aunque no lo hubiesen prometido, así Sachi dirigiera todos sus esfuerzos por enamorarme, difícilmente hubiese cambiado mi amor hacia ti, Akina. O mejor dicho... lo que creí que era amor...-

Supongo que ahora es mi turno de ser el adulto en la conversación.

-¿Eh?-

Sus ojos se abrieron, casi saliendo de sus cuencas, no literalmente claro está.

El silencio entre nosotros se hizo casi palpable, llenando el espacio como una nube densa y sofocante. Akina seguía frente a mí, inmóvil, con los ojos desenfocados y el rostro empapado de lágrimas. A medida que mis palabras se asentaban en su mente, parecía que la tristeza se intensificaba, que el dolor se volvía más agudo, más insoportable.

Finalmente, sus labios temblaron antes de abrirse en un susurro casi inaudible.

-Akiro... por favor... dime que hay algo que pueda hacer-

Su voz era tan débil, tan rota, que apenas parecía la misma persona. Sus manos se aferraron a los pliegues de su pijama, como si intentara contenerse de romper en un llanto más profundo

-D-Dime que puedo arreglarlo... que... que podemos volver a intentarlo-

Su esperanza estaba puesta en eso. En una posibilidad inexistente.

Cerré los ojos por un momento, sintiendo su súplica resonar en el aire. Sabía que lo que estaba por decirle la destrozaría más, pero también sabía que, si albergaba alguna esperanza falsa, ese dolor solo crecería con el tiempo. Respiré profundamente, intentando encontrar las palabras que fueran justas pero firmes.

-Akina... esto no es algo que puedas arreglar. No es algo que podamos simplemente olvidar y seguir adelante como si nada-

Expresé, abriendo los párpados y de ese modo enfrentarla de nuevo.

Su rostro era un caos de emociones, una mezcla de arrepentimiento, desesperación y tristeza tan intensos que se me hizo un nudo en la garganta. Pero tenía que ser honesto, tenía que decirle la verdad.

Ella negó con la cabeza lentamente, llena de súplica.

-P-Pero... pero tú me querías... siempre supe que...-

Repitió palabras que nunca dije, sentimientos que no transmití por mi cobardía.

Un sollozo escapó de sus labios. Era un sonido desgarrador, como si al llorar estuviera sacando cada pedazo de arrepentimiento y dolor que llevaba guardado dentro.

Cuando volvió a hablar, pude percibir la desesperación y el miedo que la apenaba. Ese indescriptible dolor que no la abandonaba. Lo supe de inmediato porque... fue lo mismo que sufrí.

-No puedes dejar de quererme así, Akiro... yo... yo sé que cometí errores, pero si me das otra oportunidad, si me das tiempo, prometo que no volveré a hacerte daño-

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una piedra en el estómago. Había pasado tanto tiempo deseando escuchar algo así de ella, soñando con el día en que me mirara de esa manera, con arrepentimiento, con una promesa de amor sincero. Pero ahora, de pie ante ella, solo sentía esa calma triste, la sensación de que ese anhelo era parte de un pasado que ya no tenía sentido, que no tenía cabida en el presente y no pintaba a obtener beneficio a futuro.

-Akina, te creí-

Le dije, tratando de mantener la seriedad del inicio, aunque la tristeza que expresaba casi me hacía tambalear.

-Te creí cuando dijiste aquellas palabras delante de tus amigas. Pensé que significaba algo, que había verdad en lo que decías. Pero entonces... entonces me di cuenta de que no era así. No eras tú, no era lo que querías. Fue solo una imagen, una apariencia que querías mantener, tal y como me lo confesaste ahora. A mi... no me dolió que lo hayas dicho, de ser ese el caso lo olvidaría sin más. No... lo que me hizo reconsiderar nuestra relación fue que... vi verdad en ellas-

Ella, llevándose las manos al rostro y frotándoselo como si con ese gesto pudiera borrar todo el dolor, sollozó.

Cuando volvió a hablar, lo hizo apenas como un murmullo entrecortado.

-¿Cómo pude ser tan tonta?-

Se susurró a sí misma, como si no pudiera aceptar el peso de su propia culpa.

-Akiro, tú fuiste la única persona que me vio como realmente soy... y te dejé ir, por miedo... por miedo a lo que pensarían los demás-

Me acerqué un poco, aunque sabía que cualquier palabra de consuelo sería insuficiente.

-Akina, quizás los dos nos equivocamos. Yo... yo también creí que te conocía, que sabías cuánto te quería, y por eso me aferré a ti. Pensé que si seguía cerca, si estaba siempre a tu lado, algún día te darías cuenta de lo que realmente significabas para mí. Pero ahora veo que confundí eso con amor. Que tal vez lo que teníamos era solo dependencia, una comodidad que ambos compartíamos sin darnos cuenta de que no era real-

Ella me miró con lágrimas rodando por sus mejillas, y cada una parecía agregarle un peso más a sus hombros, encorvándola, haciéndola más pequeña.

-Pero era real para mí, Akiro...-

Insistió, temblando como si cada palabra le costara arrancarla de su alma.

-Aunque no lo dijera, aunque no lo demostrara, en mi corazón tú siempre... tú siempre fuiste importante. No tienes idea de lo mucho que me importabas. Yo solo... tenía miedo de que, si te mostraba lo mucho que te necesitaba, terminaras dándote cuenta de que en realidad, yo siempre fui quien no era suficiente para ti-

Mis manos temblaron levemente, y quise alargarla una hacia ella, quise limpiarle esas lágrimas que caían de sus ojos y que parecían no tener fin. Pero algo en mi interior la detuvo. Había un muro invisible entre nosotros, uno que ya no podía cruzar, uno que... me impedía mirar atrás.

-Akina...-

La nombré con suavidad, mirándola con una tristeza, resignada.

-Eso es lo que más duele. Que quizás los dos nos necesitábamos, pero no de la forma en que pensábamos. Yo quería ser algo más para ti, quería ser esa persona a la que nunca dejarías ir. Y tú... tú querías alguien que siempre estuviera allí, alguien que te diera seguridad. Pero no éramos lo que el otro pensaba. Nos aferramos a una idea que nunca fue real-

Akina sacudió la cabeza con vehemencia y su males se intensificaron, y en su mirada vi una mezcla de miedo y pérdida. Era como si comprendiera que todo lo que había dado por seguro estaba desapareciendo ante ella, como si la realidad la estuviera golpeando con una fuerza devastadora.

-Entonces... ¿me estás diciendo que ya no hay nada?-

Cuestionó, emitiendo una súplica desgarradora, un deseo desesperado de que le dijera lo contrario, de que negara lo inevitable. Sus labios temblaban, y sus manos se aferraron a la tela de mis pantalones en una escena lamentable que no soportaba seguir presenciando. Era como si al hacerlo pudiera retener algún pedazo de mí.

-No, Akina... no hay nada. No de la forma en que tú quieres que lo haya-

Mis palabras fueron lentas, llenas de esa misma pena que nos envolvía a ambos.

-No puedo volver a sentir lo que sentía. Todo cambió ese día, para bien o para mal. Perdí algo importante... algo que me mantenía unido a ti, y ya no puedo recuperarlo por mas que quieras o lo intentes-

Me quedé allí, observando cómo se desmoronaba, sintiendo su dolor como una sombra que no podía aliviar. Sabía que era cruel decirle la verdad, pero también sabía que prolongar esta mentira solo nos haría más daño.

-Akiro...-

Ahogada entre lágrimas, todavía mostraba un atisbo de súplica al pronunciar mi nombre.

-Perdóname... por favor, perdóname. No sé cómo fui tan ciega, tan egoísta. No quiero perderte... no quiero...-

Era increíble la cantidad de veces que una persona puede romperse en menos de cinco minutos. En su cara pude ver el arrepentimiento crudo, la comprensión de que ya era demasiado tarde y a pesar de eso proseguía en su intento de retenerme.

Di un paso hacia atrás, provocando que sus dedos me soltaran, sintiendo el peso de lo que transmitía, no obstante, manteniendo la calma que prometí mostrar.

Verla así me dolía. También sabía que era un dolor necesario, una herida que tenía que abrirse para sanar. La miré por última vez, tratando de grabar en mi memoria esa imagen de ella, para que ambos pudiéramos cerrar ese capítulo.

-Te perdono, Akina. Pero eso no cambia nada-

Tal vez eso no fuese suficiente y lo lamento. Es lo único que puedo ofrecerle llegados a este punto.

-Porque aunque te perdone, lo que sentía ya no está. Lo que nos ataba lo perdí el día en que comprendí que tú no veías en mí lo que yo veía en ti-

Akina quedó en silencio, y por un momento pensé que intentaría decir algo más, que buscaría alguna última palabra para detenerme. Pero al final, solo se quedó allí, con los ojos fijos en el suelo, derrotada, como si en su corazón ya supiera que esto era el final.

Sachi, quien se mantuvo a mi lado durante este enfrentamiento, este cierre, sostuvo mi mano, dándome el apoyo que le pedí.

-¿C-Cómo...?-

Una palabra, interrogante, salió de ella. Un último intento quizás.

-¿Y cómo sabes que no era amor?-

Cuestionó.

-No lo sé-

Le respondí con honestidad.

-Quizás nunca sabré lo que es el amor, al menos no por ahora. Pero... gracias a Sachi y a Yumeko, estoy empezando a sentir algo diferente-.

Hice una pausa y, con cuidado...

-Con ellas puedo ser yo mismo, sin tener que demostrar nada. No me siento invisible, no tengo que preocuparme de si encajo con lo que otros esperan-

Expresé ante la derrotada Akina, quien estaba en el suelo, mirando al mismo con su cabello cayendo como hileras y colgando cual péndulo.

Los ojos de Sachi brillaron intensamente. De estar aquí Yumeko también hubiese mostrado la misma expresión.

-Algo me dice que... si el amor existe... se debe de sentir como ellas me hacen sentir-

Expresé, sonriendo ampliamente

Sin rencor, sin ira, solo con una tristeza compartida que ambos llevábamos en el alma, di un paso atrás, dejando que la distancia entre nosotros se volviera tangible. Sabía que ambos seguiríamos adelante, aunque doliera.

-Sachi-

Dijo Akina, con la voz temblorosa.

La susodicha respondió al llamado, volteando a verla, sorprendida.

De repente, su propia hermana mayor, la figura de admiración desde que tiene memoria, se arrodilló frente a ella.

-Quiero pedirte perdón. Perdón por haberte puesto en esta situación, por haberte hecho sentir que tenías que elegir entre mí y Akiro. No debí hacerlo, y lo lamento mucho-

Las lágrimas volvían a asomarse a sus ojos mientras trataba de arreglar los males que cometió.

Sachi la miró, sorprendida, como si no pudiera comprender del todo lo que su hermana decía.

-Ya no quiero ser un problema para ti. Quiero que seas feliz. Si Akiro te gusta, no quiero que te sientas atada a mis decisiones. Tú mereces ser feliz sin la sombra de mis errores-

Dijo Akina, con sinceridad.

-Prometo que no volveré a interferir. No quiero perderte por el mismo error que cometí-

Su hermana menor se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras. La confusión en su rostro comenzó a disiparse, dando paso a la comprensión. Finalmente, asintió lentamente, limpiándose las lágrimas que aún caían por sus mejillas.

A pesar de los conflictos... se amaban. Aunque la discordia las agraviara... se querían.

Así el mundo se fuese a la mierda... seguían siendo hermanas.

-Está bien, Akina. Solo quiero que estés bien-

Dijo, su voz ahora más firme.

-No quiero que estés triste por mí, ni por Akiro. Quiero que seas feliz también-

La mayor sintió que un peso se levantaba de su pecho al escuchar esas palabras. La mirada de esa niña que tanto anheló ver crecer y protegió cuando debió, estaba llena de amor y apoyo, y eso le dio un poco de consuelo en medio de la tormenta emocional.

-Te amo-

Ambas se abrazaron fuertemente. No existía rencor.

Se sonrieron a través de sus lágrimas, unas sonrisas tímidas pero sinceras, sintiendo el calor del amor fraternal que siempre había estado ahí, incluso en los momentos más oscuros.

Ella supo que, aunque me había perdido, no era era ese el caso con Sachi. Y eso le dio un poco de consuelo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro