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Volumen 2. Capítulo 13. ¡Yo también estoy en esta competencia!

El recorrido hacia el lugar donde tendríamos nuestra cita había dado inicio.

Yo seguía aferrada al brazo de Akiro, juntándomele lo más posible para que él pueda sentirme y de ese modo hacerlo sentir nervioso. Me sentía como un chicle embarrado en la ropa pero este tipo de acercamiento era el único que Akiro podría identificar como coqueteo viniendo de mi parte.

Sin embargo ¡No funcionaba en lo absoluto!

Al ver que no reaccionaba de ninguna forma, eso me comenzó a frustrar.

Su rostro lucía imperturbable mientras hablaba sin cesar sobre lo que había pasado en los últimos días en Tokyo, claramente evitando las partes donde se veía involucrada mi rival.

"¡Tch! Tengo que hacer algo más o si no perderé mi oportunidad".

Pensé. De repente tuve una maravillosa idea. Si bien podría lucir desvergonzado a tal punto de considerarse seducción, no podría importarme menos.

Mi meta ya había sido trazada y nada me lo impediría, ni mi propio sentido de la decencia.

-¡Oh, Akiro! ¡Mira ahí!-.

Declaré, posando su brazo en medio de mis pechos que aún siendo pequeños, porque todavía me faltan unos años para que mi desarrollo sea completo y obviamente estos crecerán ¡MÁS LES VALE CRECER!, eran firmes gracias al sujetador que elegí vestir para este día.

"¡Fufufu! ¡Ahora sin dudas te sonrojaras! ¡Vamos, regálame esa expresión!".

Miré con júbilo a mi futuro novio con clara alegría y seguridad de obtener mi primer objetivo. No obstante...

-¿Uh? ¿Qué cosa quieres que vea?-.

Respondió sin ápice de pena, buscando lo que le señalé. No lo conseguiría, no había algo como tal, solo dije eso para tener una excusa y hacer mi movida.

"¡No funcionó!".

Grité internamente. Mi ánimo decayó.

"¡¿Cuándo se volvió tan denso?! ¡Antes sin dudas hubiese reaccionado al solo roce de una mujer! ¡Incluso considerándome su hermanita he hecho que se avergüence! ¡¿POR QUÉ NO FUNCIONA AHORA?!".

Me cuestioné con vehemencia en mi subconsciente, mirándolo de forma amenazante al sentirme derrotada.

"A no ser que...".

Una posibilidad llegó a mí. Una explicación sobre la falta o nula reacción de Akiro, y esa era...

"¡SEGURAMENTE LOS ENORMES MELONES DE YUMEKO HAN SIDO EMBARRADOS EN SU BRAZO, POR LO QUE AHORA NO SIENTE NADA CON MIS LIMONES!".

Entré en depresión. Era la única razón viable ante la inexpresividades y actitud estoica que mostraba. Se comportaba como un ser imperturbable a pesar de mis coqueteos.

Una vena se infló en mi frente.

"M-Maldita genética... ¿Por qué te apiadaste de Akina y mamá, pero no de mí?".

Cuestioné. Las dos mujeres de mi familia tenían pechos prominentes, caso contrario al mío.

Respiré hondo y suspiré.

"Guarda la calma, tranquilízate. No todo está perdido. Al menos halagó mi forma de vestir...".

Mi pensamiento fue interrumpido abruptamente al percatarme de un minúsculo detalle.

"Espera un momento... ¡ÉL NO LO HIZO!".

Caí en cuenta. Cuando exigía un halago sentí la mirada de Akina y se me olvidó insistir.

"¡MALDICIÓN! Y ya no puedo pedirle que lo haga porque sería anticlimático".

Absolutamente todo me estaba saliendo mal. Ni cumplidos y mucho menos acelerarle el corazón. Dos de las metas en esta cita fueron rotundos fracasos.

"A esa rubia si le dijiste que lucía hermosa. Eres un maldito infiel".

Agaché la cabeza, derramando una lagrima de frustración. Cada vez se sentía más lejana la distancia entre esa mujer que recién conocía y yo que llevo años siendo amiga suya.

-N-No es nada, Akiro. Sigamos-.

Respondí, decaída.

"¡No! ¡No es momento de que me rinda! ¡Pelea, Sachi! ¡Pelea!".

Declaré con vehemencia, recuperando el ánimo y llenándome de decisión.

Volteé hacia él, frenándolo.

-¡Akiro!-.

Lo nombres, alzándole la voz.

Atendió a mi llamado con cierta sorpresa.

Sonreí y procedí a empezar mi estrategia de seducción más mortal que poseo.

-Akiro... ¿No tienes algo que decirme?-.

Pregunté, guiñándole el ojo mientras posaba mi dedo en el labio inferior de forma coqueta. Akiro ladeó la cabeza con confusión, como si no comprendiera a qué me refería.

-¿Algo que decirte? ¡Oh! ¡Tienes razón! Casi lo olvido-.

Dijo Akiro después de unos segundos, con una sonrisa de disculpa. Cerré el puño discretamente, celebrando mi pequeña victoria.

-Aneko me pidió que te pasara un mensaje. Dijo algo tipo '¡No me decepciones!' o algo así. La verdad, no entiendo a qué se refiere-.

Continuó, imitando de manera exagerada y poco convincente la enérgica forma en que mi queridísima Aneko-Sensei me transmitió el mensaje de apoyo ante mi cita. Sentí cómo una vena se inflaba en mi frente y apreté los dientes debido a la ineptitud y poco tacto que este idiota del que me enamoré tenía ante los sentimientos e indirectas de una hermosa dama como yo.

-¿Solo eso tienes para decirme?-.

Interrogué mientras mi ceja temblaba y sonreía de oreja a oreja de forma amenazante.

-¿Hmm? ¿Esperabas algo más?-.

Cuestionó Akiro, inclinando la cabeza con genuina curiosidad. Suspiré internamente, sintiendo una mezcla de frustración y queja.

"Ah. Parece que va a ser más difícil de lo que creía".

Pensé, tratando de hacer que este estúpido chico que me gusta me vea como una mujer y no como la hermanita de su amiga de la infancia. O mejor dicho, "ex" amiga de la infancia.

Mientras reanudábamos nuestro recorrido, la sensación de ser observada volvió a aparecer. Chasqueé la lengua, mirando a mi espalda.

Ahí estaba una mujer tratando de ser discreta, usando lentes negros, cubrebocas y gorra. No pude evitar soltar una risa sarcástica al verla.

"Idiota, con todo eso luces más sospechosa que sin eso".

Me mofé al ver que todos los transeúntes no le quitaban la mirada de encima a mi hermana en modo incógnito cada vez que cruzaban a su lado. Claramente, alguien vestido de ese modo llamaría la atención.

"No arruinarás mi cita, Akina. Tuviste tu oportunidad, ahora va la mía".

Pensé, sonriendo de forma arrogante y burlona mientras me aferraba aún más al brazo de Akiro, quien seguía sin mostrar señal alguna de incomodidad al recibirlo. Me desesperaba su falta de respuesta.

"¡REACCIONA! ¡SONRÓJATE, INQUIÉTATE O ALGO PARECIDO! ¡SI NO LO HACES SOLO PAREZCO ESTÚPIDA!".

Me quejé con fiereza, sintiendo que la situación se volvía cada vez más frustrante.

El recorrido prosiguió, llevándonos a la plaza comercial de la ciudad. Al entrar, me encontré rodeada por el bullicio de la gente y el resplandor de las vitrinas de las tiendas. No pude evitar sentir una punzada de decepción al ver nuestro destino.

"¿Eh? ¿Plaza comercial? Llevaste a Yumeko a un parque hermoso ¿Por qué me traes a un sitio tan poco romántico como este? ¿Bromeas conmigo?".

La ceja me temblaba mientras expresaba mi desilusión, cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

Esto distaba en demasía a las expectativas que había formado cuando aceptó que saliésemos juntos.

-Akiro, ¿Por qué me trajiste al centro comercial para tener nuestra cita? ¿Fuiste por la salida fácil debido a que no soy femenina como Yumeko?-.

Interrogué con inconformidad, sintiendo que mis expectativas se desplomaban. Akiro me miró con sorpresa, claramente desconcertado por mi reacción.

-¿Uh? ¿No es de tu agrado? Ni siquiera hemos llegado al lugar donde la tendremos-.

Él preguntó mientras su expresión reflejaba genuina sorpresa ante mi evidente descontento.

-Es que... tú y Yumeko fueron a un lugar muy bonito...-.

Inflé mis mejillas y fruncí el ceño aún más, mi voz bajando de intensidad conforme avanzaban las palabras, demostrando mis celos y frustración.

-Ya entiendo, esto parece menos especial si se le compara con eso. La verdad es que, a diferencia de Yumeko, a quien no he podido conocer del todo, contigo sé perfectamente los lugares que te gustan gracias a los tantos años que llevamos conociéndonos. No fue necesario romperme la cabeza pensando a dónde ir. Quizás no sea tan lujoso o elaborado como el lago al que la llevé, pero estoy seguro de que, para nosotros, será igual de especial-.

Me respondió de forma amable y cálida, tanto que hizo que mi corazón saltara y mis mejillas se sonrojaran. Sus palabras resonaron en mi interior, llenándome de una calidez inesperada.

-Vamos, Sachi. Nuestro destino nos espera-.

Declaró, acariciándome el cabello de forma familiar. Agaché la cabeza, disfrutando la caricia. Quizás era algo que un hermano mayor haría con su hermana, pero ese pequeño gesto siempre ha sido de mi agrado.

"Tonto, se supone que yo sea quien acelere tu corazón, no tú a mí".

Pensé, sonriendo de forma temblorosa pero 100% alegre, mientras seguía caminando a su lado, aferrándome a la esperanza de que este día podría ser más especial de lo que imaginaba.

Caminamos varios metros, subimos las escaleras eléctricas y, justo enfrente de nosotros, apareció con claridad un arcade que conocíamos perfectamente.

-¿Lo recuerdas? Aún quedó pendiente quién de nosotros dos es el mejor en el hockey de aire. No planeo irme a Tokyo sin antes decidirlo-.

Akiro se arremangó las mangas de la camisa y sonrió de forma retadora.

No podía salir de mi impresión, negando con la cabeza repleta de desdén, pero en parte sonreía porque me imaginaba algo como eso. No era una cita romántica. No se trataba de un evento inolvidable con luces y fuegos artificiales bajo la luz de la luna.

No, era una cita auténtica que cargaba con el peso emocional que ambos habían imbuido en esa relación de años que hemos construido. Un lugar no tan glamoroso pero que en algún punto de nuestras vidas ha significado más que cualquiera de los otros escenarios anteriores podría siquiera acercarse.

-Fufufu, Akiro, te recuerdo que estamos en empate porque te gané los últimos 7 juegos. Estás oxidado, anciano-.

Me mofé, mostrando mi espíritu competitivo. La familiaridad del arcade me llenó de una alegría genuina y me contagié del ambiente que este nos proporcionaba. Esta no era la cita perfecta según los estándares típicos, pero era perfecta para nosotros que era lo único que importaba.

No tenía sentido fingir ser alguien diferente. ¿Comportarse de forma femenina y coqueta para aparentar algo que no soy? Seguramente eso desagradaría a Akiro, quien siempre ha preferido interactuar con personas auténticas.

Sí, quizás Akiro no me veía como a alguien del sexo opuesto, sino como a alguien de su familia, pero... lograría enamorarlo siendo como soy. No aparentando para conquistarlo. Sin cometer los mismos errores que Akina.

Entramos completamente decididos a la sala de juegos.

Una tarjeta del lugar fue puesta en el mostrador de la persona que atendía.

-Denos 10,000 yenes de créditos, por favor-.

Pedimos al unísono, repletos de fuego en nuestros ojos.

Esa era la cantidad que siempre pedíamos al venir. Normalmente se gastaban en aproximadamente una hora debido a que mi hermana era la que más jugaba y su talento natural en los deportes le beneficiaba en los juegos que requerían portento físico.

El que atendía ladeó la cabeza con confusión por la forma tan vehemente en el que declaramos nuestro pedido, agarrando la tarjeta y pasándola en el lector para transferir esos créditos.

Yo estaba a punto de sacar la mitad del dinero para de ese modo dividir el gasto, pero Akiro me detuvo.

-¿Qué haces?-.

Me preguntó extrañado, posando su mano encima de la mía para evitar que sacase mi cartera del bolso.

-¿Are? Sacaré dinero para que no pagues todo. ¿Por qué?-.

Respondí del mismo modo que él, mostrando mi intención de cooperar en lo que me fuese posible.

-No lo hagas, es mi responsabilidad pagar por lo que gastemos. Estamos en una cita, ¿no es así? Al ser yo quien te trajo aquí, mi deber como hombre es pagarlo-.

Declaró con firmeza.

Mis mejillas y orejas comenzaron a sentir mucho calor debido al extremo sonrojo que sentía. El rubor se extendió rápidamente, y no pude evitar llevarme una mano al rostro, tratando de ocultar mi sorpresa y alegría.

"¡ÉL SÍ ESTÁ TOMANDO ESTO COMO UNA CITA!".

Celebré internamente, casi saltando de alegría. Mi corazón latía con fuerza, emocionada por su declaración.

-¿Te sientes bien?-.

Preguntó Akiro, mirándome con preocupación ante mi reacción.

-S-Sí. Solo estoy teniendo el mejor día de mi vida, eso es todo-.

Respondí con una sonrisa temblorosa. Miles de signos de interrogación imaginarios se formaron encima de Akiro, quien me observaba con una mezcla de confusión y curiosidad.

-¡No es nada! Continuemos con nuestra cita, Akiro-.

Retomé el control de la situación y lo jalé de la mano para dirigirnos al primer juego que, valga la redundancia, jugaríamos. No era capaz de salir de mi emoción, por lo que probablemente se haya notado el entusiasmo que desbordaba mi ser.

El saber que Akiro, mi más grande amor, realmente tomaba esto como una cita y no como una reunión de amigos me llenaba de dicha. Eso significaba que iba por buen camino.

-¡P-Pero el hockey de aire está por allá!-.

Avisó, señalando al otro extremo del arcade.

Yo me frené en seco y volteé.

-No, no, no. Nuestro enfrentamiento se resolverá al final. Primero quiero que me acompañes al resto de atracciones y ganemos muchos tickets-.

Le guiñé el ojo y negué con el dedo índice de mi mano libre, inclinándome hacia adelante.

Sinceramente no tuve la intención de comportarme de forma coqueta. Quizás salió naturalmente por la comodidad que sentía al lado de este tonto que no capta indirectas.

Los ojos de Akiro se abrieron en demasía al verme de ese modo. Pude notar que sus mejillas empezaban a ruborizarse cuando ya había desistido a conseguirlo.

Eso calmó mi alma, alivió mi pecho y llenó de júbilo mi corazón.

-Al fin hice que te sonrojaras-.

Señalé, recuperando la postura y mover a un costado la cabeza, permitiendo que los mechones de mi cabello también siguieran la dirección a la que la dirigí.

Akiro se rascó la nuca y desvió la mirada, preparándose para responder.

-Fue difícil no hacerlo ¿Sabes? Desde que nos reunimos en el parque lucías realmente hermosa, tanto que se me complicó mantenerme a raya y no verte demasiado con el temor de hacerte sentir incómoda. Además, los constantes roces de tu pecho a mi brazo mientras me abrazaba causaban que se me acelerara el corazón, por lo que tuve que apagar la mente y no sucumbir. Pero ahora que te veo así de bella siendo iluminada por las tenues luces del arcade, me es imposible seguir fingiendo que no soy consciente de ti...-.

Mi agarre vaciló y lo solté, pasmada por lo que recién escuché.

La temperatura de mis mejillas y orejas aumentó drásticamente, tanto que no fui capaz de ocultarlo.

-¿E-Eres consciente de mí...?-.

Interrogué con mi voz a punto de quebrarse.

-No hay hombre en la tierra que pueda pasar tanto tiempo con una mujer ajena a su familia sin considerarle como tal en algún punto-.

Respondió, cerrando los ojos y aumentando la incomodidad entre nosotros.

-P-Pero no sabía cómo lo tomarías...-.

Añadió.

Agaché la cabeza y mi cabello quedó colgando. Si antes estaba feliz ahora estallaba de una alegría incomparable.

"Solo estaba conteniéndose. Sí me ve como alguien del sexo opuesto".

Repetí, sonriendo ampliamente y retorciéndome de lado a lado.

-Sachi p-por favor no te mantengas en silencio después de que dije algo extremadamente vergonzoso-.

Pidió. La pena se notaba en su voz al dificultársele hablar con claridad y fluidez.

-Akiro... no tienes idea del efecto que tus palabras tienen en mí. Dame un segundo para recuperar la calma. No eres el único que tiene complicadas las cosas. Y si no fuera suficiente, desde que cambiaste de look no he podido verte a la cara sin inquietarme. Sé consciente de ti mismo también, tonto-.

Expresé, viéndolo de reojo para que no se enterara del estado vulnerable en el que me hallaba después de varios golpes críticos a mi corazón de doncella enamorada.

Permanecimos en silencio sin emitir ruido o movimiento. Estábamos afrontando la extrañeza de esta situación donde recién nos enteramos de que nos vemos como alguien del sexo opuesto luego de una vida de pensar lo contrario.

Sea como sea, yo no podría ser más feliz. Tantos años he aceptado el papel de hermana menor y que ahora que he decidido escalar puestos me diga que nunca fui solo eso para él ha traído aún más determinación en mí.

Pasaron los minutos y retomamos la cita.

-V-Vamos-.

Akiro extendió su mano y yo la sostuve sin pensarlo.

Nos dirigimos al primer juego y la incomodad poco a poco se disipó hasta desaparecer por completo.

Creo que esto fue necesario. Aclarar las intenciones y las probabilidades de que nuestras expectativas sean cumplidas. Comprender el papel que el otro tiene en nuestras vidas.

Lo sucedido durante los juegos no fue nada fuera de lo normal.

Intentamos encestar el balón, pero ambos éramos extremadamente malos. Nuestros lanzamientos apenas lograron juntar 5 tickets en varios intentos, y solo conseguimos 5 puntos entre ambos, lo que se traducía en 5 tickets canjeables. A pesar de nuestra falta de habilidad, nos reímos de nuestras torpezas y celebramos cada vez que alguno lograba meter la bola en la canasta, aunque fuera de milagro.

Luego pasamos al boliche, donde ninguno de los dos era capaz de cargar con las pesadas bolas. Mis brazos apenas podían levantar la bola hasta la pista, y Akiro luchaba por mantener el equilibrio al lanzar. Cada vez que derribaba algunos pinos, yo lo animaba emocionada, y él respondía con una sonrisa de agradecimiento. Aunque ninguno logramos una chuza, nos divertimos haciendo el intento.

Después, decidimos probar suerte en el juego de golpear al topo. Para mi sorpresa, Akiro resultó ser extremadamente bueno en eso. Golpeaba los topos con precisión y rapidez, acumulando una puntuación impresionante que me dejó asombrada. Sus movimientos eran rápidos y certeros, mientras yo intentaba seguirle el paso con menos éxito, pero ambos disfrutamos del desafío y de la competencia amistosa entre nosotros.

-¡Si el juego solo involucra mis reflejos y no mi fuerza, soy imparable!-.

Vociferó con júbilo mientras movía el mazo a gran velocidad, golpeando a los topos antes de que estos salieran.

-¡Wooooo! ¡Son 300 tickets! -.

Celebré, viéndolos salir de la máquina uno tras otro sin aparente fin.

-Tenemos que juntar 200 más-.

Declaró Akiro mientras tomaba aire.

-¿Por qué?-.

Pregunté con curiosidad mientras guardaba los tickets.

-Si no mal recuerdo en la tarjeta debe de haber aproximadamente 4495 tickets que he acumulado en las múltiples visitas a este arcade. Si alcanzamos los 5000 podremos canjearlos y obtener eso-.

Su mano se levantó, señalando un enorme peluche que rebasaba mi altura por unos cuantos centímetros. Era un oso café y enorme que podría considerarse un premio mayor. Sin embargo, a mis ojos, no se trataba de algo que quisiese poseer.

-¿Para qué lo quieres? No sabía que te gustaban esas cosas, Akiro. Supongo que aún eres infantil. ¿Pero no te has puesto a pensar en lo desventajoso que sería transportarlo? Vinimos a pie por lo que un peluche de ese tamaño llamaría mucho la atención-.

Me mofé, creyendo que su meta era un poco infantil y señalando las contras de elegirlo.

-¿Are? ¿Es así? De cierta manera tienes razón, podría ser contraproducente ir por la calle con eso. Aunque no planeaba ganarlo para mí, sino para ti, Sachi. No obstante, si consideras que...-.

-¡PERO CREO QUE AUNQUE SEA DESVENTAJOSO TRANSPORTARLO, QUISIERA TENERLO!-.

Lo interrumpí de repente antes de que sugiriera el cancelar la adquisición de ese premio.

-¿En serio? Hace un segundo tú...-.

-¡Ya me imagino durmiendo con él! Ha de ser muy cómodo abrazarlo. Además, puedo usarlo como almohada o sillón en donde sea que lo lleve ¡Lo quiero, lo quiero, lo quiero!-.

Nuevamente evité que hablara. Tonto, entiende el ambiente. Ahora lo deseo porque será un regalo de tu parte.

-Hace un segundo...-.

-¡No vivas del pasado! Ahora hay que conseguirlo-.

Por tercera ocasión le impedí hablar.

Akiro suspiró, cediendo a la solicitud y cesando sus intentos de argumentar en contra.

Tronó su espalda y los huesos de sus dedos, poniendo el mazo en su lugar y mostrando su determinación.

-Supongo que he de cumplir tu deseo, Sachi. Así que acompáñame en esta travesía-.

Extendió la mano, luciendo varonil. Mis ojos brillaban de felicidad al oír sus palabras.

¡Qué genial se ven los hombres cuando actúan decididos!

Proseguimos con la recolección de tickets en el resto de los juegos del arcade. El primer lugar que visitamos posterior al golpear al topo fue una consola que incluye dos escopetas.

La meta del juego es dispararle a los zombis que aparecerán en la pantalla y conforme los mates obtendrás un ticket.

Ambos tomamos nuestras armas y nos pusimos manos a la obra.

Dado que esto dependía en demasía de la capacidad de reacción en vez de la habilidad física, sobra decir que tuvimos un desempeño sobresaliente.

Yo disparaba a gran velocidad conforme lo segundos pasaban. Teníamos menos de 5 minutos para matar la mayor cantidad posible.

Incluso asesinaba a los que se cruzaban del lado de la pantalla de Akiro porque llegó el punto en que no aparecía ninguno donde me hallaba.

"Fufufu ¡No he fallado ningún disparo! Seguramente lo he impresionado".

Busqué su aprobación y admiración con un vistazo rápido, pero él estaba sumamente concentrado en terminar con el resto de monstruos.

Sonreí. Luce lindo cuando se centra tanto en algo de su interés. Esa parte suya también me encanta.

De ese modo obtuvimos 50 tickets.

Después, pasamos al juego de simulación de carreras. La forma en que Akiro manejaba el volante era envidiable. Sus movimientos eran precisos, casi elegantes, como si fuera uno con la máquina. Yo apenas podía mantener la vista en la pantalla, fascinada por su destreza.

"Ah~. Ya me imagino a los dos yendo en auto sin rumbo fijo mientras me toma de la mano concentrado en el camino".

Comenzaba a fantasear con ese escenario, sintiendo un calor agradable en las mejillas.

Ahí obtuvimos 120 boletos más, sumando 170 de los 200 que nos faltaban.

-Muy bien. Solo nos quedan 40 créditos y 30 tickets. El hockey de aire consume 30, por lo que tendremos que usar los diez restantes en la ruleta con el riesgo de quedarnos sin premio-.

Avisó Akiro, su voz calmada pero con un toque de preocupación.

-¡Permíteme girar la ruleta! Hoy me siento afortunada-.

Le dije confiada, guiñándole un ojo mientras le arrebataba la tarjeta y corría hacia la ruleta.

Pasé la tarjeta y los créditos fueron cobrados. Una enorme palanca al costado de la máquina se liberó y la sostuve con las dos manos, sintiendo su peso y la promesa de un posible premio. Cerré los ojos un momento, pidiéndole a los dioses que me dejaran ser feliz en este día tan especial.

La tiré hacia abajo con todas mis fuerzas y la ruleta comenzó a girar. Los números pasaban rápidamente frente a mis ojos.

10... 50... 10... 200... 5... 15... 0... 30...

-¡Vamos, vamos!-.

Murmuré, casi en un susurro, mis manos sudorosas de anticipación.

La rueda fue deteniéndose lentamente hasta caer en... 0.

-¡NO ME ARRUINARÁS EL DÍA, MÁQUINA!-.

Grité y le di un fuerte golpe a la máquina y, para mi sorpresa, el movimiento continuó. La ruleta se detuvo en... ¡30!

-¡GENIAL!-.

Celebré, saltando de la emoción. Los boletos comenzaron a caer uno a uno, como si nunca fueran a terminar.

-Wow, quien diga que la fuerza bruta no resuelve problemas miente-.

Comentó Akiro de forma sarcástica, agachándose conmigo para recolectar los boletos.

-¡Fufufuf! ¡Alábame! ¡Soy una increíble mujer!-.

Pedí, inflando mi pecho con orgullo.

-¡Oh gran Diosa Sachi! ¡Usted es majestuosa!-.

Respondió, imitando un tono reverente.

Seguido de ese breve acto soltamos carcajadas.

-Supongo que falta el hockey y podremos irnos. Aunque no lo creas, han pasado casi dos horas-.

Recordó Akiro.

-Soy consciente de ello. ¿A dónde planeas llevarme después? Debes tener en cuenta que cargaré con ese animal de allá-.

Pregunté la continuación de nuestra cita una vez finalizadas las actividades en el arcade mientras señalaba el enorme peluche por el que canjearíamos los 5000 tickets.

-No pensé muy a futuro. Quiero que las cosas fluyan con naturalidad-.

Contestó tranquilamente.

Intercambiamos miradas, estando en mutuo entendimiento y complicidad, antes de disponernos a continuar con nuestro día.

La falta de planificación era clara. No obstante, en nuestro caos particular, no era necesario.

Vaya a donde vaya, si él está conmigo, será el mejor lugar del mundo.

Las horas pasaron, y el anochecer nos recibió con su suave manto de estrellas y luces de la ciudad.

-Sigo sin poder creer que justo cuando estaba a punto de ganarte, el disco se salió del tablero y el tiempo se acabó. ¡Arruinaste mi racha de victorias!-.

Exclamé, fingiendo enojo.

-¿Cómo fue eso mi culpa?-.

Respondió Akiro, levantando las manos en un gesto de inocencia.

Discutíamos por el juego de hockey de aire. El resultado fue un empate ya que los 7 discos con los que disponíamos fueron insuficientes al perder el último en la situación antes mencionada, por lo que el juego no se decidió y no hubo ganador.

-Además, si no fuese suficiente, al ir al cine tuvimos que comprarle boleto a Mr. Aki-.

Añadí, alzando el enorme peluche de oso en mis brazos.

-Tiene sentido. No podían guardarlo en el almacén por su tamaño-.

Pensó él en voz alta.

Caminábamos por las calles animadas de Chiba, pero poco a poco nos alejábamos de las zonas más concurridas, disfrutando de la tranquilidad de las calles menos transitadas.

-Por cierto, ¿de dónde viene el nombre?-.

Me preguntó.

-Por ti, tonto. Aki, Akiro, solo lo acorté-.

Respondí, sonriendo y abrazando con mayor fuerza mi regalo.

-E-Entiendo-.

Titubeó y se sonrojó ligeramente, evitando el contacto visual.

-Fufufu, ¿qué sucede? ¿Acaso te pone nervioso que duerma con él en las noches? ¿Tienes celos? ¿Quisieras ser Mr. Aki?-.

Me mofé en busca de su nerviosismo.

-¡P-Por supuesto que no!-.

Replicó con fiereza.

-Fufufufu, tu cara te delata-.

Continué, disfrutando de su incomodidad.

No tardamos mucho en llegar a mi casa, quedando justo frente a la puerta. Sentí satisfacción al cumplir la mayoría de mis objetivos en la cita, y tristeza por el día que había terminado. Sin embargo...  también esperaba ansiosa lo que vendría después.

No obstante, tuve una ligera incomodidad una vez aquí.

"Es extraño. Después de seguirnos en el tramo hacia el centro comercial, no volví a sentir su mirada ¿Qué planeas, Nee-Chan?".

Pensé, un poco consternada por el repentino desinterés y cese del acoso de mi hermana durante mi cita.

Eché un vistazo rápido al interior de la casa y las luces estaban encendidas.

¿Estará en la cocina como ayer? ¿Planea emboscarme del mismo modo que la noche anterior?

Muchas preguntas se formulaban en mi cabeza, pero no tenía tiempo para atenderlas.

Retomé la atención a la persona con la que me hallaba.

-Muy bien Akiro. He de admitir que fue divertido y disfruté mucho de la cita. Pero hay un par de observaciones que he de hacer. La primera es que incluso a mí, siendo como soy, me gustaría que me trates como a una dama de vez en cuando, por lo que ser llevada a un arcade en la primera cita es claramente una falla que no puedo pasar por alto y que resta diez puntos a la calificación-.

Señalé el primer error, viéndolo con picardía y severidad.

-¿Eh? ¿Diez puntos?-.

Esto lo sorprendió. No lo culpo, estoy siendo severa y repentina con esto.

-Ademas, no me permitiste ganar en el hockey de aire. El actuar como un caballero es imprescindible ante una doncella como yo, por lo que era tu deber cederme la victoria. Eso te resta cuarenta puntos más-.

Añadí, cruzada de brazos, todavía molesta de no salir victoriosa en nuestro enfrentamiento.

-Prácticamente he perdido cincuenta puntos, si la calificación es en base a cien significa que he reprobado ¿No?-.

Preguntó, poniendo cara de póker ante lo crítica que estaba siendo. Decidí solo ignorarlo y proseguir.

-Y si eso no fuese suficiente... ¡TARDASTE EN HALAGAR MI ATUENDO! ¡LA PENITENCIA ES QUE SE TE RESTEN QUINIENTOS PUNTOS!-.

Exclamé, exagerando mi molestia y reclamándole airadamente.

-¡O-Oye! ¡Si la cita no te gusto solo dilo! ¡No tienes que...!-.

Posé el dedo índice en sus labios para silenciarlo y detener en seco su propio enojo.

-Pero... me hiciste sentir especial al ir a un lugar que significa tanto para mí. Me conseguiste este recuerdo de nuestra primera cita y pude sostener tu mano en público como si fuésemos una p-pareja... por lo que no tengo mas opción que felicitarte. ¡Te doy mil millones de puntos! ¡Has aprobado con honores!-.

Declaré bajo la luz de un farol, abrazando al oso y asomándome a un lado de su gran cuerpo con una amplia y alegre sonrisa.

Fue entonces que adopté una actitud maliciosa para lo que vendría a continuación.

-Y como tuviste una calificación aprobatoria, eres meritorio a un premio-.

Añadí, extendiendo mis manos con el peluche hacia él.

-¿Podrías sostenerlo por mí? Tengo un regalo para ti en mi bolso y no puedo sacarlo con las manos ocupadas-.

Declaré, pidiéndole apoyo en esto.

Akiro sin dudarlo lo hizo y lo levantó para que las patas no tocaran el suelo y se ensuciaran, provocando que cubriese la mayoría de su rostro e impidiéndole ver delante suyo. Esa era mi oportunidad.

Fingí rebuscar en el bolso, haciendo ruido con lo que se hallaba en su interior para que el sonido de los pasos que daba para acercarme a él no fuesen oídos.

-¿Aún no lo encuentras?-.

Interrogó ante la tardanza.

-Ya lo encontré. No es nada del otro mundo, así que espero que lo valores-.

Él hizo caso, moviendo a un lado el enorme peluche y mostrando su rostro. Cuando el oso no cubría su cara, me puse de puntillas para reducir la distancia entre nosotros y pude notar su sorpresa al ver mi rostro tan cerca del suyo. Fue entonces que...

*Mua*

Le di un beso.

La suavidad de mis labios contactando con los suyos hizo BOOOOM en la mente de Akiro.

Ese era mi primer beso...

Fue fugaz, efímero. Un simple roce entre nuestros labios el cual fue roto al dejar de estar de puntillas.

Un solo segundo, pero la sensación era imborrable.

Tomé el peluche de vuelta y me separé de Akiro.

-Esa es tu recompensa ¡¿A-Alguna objeción?!-.

Le cuestioné, claramente avergonzada por lo sucedido.

-¡S-Sachi!-.

Me nombró Akiro, aún sorprendido y sin dar crédito a lo que acababa de hacerle. Se cubría la boca con el antebrazo.

-Entiende, Akiro. No soy tu hermanita ni una mera amiga de la infancia ¡Soy una mujer enamorada de ti! ¡Así que más te vale verme como tal y no creer que la única candidata a ganarse tu corazón es esa oxigenada! ¡Yo también estoy en esta competencia!-.

Confesé vehementemente, dándome la vuelta luego de retroceder un par de pasos y entrando a mi casa a las prisas, dejando al hombre que siempre he amado afuera, pasmado ante la escena.

Corrí a las prisas a mi habitación. Todavía tocando mis labios entumecidos con la yema de mis dedos.

Al entrar, tiré a Mr Aki a mi cama y me tiré encima de él.

Ya estando sola y en total privacidad, caí en cuenta de lo que hice.

-Y-Yo... ¡YO BESÉ A AKIRO!-.

Grité con júbilo y a punto de romperme a llorar de la emoción. Mi corazón latía  con tanta fuerza que sentía que en cualquier momento saldría de mi pecho.

Ahora sin dudas entendería lo que siento por él.

Sin embargo, no tomé en cuenta que el volumen de mi celebración pudo haber alcanzado a mi querida hermana...

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