Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Volumen 2. Capítulo 11. Mi corazón sanó un poco.

La noche por fin había caído en la ciudad.

Las luces alrededor de las calles se encendían una a una a consecuencia del escondite del sol, convirtiendo a Chiba en un espectáculo multicolor y avivando  cada rincón de la misma.

Yo, Akiro, recuperé la calma después de lo sucedido con Akina hace menos de diez minutos gracias a, bueno, la bella chica que sostenía mi brazo en este momento.

Yumeko se aferraba a mí, como ya era costumbre, mientras caminábamos de regreso a mi hogar. Ahí sería donde nos quedaríamos esta noche debido a que por alguna razón ella no deseaba ir a su casa.

No, no soy tan idiota como para ignorar ese asunto. Estoy seguro de que la razón por la que no deseaba volver es para pasar tiempo conmigo. En otras ocasiones esa sería una posibilidad que desecharía, pero con lo que hizo hoy me es imposible seguir menospreciando su sentir.

Y hablando sobre mis propias emociones... supongo que no estar avergonzado al ser abrazado por ella habla por sí mismo.

Ya no me apenaba el contacto físico tan cercano, al contrario, era agradable y cálido.

Obviamente esto se debía a la impresión que quedó en mí luego de lo que hizo. O, sea, defenderme de quien claramente me dejó en un estado de shock al verla.

No solo eso, incluso la golpeó.

Jamás me imaginé que Yumeko actuaría de ese modo ni mucho menos comprendería mi trauma hacia Akina sin siquiera contarle nada.

¿Qué es esta sensación en mi pecho? Cada que recuerdo lo ocurrido mi corazón se acelera sin razón aparente.

-Akiro ¿Te sientes bien?-.

Yumeko preguntó, inclinando la cabeza a un costado y mirándome fijamente con preocupación.

Y el ritmo cardiaco acelerado se intensificó. Les juro que mis ojos están fallando también porque cada que la miro pareciera que brillara.

Me limitė a sacudir la cabeza para reaccionar.

-S-Sí. Estaba divagando en mis pensamientos-.

Respondí de forma nerviosa y esto se notó en mi voz.

-Ya veo. Si necesitas algo no dudes en pedírmelo-.

Ofreció de forma cálida, juntándose más a mi costado.

Mis mejillas se sonrojaron intensamente ante esto. No me acostumbro al contacto físico a pesar de que ahora mismo sea tan agradable. Hay un rango de tolerancia dentro mío y lo acaba de rebasar.

Sin embargo, ahora mismo... no deseo separarme de ella aún si eso significa que el corazón se me acelera cada segundo.

-Yumeko, lamento mucho que nuestra cita haya sido arruinada-.

Declaré. Esta disculpa ha estado resonando en mi cabeza desde hace un par de minutos. Ella estaba realmente emocionada de conocer lugares nuevos en Chiba conmigo a su lado y debido al encuentro con Akina y las perras 1, 2 y 3 ya no fue posible. Seguramente piensa lo mismo, pero no lo comunica a consecuencia de mi estado anterior.

O al menos eso creía hasta que recibí su respuesta.

Yumeko negó con la cabeza lentamente. Sus largas pestañas se unieron al cerrar los ojos y una sonrisa se dibujó en su bello rostro.

-No es así. No se arruinó en lo absoluto-.

Expresó.

No negaré que eso me confundió.

-¿A qué te refieres?-.

Interrogué para conseguir que se explique.

-Gracias a lo sucedido pude ayudarte. Por primera vez desde que nos conocimos pude ser yo quien te apoyara, quien te rescatara. Estuve contigo en un momento difícil como lo hiciste el día en que nos conocimos y en nuestra cita en el acuario. Tan solo haber vivido esa experiencia ha convertido esta cita en la mejor de todas-.

Reveló, frotándose a mi costado como si de un dulce y cariñoso gato se tratase.

Mis mejillas nuevamente se sonrojaron ante tal revelación.

¿Eso es lo que siente por mí?

-¿Ahora sí me crees cuando digo que te amo?-.

Cuestionó, sacándome de la impresión.

-¿Eh?-.

Fue lo único que pude expresar como respuesta a su pregunta.

Sus labios se despegaron para explicarse. No sé porque, pero ahora mismo cada diminuto gesto que hacía lucía extremadamente lindo ¿La estaré viendo con ojos de amor?

-No soy una tonta, Akiro. Desde que nos reencontramos en Tokyo me di cuenta de que no te emociona la idea de salir conmigo. Estoy consciente de que te asustó lo directa que soy ¿Cómo no hacerlo? Prácticamente me aventé a ti y dije que te amo, que eras mi príncipe, a tan solo una semana de conocernos. No obstante... no sabía cómo actuar. Esta emoción dentro mío fue tan repentina que no tengo idea de cómo lidiar. Quiero que sientas lo mismo que yo y que tú aceptes lo mucho que te amo, lo que me ha llevado a ser impulsiva y extremadamente sincera. Deseo convencerte de que no se trata de un juego o delirio... yo en verdad te amo, Akiro-.

Contestó de forma elocuente sin despegarse ni un segundo de mi brazo. Sus ojos se iluminaban conforme las palabras transcurrían y poco a poco levantaba la cara para mirarme fijamente.

-Seguiré demostrándote que no es falso. Te mostraré que en mi interior reside un amor puro hacia ti-.

Adicionó, soltando mi brazo y sosteniéndome ambas manos, jalándolas y dirigiéndolas a su pecho, poniendo encima las suyas.

Su corazón latía intensamente. Debido a la cercanía de mi piel con su pecho era fácil sentirlo.

Mis ojos se abrieron en demasía. No daba crédito a que en menos de un mes esta ola de sentimientos fuesen reales. Me costaba convencerme de que esto no era una mentira y eso Yumeko lo sabía perfectamente.

Si la aceptaba corría el riesgo de que la emoción inicial fuera desapareciendo y que al final me abandonara.

Yo... dudaba.

-En tus ojos hay miedo a salir lastimado nuevamente. Es por eso que no quiero obligarte a nada. No busco que me correspondas ahora o mañana. Yo esperaré hasta que por fin mi príncipe roto esté armado. Es más, yo seré quien una cada pequeño pedazo de él para que vuelva a sentirse completo. Solo... dame la oportunidad de quedarme a tu lado para hacerlo-.

Como si me leyera tal cual un libro abierto, identificó lo que sentía.

Sus palabras eran una explosión de ternura sin fin. El calor en mejillas y orejas no abandonaba mi cara.

Una suave brisa cruzó.

Su cabello se ondeó en dirección de esta.

A pesar del aire cruzando a su costado, ella continuó mirándome fijamente con esa hermosa sonrisa.

"¿Puedo confiar en ella?".

Me cuestioné. Pero esa duda no duró ni un segundo en mi cabeza.

El calor de mis manos al ser envueltas por las suyas me gustaba mucho.

Su determinación no daba lugar a dudas ni propias y mucho menos ajenas.

¿Cómo dudar cuando enfrente tuyo tienes el mayor acto de sinceridad existente?

-Yo... esperaré ansiosamente a que eso suceda, Yumeko-.

Respondí.

Creí en ella. Esa fue la decisión que tomé. Le daré la oportunidad y sé que no me lastimará.

¿Por qué estoy tan seguro? No lo estoy. Llámalo corazonada, pero... dudo que alguien que pueda sonreír con tal sinceridad sea una mala persona o que siquiera pueda mentir.

"Entrego mi corazón a una chica que conocí hace menos de un mes. De ser el yo de antes seguramente el solo considerar hacerlo sería una locura. No obstante, ya no soy ese Akiro y no deseo serlo".

Pensé.

Puedo equivocarme o estar en lo correcto. Es una moneda al aire.

Aún así...

"Vale la pena correr el riesgo".

Concluí.

Respiré profundamente para recolectar valor. A pesar de que dijo que la cita no fue arruinada, esto no podía acabar así. Ella no merecía que esto terminara de ese modo.

Era hora de tomar la iniciativa.

-Sé que desde tu punto de vista fue una buena cita. Pero quiero compensártelo. Hay un lugar al cual podemos ir-.

Expresé y la sostuve de la mano, nuestros dedos se envolvieron y dí un paso adelante.

-¿A-Are?-.

Esto pareció sorprenderla.

-Ven conmigo, Yumeko-.

Dije, sonriéndole.

Ella abrió la boca ligeramente al igual que sus ojos y, aunque me di la vuelta para mirar el camino por el cual la guiaría, vi de reojo que se ruborizaba.

"Yumeko... ¡ERES JODIDAMENTE ADORABLE!".

Grité internamente, dirigiéndonos a nuestro destino.

No sé qué es lo que siente en este momento. Pero si quiere que la deje entrar a mi corazón ¡Se lo permitiré!

Los minutos pasaron y conforme nos acercábamos al lugar que tenía en mente, la expresión de la hermosa chica rubia detrás mío cambiaba de confusión a impresión.

Sin dudas ya se percató del sitio al que la llevo.

No fue hasta que me detuve en la entrada de este mismo que habló.

-Aquí fue donde...-.

-Sí. Es la cafetería a la que me trajiste después de ayudarte en la calle. No pudimos disfrutar de nuestras bebidas en esa ocasión y nuestra relación no era tan amistosa como ahora por lo que tuvimos una mala experiencia. Cambiemos eso, Yumeko-.

Le respondí casi de inmediato.

-Andando, entremos-.

Adicioné, abriéndole la puerta para dejarla pasar de primero.

Ella asintió, tomando los bordes de su falta y dándome una pequeña reverencia.

-Muchas gracias por tu amabilidad, mi príncipe-.

Dijo, simulando ser una mujer de la realeza.

Quisiera poder actuar de ese modo para seguirle el juego pero hay cosas que ni enamorado haría.

Nos sentamos. Ordenamos nuestras bebidas. Conversamos y nos reíamos.

Está visita distaba en demasía a la primera. No había que ser un genio para saber porqué.

Los minutos transcurrían hasta convertirse en horas. Nuestras tazas de café se vaciaron y solo nos dedicamos a charlar.

Adoraba escuchar su voz. Me encantaba la atención que me prestaba al hablar y disfrutaba observarla cuando era su turno de hacerlo.

Cuando no quedaba nada que decir, permanecimos en silencio, mirándonos el uno al otro.

-Yumeko, gracias-.

Le agradecí desde lo profundo de mi corazón.

-No es nada-.

Respondió. No necesitaba una explicación para comprender mi agradecimiento.

No conoce la situación tensa entre Akina y yo y, a pesar de eso, me apoyó.

Si ha sido así de sincera conmigo, mi deber es corresponderle del mismo modo.

-Akina. El nombre de la chica a la que golpeaste es Akina-.

Declaré.

-Yo temía que nos reencontráramos. Me aterraba la idea de estar enfrente de ella. Actúe como un cobarde y la evité porque trataba de convencerme que lo que aún dio entre nosotros no me afectaba, pero terminé hiriéndome al continuar con esa absurda idea. El miedo estaba a punto de consumirme y tú fuiste quien me salvó-.

La miré directamente y su rostro no me juzgaba.

No expresaba dudas ni indagaba más. Solo me mostraba apoyo incondicional.

-Algún día tras contaré la historia que tenemos-.

Adicioné.

-Seguiré a tu lado cuando eso suceda-.

Respondió, acariciándome suavemente las manos.

Terminamos de conversar. Nos levantamos de los asientos y caminamos hacia la salida después de pagar la cuenta.

Era hora de partir.

-Yumeko-.

La nombré.

-¿Sí?-.

Atendió a mi llamado.

Le sonreí y señalé a un costado.

-Cuidado. Piso mojado-.

Comuniqué, apuntando al letrero en el suelo.

-Fufufufufu-.

Yumeko empezó a reírse ante mi inofensiva broma. Era difícil olvidar que casi se va de espaldas al resbalarse tras perseguirme la primera vez que vinimos.

-No me preocupa-.

Dijo.

-Porque...-.

Se acercó a mi oído. Mi piel se erizó ante esto.

-Sé que si estuviese en esa situación otra vez, tú volverías a salvarme-.

Me susurró al oído, separándose tras esto y guiñándome el ojo.

"Es realmente adorable".

Pensé por segunda vez.

Nuestra cita llegó a su fin. Hubo contratiempos, experiencias desenterradas, sentimientos extraños y participantes inesperados. Y, a pesar de eso, la disfruté mucho.

Regresamos a mi casa, donde Sachi, Ren, Aneko y mis padres nos esperaban.

Supongo que recibiré un sermón por parte de papá y mamá porque les dije que volvería a las 9 pm y ya son casi las 10 pm.

Sinceramente vale la pena recibirlo.

Nos subimos al tren, sentándonos juntos. Ella no soltó ni un segundo mi mano.

Al bajar, caminamos un par de metros como ya era costumbre. Dimos la vuelta en una esquina y avanzamos hacia nuestro destino.

Fue en ese instante que visualizamos a una chica enfrente de la entrada de mi casa.

Se trataba de Akina...

-Estoy contigo-.

Dijo Yumeko, creyendo que me congelaría de nuevo.

Lo aprecio, no obstante, no sucederá dos veces el día de hoy.

Retomamos nuestro andar. El sonido de las pisadas hizo que Akina volteara a nuestra dirección.

-¿Akiro?-.

Me nombró. Sus ojos brillaron cuando me miró a escasos centímetros de ella.

Sin embargo, ese rasgo desapareció cuando vio a Yumeko.

Luego dirigió su atención a nuestras manos, las cuales continuaban enlazadas.

-A-Akiro...-.

Repitió mi nombre.

Yo caminé a la entrada de mi hogar.

Ella sacudió su cabeza para salir de la impresión.

-¡Akiro yo...! ¿Eh?-.

Cuando estaba por hablarme... crucé a su costado, ignorándola. Esto pareció tener un fuerte efecto dentro suyo.

No necesito una explicación. No quiero oírla.

¿Vengarme? ¿Para qué? Desde que nos separamos mi vida ha pintado mejor.

Esos deseos de venganza son solo el constante recuerdo de que estoy atado al pasado. Si no los suelto, solo perderé lo que el presente me ha regalado en las últimas semanas y no tendré las manos libres para recibir lo que venga del futuro.

Es hora de superarte, Akina.

Saqué las llaves de mi bolsillo, abriendo la puerta.

Akina continuaba viéndome. Podía sentir su mirada en mi espalda. Pero no hablaba ni intentaba detenerme, quizás debido al shock.

La perilla se giró, las bisagras rechinaron y di un paso al interior.

-Estoy en casa... ¡Puah!-.

Al avisar de mi llegada, fui tacleado y tirado al suelo.

-¡¿LE HICISTE ALGO INDECENTE A LA OXIGENADA?!-.

Se trataba de Sachi, quien estaba encima de mi pecho y agarrando el cuello de mi camisa.

-¡NO ME HIZO NADA DE ESO! ¡Y SOY RUBIA NATURAL!-.

Replicó Yumeko.

Volví al caos entre estas dos chicas extremadamente problemáticas.

Pero es un caos en el que deseo seguir presente.

Sachi, por un momento, dejó de mirarme y vio hacia la puerta donde Akina permanecía de pie.

-Sachi...-.

Akina la nombró, pasmada.

Hicieron contacto visual y... ¿Sachi le sonrió?

Yumeko cerró la puerta, terminando de ese modo con su visita.

No insistió ni llamó al timbre, solo se esfumó.

No sé qué sucederá a partir de hoy. Pero siento que mi corazón sanó un poco.

Y, quizás, el de Akina se agrietó...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro