Volumen 1. SS. ¿Dónde surgió ese raro sentimiento llamado amor? Parte 1.
Hola, mi nombre es Sachi Takahashi y soy la hermana menor de Akina Takahashi. Actualmente tengo 15 años y estoy aquí para contarles la historia de mi primer gran amor.
Sí, mi primer gran amor. Su nombre es Akiro Itō y es mi amigo de la infancia.
Lo conocí cuando apenas cursaba el jardín de infantes. Fue gracias a la relación que formó con mi hermana Akina al coincidir en la escuela primaria después de mudarnos de casa, ciudad y estilo de vida.
Venimos de una ciudad lejana a la que vivimos actualmente. Antes residíamos en la ciudad de Narita, en la prefectura de Chiba. Mi padre trabajaba en una empresa allí y un día llegó emocionado a nuestra casa, diciendo que lo habían ascendido y que su nueva sede de trabajo sería Chiba, donde tendría un puesto importante. No recuerdo los detalles exactos porque tenía solo 5 años en ese momento, por lo que mis recuerdos son difusos.
En fin, dado que mi papá no podía dejar pasar esa oportunidad laboral, aceptó el puesto y nos mudamos.
Vendimos la casa y nos mudamos.
Hubo opiniones divididas debido a esto, ya que, a diferencia de mí, que aún no era consciente de mi entorno, Akina tenía muchos amigos en Narita, tanto así que era famosa en la ciudad como "la niña más adorable y amable". El cambio le afectó más que al resto de nosotros. Sin embargo, al final, no tuvo otra opción que resignarse, despedirse y partir.
Yo terminé la mitad final de mi último año de jardín de infantes en esa ciudad, y ella comenzó el tercer año de primaria medio año después de que el curso hubiera comenzado.
Es difícil comparar el cambio de clases entre un niño de 5 años y una niña de 8 años. Por eso, mamá y papá temían que no se adaptara correctamente.
Sin embargo, a diferencia de lo esperado, ella regresó del primer día de clases con una gran sonrisa en el rostro.
Mentiría si dijera que recuerdo el relato exacto, pero lo que no olvidé fue la emoción que emanaba.
Resulta que conoció a un chico amable que la ayudó a no sentirse avergonzada durante las clases de matemáticas.
Mis padres se alegraron por eso y le dijeron que había hecho un nuevo amigo rápidamente.
El chico del que nos habló ese día fue... Akiro.
Sin saberlo, ese día todo comenzó.
Los días pasaron y cada día regresaba con cientos de historias sobre ese amable compañero.
Inevitablemente llegó el día en que mis padres quisieron conocerlo.
Mientras volvía del jardín de infantes con mamá, en la entrada de la casa nos esperaban mi hermana y él.
Lo observé y, en primera instancia, no pareció ser nada fuera de este mundo.
Cabello negro, uniforme arrugado, cuerpo delgado y... sus ojos... esos ojos daban miedo. Su mirada aterraría a cualquiera.
Tenía ojeras y carecía de brillo; incluso me cuestioné si no era un zombi de esas películas de terror que Akina me obligaba a ver desde pequeña y que ella tanto disfrutaba.
Lucía tenebroso. Cuando se fijó en mí al notar la presencia de mi madre y la mía acercándose a la casa, me escondí para evitar ser vista.
Nee-Chan lo presentó y él, nervioso, alzó la mano y saludó. Al mismo tiempo, sonrió lo mejor posible. Sin embargo, contrario a la emoción que se supone debería transmitir aquel gesto, solo logró que corriera hacia dentro de mi casa.
Se podría decir que el primer encuentro e impresión fue todo menos romántico.
Los días pasaron y las visitas de Akiro aumentaron. Normalmente se quedaba en la sala platicando con Akina y jugando. A lo lejos los espiaba detrás de la pared que daba al pasillo.
Él parecía incómodo, como si no supiera cómo tratar con las personas.
Sus mejillas siempre se sonrojaban cuando mi hermana se acercaba a él. Ahora que había crecido, comprendía por qué.
Poco a poco, el tiempo pasaba y la amistad entre ambos se fortalecía hasta el punto en que indirectamente se ganó la confianza de papá y mamá.
Yo todavía dudaba en acercarme a él.
Sin embargo, el miedo se disipó.
Ya no me parecía aterrador. Verlo reír y hablar con Nee-Chan cambiaba por completo mi percepción.
Fui reduciendo la distancia desde la cual los espiaba hasta que llegó el día en que me uní a ellos. Akiro no se ofendió por mi actitud al principio y aceptó.
A partir de ese día, se formó una relación entre los tres. Éramos los mejores amigos.
Jugábamos juntos y nos divertíamos. Tanto así que empecé a llamarlo "Akiro-Nii".
Su apariencia ya no me asustaba. Sin embargo, era realmente complicado hablar con él. La falta de confianza era evidente.
Pero ese problema se disipó después de dos años.
Conversábamos mucho y siempre me ayudaba en la primaria. Entendía de lo que tanto hablaba Akina. No había nadie más confiable que él cuando se trataba de tareas y apoyo académico.
Jamás conocí a alguien tan bueno en todas las materias.
Continuando. Nuestra amistad creció a tal punto que, cuando nos visitaba, íbamos al parque cercano a casa y nos divertíamos. Podrían preguntar: "¿Cómo se relaciona eso con el crecimiento de la amistad?" La respuesta es simple: la confianza que papá y mamá tenían en él. Ellos sabían que Akiro no permitiría que nos pasara nada malo y nos daban permiso para salir si él nos acompañaba.
Yo veía en él al hermano mayor ideal que todos quisieran tener. Me consentía mucho y me regalaba dulces. Supongo que gracias a eso, al crecer, tuve caries. Pero no me enojo por ello.
Lo que más le gustaba hacer era apretar mis mejillas. Decía que eran realmente suaves.
En resumen, desde mi punto de vista, solo era un hermano mayor al que le podía sacar dulces.
Sin embargo, eso cambió cuando estaba en quinto grado de primaria y ellos en segundo de secundaria.
Como era costumbre, Akiro venía a visitarnos los viernes después de clases. Los tres salíamos a la misma hora y caminábamos juntos hasta llegar a casa.
Normalmente hacíamos una parada en el parque donde, a pesar de ser más grandes, aún jugábamos.
Éramos simplemente... inseparables.
Había un juego que añadieron a ese viejo pero concurrido parque infantil.
Consistía en una estructura cilíndrica, de aproximadamente 2 metros de altura, compuesta por cientos de tubos metálicos. Nee-Chan lo llamó "Barras de mono". Creo que tiene razón, porque en la sección de primates de los zoológicos hay estructuras similares.
Inevitablemente, ella se interesó por ello y su infinita curiosidad, junto con su espíritu competitivo, la llevaron a inventar una prueba. Consistía en escalar esa cosa y llegar a la cima. El primero en lograrlo podría pedirle cualquier cosa al último en hacerlo.
Akiro no parecía muy convencido de unirse.
-Sabes que mi condición física es pésima. Me quedaré sin aire solo corriendo hacia allá-, se quejó.
Su queja era justificada. Akiro-Nii no se destacaba por ser atlético, ni antes ni ahora. Yo tampoco, de hecho. Pero Akina sí. Al ser parte del club de voleibol, pasaba su tiempo de entrenamiento en entrenamiento, lo que también afectaba sus estudios. Yo era lo opuesto a ella. Siempre sobresalía en los estudios, por lo que necesitaba muy poca ayuda de Akiro.
-¡Vamos, Akiro! ¡Podrás pedirme lo que quieras!- mi hermana le dio pequeños codazos en el costado derecho, tratando de convencerlo.
Sudor comenzó a bajar por su frente y se sonrojó.
-Nee-Chan, si Akiro-Nii no quiere...- intenté defenderlo, pero fui interrumpida.
-¡Ah! ¿Qué más da? ¡Hagámoslo!- se arremangó las mangas de su saco escolar, preparándose para correr hacia allá.
Suspiré profundamente.
Es increíblemente persuasiva con Akiro. No le cuesta convencerlo de hacer algo que claramente no le gusta. Y ella es muy ingenua para no darse cuenta de que lo incomoda.
-Ugh. Odio que me excluyan, voy a unirme-.
No estaba mintiendo. Sería extraño verlos desde la distancia. Preferí unirme a ellos.
Los tres nos paramos a la misma distancia de las barras de mono y comenzamos el conteo ascendente.
-A la cuenta de 3- anunció Nee-Chan.
-Uno...- respiramos profundamente.
-Dos...- mi corazón latía tan rápido. Era solo una competencia amistosa.
-Y...- pero por alguna razón, no quería perder contra mi hermana.
-¡Tres!- el grito resonó en mis oídos y comenzamos.
Rápidamente tomé la delantera en la carrera. Nadie a mi derecha, nadie a mi izquierda.
Pensé que llegaría primero. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, Akina recortó la distancia y me adelantó.
Atónita, la vi subir por las barras a toda velocidad.
Miré a Akiro-Nii a mi lado y él luchaba por no desmayarse.
-¡Gané!- el grito de mi hermana captó mi atención y cuando volteé, ella ya estaba en la cima, levantando los brazos en señal de victoria.
Una vez más... perdí contra ella.
Decidí que al menos no le cumpliría ningún capricho y subí a la estructura.
Lo siento, Akiro, encárgate de esa chica caprichosa.
Subí las barras a un ritmo más lento que Nee-Chan, pero fue suficiente para llegar a la cima del juego.
Akiro apenas estaba comenzando a subir.
-¡Perdiste! ¡Cumplirás cualquier pedido!-
-Hai. Hai...- el intercambio entre los dos fue idéntico a todas las veces que competíamos.
Ninguno de los dos podíamos vencer a la poderosa Akina porque todas las pruebas eran físicas. No es tonta... al menos no del todo. Sabe que si la competencia es sobre conocimientos, Akiro y yo le ganaríamos por mucho.
Después de varios segundos, y tras unos microinfartos por parte de Akiro, los tres estábamos en la cima.
-¡Estamos en la cima del mundo!- celebró mi hermana.
En la cima...
De repente, recordé que yo... le temo a las alturas.
-C-Cima...- mi voz tembló y cometí el error de bajar la mirada.
Sé que dos metros no es una altura muy grande. Pero aún así... era aterrador.
Mi respiración se aceleró y mis piernas, al igual que mis brazos, empezaron a temblar.
-¿Te sientes bien?- Akiro notó mi comportamiento extraño.
El vértigo hizo que mi voz saliera entrecortada al responderle.
-Y-Yo... l-le temo a las alturas...- confesé, perdiendo el equilibrio.
De repente, solté los tubos de metal y sentí cómo mi espalda se inclinaba hacia atrás por la gravedad.
-¡Cuidado!- Akiro reaccionó rápidamente y su antebrazo se colocó detrás de mi espalda, deteniendo la caída... al menos por un momento.
Bajé la cabeza y él hizo todo lo posible por sostenerme.
-¡Ugh! ¡Malditos brazos escuálidos!- se quejó.
Pero la inercia nos venció y caímos al suelo.
Akina intentó ayudarnos, pero Akiro se le escapó al caer junto a mí.
En lugar de soltarme y evitar el golpe, él me sostuvo sin dudarlo.
Sentía sus brazos alrededor de mí.
El tiempo parecía moverse lentamente mientras caíamos.
Colocó su cuerpo detrás del mío y me abrazó, atrayéndome hacia un lado para protegerme de cualquier daño.
Cerré los ojos y...
*¡PAM!*
Cuando los abrí de nuevo, estábamos en el suelo.
Akiro había amortiguado la caída.
No tenía ningún rasguño ni daño. No me dolía nada.
Lo miré a los ojos, moviendo ligeramente mi cuerpo para poder hacerlo.
En su rostro había una expresión de dolor.
-¿Estás bien?- cuando me hizo esa pregunta, mi ritmo cardíaco se aceleró.
A pesar del dolor que sentía, Akiro pensó primero en mi bienestar.
-¡AKIRO! ¡SACHI!- Akina bajó.
Yo quedé hipnotizada y sin palabras.
Mi rostro ardía. Estaba completamente caliente.
La respiración de Akiro chocaba contra mi piel.
La distancia entre nosotros era corta. Demasiado corta.
Las lágrimas comenzaron a caer.
-¡T-Tonto! ¡Preocúpate por ti!- le reclamé, enfadada.
Él simplemente se limitó a limpiar las lágrimas que deslizaban por mis pómulos y mejillas con la yema de sus pulgares.
-Que grites de esa manera significa que estás bien. Eso es lo que importa- declaró, empeorando aún más mi estado.
Sin tiempo para avergonzarme, noté que sangre caía de su antebrazo.
-Tch. Tal vez recorrerme la manga fue una mala idea. Habría evitado esto-.
También se dio cuenta. Un gran raspón en esa área.
Ese fue el brazo con el que amortiguó nuestra caída.
No se enfadó.
No buscó culpables para quejarse, es decir, a mí.
¿Cómo puede ser tan amable?
-¡D-Déjame ayudarte con...!- en ese momento, quise saldar la deuda ofreciéndole ayuda para tratar la herida.
-¡Sangre!- gritó Nee-Chan, corriendo en nuestra dirección.
Sacó vendajes y alcohol de su mochila, que siempre llevaba por si se lastimaba jugando voleibol.
Yo me aparté, dándoles espacio.
Akiro se avergonzaba de ser tocado.
-¡E-Estoy bien! ¡No! ¡No alcohol! ¡Duele! ¡Duele!- se quejaba.
-No seas llorón. Ni siquiera lo he aplicado todavía-.
Mientras tanto, los observaba.
Involuntariamente, mi mano se movió hacia mi pecho, justo encima de donde mi corazón latía desbocado, sintiendo como si en cualquier momento fuera a salirse de su sitio.
Una brisa golpeó mi lado izquierdo, ondeando mi cabello.
Ese fue el día en que comprendí que... aunque él y yo hayamos crecido juntos... él no era realmente mi hermano.
Era un hombre llamado Akiro.
Y, sin esperarlo ni calcular el grado, comencé a verlo de esa manera.
*¡LAS IMÁGENES EN LOS CAPÍTULOS SON EDITS, CORTESÍA DE AlphonseMondragon. !*.
*¡CRÉDITOS A SUS RESPECTIVOS AUTORES!*.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro