Volumen 1. Capítulo 6. Princesa Tsundere.
Ahora mismo me encuentro dentro de una cafetería, enfrente de la belleza de cabello negro con coleta mientras compartimos mesa.
Ella volteaba repetidamente a todos lados, asegurándose de que no haya nadie que conozca. Yo no lo haré porque sinceramente dudo mucho que halle una persona a la que quiera evitar revelar este... ¿Encuentro?
Se preguntarán "¿Por qué estás en una cita? ¿No se supone que solo la ayudaste a recoger los papeles?".
Antes que nada hay que aclarar que esto no es una cita. ¡Definitivamente no lo es!. Respecto a lo segundo pues... Esa era la intención, pero digamos que ella prácticamente me arrastró hasta aquí. ¿El motivo? Ni idea. Creí haber sido lo suficientemente retraído para asustarla... Veo que me equivoqué.
Para entrar en el contexto de la situación debemos retroceder algunos minutos atrás, cuando estábamos recolectando dichos documentos.
Tiempo atrás.
¿Eh? Eso sonó exactamente a lo que diría una...
-Tsundere...-.
-¡¿Qué dijiste?!-.
Agarró el cuello de mi camisa y me acercó a su cara.
¡Demonios! Se me escapó.
Pude ver su ceño fruncido y el puño que sostenía la tela de mi ropa temblaba de furia.
Oh, ya veo. No soy el primero en decirle de esa forma. Admito el error, por favor no me mates.
-Perdón si le corto aquí pero... Eso se está mojando-.
Desvié las intenciones asesinas al apuntar el suelo justo al lado de nosotros.
Ella hizo caso y vio la hoja flotando en el charco mientras la corriente lo llevaba hasta el desagüe.
-¡No te vayas!-.
Ese pedido se dirigió al documento. La chica me soltó, permitiendo que respirara nuevamente, y corrió hasta él.
Después de esta experiencia sería normal abandonarla y dejarla a su suerte. Por una cosa de nada se molestó y me amenazó. Nadie podría quejarse por retractarme... Sin embargo, yo no soy así. Ya estoy involucrado y seguiré hasta las últimas consecuencias.
-Tch. Odio mi amabilidad. Todo es culpa de Aneko. Si no me halagaba habría evitado contacto con ella-.
El chasqueo de mi lengua y el suspiro que di luego de expresar mi opinión fue el preludio.
Agarré varios de los papeles y los sostuve con mi mano izquierda. Los encimé uno a uno. Ninguno estaba roto o mojado para sorpresa mía. Al tomar el primero me di cuenta de por qué.
-Oh... Pensé que era el único paranoico que compraba protectores de hojas-.
Aquello me impresionó. Durante la estancia en preparatoria jamás encontré a otro estudiante que guardara los documentos en estos rectángulos de plástico. Muchos se confían diciendo que la carpeta cumple dicha función protectora cuando incluso ella tiene aperturas por las cuales el agua se podría llegar a filtrar.
¿Qué demonios? ¿Por qué estoy tan maravillado por tan poca cosa?
Sacudí la cabeza y continué.
Pasaron los segundos y la muchacha regresó.
Ugh, decirle muchacha hace que suene idéntico a un señor mayor. ¡Tengo 18 años!
Me puse de pie y caminé hacia ella, quien yacía parada sin articular movimiento o palabra alguna.
-Aquí tienes. Son los que alcancé a recolectar por lo que tal vez estén incompletos. De ser así, lo lamento-.
Extendí mi mano, entregándole la pequeña montaña de papeles. Ella los agarró sin darme las gracias. Tampoco es como si lo esperara.
Le di la espalda. Todavía tenía que ir a la tienda de mangas para comprar el volumen 18 de mi novela ligera. No obstante, antes de avanzar, la cálida mano de la belleza dorada con coleta se posó encima de mi hombro, asustándome.
-¿P-Por qué...?-.
¿Uh? ¿A qué se refiere con "¿Por qué?"? Si no es mucha molestia, sea más clara, por favor.
-¿Por qué me ayudaste? Pudiste haberme ignorado al igual que el resto. Además... ¿N-No te asusté por reaccionar de manera tan agresiva?-.
Me dijo aquello mientras exprimía el agua de su empapada ropa. Luce extremadamente linda.
Hum. También entre más lo pienso la seguridad de la idea que tuve anteriormente se refuerza. Sí, sin dudas es una tsundere.
Primero mi hermana y ahora ella. ¿Quién las puso de moda?
Suspiré pesadamente y giré mi cuerpo para estar cara a cara.
-Te ayudé porque sé lo molesto que es estar en problemas sin que a nadie le interese. Sí, la posibilidad de pasarlo de largo existía y con ella venía el remordimiento que me carcomería y sería molesto tenerlo en mente más de lo necesario. Así que sí, fue por mí, no por ti ¿Entendido?-.
Respuesta coherente, listo.
Ahora que lo dije yo soy quien parece tsundere. Me convertí en lo que juré destruir.
-Y respecto a la última interrogante la contestación es afirmativa. Debatí internamente si quedarme o huir, cambiarme de nombre y dar inicio a una nueva vida en el extranjero, rezando por no encontrarme contigo de nuevo-.
No mentía... Al menos no al 100%. Quise agregarle cierta gracia a mi respuesta, esperando su reacción.
La miré y las mejillas sonrojadas me llamaron la atención.
-Fufufufu-.
Soltó una risita a volumen bajo, casi imperceptible para el oído humano si no te hallabas a corta distancia del emisor. Al mismo tiempo cerraba los ojos y tapaba su boca con el puño del brazo libre.
Demonios, en verdad es hermosa.
-Exageras. N-No es posible que dé tanto miedo-.
Al fin habló. Por breves instantes se formuló la idea dentro mío de que solo sabía expresarse a gritos. Parecido a los cuervos.
-Estoy bromeando. En fin, me retiro. Cuida los documentos importantes, sean lo que sean. De no ser por el protector probablemente te hubiese dado solamente una bola de papel mojado-.
Me despedí, agitando la mano y continuando el camino que recorría hasta que, de nuevo, fui detenido.
-¡E-Espera! ¡Esto no puede quedar así!-.
Jaló la manga de mi camisa, haciendo que retrocediera varios centímetros.
Comienzo a preguntarme si todas las mujeres son demasiado fuertes o yo muy delgado. Probablemente se trate de la segunda.
-¿S-Sucede algún inconveniente?-.
Ya me puse nervioso.
-Q-Quiero recompensarte por haberme ayudado... ¡S-Solo por eso! ¡No quiero que te hagas suposiciones incorrectas sobre mi propuesta!-.
¡Otra vez el tsunderismo mayor a 9000!
En serio extraña, agotas mi paciencia. Solo hay una tsundere que soporto y esa es Aneko... Espera... ¿Qué dijo?
-Repite lo que acabas de decir, por favor. Tal vez oí mal o estoy alucinando-.
Hice el pedido de forma tan seria e imprevista que la asusté.
-Q-Que quiero recompensarte...-.
La confianza antes mostrada se desvaneció.
¿Recompensarme?
¡Esta es la clásica situación que aparece en los doujinshi! ¡Según yo eso no ocurre en la vida real!
-¡Detén tu tren ahí mismo!-.
Puse ambas manos enfrente para aumentar la distancia entre nosotros. ¡La sangre estaba a punto de salirse de mi nariz por pensar tonterías pervertidas propias de un niño con las hormonas alteradas!
Sentía la temperatura de mi cuerpo subir exponencialmente. Mis orejas ardían al igual que mi rostro totalmente rojo.
Cálmate Akiro. Recupera el raciocinio y deja de divagar. Esto no es un manga +18 o comedia romántica.
-Vamos por aquí, yo pago-.
Me soltó y apuntó a cierto negocio ubicado a varios metros lejos de nuestra posición.
Antes de darme cuenta comencé a seguirla. La cabeza todavía me daba vueltas, aunque fingí lo mejor posible con tal de que no se diera cuenta de los pensamientos pervertidos que tuve. Debo dejar de leer esas cosas, me dañan las neuronas y por consecuencia hacen que parezca un idiota cada vez que se me acerca el sexo opuesto.
De vuelta a la actualidad.
Eso ha de ser suficiente para comprender lo que me trajo a este lugar junto a ella.
Cuando vi que se refería a la cafetería la decepción inundó mi ser. Esperaba algo distinto. La ruta +18 me escupió en la cara y se burló.
Claramente bromeo cuando hago esa clase de comentarios... En gran parte... ¿70/30?
Demonios. Cuanto más tiempo pierdo en esta intrascendente "Recompensa", menos tomos de la novela hay en la tienda. Si se acaban antes de que librarme de ella voy a llorar y posiblemente no salga de mi habitación por meses.
Lloré internamente al imaginar el escenario.
¡Maldigo al impulso que me obligó a aceptar la oferta! Las caras bonitas poseen el poder de jugar con las mentes y el criterio de nosotros los hombres... ¡Y ellas lo saben! Los genes e instintos que han pasado de generación a generación dentro de los seres vivos masculinos tienen la culpa de que esté metido en esto.
En fin. Dejando de lado los lamentos ahogados y mis quejas reiteradas, la situación era cuanto menos incómoda.
"Coleta", a quien decidí darle ese nombre porque no me ha dicho el verdadero, se mantuvo en silencio durante los 10 minutos de estancia en la cafetería y ocasionalmente lanzaba miradas a mi dirección. Su intención era clara, quería que rompiera el hielo.
¡JA! Soy experto en guardar silencio e ignorar el entorno. A ver cómo te las arreglas para que tome la iniciativa. Además, no la entiendo... ¿Por qué quisiera hablar conmigo?
Acepto gustosamente el café. Esta recompensa es suficiente para mí, así que no trates de ser condescendiente o estar a mano conmigo porque no hay nada que me moleste más que los agradecimientos vacíos o producidos debido a una deuda.
Le di un sorbo el café, que en realidad es un mokaccino espumoso al cual se le espolvoreó canela finamente rayada. La espuma blanca manchó mis labios y solo los relamí para limpiarlos.
Su sabor era exquisito, dicho sea de paso.
Nunca he sido aficionado al café dulce. Si me dieran a elegir pediría el simple sin azúcar. Se supone que el café se bebe para mantenerse despierto gracias a la cafeína que contiene ¿Por qué agregarle azúcar?
Perdí el paso del tiempo sumergido en preguntas tontas que brotaban desde dentro. Parecido a las siembras de trigo en los campos. Esto despertó la inconformidad de "Coleta" al sentirse ignorada.
También he de confesar que aprecié su belleza a ratos. Opino que máximo tiene 20 años. Se ve muy joven. Por obvias razones no preguntaré su edad. Aneko y mamá han dicho que es de mala educación preguntarle a las damas la edad que tienen. De mamá lo creo, es una dama hecha y derecha. ¿Pero de Aneko? Si estos pensamientos fuesen dichos enfrente de ella recibiría el "Puñetazo de la justicia".
-Ujum-.
Que aclarara la garganta reventó la burbuja en la que yacía sumergido.
La observé agudizando la vista.
-¿Qué tienes? Ya le queda poco, tranquila-.
Al responder levanté ligeramente la taza, enseñándole la cantidad de bebida que contenía.
-No se trata de eso. Es que el continuo silencio es estresante. Supuse que al menos intentarías conversar-.
Lucía cansada y estresada. El tono de voz emanaba cierto desdén hacia la falta de comunicación.
-¿Quieres que hable con alguien que acabo de conocer? Es cierto que te ayudé siendo ese el caso, pero hablo en serio cuando te digo que era innecesario tu intento de saldar esa "Deuda". Digamos que hacer la buena obra del día era suficiente para mí-.
Calmé los humos de "Coleta" lo mejor que pude tras explicar brevemente el punto de vista que tenía sobre lo ocurrido.
Me niego a aceptar acciones vacías nacidas a raíz de sentimientos tan cutres como el verse en deuda. Es... Asqueroso.
-Es que siempre que se me acercan buscan obtener algo. Ya sea mi número de teléfono o nombre. Es extraño que no demuestres interés...-.
El volumen de voz se apagaba palabra tras palabra y bajaba la cabeza.
Supongo que ha vivido malas experiencias siendo los terceros responsables de ellas. No obstante, a diferencia de los demás, yo no busco nada suyo. Aunque no negaré que el mokaccino ha sido bien recibido y gustosamente pediría otro si me lo ofreciera. Por favor, ofrécemelo.
-¡Y eso es irritante!-.
Azotó la mesa con las palmas.
Salté del susto por la repentina acción. ¿Tiene problemas relacionados al control de ira? Estamos en un sitio público, llamas la atención.
-Señorita. Absténgase de hacer escándalos. Perturba la tranquilidad de los clientes-.
El mesero asignado a nuestra mesa le dio el aviso.
Me aguanté la risa. Siempre he sido del tipo de persona que se burla en silencio cuando este tipo de cosas ocurren.
"Coleta" se disculpó y volteó a donde yo cubría parte de mi boca con el antebrazo para evitar ser visto.
-Es irritante porque soy consciente de mi apariencia y que se me acerquen solo por eso me hace sentir un objeto...-.
Rayos. La conversación tomó un rumbo que desconozco y del cual dudo poder deslindarme fácilmente.
¡¿Por qué le cuentas esto al extraño que conociste hace menos de 1 hora?! No te tendré lástima si es lo que buscas.
-¡N-No digo que contigo sea diferente! Es más... ¡Estoy segura de que tú también me ves así!-.
El lado tsundere regresó. Sinceramente no lo extrañaba. Le quedaría perfecto el apodo de "Princesa Tsundere".
Respiré hondo y exhalé seguido de ello. Estoy cansado de esa actitud egocéntrica que busca culpar a todos por sus propias desgracias.
-Que pienses eso al recibir un acto de amabilidad me confirma la clase de idiotas que has conocido y se te han acercado. Pido perdón por todos los hombres, pero existen dos cosas que debo esclarecer-.
-La primera es que no es culpa mía la mierda que viviste así que no busques embarrarme. La segunda, y de mayor peso, no me encuentro interesado en ligarte o algo por el estilo. Hasta ahora la impresión que tengo de ti es que eres molesta-.
-Posees alta autoestima, lo cual no es malo, sabes lo que vales o lo que crees que vales. En realidad envidio ese aspecto tuyo. Sin embargo... Tu visión se nubla, impidiendo que observes la realidad de las cosas. Si eso no es suficiente, te quejas en busca de comprensión cuando no haces algo para evitar que continúe sucediendo-.
Pausé el diálogo momentáneamente. Necesitaba respirar.
-Ya basta de culpar al mundo y excusarte sin antes ser autocrítica-.
-Odio a las caras bonitas que piensan que por serlo merecen que se les entregue absolutamente todo en bandeja de plata-.
Finalicé, apretando los puños.
Ella es el cúmulo perfecto de cosas que odio en los seres humanos.
Guardó silencio al escuchar cómo me desenvolvía. Juro que la vena de su frente se hinchaba a medida que hablaba.
Me percaté de lo insultante que pudo ser lo que dije, arrepintiéndome en el acto. ¿De dónde saqué el valor? Exageré y saqué a relucir al yo real.
Bajé la mirada a la taza y bebí lo faltante. Siento la ira y el aura amenazante emanar de enfrente. Si levantó la cabeza será el final de la existencia de Akiro.
Huiré de este sitio. No tengo nada más que decir y metí la pata. Todavía puedo salvarme si corro a máxima velocidad.
-Gracias por el café. Me iré-.
Tras el breve agradecimiento me levanté y caminé hacia la salida.
-¡O-Oye! ¡No te vayas!-.
Rayos, quiere vengarse. Corre Akiro. Esquiva a las personas y camareros.
Fue un error aceptar.
Mientras avanzaba, la voz de "Coleta" me perseguía desde detrás, así que la ignoré y aceleré el paso, aumentando la separación entre nosotros.
Al cruzar el conglomerado de gente en la entrada llegué hasta la entrada que tenía el cartel de "Cuidado, piso resbaloso".
Detuve ligeramente mi andar y crucé cuidadosamente porque caerme ante la vista de todos sería muy vergonzoso y una mancha que jamás podría borrar.
No obstante, creo que ella no lo leyó.
-¡Dije que no te vayas!-.
Sus manos me rozaron la mano.
-¿Eh?-.
Conseguí oír aquel "¿Eh?" Antes de cruzar la puerta.
Giré rápidamente y vi su pie de apoyo deslizarse hacia adelante, tirando el peso hacia atrás.
Ouch, se caerá de espaldas y se golpeará la cabeza. Pero no hay nada que hacer ni soy el responsable.
No soy el responsable... Sin embargo... ¿Por qué mi cuerpo se mueve sin que quiera hacerlo?.
-¡Cuidado!-.
Grité al mismo tiempo que posaba mi brazo derecho detrás de su espalda.
-¡Ugh!-.
El peso de la chica cayó encima de mi extremidad, deteniéndolo en el acto.
Solté el quejido porque me costaba mantenerla así. Nunca he sido fuerte, ni siquiera sé cómo carajos logré frenar la caída.
Ella, quien había cerrado sus ojos esperando el impacto, los abrió lentamente al notar que no llegó.
Sus finas pestañas se separaron, permitiendo que los viera directamente sin impedimento.
Al darse cuenta de la situación, se sonrojó.
Casi pujando, y rojo debido al esfuerzo, le pregunté:
-¿Estás bien?-.
Acabo de vivir en carne propia uno de los millones de clichés que contienen las comedias románticas.
Punto de vista de "Coleta".
Mi cuerpo levitaba en el aire.
Cuando sentí que perdía el equilibrio y caía me preparé para recibir el golpe.
Todo es culpa de ese tonto.
Aunque... ¿Por qué fui tras él?
Ahora que lo pongo en cuestionamiento no encuentro respuesta lógica. O respuesta tan siquiera.
Fue demasiado grosero conmigo, a pesar de que le conté algo personal que no debía decirle.
Que no debía decirle... ¿Por qué hablé de más?
Además le levanté falsos al intuir que me ayudó para coquetear conmigo. No hay pruebas ni estoy segura de que ese haya sido el motivo.
Mis padres y conocidos me lo han dicho. Soy demasiado impulsiva y poco sincera con mis sentimientos al igual que pensamientos. Eso únicamente ha traído problemas porque no puedo rechazar correctamente a los pretendientes que se me acercan "Bien intencionados".
La palabra "tsundere" dejó de ser una categoría y se convirtió en el estilo de vida, y actitud, que adopté, tanto así que comencé a odiar la palabra en cuestión y aborrezco a quien se atreva a catalogarme de esa forma.
Siendo así... ¿Por qué con él fue diferente? No es ni cerca tan guapo o carismático como los demás, aunque hay algo dentro suyo que no consigo descifrar y atrae totalmente mi atención.
Es el primero en hablarme de manera sincera y sin pelos en la lengua. También el primero en no demostrarme interés a tal grado de ignorarme completamente.
Antes de tocar el suelo me detuve sentí dos brazos rodeándome encima de la cintura.
Abrí los ojos para ver a mi salvador.
La sorpresa fue mayúscula cuando, tras enfocarlos, identifiqué que fue él quien lo hizo.
-¿Estás bien?-.
Lanzó la pregunta en un tono que causó estragos dentro de mi pecho mientras sonreía lleno de confianza y preocupación pura.
La atmósfera que nos rodeaba cambió. Juro que por breves instantes vi que brillaba y alrededor suyo volaban mariposas rosadas.
El ritmo en los latidos de mi corazón aumentó sin aparentes ganas de tranquilizarse.
-Oh... My... Prince...-
Murmuré.
¿Qué pasa? No entiendo.
Punto de vista de Akiro.
¡¿POR QUÉ DEMONIOS SIGUE TIRANDO SU PESO HACIA ABAJO?! ¡ESTOY SUFRIENDO AQUÍ ARRIBA! ¡PESAS DEMASIADO!.
No me quitaba la vista de encima y se hacía más difícil sostenerla.
Susurró algo que no alcancé a oír. La verdad es que tampoco era de interés si consideramos la situación.
-D-Disculpa... Si no es molestia... ¿Podrías levantarte?-.
Traté de avisarle educadamente sin darle a entender que pesaba.
Ella captó el mensaje y pisó el suelo.
¡Soy libre! ¡Esta escena parecía tan cliché que no podía esperar para que terminara!
Inhalé la máxima cantidad de aire que mis pulmones conseguían almacenar.
"Coleta" me miraba con el puño encima del pecho, su expresión amargada de antes cambió a consecuencia del susto de "muerte" vivido.
-Ten cuidado... Lee los letreros. Sé que quieres matarme, pero no te mates en el proceso-.
El sarcasmo en las palabras se notaba en demasía.
-E-Eto... G-Gracias por...-.
La interrumpí.
-Despreocúpate. No quiero ninguna clase de premio ni nada por ese estilo. Así que evita darme otra "Recompensa". Adiós-.
Di la vuelta y traté de agrandar la distancia entre ambos.
-¡O-Oye!-.
Jaló la manga de mi camisa
¿De nuevo? ¿Esta chica no se rinde? Es un dolor en el trasero.
-Y-Yumeko-.
De la nada dijo ese nombre.
-¿Qué?-.
Ladeé la cabeza en señal de confusión.
-Soy Yumeko-.
Ah, es su nombre. Entendido. No obstante, sigue presente la interrogante de... ¿Por qué me lo dice? No se lo pregunté.
-Akiro, mucho gusto. Hasta nunca-.
Respondí, soltándome del agarre y corriendo lejos de ahí.
Acabo de darme cuenta de que me he acostumbrado a huir.
Volteé por un breve instante y ella ya no me siguió. Se quedó de pie sin moverse y murmurando cosas que no alcanzaban a mis oídos.
¿La sacudida le jodió el sistema operativo? Está pasmada cuál estatua. Nunca lo sabré.
Avancé sin frenar hasta la tienda de mangas. Olvidándome de este encuentro desastroso.
Nota mental: ¡NO AYUDAR A LOCAS SOLO POR LA CARA BONITA! ¡SON LAS PEORES!
Aunque, conociéndome, tal vez la ignore.
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15 minutos después.
-Por fin aquí...-.
Dije mientras tomaba aire y limpiaba el sudor de la frente.
Me dirigí a la puerta y, cuando estaba por abrirla, el trabajador del local salió y pegó un cartel encima de ella.
Esto fue extraño por lo que decidí leer el aviso.
"El stock del volumen 18 de la novela ligera de Dungeon ni Deai o Motomeru no wa Machigatteiru Darō ka (DanMachi) se ha agotado. Tendremos reimpresiones hasta el siguiente mes".
Sentí un vacío en la boca del estómago y mis ojos perdieron su brillo.
-Dios ha muerto...-.
Caí de rodillas y lamenté la pérdida. Ahora sufriré los millones de spoilers que rondarán por internet.
¡MALDITAS REDES SOCIALES QUE PERMITEN EL FLUJO DE INFORMACIÓN EN MENOS DE UN SEGUNDO!.
-¿Uh?. ¿Akiro?-.
La voz mayor de alguien a quien conocía vociferó mi nombre.
-¿S-Señor Hiroshi?-.
Se trataba del dueño de la tienda.
-¿Por qué tan deprimido?-.
Me preguntó aquel mientras me extendía la mano.
Acepté la generosidad del señor Hiroshi.
-Se agotaron los tomos...-.
Entre lágrimas, respondí.
-¿Uh? Pero si tengo el tuyo. ¿No recuerdas que lo encargaste cuando viniste a comprar el volumen 17?-.
Oh... Es verdad.
-¿En serio?-.
Pregunté avergonzado.
-Sí. Entra a la tienda y te cobro-.
Abrió la puerta y permitió que pasara.
De su escritorio sacó la bolsa y me la entregó.
Vi la portada y derrame lágrimas encima de ella.
-¡LO AMO SEÑOR HIROSHI!-.
Lo abracé fuertemente como agradecimiento y lo elevé del piso.
-¡C-Cálmate! ¡Mi espalda! ¡Me romperás la espalda!-.
Los gritos y pedidos de ayuda provenientes del señor Hiroshi fueron ignorados por la abundante felicidad que emanaba.
*¡LAS IMÁGENES EN LOS CAPÍTULOS SON EDITS, CORTESÍA DE AlphonseMondragon. !*.
*¡CRÉDITOS A SUS RESPECTIVOS AUTORES!*.
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