Volumen 1. Capítulo 5. ¿Acaso están de moda las tsundere?.
Después de aquella experiencia desagradable Aneko y yo caminábamos de regreso a nuestro hogar. Uno al lado del otro y en silencio avanzábamos.
En mis manos yacía la bolsa de ropa que compramos en la tienda que atiende su amiga. Quisiera preguntarle más a detalle sobre los planes que tiene para cumplir la meta, pero ahora mismo no es el momento idóneo. Solo quiero disfrutar de un simple recorrido en tren y, de ser posible, dormir durante este.
Aneko parecía comprender lo que pensaba debido a que no realizó ninguna clase de movimiento con la intención de molestarme, siendo esto un rasgo característico en ella. No deja de sorprenderme lo bien que me entiende a pesar de ser tan distintos en lo que a personalidad respecta.
Esperamos varios minutos hasta que por fin el tren hizo acto de presencia en la estación.
¿Uh? El cielo se ve nublado, recuerdo haber leído en mi celular que habría lluvias a partir de mañana. Posiblemente a la onda tropical le urgía cagarle el día a alguien que no leía el tiempo meteorológico y por eso apresuró su llegada.
Nota personal: No ser el extraño al que le caguen el día. Carga tu paraguas por cualquier cosa.
Habiendo guardado aquella advertencia en lo profundo de mi cerebro, arribamos.
Mi hermana, como era de esperarse, se sentó a un costado de mi asiento. Su rostro reflejaba cansancio por lo que no tardó en caer dormida, usando mi hombro izquierdo de almohada. ¿Qué demonios? Es imposible que pueda dormirse tan rápido.
En fin, solo suspiré sin quejarme. Ella está siendo demasiado amable conmigo al acompañarme en las locuras que planeo por lo que le permitiré este pequeño gesto.
Acompañarme...
La estoy embarrando en aquellos deseos de venganza. Bueno, siendo justos, se unió por decisión propia. Sin embargo no quita la incomodidad en mi persona.
Si tuviera que dar una respuesta respecto a lo que siento diría que... Moralmente es cuestionable, a tal punto que la culpa me carcome... A veces. Pero sentimentalmente hablando he de confesar que no quiero echar marcha atrás.
Akina...
Me pregunto qué hubiese pasado si nos topábamos en el centro comercial sin que Aneko estuviese ahí.
Viendo el contexto, aunado a lo fresco del dolor, es probable que la conversación se subiera de tono y sacara el veneno que gritaba por ser expulsado.
No quiero eso. Es tan sencillo aunque también rápido. Además, poco o nada deber importarle lo que diga.
Deseo que presencie mi ascensión. Que se percate del error que cometió al jugar conmigo y cuando quiera arreglar las cosas sea demasiado tarde.
En esencia suena... ¿Cómo decirlo?
Idiota.
Sí. Idiota es la palabra idónea ante esa clase de pensamientos que surgían en mi subconsciente.
Si nunca le importé, como le comunicó a su grupo de amigas, entonces es un desperdicio de tiempo alegar al arrepentimiento. Ahí es donde entra mi razonamiento.
Hay dos caminos.
El primero es que el plan salga a pedir de boca y logre el escenario deseado.
El segundo, siendo mayoritariamente una salida, consiste en que, al cambiar, podré conocer personas y quizás deje de importarme los años que desperdicié con Akina.
Claro, el objetivo es el primero, aunque el segundo también funciona.
Le veas por donde le veas el panorama es cuanto menos satisfactorio.
Cerré los ojos y exhalé pesadamente. Hoy ha sido un día en el que muchas emociones chocaron. Quiero apagarme.
Antes de darme cuenta quedé dormido hasta que sentí punzadas en las mejillas. Semejante a cuando te pinchan empleando el dedo índice.
Lancé un quejido.
-Akiro-.
Mi nombre fue dicho por lo que desperté a duras penas.
-¿Uh? ¿Qué ocurre Aneko?-.
La fastidiosa hermana es quien insistentemente me llamó la atención.
-Levántate, estamos cerca de nuestra bajada-.
Me golpeó suavemente en el hombro e informó de la situación.
Le hice caso y agarré el tubo de metal hallado encima de mí.
-Disculpe...-.
Comuniqué al notar a una pareja de edad avanzada dándonos la espalda justo en nuestras narices.
Le toqué el hombro al que supongo era el esposo y volteó hacia donde estaba.
-Nosotros estamos a punto de bajar, pueden tomar nuestros asientos-.
Comuniqué la intención que tenía y ambos sonrieron.
-Muchas gracias. Pensamos que no encontraríamos donde sentarnos porque nadie parecía abandonar el tren-.
El hombre me agradeció, aún sonriéndome amablemente.
Se acercaron y sentaron.
Aneko se puso de pie al lado mío. Lucía orgullosa.
No entiendo si lo que hice es merecedor de ello pero ¡Hey! No me quejo.
De pronto ella se acerca a mi oído y susurra.
-No cambies este aspecto de ti. Es de tus puntos fuertes y me gusta mucho-.
Me sonrojé ligeramente. Su aliento me provocó cosquillas.
Retomando lo dicho. ¿No cambiar ese aspecto? ¡Solo fui educado! Le das demasiada importancia a cosas tan báñales como esa.
Mientras transcurría el pequeño acto, noté la atención que recibíamos. Eso me incomodó y provocó el silencio de ambos.
-Fufufu. Tu novio es muy educado. El amor entre jóvenes hacen que recuerde cuando conocí a mi esposo-.
La señora declaró aquello, soltando una risita y entrelazando su mano con la de su pareja.
-¿Eh? ¿Novio?-.
Aneko me apuntó.
-C-Creo que se equivoca. Él no es mi n-novio-.
Sus mejillas se sonrojaron y tartamudeó al dar la respuesta.
¡No te pongas nerviosa! ¡Lo haces parecer más extraño de lo que en verdad es! ¡Maldita hermana brocon!
Tomo la iniciativa y esclarezco las dudas que Aneko sembró.
-Agradezco el punto de vista. No obstante debo comentarle que se equivoca. Somos hermanos-.
Le respondí de forma atenta y seria.
-¿Hermanos? Eso está mal-.
El marido nos miró como si estuviéramos cometiendo un pecado mortal.
-Lo que quiero decir es que no somos pareja-.
Expliqué rápidamente antes de que la confusión se acrecentara.
-Entiendo, lamento la confusión-.
Sus disculpas al unísono me parecieron tiernas.
¡¿Por qué mi hermana se queda callada?!
-No se preocupe-.
De pronto el aviso del tren sonó y la velocidad disminuyó.
Las puertas de los vagones se abrieron y salimos, despidiéndonos a lo lejos de la pareja tras esta conversación incómoda que en definitiva no quiero volver a vivir.
Tras abandonar la estación aún nos faltaba caminar por 10 minutos aproximadamente.
Las nubes cubrían al sol pronto a ocultarse. Sí, lloverá. Me urge llegar a casa y meter a mi gato.
Sí, tengo un gusto, su nombre es "Copo". Se trata de un siamés blanco y peludo, de ahí el nombre "Copo" por el color, con heterocromía.
Para quien no sepa el significado de dicho término... ¡Pues muy mal! ¡Vuelvan a la escuela!.
Ya fuera de bromas, la heterocromía es la condición en donde los ojos de algún organismo son de colores diferentes. En el caso específico de Copo uno es amarillo y el otro azul.
Habiendo explicado esto continuemos.
Gracias al malentendido la situación se tornó tensa.
Aneko estaba callada y sin habla.
No soporto este tipo de ambiente así que busqué romper el hielo o, en su defecto, empeorar las cosas.
-Ujum...-.
Aclaré la garganta y esto la hizo voltear hacia donde yo la miraba con la intención de molestarla así como ella hace conmigo.
-Entonces... ¿A dónde quieres ir, amada novia?-.
Me burlé de ella, no hallaba forma de que dejara pasar esta oportunidad.
Infló sus mejillas, arrugó las cejas y...
*¡PAM!*
Un puñetazo en la boca del estómago fue recibido a la velocidad de la luz. No tuve la oportunidad de reaccionar.
-Ugh...-.
El aire almacenado en mis pulmones se salía.
-¡Nunca me había sentido tan humillada!-.
Reclamó mientras apretaba los puños. Juro que podía ver humo saliendo del derecho, el cual empleó para golpearme.
-Lo dices como si fuera lo peor del mundo-.
Le comunico al mismo tiempo que acaricio mi abdomen.
-¿Te digo la verdad?-.
Sabiendo lo cruel que sería su respuesta preferí negarme.
-Jajaja... Esa es la Aneko que conozco. La violenta y enojona-.
Esta vez no lo dije para provocarla, en verdad me alegraba que actuara normal.
Ella extendió la mano, ya que me arrodillé del dolor, ayudándome a parar.
-Tch. Eres un dolor en el trasero. Solo porque eres mi hermano te soporto-.
Eso estuvo de más. No olvides que gracias a ti pasó lo que pasó.
-Nunca conocí a una tsundere como tú. Tampoco es como si hubiese tenido contacto con mujeres para compararte en primer lugar-.
Solté otra broma al recuperarme y de repente los nudillos de Aneko frenaron justo delante de mi nariz.
-No le temes a la muerte... Olvida el asunto o muere-.
La amenazadora voz me infundió profundo terror en el corazón.
Tragué saliva y asentí.
Su increíble fuerza no se debe tomar a la ligera. Si me dijesen que es una luchadora profesional lo creería. Pero no, solo está loca.
Por favor que no haya leído mi mente en eso último.
-Perdón. Quise aligerar lo tenso del ambiente entre los dos. No me gusta que eso ocurra teniendo en cuenta que eres la única con la que hablo sin restricciones y en quien confío-.
Mi contestación dio en el blanco.
Se sonrojó y sonrió.
-Tch. ¿Qué haré contigo?-.
Chasqueó la lengua y negó en repetidas ocasiones mientras cruzaba los brazos.
Se acercó a mí y envolvió su brazo derecho alrededor mío.
-Vamos, Akiro idiota-.
Oye, sé que el insulto estuvo de más, pero el tono amable hará que no reclame ¿Okey?
Después del intercambio fuimos ininterrumpidamente a casa.
Al entrar hice lo antes mencionado. Metí a Copo a la casa porque se durmió encima de la alfombra enfrente de la puerta. Él me echó una mirada casi diciendo "Tardaste mucho, humano". Definitivamente la única relación tóxica que permitiré es la que sostengo junto a mi gato.
Saludé a mi madre, quien insistió en revisar la ropa que compramos. Lucía satisfecha así que solo levantó el pulgar y continuó cocinando la cena. Mi padre por su parte estaba durmiendo en su habitación, la jornada de trabajo fue larga y no parece que eso vaya a cambiar por ahora.
En fin. Entré a mi habitación y asenté la bolsa en la silla del escritorio.
El cuerpo me dolía en demasía, la cama perfectamente acomodada me llamaba y no rechazaré la oferta.
Ya acostado tomé mi celular, el cual dejé en el cajón junto a la cama, y lo prendí.
La pantalla de inicio mostró la típica cinemática de introducción en la que aparece el logo de la empresa a la que el dispositivo pertenece.
Ya en la pantalla de inicio esperé a que la señal de internet se vinculara y... ¡El ataque empezó!
El celular sonó y vibró durante 10 minutos completos. Cientos, no, miles de mensajes y notificaciones de llamadas perdidas fueron las causantes de esto. A este punto pienso que ya se imaginan de quién se trata.
Si, todas y cada una provenían de Akina. ¿De quién más? Solo a ella tenía agregada fuera de mis padres y hermana.
Ugh... Eso sonó demasiado solitario.
Borré mensaje a mensaje sin la intención de leerlos o siquiera devolverlos.
¿Y si la reporto por spam? Sería gracioso. Las ganas y oportunidades ahí estaban aunque no soy tan cruel por lo que la idea se diluyó.
No deseo saber nada de ella. Sé que estoy huyendo de los problemas, pero es lo mejor que se me ocurre hacer. No estoy listo para enfrentarla, capaz me vomite por el nerviosismo antes de siquiera escuchar su excusa. Solo de imaginarlo me provoca escalofríos.
Pasaron los minutos, las horas, y los mensajes dejaron de llegar.
Borré los que faltaban y di inicio al ocio. Sin embargo, antes de eso, entré a internet y chequé algunos asuntos respecto a la universidad que me traían intranquilo.
-Los horarios se publicaron hoy...-.
El murmuro no fue dirigido a nadie en específico, solamente retroalimenté.
Puse el nombre de usuario y contraseña en la plataforma virtual. Piqué al apartado de horarios y... quiero morir.
-¡ESTO PARECE JORNADA LABORAL!-.
Mi grito retumbó en cada lugar de mi casa. Creo que incluso desperté a Copo, quien, conociéndolo, yacía dormido.
Es que, pónganse en mis zapatos. ¡Las clases son de 8 am a 6 pm! Y eso no es todo... ¡Hay varias horas entre clases!
-Díez horas en la universidad... Y si no fuera suficiente debo hallar apartamento cerca de la zona-.
Mis quejas y refunfuños se ahogaron en el coraje exudado.
Debido a que la universidad se halla en el centro de la ciudad, el traslado hasta allá sería tardío. Ni en tren bala llegaría temprano. Razón por la cual mis padres decidieron que viviera en un apartamento.
Explicado aquello prosigamos.
-Tendré que cocinar desayuno y almuerzo en la mañana... El dinero será vital por lo que gastarlo a lo idiota sería perjudicial. Tampoco es como si el dinero le faltara a mi familia y si pidiese más no me lo negarían...-.
Veme aquí planeando la rutina de los próximos años.
Suspiré y bloqueé el celular. Es problema para el Akiro del futuro, que él se encargue de todo.
Bajé mis párpados y dormí hasta la mañana siguiente. No cené ni me bañé debido a que el cansancio era mayor al hambre o a la sensación de suciedad.
Wow, de verdad estaba agotado.
Al despertar miré la hora en mi teléfono.
-Medio día... Me perdí el desayuno-.
Una notificación sobresalía de entre las cientas presentes, por lo que centré la atención en ella.
Abrí los ojos, sorprendido, y salté de la cama, ignorando el gruñido de mi estómago.
Salí de la habitación y me topé con Aneko en el pasillo.
-Oye Akiro...-.
La ignoré completamente, cruzando a su lado.
-¿Eh?-.
Ella volteó hacia mí y solo vio la puerta cerrarse.
Rápidamente entré al baño y me duché.
-¿Q-Qué mosco le picó?-.
Pasaron varios minutos y regresé a mi habitación.
Dudando, vi la ropa que compramos el día de ayer.
-Si no la uso ahora entonces cuándo-
Tras el breve razonamiento adopté dicho atuendo.
Abrí la puerta y me dirigí a la puerta hasta que fui detenido.
-¡Hey! ¡Desactiva el modo automático!-.
Recibí un jalón en el cuello de la camisa y después el golpe característico de Aneko en la cabeza.
-¡¿Por qué me golpeas?!-.
Juro que el cerebro se me sacudió por la fuerza del puñetazo.
-¡Porque no me hacías caso! ¡Deja de ignorarme!-.
La respuesta de mi hermana desprendía ira en su estado más puro.
-Perdón, perdón. Debo salir, es de suma importancia-.
Contesté empleando seriedad en mi rostro.
-Es otra cosa otaku ¿Cierto?-.
Frotó sus ojos con los dedos.
Me limité a asentir, avergonzado.
Y es que tiene razón. ¡El día de hoy salió el volumen 18 de la novela ligera que sigo! ¡Debo ser el primero en tenerla!
Exhaló el aire y me entregó una sombrilla.
-La lluvia empezó desde que mamá y papá se fueron, no te vayas a enfermar-.
¡Hermana! ¡Sí te preocupas por mi salud! Harás que llore.
-Gracias. No tardaré, lo prometo-.
-Sí, sí. Cuídate y ¡Wow! En serio te sienta bien la ropa, tienes la aprobación de Onee-Chan-.
Guiñó el ojo izquierdo.
Poniendo cara de asco, hablé.
-Brocon-.
-Si sigues molestando no quedará ni rastro de tu existencia-.
La amenaza fue recibida fuerte y clara.
Abandonando las intenciones asesinas de mi hermana, partí hacia el centro comercial.
Caminé a la estación abriendo el paraguas. Aneko no mentía, sigue lloviendo y no parece que eso se vaya a detener. Es extraño teniendo en cuenta que no es temporada, sin embargo, nunca está de más ser precavidos.
Tomé el tren y bajé 4 estaciones después.
La conglomeración de gente superaba mi habilidad esquivando por lo que no pude evitar chocar varias veces y disculparme debido a ello.
Salí de la estación y ya en la calle, a punto de cruzar, los gritos y quejas de alguien hicieron que volteara.
-¡No puede ser! ¡¿Por qué a mi?!-.
Se trataba de una chica de cabello rubio que estaba amarrado formando una única coleta quien se había agachado para recoger los papeles que supongo se le cayeron debido a los fuertes vientos causados por la lluvia. Es la descripción que puedo dar de buenas a primeras por la poca visibilidad que tengo desde mi posición.
Rayos... La están ignorando. ¿Dónde quedó la solidaridad? La sociedad se pudre.
-Chico ¿Vas a cruzar o te quedarás de pie estorbando?-.
Quien yacía detrás de mí me preguntó aquello, rompiendo mi hilo de pensamiento.
-Discúlpeme, pase-.
Le cedí el paso y fui hacia la chica.
Que nadie le ayude no significa que también deba hacerme de la vista gorda. Si la oportunidad se presenta hay que actuar y ayudar a quien necesite auxilio. No soy un monstruo ni nada parecido. No disfruto la desgracia ajena... Claro, el caso específico de Akina es distinto.
Posé la sombrilla en su persona, evitando que los papeles, y sobretodo ella, se mojaran. Luego flexioné las rodillas, quedando a su misma altura.
Ella, sorprendida, volteó hacia mí y brevemente hicimos contacto visual.
Mi corazón se aceleró tras esto.
¿Por qué? Preguntarán. Sencillo... ¡ERA REALMENTE HERMOSA!
No, hermosa es insultante... ¡ES LA PERFECCIÓN HECHA MUJER!
El cabello rubio antes mencionado entorpecía enormemente si se comparara al fino rostro que posee. Las mejillas ruborizadas proporcionaban un plus y resaltaba ante lo demás descrito anteriormente. Si no es suficiente, seguramente los ojos verdes semejantes a esmeraldas te convencerían.
Además... ¡USA GAFAS! El único fetiche que admito tener y orgullosamente por cierto.
Dios de las comedias románticas ¿Esto es obra tuya? Déjame agradecerte. Prometo rezarte al volver a casa. Hasta entonces me tranquilizaré.
-¿N-Necesitas ayuda?-.
Idiota, claro que necesita ayuda ¿Por qué lo pregunto?
A pesar de ello, el esfuerzo inhumano que infundí para poder hablarle tuvo el resultado esperado.
La persona en cuestión salió del trance. Su frente se arrugó y giró la cabeza al costado derecho.
-¡N-No es como si lo necesite! ¡Puedo arreglármelas sola!-
¿Eh? Eso sonó exactamente a lo que diría una...
-Tsundere...-.
-¡¿Qué dijiste?!-.
Agarró el cuello de mi camisa y me acercó a su cara.
Oh... Dejé escapar mis pensamientos. Admito el error.
Quién sea... Ayúdeme a salir del embrollo en el que acabo de meterme.
Y fue así como tuve el encuentro con la tsundere de esta historia.
¿Acaso están de moda las tsundere?
*¡LAS IMÁGENES EN LOS CAPÍTULOS SON EDITS, CORTESÍA DE AlphonseMondragon. !*.
*¡CRÉDITOS A SUS RESPECTIVOS AUTORES!*.
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