Volumen 1. Capítulo 4. Dentro del recuerdo.
Pasaron algunos minutos en los cuales ni mi hermana ni yo detuvimos nuestro andar. Mi rostro no cambió ni un poco en el transcurso de nuestra "Huida estratégica".
Nerviosismo, ganas de vomitar y... miedo. Esos sentimientos se presentaron dentro mío cuando tuve a Akina a escasos metros de mí y se intensificaron cuando por ese pequeño momento, por ese microsegundo, nuestras miradas se toparon.
-Mira, no quería preguntar por detalles tan pronto porque se nota lo reciente de tu dolor y tristeza, pero necesito más detalles de lo ocurrido con Akina. Además, no es normal el color de tu piel así que retrasaremos el corte de cabello para ir a comer algo y tranquilizarte-.
Esas palabras salieron de mi hermana la cual me volteó a ver con preocupación y cierta seriedad en su semblante.
-S-Sí... creo que tienes razón, es lo mejor por el momento, prometo ponerte en contexto lo mejor que pueda-.
Esa fue mi respuesta, sintiendo cierta dificultad en expresarme correctamente.
Ni cortos ni perezosos nos dirigimos a la zona de restaurantes con la que la plaza contaba.
-Gracias... Aneko...-.
Susurré aquello cerrando mis ojos y sintiendo el sudor frío deslizándose por mi frente.
Mi hermana, quien al parecer lo escuchó, solo sonrió.
Supongo que se preguntarán por qué reaccioné tan mal ¿Cierto?. Si bien no lo tomé tan mal cuando la escuché en la escuela, esto se debió a que no la tuve cara a cara. Créanme, es más fácil ocultar tus sentimientos cuando la responsable de tu dolor no está viéndote.
En resumen, es muy diferente la experiencia y la explosión de sentimientos que inundan lo más profundo de una persona al enterarse de una mala noticia cuando quien es el responsable te lo está comunicando personalmente.
Dejando eso de lado, tras caminar algunos segundos más, llegamos a un puesto de ramen y mi hermana, al igual que yo, nos sentamos en los asientos cercanos a la barra.
El encargado del puesto nos proporcionó un par de menús, no sin antes saludarnos con amabilidad, y después se concentró en atender a los demás clientes.
Para ser un puesto de ramen hay mucha gente... interesante.
-¿Y bien? ¿Qué comerás? Necesito que al menos parezcas un ser vivo-.
Un ataque hiriente hacia mi pobre corazón, típico de mi hermana.
-¿Tan mal me veo?-.
Lancé esa pregunta intentando buscar un objeto con una superficie reflejante decente en la cual pueda comprobar lo dicho por Aneko.
-Toma-.
Me dijo mientras extendía su móvil con la cámara frontal prendida.
Ahí pude verme con lujo de detalle.
En verdad estaba pálido... ¡QUÉ MIEDO!
-Pediré un Hakata Ramen, entre mayor sea la cantidad de carne, mejor-.
Dije mientras cerraba el menú y tomaba aire.
-Creo que lo pediré igual, al fin y al cabo tú pagas-.
La respuesta de mi hermana hizo que entrecerrara los ojos.
Dame un descanso Aneko o al menos a mi billetera.
Hicimos nuestros pedidos y lo único que podíamos hacer hasta que nos lo sirvieran era esperar.
Pero... mi hermana aprovecharía ese tiempo.
Lo único que impide que Aneko hable es que su boca esté ocupada comiendo, mi madre fue quien me reveló tan valiosa información hace unos ayeres, es por eso que casi siempre traigo algunos caramelos conmigo, los cuales uso cuando ella está a punto de reclamarme algo.
Dejando de lado el amaestramiento de mi hermana, la plática que tendríamos era inevitable, más porque sus ojos no se apartaban de mi rostro, esos ojos color negro que parecían decir "No me hagas esperar más tiempo".
Tomé un poco de aire y exhalé pesadamente.
-Dime hermana ¿Por dónde quieres que empiece?-.
Me rendí, lo mejor era que ella me comentara lo que quería saber, dudo que necesite estar consciente de todo dado que lo principal se sobreentiende.
-Comenzaré por algo simple y obvio, ¿Desde cuándo te enamoraste de Akina?-.
Abrí mis ojos en su totalidad tras la pregunta.
Yo... yo nunca me había preguntado aquello.
¿Cuándo fue que me enamoré de Akina?
En mi mente surgieron varios recuerdos sin un orden de aparición específico.
Posiblemente desde primaria.
Tomé mi barbilla y me sumergí más en ese mar de recuerdos. No tardé mucho en llegar al principio de todo... el día en que la conocí.
Dentro del Recuerdo.
Estaba sentado al fondo del salón durante mi tercer año de primaria, como siempre, sostenía mi libro, el cual me permitía tapar mi rostro para impedir ver a los demás niños divirtiéndose los unos con los otros.
-Son muy ruidosos...-.
Con ciertos celos pronuncié esa queja. Siento envidia.
Existe un problema muy grande cuando somos jóvenes y es que nos basamos en las apariencias para entablar alguna relación, incluso para escoger algo tan simple como un juguete. Esa es la causa por la cual ninguno de ellos se me acercaba.
Les seré sincero, si yo fuera una persona normal, tampoco me acercaría a alguien con mis rasgos y apariencia.
En fin, lo importante es lo que ocurrió cuando la campana de la escuela dio aviso de que era hora de iniciar las clases.
*¡Riiiiiiiing!*
El chirrido del objeto antes mencionado hizo acto de presencia como cada día a las 8 en punto de la mañana.
Todos se callaron y volvieron a sus asientos, he de admitir que esa era una de las razones por las que me agradaba ese objeto metálico e inanimado.
-Buenos días, niños. Espero que hayan tenido un divertido fin de semana y que hayan hecho la tarea que les marqué-.
Esa fue la bienvenida de la maestra, tan alegre y llena de vida como siempre.
Simplemente la ignoré y continué "Leyendo" mi libro.
-Maestra ¿Quién es ella?-.
Esa interrogante provino de uno de mis compañeros, ni sea de cuál de ellos.
-No seas tímida Akina, entra y preséntate-.
Dijo la maestra mientras llamaba a la joven con su mano.
No puedo negar que mi atención fue llamada cuando oí que una invitada llegó al salón de clase. Razón por la cual bajé mi libro.
Fue ahí donde la vi...
-Buenos días. Soy Akina Takahashi, espero que podamos llevarnos bien-.
Ella dio su saludo con serenidad aunque era fácil concluir que se esforzaba para que su nerviosismo no se mostrara.
Una buena primera impresión es importante y cumplió de buena manera con ella.
Sin embargo, hay algo que me molesta...
¿Por qué...?
¿Por qué...?
¿Por qué... no puedo dejar de verla?
Mi mente divaga y actúa como mi yo normal, pero mi cuerpo no responde.
Mi corazón late con intensidad, tanto así que tengo miedo de que se salga de mi pecho.
Mis mejillas se sienten calientes, incluso mis orejas.
¡AYUDA! ¡ME ESTOY ENFERMANDO!
El pedido de auxilio no se presentó más que en mis pensamientos.
-Akina, puedes sentarte en el segundo asiento de la última fila junto a Akiro, es el único puesto libre-.
El dios de las comedias románticas debe estarse riendo de la expresión que puse cuando la maestra le indicó a Akina cuál sería su lugar a partir de hoy.
Intenté quejarme, no obstante, las palabras no salían de mi boca.
Ella, con una sonrisa en su rostro, caminó a donde me hallaba.
Akina me vio y saludó al mismo tiempo que me regalaba una linda sonrisa.
¡MI CORAZÓN SE VOLVIÓ AÚN MÁS LOCO POR ESO!
En un movimiento veloz tomé mi libro y cubrí mi rostro, fingiendo no haberla visto.
No sé cuál fue su reacción ante esto aunque he de admitir que si fue irrespetuoso lo que hice.
Esperen... ¿Cuándo me ha importado?
Este no soy yo.
¿Aló? ¿Mamá? Creo que me eché a perder, méteme en arroz o resetéame de fábrica por favor.
Como iba diciendo, ella simplemente se sentó a mi lado y no insistió en hablar.
Me alegré por ello, aunque una parte dentro de mí se sintió incómoda, por lo que simplemente decidí ignorarlo.
Las clases transcurrieron con normalidad hasta que se nos marcaron algunos ejercicios de matemáticas que debíamos contestar en 10 minutos.
Eran simples sumas y restas, sobra decir que lo terminé en menos de 2 minutos.
Al finalizar, únicamente esperé a que la maestra los pidiera para entregarlos.
Crucé las piernas y suspiré, manteniéndome tranquilo. O al menos esa era la intención hasta que mi vecina de asiento chasqueó la lengua.
Volteé instintivamente y pude verla.
Ella no había respondido ninguno de los ejercicios y claramente estaba entrando en desesperación.
No quise meterme en donde no me llamaban por lo que regresé a mi estado de concentración total.
No obstante... algo me impedía estar calmado.
Con el rabillo del ojo me aseguré de si seguía igual y fue correcta mi suposición.
"No te metas donde no te llaman, puede tomarte como alguien desagradable y chismoso".
Intenté persuadirme para no hacer lo que consideraba hacer.
Es su primer día...
Las primeras impresiones son importantes...
Yo tuve la mala suerte de no dar una buena impresión ante mis compañeros, razón por la cual estoy solo en este rincón...
Dentro de mí surgió una pregunta...
"Akiro... ¿Quieres que también pase por eso?".
Maldito subconsciente y sentimientos de culpa.
Aunque, tiene razón, no deseo que la chica nueva tenga mi mismo destino.
Me acerqué a su costado y hablé lo más natural posible.
-Tienes que tomar este número y adicionarle este otro, puedes utilizar tus manos, ninguna cantidad rebasa al 10-.
Akina me miró con sorpresa por unos segundos que me parecieron eternos.
El dedo con el que apuntaba el ejercicio temblaba como una gelatina.
Su rostro se relajó y sonrió. Haciendo caso a mi instrucción.
Poco a poco los fue resolviendo, cada duda que le surgía me la preguntaba y yo la resolvía con total amabilidad.
El tiempo pasaba y ella lo entendía más y más, tanto así que sus preguntas disminuían.
Sin darme cuenta... comencé a hablar sin problemas con ella y riéndome ligeramente cuando se frustraba con algo.
Era simplemente adorable ver cómo inflaba sus mejillas.
De un momento a otro, solté una pequeña risa y un brillo se reflejó en sus ojos.
-Tienes una linda risa, Akiro-.
Soltó su declaración con total naturalidad.
-¿Ah? ¿Q-Qué?-.
Volví a sentirme nervioso.
-¡L-Lo lamento! No debí decirlo de forma tan casual, sin embargo... no miento-.
Akina desvió la mirada y rascó su nuca con incomodidad.
-Gracias... supongo-.
Agradecí por el cumplido con la intención de romper la atmósfera pesada entre nosotros.
Por fuera lucía serio, no obstante, dentro de mí era un manojo de nervios andante.
Tras mis palabras recuperó el ánimo.
-¡Oye, oye Akiro! ¿Cómo se resuelve esto?-.
Cambió el tema, muy inteligente de tu parte.
Cerré los ojos y suspiré para seguir explicando.
Sin darnos cuenta, el momento de entregar llegó y ambos nos pusimos de pie al mismo tiempo, caminando uno al lado del otro.
Nos reímos por tal coincidencia.
Después volvimos a nuestros asientos y tuvimos uno tiempo libre antes de que las clases terminaran, el cual aprovechamos y conversamos por más tiempo.
Fue ahí donde ella me reveló que era nueva en la ciudad y que su padre la trajo junto con su madre por temas de trabajo.
Es más común de lo que uno esperaría, por lo cual le dije que si necesitaba algo podía contar conmigo.
Es raro que yo sea tan amable, tanto que me da miedo lo que está pasando.
-Muchas gracias... Akiro-.
Akina me sonrió.
Una sonrisa pura.
Una sonrisa real.
Algo así fue dado a alguien como yo por primera vez...
Mi corazón latió aún más rápido.
En el mundo real.
-¿Entonces?-.
Mi hermana me sacó de mis recuerdos.
La miré y una lágrima se deslizó por mi mejilla.
-¿Akiro? ¿Estás bien?-.
Me preguntó mientras su preocupación aumentaba.
-¡S-Sí! Estoy bien es solo que... ya tengo la respuesta-.
Me limpié la lágrima y lo dije.
-Desde el principio-.
Aneko parece no haber entendido lo que dije.
-Desde el principio me enamoré de ella. Desde el primer momento en que la vi me enamoré-.
Reafirmé.
Mi hermana quedó impresionada por mi contestación carente de dudas.
-Podrá sonar como el cliché más común en las historias de amor, sin embargo... me enamoré a primera vista de ella... yo desde pequeño creía que eso era tonto y solo sucedía en las historias de romance... hasta que me tocó vivirlo...-.
Agregué, soltando una pequeña sonrisa cargada de dolor.
Aneko me observó.
-Ya veo...-.
Tras decir eso, sujetó su barbilla.
Vaya, incluso en eso nos parecemos.
-¿Qué hizo para herirte así?-.
Oh... la pregunta más importante...
-En resumen... la escuché diciendo que solo soy un cero a la izquierda en su vida... además... ya tiene novio-.
Fui lo más breve posible.
-No signifiqué nada...-.
-Todos esos momentos...-.
Por fin me quebré y las lágrimas cayeron.
Aneko me abrazó y acarició mi cabello.
-Déjalo salir... no te contengas-.
Sin barreras que contengan mi sufrimiento, revelé mi lado más débil por primera vez.
Mi llanto era socorrido por el amor de mi hermana.
Los minutos pasaron hasta que no hubo más lágrimas que derramar.
-Hagamos que esa perra se arrepienta, Akiro-.
Wow, ese vocabulario entristecería a mamá, quien nos ha educado mejor que eso, Aneko.
Ella estiró su puño para que lo chocara.
Simplemente le sonreí y extendí el mío.
-Sí, Nee-Chan-.
La promesa entre dos hermanos se había sellado aunque aún quedaba un cabo suelto.
Lloré enfrente de ella y conociéndola se burlará de mí apenas regrese a su actitud normal.
-P-Por favor no le digas a nadie de esto...-.
Le pedí a mi hermana que no comentara a los 4 vientos mi momento de debilidad y sufrimiento.
-No prometo nada, te~hee-.
Golpeó su cabeza ligeramente con su puño, guiñó su ojo izquierdo y sacó la lengua.
¡DEVUÉLVEME MI GRATITUD!
*¡LAS IMÁGENES EN LOS CAPÍTULOS SON EDITS, CORTESÍA DE AlphonseMondragon. !*.
*¡CRÉDITOS A SUS RESPECTIVOS AUTORES!*.
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