Traiciones
Nuevamente estoy cumpliendo con lo pactado, dije que si llegaban a los 600 había actualización hoy y ustedes llegaron. ¡Bien equipo!
En fin, antes de que se quejen porque no es taaaan largo como acostumbro, es porque estoy preparando el terreno para el final. Falta poco, yo le estimo unos tres caps o quizás cuatro, así que todo tiene que seguir el orden de mi TOC xDD Espero les guste, ya me callo :/
Capítulo XXVII: Traiciones
Valen acababa de cerrar la portezuela del cubículo donde había dejado a Brutus, cuando un fastidioso carraspeo lo instó a volverse hacia la entrada de los establos.
—Bonito caballo —masculló Mils, soltando un escupitajo sobre la paja sucia del suelo. Valen se limitó a observarlo en silencio. Nunca le había agradado el tipo en particular, pero era el primo idiota de Brand y compensaba toda su falta de cerebro con un par de brazos que eran tan pesados como troncos—. ¿Lo obtuviste de tus amigos?
—No es tu problema —le espetó, comenzando a dirigirse hacia la salida. Mils se interpuso en su camino sonriéndole socarronamente, al menos un metro noventa y cien kilos de estupidez le impedían llegar a su cuarto en la posada y tomar sus cosas. Tenía una pequeña ventana de tiempo por la cual escaparse y él no iba a desperdiciarla charlando con Mils—. Muévete.
—¿Lograste sacar al marqués de la casa?
—Muévete —repitió, atravesándolo con una mirada impaciente.
—¿Sabes lo que pienso?
—Paso noches en vela tratando de imaginarme si ese proceso es posible en tu cabeza. —Le envío una sonrisa torcida—. Pero te escucho, nunca creí que lograras conseguirlo al final de cuentas.
—Te crees muy listo, Valente —lo acusó, haciendo un irritante sonido al pasar su lengua por entremedio de sus dientes frontales.
—No hay que creerse mucho para superarte en eso mi amigo.
—Yo no soy tu amigo —le lanzó ofuscado, propinándole un empujón que lo hizo retroceder unos pasos. Valen lo escrutó de arriba abajo con sospechosa tranquilidad. Había pasado su último año robando con Mils, lo conocía lo suficiente como para saber que era del tipo que golpeaba primero y golpeaba segundo y tercero. Él no tenía la capacidad mental como para hacer preguntas luego—. Brand no lo quiere aceptar, pero está claro que nos has traicionado.
—Estás siendo ridículo hombre.
—Y tú no lo estás negando —murmuró triunfante, como si con aquello confirmara su sospecha.
Valen rió entre dientes. De todos los infelices malnacidos...
—No voy a discutir de negocios contigo, no eres más que el perro que le hociquea el culo a Brand. —Dando un paso hacia adelante, lo enfrentó con toda la arrogancia que lo había mantenido con vida desde que era poco más que un chaval hambriento en las calles londinenses—. Ahora quítate de mi camino, Mils, o te voy a sacar esa recientemente adquirida manía de pensar a los golpes.
Mils le mostró una sonrisa de dientes sucios.
—Quiero ver que lo intentes, niño.
Valen también sonrió, pero no había nada ni remotamente divertido en aquel gesto. Solo existían dos formas de sacarlo de quicio, una era que le tocaran los cojones cuando estaba apurado y la segunda... que lo llamaran "niño". Mils acababa de cubrir su cuota.
Dio un paso hacia delante de forma amenazadora y el otro lo retrocedió por pura inercia; acostumbrado a seguir sus indicaciones, Mils no tenía lo necesario para sublevarse pero él no estaba dispuesto a ser indulgente por ello. Si bien el otro era mucho más grande y pesado que él, Valen tenía a tiro un azadón y ambos sabían que no titubearía en usarlo. Mils captó la dirección de su mirada e instintivamente ambos se lanzaron a por el azadón con el mismo ímpetu, aun así Valen fue el primero en tomarlo y en cuanto se volvió para blandirlo en contra de aquel estúpido animal, un fuerte y sorpresivo golpe estalló contra el lateral de su cabeza dejándolo momentáneamente fuera de juego. El azadón cayó al suelo en un estridente repiqueteo y Mils se apresuró a tomarlo.
Valen parpadeó, aturdido por un minuto que se sintió eterno, hasta que fue capaz de sujetarse de la portezuela del cubículo de Brutus y girar el rostro hacia su atacante. Brand hizo una mueca desdeñosa, alzando el madero con que lo había golpeado una vez más para impactarlo en su espalda con una fuerza atronadora. Valen se deslizó hasta el piso desmadejado, quedando parcialmente recostado sobre la paja y la portezuela. En algún lugar de su mente, creyó escuchar los relinchos de protesta de los caballos, pero su cabeza palpitaba demasiado como para estar seguro de ello.
—¿Qué...? —Se escuchó decir con voz irregular.
Tanto Brand como Mils se acuclillaron en torno a él, mirándolo con distintos grados de desprecio.
—Te vendiste —masculló Brand, acusador. Valen comenzó a sacudir la cabeza, pero un ramalazo de dolor lo asaltó sin previo aviso—. Ibas a atacar a Mils.
—Él iba... a atacarme primero —contrarrestó con los dientes apretados.
—Di la verdad, Valen —musitó el que hasta entonces había sido su socio—. Trabajo contigo desde hace tres años, nunca aplazaste un atraco, nunca siquiera vacilaste al momento de usar tu pistola. Y ahora repentinamente... ¡sales de pesca con las personas a las que vas a robar!
—Me seguiste... —dedujo en voz baja.
—Por un segundo casi me enternece la feliz escena familiar —le escupió, desdeñoso—. Y al parecer a ti también te enterneció.
—No es lo que...
—Cierra la boca, Valen —lo acalló con un chasquido—. Ya tuve suficiente de ti... pero por el recuerdo de nuestro trabajo juntos, te dejaré que abandones este proyecto con todas tus partes intactas.
—Brand... —comenzó a decir, pero el otro lo ignoró haciéndole una seña a su primo para que lo siguiera—. ¡Brand!
—Seguiremos solos desde aquí.
—¡Brand! —volvió a llamar, cayendo estúpidamente sobre sus rodillas al intentar incorporarse—. ¿Qué demonios piensas hacer?
El aludido se detuvo a medio camino de la puerta, dándose la vuelta para enviarle una curiosa mirada desde su aventajada posición.
—Lo que piense hacer ya no es tu problema, Valen —le espetó sin dejar de observarlo a los ojos—. Te gustó tanto el cuento de la familia que te lo terminaste creyendo, chico. —Valen le enseñó los dientes con rabia y algo más, algo que no supo explicar—. Es una pena que nunca pudiste quitártela por completo.
—¿De qué mierda hablas?
Brand se acuclilló, posando una mano en su mejilla en un gesto cargado de condescendencia.
—Esperanza, muchacho —explicó dándole dos cortas palmadas en el rostro—. Todavía tienes la esperanza de un niño y esa es tu peor debilidad.
—Brand... —Antes de poder pensar su respuesta, Brand se apartó en un movimiento repentino y de la nada, Valen recibió el impacto de la bota de Mils en la barbilla.
Lo último que oyó fue la risotada alegre del infeliz, mientras lo dejaba tendido en el suelo del establo.
***
Owen tenía los dedos entrelazados en su cabello, mientras tomaba profundas respiraciones e intentaba terminar de entender todo lo que acababa de oír de la boca de su mujer. Alzó la mirada lentamente, notando como Aime aguardaba nerviosa a que él dijera algo. Pero ¿qué? Estaba aturdido, sin duda cabreado y... otro cientos de cosas que simplemente no se veía capaz de ponerle nombre. Es decir, sabía que el chico era un ladrón, eso nunca había sido un misterio. Pero también quería robarles a ellos, maldición, incluso ya les había robado cosas. El muy imbécil...
—¿Por qué...? —comenzó a decir, para luego detenerse a sí mismo sin saber exactamente qué preguntar.
—Owen.
El sacudió la cabeza, incorporándose de su asiento para darle la vuelta al escritorio y quedar frente a frente con su esposa. Parecía asustada, como si esperara lo peor de él y eso lo hirió tanto como lo molesto.
—¿Por qué no dijiste nada antes?
Ella bajó la cabeza en gesto apenado y él sintió el deseo de tomarla por la barbilla y obligarla a devolverle el escrutinio. Pero no lo hizo, porque aunque le enrabiara que hubiese guardado silencio por tanto tiempo no podía culparla por ello. A Aime le agradaba Valen, joder, incluso a él comenzaba a agradarle Valen.
—Lo intenté... —su voz pequeña y avergonzada, interrumpió la línea de sus pensamientos. Owen se tensó—. Pero supongo que una parte de mí... no quería creerlo.
Él masculló una maldición para sus adentros. Se había casado con la mujer más bondadosa e inocente de toda la maldita Inglaterra y ni siquiera podía mantener su necesidad de sentirse enfadado con ella.
—Aime...
—Sé que debí haber venido contigo antes, pero no podía evitar sentir pena por él. Sé que es tonto... —Ella se puso de pie en un exabrupto, apretando sus manos enguantadas en pequeños puños de indignación—. Y me siento estúpida por esperar que él... —Sus ojos verdes se posaron en él, brillantes por las emociones apenas contenidas—. Supongo que esperaba que... al final tuviera un buen corazón. —Una sonrisa triste surcó sus labios—. Pero no todo el mundo puede ser bueno, ¿no?
Owen sacudió la cabeza, dando un paso hacia ella para tomar su mano y enlazar sus dedos juntos. Que lo condenaran, pero no podía verla teniendo el peso de la culpa en sus hombros. Nunca había sido capaz de lidiar con mujeres sufriendo, él solo no podía.
—Viniendo de la mujer que se sintió culpable por dejarme plantado cuando había sido un autentico idiota, en realidad no me sorprende que esperaras lo mejor de Valen. —Ella lo observó con un ceño confuso, Owen le sonrió—. Eres demasiado buena persona, Aime.
—Supongo que es mi defecto.
Él negó, elevando su rostro con su índice para equiparar sus miradas.
—No, el mundo necesita de personas como tú. La vida sería una verdadera tortura si todos fuéramos por ahí esperando lo peor de los demás.
—¿Y dices que yo soy buena? —le lanzó con una sonrisita divertida—. ¿Te escuchas siquiera, Owen? Eres tan noble... —Owen comenzó a negar, pero ella lo detuvo colocando una de sus manos sobre su mejilla—. Esperaba que me gritaras y te enfadaras conmigo, pero solo me pides que siga siendo buena y confiando en las personas.
—No en todas las personas —se apresuró a decir—. Mi corazón no soportaría mucho tiempo imaginando los problemas en que te puede meter esa confianza tuya.
—¿Te preocuparías así de mucho por mí?
Owen intentó sonreír, Dios sabía que él quería quitarle el peso que le había puesto sin pensarlo a sus palabras, pero ni siquiera fue capaz de curvar la comisura de sus labios. Porque era cierto, sabía que se preocuparía por ella cada maldito segundo que estuviera fuera de su vista.
—Solo no seas muy dura conmigo, ¿bien?
Aime enarcó ambas cejas de modo interrogante, pero Owen no se veía capaz de explicar aquello con palabras. La tomó de la barbilla para zanjar la pequeña brecha que los separaba y simplemente, la besó con hambre y necesidad. Porque sabía que no podía ni regañarla ni molestarse con ella, porque la dejaría hacer y deshacer a su antojo, o traer a cada vagabundo que encontrara en la calle solo para complacerla. Maldita fuera ella, lo había hechizado. Y maldito fuera él, porque no había forma en el mundo de que buscara romper ese hechizo.
—Deben ver esto.
Aime se apartó de él tan rápido que Owen tuvo que usar el escritorio para sostenerse en pie, aun así se las ingenió para retenerla de la cintura pegada a su lateral. Entonces volvió su mirada hacia la puerta, donde Bastian los observaba sin el menor rastro de azoramiento.
—¿Cuándo diablos vas a aprender a llamar a la puerta? —masculló, afianzando su amarre alrededor de su esposa que continuaba buscando separarse de él. La miró con los ojos entornados y ella solo le frunció el ceño, sabiéndose derrotada. En su maldita casa, él besaría y abrazaría a su mujer donde le viniera en gana.
—En serio debes ver esto —respondió Bastian, acercándose a ellos para entregarle una nota—. La acaba de dejar un mensajero.
Owen la cogió algo contrariado, colocándola a la altura de Aime para que ella también pudiera leer. No que hubiese mucho en ella, solo un par de líneas garabateadas con toda prisa.
"Lord Hastings dejé a Brutus en el establo de la taberna y usé sus monedas para que lo cuidaran hasta que vaya por él.
Dígale a lord Granby que no se preocupe mucho.
No hay ningún parentesco entre nosotros. Solo soy un ladrón, nada más que eso.
Atte. Valen"
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Lucas: ¿Y qué? ¿Cómo quedaron las apuestas, milord?
Bastian: Diré que las estadísticas estuvieron atinadas, ganó Dimitri por un cuchillo de ventaja.
Lucas: Jaja ¿y qué pasó con Neil?
Didi: Lo dejaron subir para que Sussy cure sus heridas.
Evan: Salvajes... en fin, tenemos una lista muy larga de dedicatorias y por lo que dice Tammy muy pocos caps por delante. Así que... ¿dedicatoria combinada?
Cam: Empiezo yo si no te molesta.
Evan: No, adelante, por favor.
Didi: Ay ya, solo falta que se saquen los sombreros y se pongan a hacer reverencias.
Cam: Muy bien, yo quiero dedicarle mis siguientes palabras a una adorable fan que todavía me guarda muy dentro de su corazón.
Didi: Mmm... más bien de su braga, ¿no?
Cam: No seas grosero, sé que Neftali aprecia más que mi belleza. Por eso te mando un beso grande <3
Jace: Muy bien, pues yo quiero dedicarle mis palabras a la que sin duda es mi fan Nº1. Muchos personajes han venido después de mí, pero nunca me olvidaste y eso es digno de admiración JeneSGlz te mando un gran abrazo, amore.
Iker: Pues bien, dado que soy un caballero no podía faltar a mi palabra y dejar sin mandarle un saludo especial a hansselly. ¿Quieres decirle algo? También te pidió.
Dimo: No, ya lo tienes cubierto.
Andy: Aunque los siglos pasen, al menos aún podemos robarnos unos minutos por aquí. Gracias por pensar en mí perla_vies ;)
Will: Y para terminar por hoy con la dedicatoria combinada, quiero mandarle mis saludos y abrazos a la señorita Mary_sof. Neil me dijo que le preguntara, si quiere curar sus heridas a besos que él le va a indicar como hacerlo sentir mejor...
Lucas: Mejor no repitas lo que él te manda, milord. Solo no es aconsejable. Esperamos que todos hayan disfrutado del capítulo y ya nos estaremos viendo pronto :D
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