No todo lo que brilla...
He visto que muchos sintieron pena por la casita de Owen, así que estamos aceptando donativos para él xDD Los dejan al final del cap ¡ok?
Lean, no molesto más...
Capítulo II: No todo lo que brilla...
Aime se obligó a parpadear lejos de esos hipnóticos ojos celestes, al tiempo que captaba la mirada esperanzada de su madre fija en ellos dos. La simple idea de que estuviera imaginando un futuro para ella y el marqués la hizo sonreír divertida, y por supuesto que ese pequeño lapsus no pasó desapercibido para su interlocutor que siguió su mirada con cierta intriga.
—Aime me estaba mencionando lo maravillada que estaba con el esplendor de su casa, milord —señaló entonces su madre, haciendo que él asintiera con reserva y le diera a ella la oportunidad de avergonzarse por algo más que caer en sus brazos. Estupendo.
—No me puedo atribuir ese logro, señora Peyton, todo esto es trabajo de mi madre.
—Oh, la marquesa es una mujer con mucha visión.
—No se lo diga por favor —pidió él con una repentina voz angelical, llevando aquellos ojos imposibles directo a los de su progenitora—. Es posible que se lo tome en serio y no habrá quien la pare entonces.
Aime volvió a parpadear, estupefacta, pero no por los modos del marqués sino por la inesperada respuesta de su madre: una nerviosa risilla y unas mejillas enrojecidas como una quinceañera. ¡Qué Dios se apiadara de ella! Su madre estaba abochornada y resplandeciente ante una simple mirada de ese... hombre.
Carraspeó sin poder evitarlo y casi como si lo hubiera llamado por su nombre, el marqués se giró para mirarla de esa forma tan directa e intrusiva que parecía su gesto predilecto. Era como si sus ojos tuvieran la fuerza como para atravesar piedra si se lo proponían y en ese momento estaban completamente enfocados en su persona.
Tragó saliva con dificultad. Había tenido la intención de darle una mirada de censura, dejándole en claro que ella no era tan fácil de engatusar como su madre, pero allí estaba... completamente falta de palabras o reacción.
—Señorita Peyton, espero que no tenga comprometido el próximo baile.
—¿Cómo? —inquirió, todavía demasiado confusa como para reparar en sus palabras.
—El próximo baile —repitió él con el fantasma de una sonrisa dibujándose en sus labios—. ¿Lo tiene comprometido?
Involuntariamente bajó la mirada hacia su carnet de baile que colgaba blanco y prístino de su muñeca, tan vacío como lo había estado en la tarde cuando su doncella se lo había amarrado. Le parecía ridículo tener que cargar con un carnet que fuera fiel prueba de su fracaso social, pero como debutante no podía prescindir de él.
—No, señor —musitó, al tiempo que cerraba su mano sobre el carnet en un vago intento por esconderlo. El marqués bajó su mirada a la vez captando el instante mismo, pero inteligentemente no mencionó nada al respecto.
—¿Le gustaría bailar entonces?
—Le encantaría bailar, milord, ella es una excelente bailarina.
Aime se guardó un bufido de protesta, tratando de trasmitirle a su madre que no era necesario que la humillara de ese modo pues ella se valía por sus propios medios para eso, pero como el marqués la seguía mirando optó por esgrimir una sonrisa inafectada. Pues sí su madre era una mujer indiscreta, pero la amaba a pesar de todo.
—Sí, milord.
—Excelente.
Con una última mirada de soslayo hacia su madre, colocó su mano sobre el brazo que le ofrecía aquel hombre y no pudo evitar notar que su atención se demoraba un segundo demás en algún punto a sus espaldas.
—¿Hay algún problema? —le preguntó tentada de observar qué lo había abstraído, pero él negó rápidamente y la instó a ponerse en movimiento.
—¿Hace mucho que es amiga de lady Turner?
Aime elevó el rostro para mirarlo, pero él mantenía su vista en las personas que lentamente se movían a su alrededor cediéndole el paso como en un orquestado baile.
—Acabo de conocerla —murmuró, al tiempo que asentía para saludar a una amable dama que se había quedado estupefacta mirando al marqués. Era comprensible, él era algo llamativo de ver. Si sus ojos o su complexión no fueran suficientemente impresionantes, también estaba ese cabello rubio cobrizo que parecía robarle destellos a las lámparas.
—Hm... bien.
Ella frunció el ceño reparando en su respuesta. ¿Qué significaba aquella vaguedad de palabras? ¿Acaso no la aprobaba? ¿Sería ese el motivo por el cual él ni se había vuelto a mirar a Milie mientras eran presentados?
—Pero planeo afianzar ese vínculo en el futuro —añadió, incapaz de refrenar su lengua.
El marqués hizo un alto cuando se acercaban al borde de la pista de baile, dándole una llamativa mirada de soslayo que ella no supo comprender del todo. Finalmente le ofreció su mano palma arriba y tras un calculado segundo de vacilación, Aime depositó la suya mucho más pequeña dentro. Casi como si los músicos estuviesen avisados de su llegada al salón, comenzaron a sonar los primeros acordes de un vals y él rápidamente la llevó en un elegante recorrido por la pista, para luego tomar la posición de baile en el centro de todos los allí congregados.
Su madre no había mentido antes, Aime sabía desenvolverse perfectamente en todas las danzas acostumbradas para la alta sociedad. Aun cuando ella no pertenecía a la nobleza, había tenido una educación a la altura de cualquier jovencita aristócrata e incluso quizás más. Ella había corrido con la fortuna de tener a su padre y a su amor por el conocimiento siempre a mano, su madre al ser hija de un caballero le había aportado su grado de notoriedad y elegancia, y su padre su vasto conocimiento catedrático. En conjunto, Aime no desmerecía en lo absoluto, pero de todas formas seguía siendo indigna del cortejo de cualquier hombre. Y tristemente ella creía saber bastante bien el motivo de su falta de suerte en ese ámbito.
Suspiró, haciendo que el marqués bajara su vista hacia su rostro para, acto seguido, apartarla a un indeterminado punto sobre su cabeza.
—¿Le aburro? —inquirió pasado unos segundos.
—En lo absoluto, milord —respondió tal y como era lo esperado. Aunque no estaba mintiendo del todo, bailar con el marqués maldito era mucho mejor que no bailar en lo absoluto. Hablara o no el hombre durante el proceso.
—¿Puedo hacerle una pregunta? —murmuró tras otro momento de vueltas impregnadas por su silencio.
—Por supuesto.
—¿Ha tenido oportunidad de probar los bocadillos?
Ella lo miró sin poder disimular su asombro, ¿le acababa de preguntar por la comida?
—Mm... —dudó con la vista fija en su barbilla, el único punto al que tenía acceso dado su altura—, pude probar los canapés de salmón ahumado, milord.
—¿Y qué le parecieron?
Aime se encogió de hombros. Ciertamente había esperado cualquier tipo de conversación, era lo acostumbrado cuando la gente no se conocía llenar el tiempo con charla insustancial. ¿Pero la comida?
—Bueno... estaban muy bien, milord.
—¿Muy bien?
Al ver que su calificación no parecía dejarlo contento, intentó sonreír.
—Estaban deliciosos.
—¿Y no pudo probar otra cosa? —Agitó la cabeza en una tenue negación, logrando que él frunciera el ceño con cierto aire de frustración y la mirara, contrito—. Si prueba otra cosa, apreciaría que me diera su opinión al respecto.
—¿Para transmitirla a su encargado de menú?
Él sonrió, mostrando una hilera de brillantes y divertidos dientes.
—El encargado del menú soy yo, señorita Peyton —explicó tras hacerla ejecutar un perfecto giro entre sus brazos—. No me fío de nadie más que de mí mismo cuando se trata de comida.
Ella enarcó las cejas, curiosa por ese poco común dato de su personalidad.
—¿La comida es muy importante para usted?
—En orden de importancia, la comida está en lo alto de la lista —aseveró volviendo a sonreír con garbo.
—¿Antes que su familia?
El marqués hizo un gesto con la boca, casi como si estuviera paladeando ambas opciones y luego encogió el hombro donde ella tenía colocada su mano.
—La comida nunca pide nada, señorita Peyton... —dijo sin borrar la sutil sonrisa de burla—. La comida no decepciona, no traiciona, no abandona, no miente o te castiga, ¿cómo podría ponerla por debajo?
Por un momento más que largo, ella sintió la tentación de darle la razón.
—Pero... —Él la atravesó con sus ojos en cuanto la escuchó hablar—. La comida no da cobijo o una palabra de aliento cuando se la necesita, la comida no abraza, no besa o sonríe.
—Hmm... —musitó el marqués como si no estuviese de acuerdo y entonces la conversación acabó. Continuaron ejecutando los pasos como dos autómatas con buena disposición para el baile, hasta que las notas se fueron apagando y los bailarines comenzaron con los aplausos para la orquesta. El marqués le dio un besamanos, inclinándose solemnemente ante ella—. Supongo, señorita Peyton, que usted ha tenido mejor suerte que yo.
Ella esbozó una sonrisa de comprensión, al tiempo que lo dejaba guiarla de regreso a la compañía de su madre.
—Supongo, milord... —dijo al ver que su tiempo juntos estaba por terminarse—, que usted ha tenido mejores banquetes que yo.
Él volvió a deslumbrar a todos quienes lo miraban con una radiante sonrisa y tras hacer una nueva reverencia para ella y su madre, se despidió de ambas, alejándose con paso seguro y tranquilo.
—Ustedes parecían estar teniendo un muy buen momento —comentó su madre, observando extasiada la espalda del marqués en retirada—. ¿De qué hablaron?
Aime apenas sonrió, volviéndose para mirarla.
—De comida.
***
—Por aquí. —Aime rió entre dientes, mientras se dejaba jalar fuera del salón principal por la entusiasta Milie Turner—. Tía Lidia no estará distraída por mucho tiempo, tengo que moverme rápido.
—¿A quién estamos buscando? —inquirió, disculpándose con un caballero al que Milie había empujado fuera de su camino sin el menor remordimiento.
—Lord Keller —indicó la muchacha con aplomo. Aime no tenía ni la menor idea de por qué Milie necesitaba a ese tal lord Keller, pero llevaban los últimos quince minutos dando vueltas por la mansión del marqués en búsqueda de aquel sujeto—. Sé de buena fuente que está aquí y necesito tener unas palabras con él.
—¿Lord Keller es tu pretendiente?
Milie se detuvo para darle una sorprendida mirada por sobre el hombro.
—Yo no tengo pretendientes... al menos no de los respetables. —Agitó una mano como restándole importancia a ese detalle—. Aunque es poco juicioso decir que Keller es respetable, pero es rico y hombre, así que supongo que se le perdona la falta de honorabilidad.
—Entonces, ¿para qué quieres reunirte con un hombre así?
—Porque conoce gente que necesito conocer —explicó con una sonrisa ladeada, para una vez más ponerse a tirar de ella. Aime no discutió, mayormente porque estaba sorprendida por el tipo de mujer que era Milie Turner; estaba tan llena de energía y decisión que su efervescencia le resultaba algo refrescante.
—¿Y solo lord Keller puede presentarte a esa gente?
Los hombros de Milie cayeron unos buenos centímetros, pesarosos tras su pregunta.
—Desgraciadamente sí. —Y entonces volvió a erguirse en toda su estatura, enviándole una rápida sonrisa—. Es por eso que tenemos que encontrarlo.
—Milie creo que... —Aime comenzó a tirar de su nueva amiga hacia atrás, notando que el pasillo que estaban transitando se alejaba demasiado de los lugares destinados para los invitados y eso podía ser tomado como una intromisión para los dueños.
Lo que menos deseaba era importunar al marqués, sobre todo cuando había sido tan amable como para ofrecerle su primer y único baile de la fiesta. Desde que él la había regresado con su madre, se había movido por todos los corillos de mujeres pero no había invitado a nadie más a bailar y eso logró que varias personas comenzaran a murmurar sobre una atención especial del marqués para con ella. Claro que Aime pensaba que era ridículo, un hombre no se maravillaba con una mujer durante el desarrollo de un vals, pero aquella decisión suya le había conferido cierto misterio a su propia persona. Intencionadamente o no, el marqués la había hecho objeto de interés para los demás asistentes. Y eso era respetable.
—Tranquila, tienen una sala para juegos más atrás... los hombres están allí.
Ni bien su amiga terminó de decir aquello, la gran puerta al final del pasillo se abrió de sopetón dejando ver al marqués de Granby saliendo de su estudio a grandes zancadas. Aime reaccionó a tiempo de empujar a Milie hacia un nicho que tenía una extravagante estatua de la diosa Venus y con el corazón latiendo en sus oídos, aguardaron ocultas detrás de la diosa a que los pasos del marqués las rebasaran. Pero eso no ocurrió. Otro par de pasos se apresuraron pasillo abajo, obligando al marqués a detenerse a un escaso metro del lugar donde ellas estaban. Él bufó algo que sonó como una maldición y Milie frente a ella sonrió como si le agradara aquella reacción por parte del hombre.
—¿A dónde piensas que vas, Owen? —le demandó una voz femenina que a ella se le hizo vagamente familiar.
—He cumplido con mi parte del trato, madre —respondió él con tono aburrido y el arrastre de un acento que antes no había estado allí—. Me dejé ver y catar por tu numeroso grupo de invitadas, supongo que ahora puedo darme un respiro.
—Tienes un deber para con tu familia, no solo llegaste tarde sino que...
—Esto se vuelve auld farrant demasiado rápido, madre.
La mujer mayor chistó, respondiendo en un idioma que Aime no supo identificar y él rió por lo bajo de forma grave e intimidatoria.
—Lo prometiste —dijo entonces la marquesa con un tono más sosegado, hubo una pequeña pausa mientras unos ligeros pasos se arrastraron por la alfombra.
—Y cumplí —aseveró pareciendo más cerca que antes—. Mañana todo el mundo estará hablando de mí y dirán cosas buenas.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Me dejé ver bailando con la más fea y patética criatura que había en el salón. —Aime palideció, él chasqueó la lengua como si el simple recuerdo le molestara y ella sintió su corazón apretándose en su pecho tras cada latido—. Si eso no me gana la simpatía de estas personas, nada lo hará.
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Auld farrant: anticuado en dórico.
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Bueno segundo cap y empezamos a meter complicaciones. ¿Qué les pareció?
En fin, para los que le quieren poner cara a Owen, yo más o menos me lo imagino así. Ustedes me lo visten de época... en cuanto a Aime me cuesta un poco más encontrar una chica que la represente, pero en cuanto tenga alguna les voy a mostrar.
Owen:
Aunque no se portó muy bien en el cap, acá pueden dejar su donación para su casita xDD
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