No debería ser así
¡Buenas! ¿Me extrañaron? Mientan para que sea feliz... u_u
Ok, pongamos nuevo reto de presionemos a Tammy para hacer algo. Si llegamos a los 600 votos, no comentarios (no soy así de optimista, vamos!) para el viernes, subo otro cap el sábado. ¿Les parece? ¿Llegan a los 600? La otra vez se les hizo fácil xDD
Capítulo XXVI: No debería ser así
—¿Cuál es exactamente el propósito de esto? —inquirió Valen, llamando la atención de ambos hacia él.
Otra vez.
Tanto Owen como Bastian lo escrutaron un instante en silencio, para luego desplazar la mirada hacia el lago que llevaban la última media hora custodiando en espera de que algún pez se sintiera tentado por la carnada que estaban ofreciendo. No había ocurrido, pero ellos sabían que la pesca era un deporte que requería paciencia, perseverancia y sobre todo silencio.
—Ningún pez se acercará si sigues hablando cada cinco minutos —le espetó con los dientes apretados, forzándose a mantener su tono bajo.
—Milord hay comida de sobra en su casa, ¿por qué debemos pescar? —cuestionó el aludido, sacudiendo su caña como un crío inquieto.
—No pescamos para comerlos —explicó Bastian con fastidio—. Pescamos por deporte.
—Pues no entiendo este deporte de ricos —masculló Valen, volviendo a sacudir la caña con lo que produjo un grupo de olas que sin duda ahuyentó a cada pez en kilómetro a la redonda—. ¿Quitamos a los peces del lago y no los comemos? Es un poco cruel... y un desperdicio de comida.
—No vamos a matarlos, los devolveremos al lago una vez que terminemos.
Los ojos claros de Valen se abrieron de par en par mientras le enviaba una mirada incrédula. Y al notar que parecía listo para seguir protestando sobre la actividad escogida, Owen le indicó con un movimiento de su índice que guardara silencio. Algo que, siendo amablemente optimistas, logró mantener por escasos cinco minutos.
—Pues sigo sin entender el propósito de esto.
Bastian soltó el bufido que Owen había logrado contener, al tiempo que se volvía para fulminar con la mirada al chico. Por supuesto que no tenía pruebas fehacientes de que estuvieran emparentados, pero diablos era tan fastidioso como Leinie cuando se aburría. E incluso quizás más.
En ese preciso momento, Owen comenzó a cuestionarse el plan de su hermano de llevar al chico con ellos. Dado que aún no encontraban una manera de saber si era quien decía ser, Bastian había sugerido que interrogarlo con sutileza podría ofrecer algún resultado. Entonces allí estaban, tratando de mantenerlo enfrascado en una actividad que claramente no comprendía mientras pensaban la mejor manera de introducirlo en el tema que les importaba. Pero volviendo a ser optimistas al respecto, al menos ya sabían su nombre y ese sería un dato útil para que Grey y Theo siguieran haciendo averiguaciones. No podría haber muchos Rhys Valente en Inglaterra, ¿o sí?
—¿De qué modo pasas el tiempo normalmente? —murmuró Bastian, tanteando el terreno.
—¿Yo? —Valen parecía genuinamente sorprendido por la pregunta.
—¿Quién más?
El chico lo miró durante unos pocos segundos como si intentara decidir si responder o no, finalmente deslizó su atención al lago y se encogió de hombros.
—Suelo moverme mucho de una ciudad a otra.
—¿Solo? —preguntó Owen en esa ocasión.
—La mayor parte del tiempo.
—¿Desde hace cuánto que estás por tu cuenta? —Bastian era tan sutil como una estampida de elefantes, pero se alegraba al menos de que el interrogatorio hubiese iniciado.
—No lo recuerdo bien. —Un nuevo encogimiento de hombros acompañó su respuesta—. A mi madre no le gustaba tenerme cerca, así que... solo iba a la casa cuando me metía en problemas.
—¿Qué tipo de problemas?
Valen parpadeó en dirección a su hermano con gesto adusto.
—El tipo de problemas que te hace familiarizarte con las autoridades.
—Explícate —urgió Bastian con tono rígido. El chico suspiró, volviendo su mirada de regreso a él.
—Milord sabe muy bien el tipo de cosas que hago, supongo que ya lo ha puesto al tanto lord Hastings.
—Prefiero escucharlo de ti —replicó su hermano con más calma de la que él habría esperado.
Valen enfrentó a Bastian con una mirada determinada.
—He robado tanto a vivos como a muertos —masculló con una sonrisa retadora—. Y no me arrepiento de ello. Me muevo de ciudad en ciudad para no acostumbrarme mucho a ningún sitio, me asocio con quien me lo ofrezca, obtengo lo que pueda de ellos y luego sigo por mi cuenta. No tengo amigos, si eso es lo que se pregunta, no tengo familia y definitivamente no tengo un hogar. ¿Satisfecho?
—¿Qué edad tenías cuando tu madre murió? —inquirió él, al ver que Bastian guardaba un silencio analítico. Valen lo observó de soslayo.
—No lo sé, ella bien podría estar viva aún. La última vez que la vi tenía como unos doce años, su amante de turno me empujó por las escaleras y me dijo que me desapareciera o él me desaparecería en el río. Ella lo vio todo y no dijo nada, así que supongo que desde entonces dejé de ser su hijo y ella mi madre.
Owen cruzó una breve mirada con Bastian. Habían decidido previamente tomar toda la información que consiguiesen de un modo pragmático, el chico bien podría estar mintiéndoles sin tapujos. Después de todo aquella era la segunda historia que le contaba sobre su progenitora y no encajaba con la primera versión. Pero había algo en la voz de Valen que sonaba autentico y le disgustaba pensar la posibilidad de que alguien que compartiera su sangre hubiese tenido que valerse por su cuenta a los doce años. El simple hecho de imaginar a Leinie siendo despreciada en Londres, lo había impulsado a casarse e intentar mejorar la imagen de su familia sin importar los costos; todo fuera por el bien de su hermanita. Él no se imaginaba viéndola sufrir sin intervenir, tampoco podía ver a Bastian tener un mal momento y no intentar lo que estuviese en sus manos para ayudarle. Haría lo que fuera por evitarle cualquier tipo de sufrimiento a sus hermanos. A todos sus hermanos.
—Cuando estoy aburrido suelo participar en peleas clandestinas —musitó Valen como quien no quería la cosa. Ambos lo observaron con distintos grados de curiosidad, él les sonrió—. La gente suele subestimarme porque no soy muy grande... —Owen estuvo de acuerdo, estaba tan delgado que podría romperle un brazo solo cerrando la mano con fuerza—. Así que hago arreglos con algún conocido para que tome las apuestas y luego nos repartimos las ganancias. Como las personas tienden a apostar en mi contra, las ganancias son bastante importantes.
—¿Y ganas? —cuestionó Bastian con evidente escepticismo.
—Jamás he perdido.
Owen tuvo serias dudas al respecto de esa afirmación.
—No te ofendas, chico, pero podría vencerte con ambas manos atadas a la espalda. Y los ojos vendados —se burló, logrando que Bastian riera por lo bajo.
—Muy bien, milord —aceptó Valen, poniéndose de pie con un movimiento fluido—. Tomaré ese reto y le daré una ventaja. —Inclinándose, metió la mano dentro de la canasta donde habían llevado algunos bocadillos—los cuales habían desaparecido en los primeros diez minutos de pesca—y extrajo un cuchillo para cortar queso—. Puede usar el cuchillo.
—No lo necesito —espetó Owen muy seguro.
—Insisto.
—Toma el cuchillo, Owen, quizás puedas recortarle un poco el cabello ya que estás en eso —lo apremió Bastian, comenzando a correr las cosas que habían llevado con el propósito de armar el improvisado ring. Nada mejor para afianzar los vínculos familiares como con una buena sesión de pugilismo.
Owen aceptó el cuchillo y lo empuñó con su mano derecha, mientras se quitaba la chaqueta y el chaleco y los dejaba sobre una roca cercana. No había hecho aquello desde su tiempo en Eton, cuando había tenido que medirse con distintos muchachos para demostrar su valía como noble escocés. Fue gracias a una pelea que se hizo amigo de Theo, había tenido que aceptar el reto de los otros chicos de patearle el trasero al heredero del ducado o tener su propio trasero pateado. Así que se habían revolcado por todo el patio central de la escuela, jalándose de la ropa, el cabello y conectando de tanto en tanto un puñetazo en el rostro.
Mientras recibían su castigo una hora después del suceso, Theo le había estrechado la mano y asegurado que no le guardaría rencor. Desde ese día, Owen había dejado de intentar agradarles a los demás chicos y había decidido agradarle a Theo. Era una cuestión de honor.
—¿Cómo quiere hacerlo?
—Espalda al piso, el primero que golpee el suelo queda fuera.
—Hecho.
—¡Tengo cinco guineas con tu nombre, Owen! —exclamó Bastian, entusiasta—. No me decepciones.
Valen lo observó con los ojos en blanco.
—Si gano, lord Hastings, quiero ese monto duplicado.
—Tienes agallas, chico. Pero una boca grande no gana una pelea.
Luego de ese intercambio, ambos comenzaron a girar alrededor del otro midiéndose como adversarios en un sepulcral silencio. Owen veía su ventaja con claridad, no solo tenía el cuchillo para queso, también tenía como veinte kilos de músculos más que él. Valen no tenía una oportunidad.
Con ese pensamiento en su mente, lanzó su primer ataque.
***
—¡¡No!!
Valen tuvo la lucidez como para apartarse de la trayectoria del cuchillo, al tiempo que el marqués, distraído por el grito femenino, volvía su acalorado rostro hacia la izquierda. Aprovechó esos segundos de desconcierto, para golpearle la muñeca con el filo de su antebrazo y forzarlo así a arrojar el cuchillo quesero. Los ojos de Granby volaron de regreso hacia él, sorprendidos, mientras que intentaba tomarlo por el cuello de la camisa con renovada energía. Valen le sonrió, echándose hacia atrás para esquivar sus manos y cuando el marqués se lanzó en un nuevo ataque, consiguió pasar por debajo de su brazo y propinarle una patada en la corva que lo hizo caer sobre sus rodillas.
—¡Ya basta!
En esa ocasión no fue capaz de bloquear lo que ocurría en torno a ellos y limpiándose el sudor del rostro con la mano, deslizó una mirada hacia el lateral notando que lord Hastings sostenía a una muy molesta marquesa del brazo. Los ojos femeninos lo observaron con recelo manifiesto, pero no permanecieron demasiado tiempo en él como para que pudiera comprender el motivo.
—Aime tranquila —le urgió lord Hastings—. Solo están jugando.
—¿Jugando con cuchillos? —le lanzó ella de regreso, claramente malinterpretando la escena.
Y, puestos a ser justos, la escena no era particularmente inofensiva. Sobre todo si se canalizaba a través de los ojos de una mujer. El marqués y él estaban despeinados, con las camisas arrugadas, el rostro acalorado y los ojos chispeantes por la energía puesta en la tarea subyugar al otro. Sumando a todo esto un cuchillo, pues sí daba pie a confusiones.
Granby gruñó algo entre dientes, poniéndose de pie en un salto. Ninguno de los dos había logrado que el otro golpeara el suelo con su espalda, pero no podía discutirse que Valen había estado más cerca de conseguirlo. Aunque no importaba de todos modos, en cuanto Aime Hodges se introdujo en el improvisado ring tanto Owen como Valen tuvieron que recuperar la compostura perdida.
—¿Qué es lo que estaban haciendo? —les espetó a ambos con los brazos en jarra, aunque su mirada estaba fija en su esposo.
—No tienes que preocuparte —aseguró Granby, aceptando el pañuelo que Hastings le entregó para limpiarse el rostro—. Solo hacíamos un poco de deporte.
—Se estaban golpeando.
—Aja —aceptó el marqués con un tranquilo asentimiento—. Es pugilismo, querida, es un deporte muy común.
—Nunca oí de un caballero dedicándose a una tarea tan... —Sus ojos lo soslayaron por un segundo—, bárbara.
Tanto Hastings como Granby rieron ante la elección de palabra de la marquesa, sin embargo Valen no pudo evitar preguntarse el porqué de esa mirada. ¿Acaso había pensado que él buscaba lastimar al marqués? Si bien tumbarlo no habría supuesto una gran dificultad, dada la confianza con que luchaban los hombres grandes que los hacía blanco fáciles de los golpes en las piernas, Valen en realidad no podría infringirle un gran daño. Owen era grande y macizo, él era ligero y escurridizo; su mejor oportunidad contra alguien de su tamaño era tumbarlo y correr.
Y aun así todo en la pose de la marquesa indicaba desconfianza hacia su persona, algo que antes no había estado allí y él no podía entender el motivo del cambio.
—De todos modos —continuó el marqués—, ¿qué haces por aquí? Pensé que habías renunciado al lago hasta que pudieras bañarte en el verano.
Ella esbozó una tímida sonrisa para su esposo.
—Vine a buscarte, te fuiste tan temprano esta mañana que no pude hablar contigo.
—¿De qué quieres hablar? —inquirió el hombre, comenzando a ponerse el elegante chaleco gris.
Hastings por su parte se volvió para empezar a juntar los artilugios de pesca con la clara intención de darles algo de privacidad y Valen no tuvo más alternativas que fingirse interesado en su atuendo, cuando en realidad su chaqueta estaba en condiciones tan deplorables que era mejor simplemente lanzarla al lago que volver a colocársela.
—Bueno... —Oyó que murmuraba Aime a sus espaldas. Él no necesitaba verla para percibir su vacilación, fuera lo que fuese ella no quería decirlo y eso lo impulsó a mirarla por sobre el hombro con curiosidad. Fue el instante justo pues ella le devolvió el escrutinio con gesto contrariado y algo que Valen no veía en las personas muy seguido, pena—. La cosa es...
—¿Finalmente decidió ir a ver a sus padres? —Se escuchó decir a sí mismo, interrumpiendo a la mujer a media frase.
Granby lo miró con interés, sin notar la tensión que lentamente comenzaba a levantarse en torno a ellos dos. ¿Podría ser? Pensó Valen en su fuero interno, ¿podría ser posible que esa mujer lo supiera? Pero... ¿cómo?
—En realidad —Aime dudó dos largos segundos. No fue mucho, pero fueron los suficientes como para que él supiera que diría una mentira. Había hablado con esa mujer lo suficiente como para detectar esos momentos—. Recibí una carta de mi madre esta mañana y me dijo que estarían visitando a unos tíos esta semana, así que... supongo que será en otra ocasión.
—Espero que no sea una espera larga —le dijo con una sonrisa que a todas luces era tan mentira como cada palabra que había salido de su boca.
—No importa —aseveró ella, cruzando un brazo alrededor del de su marido—. Estoy feliz aquí.
Granby bajó la mirada hacia su esposa, embelesado. El pobre imbécil estaba completamente perdido por ese par de ojos gatunos. Y Valen podía entenderlo, había algo en Aime que la hacía querible incluso para las personas que ya hasta se habían olvidado de lo que era dicha emoción.
—Y eso es lo que en verdad importa —murmuró con voz queda. Aime volvió a observarlo de ese modo que lo desarmó. Maldita mujer.
—Owen vamos a la casa, tengo que hablar contigo —dijo al cabo de un instante, sin dejar de escrutarlo con esos enormes ojos de cachorro herido.
Valen apenas asintió a las palabras no dichas, mientras ella se dejaba escoltar por su marido de regreso hacia la casa sin una mirada atrás.
Ella lo sabía.
Y le estaba dando un margen para que pudiera irse de allí antes de que el marqués también lo supiera. Maldita mujer, ni siquiera iba a traicionarlo como se cabía esperar. No, ella lo estaba dejando marchar y eso hizo que la odiara al mismo tiempo que...
—Oye. —El llamado de Hastings lo sacó abruptamente de su aturdimiento. Tenía que marcharse, tenía que huir mientras pudiera y dejar cualquier pensamiento estúpido atrás—. ¿Podrías enseñarme eso que hiciste con el cuchillo? Fue asombroso.
De haber sido capaz de gestionar el repentino golpe de emociones, le habría sonreído.
—Lo... lo siento, milord —se las arregló para decir, esperando que su voz no perdiera el toque de sinceridad e inocencia que tanto tiempo había trabajado—. Pero recordé que quedé de verme con alguien en el pueblo por un trabajo y...
—¿Estás llegando tarde?
Agradeció internamente que el hombre no se pusiera difícil en aquel momento. Al parecer Hastings no cuestionaba lo que decidía el marqués y dado que el segundo había decretado que él sería tratado con respeto, se había vuelto mucho más accesible en la última hora.
—Así es.
—Muy bien —aceptó el hombre con una pequeña mueca—. Ten... —Y entonces, para completa sorpresa suya, le colocó unas monedas en la palma—. Aunque técnicamente no lo venciste, eso es lo más cerca que estuve de ver perder a Owen. Así que te lo ganaste.
Valen miró las monedas, diez guineas que relucían en el interior de su mano sucia por la tierra y el ejercicio.
—Milord...
—Anda, ya. No hagas todo un drama de un par de monedas —masculló, incomodo—. Me gustaría por una vez tener un hermano que no se ponga sentimental por todo, ¿sabes cómo es Owen en las navidades? Huye de aquí si no te gustan los abrazos, créeme.
Asintió con lentitud. En realidad no sabía si le gustaban o no los abrazos, no recordaba haber recibido ninguno. Por supuesto que había yacido en los brazos de alguna tierna mujer, pero eso no era lo mismo que el simple y fraternal abrazo de alguien que te estimaba.
—Es mejor que me marche entonces.
—Puedes tomar a Brutus si quieres, está ansioso por un trote y esta mañana no he podido sacarlo. —¿Le estaba dando su caballo? Valen parpadeó, estupefacto, a lo cual Hastings rió—. En serio, hombre, no te pongas sentimental o patearé tu trasero.
—Gracias, milord.
No sabía qué otra cosa decir, pues aunque cientos de pensamientos se agolpaban en su mente nada parecía adecuado. Y repentinamente sintió el deseo estúpido de quedarse, algo que claramente reprimió al instante. Tal y como venía reprimiendo cada cosa que sentía desde que era un crío.
Estaba solo, siempre estaría solo y eso era algo que no podía cambiar.
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Neil: Últimamente Tammy se está sintiendo dueña de sus historias, que ya no nos deja hablar tanto.
Lucas: Me parece increíble, siendo que nosotros somos la causa de su éxito en el mundo de la escritura.
Dimo: Bueno... tanto como éxito yo no lo pondría. Más bien fue un éxito conmigo, porque con ustedes...
Neil: ¿Qué estás insinuando?
Dimo: Nada... nada... *tosiendo* no saliste de wattpad.
Neil: ¿Qué? ¡Repítelo!
Iker: ¿Quién toma las apuestas?
Bastian: 5 a 1 contra Neil, él no tiene cuchillo.
Iker: Colócame con 20 guineas a favor de Dimitri.
Lucas: ¿Tomas apuestas con moneda actual? No sé dónde diablos comprar guineas...
Didi: Tal vez en un museo. En fin, apuesto por Neil...
Dimo: ¡Oye!
Didi: Un hermano puede soñar... u.u
Evan: Ya dejen eso, tenemos que hacer la dedicatoria.
Dimo: Permíteme hacer lo honores, para que podamos continuar con lo nuestro. Celi9425 no elegiste a nadie, así que la hago yo. Este capítulo es para ti.
Neil: Emotivo como de costumbre. Vamos a los hechos, este capítulo me inspiró. Por cierto Celi, gracias por pedir tu dedicatoria y seguir esperando nuestras apariciones al final, un beso nena ;)
Lucas: Recuerden que esto no tiene nada que ver con la historia y que somos personajes de viejas historias de Tammy, así que solo acéptenlo como parte de la locura colectiva de este fandom. Y ahora... ¡pelea, pelea, pelea!
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