Narra Jimin.
Usualmente no comía en la cafetería, pero ya que Nam Hyung había insistido me dirigía a ella. Sentía mis pasos un poco pesados, pero compréndanme, no iba allí para ahorrarme las burlas.

Entré lo más disimuladamente que pude, buscando al moreno de hoyuelos bonitos. Pude verlo sentado en una mesa con un libro, claramente me dirigí hacia el, intentando ignorar algunas miradas que me llegaban.

Cuando Nam sintió mi presencia miró hacia mi y sonrió.

-Hola, Minnie. Por favor, siéntate, la persona que quiero presentarte no tarda en llegar.

Obedecí a lo que me dijo y me senté en el asiento que estaba en frente suyo.

-Y dime, ¿Cómo estás, pequeño?-hizo una leve sonrisa sin mostrar sus dientes, haciendo más notorios sus lindos hoyuelos.

-Uhm, supongo que bien... La verdad es que no he hecho la gran cosa estos últimos días, ¿Usted?

-Ah, leyendo, como casi siempre.

Vi que dirigió su mirada detrás mío y levantó su mano, y en menos de lo que esperaba una persona ya estaba sentándose al lado de Nam Hyung y dándole un saludo.

-Jimin, te quiero presentar a Jung Hoseok, el mejor bailarín que conozco.

El chico sonrió radiante y le pegó levemente en el hombro.

-Oh, vamos Nam, tampoco soy el mejor.-Rió levemente y me miró.-Y dime, ¿Para que me necesitas?

-Mira, este pequeño de aquí se llama Park Jimin y él quiere aprender a bailar, entonces pensé que sería una genial idea que tú le enseñes.

Hoseok me miró levantando sus cejas y no pude evitar encogerme en el asiento, sabía que después de analizarme con la mirada llegaría el comentario despectivo, siempre era lo mismo.

-Oh, ¿En serio? ¿Cuándo quisieras empezar?-Se apoyó en sus brazos impulsándose un poco hacia adelante.

Levanté mis cejas sorprendido y mis labios se entreabrieron confundidos.

-¿M-me quieres enseñar?-Hablé aun sin creérmelo.

-Claro que si, Jimin. Yo no soy nadie para impedir que otras personas no puedan bailar, y si puedo enseñarte eso me haría más que feliz.

... ¿Dónde estuvieron estos dos chicos toda mi vida? Parecían unos ángeles, verdaderamente.

Mordí mi labio inferior, sintiendo como algunas lagrimitas se acumulaban en mis ojos, en serio me emocioné con ese pensamiento, pero no pude evitarlo.

Hosoek cambió su sonrisa por una mueca de preocupación y se levantó para rodear la mesa y abrazarme.

-Noooo, ¿Porqué lloras, Manggaetteok? Si tú lloras, yo también lo haré.-Correspondí a su abrazo y asentí, limpiando una pequeña lágrima que recorría me mejilla.

-Si, lo siento, es que me emocioné al escucharte.

Él sonrió y tomó mis mejillas, apretujándolas y haciendo un puchero divertido con sus labios, mientras soltaba ruiditos un tanto infantiles pero tiernos.

-Ahhhh, no te preocupes, Jiminnie. Intercambiemos números así podes arreglar los días y los horarios, ¿Te parece?

Miré por un instante a Nam que estaba mirando todo con una sonrisa y asintió, por lo cual yo también esbocé una sonrisa y asentí ante la pregunta de mi nuevo instructor.